Poniendo a Greenpeace en su lugar
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- El 22 noviembre, 2013
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Por Eduardo Ferreyra
Presidente de FAEC
Greenpeace está teniendo un éxito enorme con su campaña para impedir que la empresa rusa Gazprom perfore en el Mar Ártico para extraer petróleo y gas. Está invirtiendo una fabulosa cantidad de dinero en avisos en diarios, revistas, radio, televisión, y en las redes sociales con el fin de mostrarse a ella y sus 30 miembros apresados por la justicia rusa, como víctimas de una guerra contra las fuerzas del mal con el fin de “salvar al planeta”.
Pero lo principal y más importante para Gr$$npeace es la enorme y descomunal recaudación de dinero que está haciendo a nivel mundial. Los dirigentes se frotan las manos y se felicitan entre ellos: misión cumplida. Todo el mundo está aportando dinero, si a los activistas los liberan no tiene beneficio monetario. Mientras más tiempo los tengan detenidos más dinero recaudarán. Que es la meta y el “leitmotiv” de la ONG.
Pero hay gente que comienza a emitir opiniones que se alejan de la corriente central políticamente correcta y ponen la cosas en una perspectiva más adecuada. Como el texto que pongo a continuación:
La b… de Greenpeace
Por: Nicolás de la Plaza
InfoBae.com
Noviembre 19, 2013
La imagen de Camila agarrando los barrotes, con el peinado de una chica de 20 años. Con mirada entre guerrillera y entusiasta de mirar tele con la mamá. Camila, en sus twits, decía que estaba aburrida, que no le entendía el sentido a la vida, que buscaba hacer algo por algo, pero no sabía qué ni por qué. Si le agregás una pizca más de angustia cerraba su profile en el de una suicida.
Esos que el vivir les quema el alma.
Greenpeace es una organizacion mafiosa, facista, ya antigua, desfasada, cavernícola, neomedieval, pero por sobre todas las cosas es capta-boludos. Boludos como Camila, que le deprimía dormir la siesta.
El lenguaje de Greenpeace es difuso, vive de golpecitos insignificantes. Estilo el boludo de Pergolini vestido de oso yogui. En Europa salen a andar en bici en culo para incentivar quién sabe qué protesta por las pieles. En Europa está lleno de Camilas. En los 80 se escuchaba punk y se inyectaban heroína, en los 90 lo mismo, en el 2000 paso algo, la generación “película The Beach” con Di Caprio cazando tiburones en una comunidad neonazi. 23 boludos autopresos en una isla esperando el viajecito mensual al continente para que le traigan baterías para el GameBoy. Sub-sumidos en la exageración simbólica fetichista de los efectos del porro, toda la vida rodeando eso, un pucho que te marea.
La generación del 2000 aburrida y sin drogas duras estaba condenada a desaparecer bajo el vil sistema que dejamos atrás en los 50, el tipo que labura, la madre que hoy labura, los chicos al colegio. Un flagelo.
Pero llegó el fracking, un sistema de extracción de petróleo a 3000 metros de profundidad promedio que imprime nanofracturas en reservorios de petróleo y gas para extraerlo. Igual que el de toda la vida de los últimos 120 años, pero con un toque extra. Un toque extra que permitiría a los boludos de The Beach seguir jugando con sus GameBoys en los recreos de jugar a ser granjeros. Antes que los masacren los buenos.
The Beach, dirigidos por una nazi casada con otro nazi, comiendo lechuga y tomando agua de lluvia, parece ser el modelo de civilización nueva que nos ofrecen los eco-fascistas de Greenpeace, una organización escindida de otras “fundaciones” anteriores que se dedicaban a expulsar de sus tierras a miles de pobladores africanos para hacer “reservas naturales” en donde puedan pastar elefantes, mientras condenaban a millones de seres humanos a vivir confinados en zonas no fértiles, alimentados por misioneros y luego la ONU.
Los mismos que hoy no quieren que haya petróleo, porque invirtieron todo su dinero en acciones de empresas de generación de energías alternativas al petróleo que son obsoletas.
Camila es una boludita de 20 años como muchas otras que les “deprime” ir a laburar. Del otro cuarentón hoy liberado hablare en otra edición, porque merece un artículo aparte.
Las Neurosis Noógonas
El aspecto de por qué muchos jóvenes se hacen activistas de cruzadas de diversos tipos fue analizado hace mucho tiempo por el notable psiquiatra Viktor Frankl, que sufrió y sobrevivió a campos de concentración nazis en la década de 1940. Además fue quien consolidó la Teoría de las Neurosis Noógenas que se derivan del Vacío Existencial o Falta de Sentido de la Vida. El Vacío Existencial, tal como lo define Frankl, "sin saber lo que tiene que hacer, ni lo que debiera hacer, no sabe ni siquiera lo que desearía hacer". Muchos lo confunden con la de-presión anímica, y las salidas de este estado a nivel noógeno conducen, por lo general, al conformismo. Se re-chazan las preguntas complicadas y el planteo de problemas espirituales. Es el Hombre Cotidiano que ha renun-ciado a buscar un sentido a la vida.
Otras veces, el refugio contra el Vacío Existencial es el totalitarismo y el hombre "hace lo que otros desean que haga" y, en general, los escapismos más abundantes son el alcohol, las drogas, el trabajo excesivo, las búsque-das de poder, fama, riquezas, o la adhesión a alguna Causa Sagrada.
También afirma Frankl que "cada época tiene su neurosis y cada tiempo necesita su psicoterapia". Así como existen neurosis de origen natural en cada individuo, también existen las provocadas artificialmente y que afectan a sociedades enteras: son el tipo de neurosis que pueden ser aprovechadas con fines comerciales o geopolíticos. Una de estas neurosis colectivas fue la Neurosis Atómica provocada a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial. El efecto de esta angustia nuclear llevó a muchas sociedades a "vivir al día", una forma de existencia provisoria que muchos adoptan al no vislumbrar ningún futuro. El Hombre está demasiado alarmado y pendiente de los estímulos externos (alienado) como para pensar con claridad en su proyecto de vida. Esto fue lúcidamente analizado por José Ortega y Gasset en su ensayo “Ensimismamiento y Alteración”, primer capítulo de su libro El Hombre y la Gente. Lectura seriamente recomendada.
Otro elemento que contribuye a las neurosis colectivas son las ideas deterministas que, condicionando al Hom-bre a las fuerzas bio, socio y psicológicas que lo conducen al fatalismo. La tercera actitud que contribuye a las neurosis colectivas es el Colectivismo que conduce, de manera inexorable, a la masificación más impersonal y despersonalizante de la sociedad.
Según Frankl, "el Hombre desea perderse en la Masa", sólo se siente seguro en el anonimato de la muchedum-bre, que es un excelente refugio contra las angustias generadas por el deseo o el miedo a triunfar. Así es como se une a diversos tipos de grupos que le proporcionan un cómodo y fácil refugio a sus neurosis: Clubes de todo tipo, Ejércitos y Bandas Terroristas, Partidos Políticos, Sociedades de Beneficencia o Masónicas, Gremios, Sindi-catos, ONGs Defensoras del Ambiente y demás ejemplos de la Infinita Estupidez Humana.
Y la última actitud que conforma la neurosis colectiva es el fanatismo que adora ídolos de todo tipo (políticos, artistas, deportistas, celebridades), que es intolerante y muchas veces violento con los que no opinan de la misma manera. Frankl termina diciendo que "Personas que no son clínicamente neuróticas pueden ser, sin embargo, colectivamente neuróticas". Son los miembros de las Colectividades Neuróticas, es decir, los miem-bros de todas las asociaciones mencionadas anteriormente y que se caracterizan por actitudes escépticas, nihilistas, pesimistas y destructivas frente a la vida, al destino y al progreso de la Humanidad. Hay un fuerte componente de “propia culpa” que exige un castigo en la forma de dedicación a una causa que se ha represen-tado como “sagrada” y que servirá para obtener el perdón de la sociedad al pecado original de ser miembro de la especie humana, o por lo menos el perdón de uno mismo y el alivio de esa culpa que, de entrada, no tenía en realidad ningún motivo valedero.
Las viejas Neurosis Colectivas van siendo reemplazadas de manera paulatina por nuevas y actualizadas neurosis. La Neurosis Atómica ha ido perdiendo fuerza dado que la Amenaza Nuclear ha pendido demasiado tiempo sobre nuestras cabezas sin dar muestras de querer cumplirse; ha sido demasiado zarandeada y enarbolada como ban-dera de combate. Las demostraciones antinucleares no son las que evitaron que rusos y norteamericanos se lanzaran mutuamente bombas atómicas: no son tan estúpidos como para creer que podían salir indemnes del asunto.
Pero como siempre es necesario mantener a la población en un nivel de alienación y neurosis lo adecuadamente elevado para ser manejable, el sistema simbiótico “políticos-periodismo” tiene siempre listo un nuevo “miedo” con el que azuzar a la gente y mantenerla en la dirección correcta, el camino al matadero. Lo había advertido ya el periodista y ensayista norteamericano de los años 20 y 30, H. L. Mencken cuando nos hacía notar que “Todo el propósito de la política práctica es mantener al populacho alarmado (y por ello clamoroso de ser conducido a la seguridad) amenazándolo con una interminable series sandeces, todas ellas imaginarias."
Y remata con una verdad de hierro: “La urgencia de salvar a la humanidad es casi siempre un falso frente para el ansia de gobernarla.” Y las urgencias de salvar a la humanidad han sido reemplazadas por otras urgencias que no lo son en verdad: Salvar al planeta; o salvar las selvas lluviosas, las ballenas, al oso polar, las focas y los lobos, al Ártico y la Antártida, al caracol del desierto de California, o salvar “al clima”, y otras terribles sandeces por el estilo.
Claramente, el público en general ha sido llevado por los medios y la propaganda a un estado de “neurosis noó-gena” colectiva donde cada uno no es clínicamente neurótico pero forma parte de una sociedad donde ser “sensible” y “humanitario” es una moda que se considera elegante y deseable, y por supuesto garantiza la aceptación dentro del grupo social de los "sensibles". Lo malo es que indica una infructuosa búsqueda de iden-tidad y de un sentido de la vida en un tiempo donde muchos no vislumbran un futuro agradable –gracias a la constante catarata de malas noticias y espantosos presagios que organizaciones como Greenpeace se encarga de hacernos llegar todos los días del año.
Fuente: Mitos y Fraudes
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