Ozono y calentamiento: Oscilación Natural
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- El 20 diciembre, 2004
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Hay nuevas investigaciones que echan sombras de duda sobre las recientes afirmaciones de que la disminución del ozono y el calentamiento global se han combinado para alterar los patrones de la circulación atmosférica alrededor del Polo Sur, patrones que tienden a disminuir la temperatura de la Antártida. Ahora parece que también hubo fluctuaciones similares antes de la liberación de gases de invernadero y destructores de la capa de ozono.
Para instalar el scenario, en octubre de 2002 Drew Shindell y Gavin Schmidt, del Goddard Institute de Estudios Espaciales (GISS) publicaron un informe en el Geophysical Research Letters en donde afirman que la tendencia al enfriamiento de los últimos 30 años fue causada por una combinación de calentamiento global y un agujero en la capa de ozono. En el artículo y su correspondiente (cuándo no!) parte de prensa de la NASA, Shindell y Schmidt alertan de que esta tendencia al enfriamiento “es muy probable que se invierta rápidamente” y resulte en un calentamiento del Polo Sur durante los próximos cincuenta años. Los partes de prensa que acompañan al estdio prometen “capas de hielo que se derriten y se deslizan al océano”.conduciendo a “un gran aumento del nivel de los mares”.
Las bases para su afirmación es el dominante modo de la variabilidad en la circulación atmosférica del Hemisferio Sur – la Oscilación de la Antártida, o Modo Anular del Sur (SAM, por Southern Modular Mode). El nombre describe un patrón de flujo con forma de anillo alrededor del Polo Sur. Dado que SAM estuvo con tendencia hacia su fase positiva durante los últimos veinte o treinta años, su “fase positiva” se ha vuelto asociada con el enfriamiento generalizado de las regiones polares del Hemisferio Sur.
Las simulaciones de Modelos de Circulación General (o MCG) sugieren que tanto la disminución del ozono (lo que comúnmente se conoce como ‘el agujero de ozono’) y el aumento de los gases de invernadero conducen a tan positiva tendencia (enfriamiento) en el SAM. Usando el modelo del clima de la NASA/GISS , Shindell y Schmidt ensayan futuros cambios en el SAM y en clima del Hemisferio Sur, basados en cambios proyectados del ozono, los gases de invernadero y sus efectos combinados. Ellos afirman que la combinación del ozono y el forzamiento de los gases en su MCG reproducen bastante bien las tendencias al enfriamiento observadas durante las últimas dos décadas.
Inspeccione de cerca la figura 1. Compara las tendencias del modelo con las tendencias observadas en la temperatura y nos cuenta una historia bien distinta. El modelo produce un amplio calentamiento en latitudes medias (opuestas a las polares), mientras que en la realidad se han observado áreas de calentamiento muy esporádicas y aisladas.
En otra comparación (no mostrada), su modelo captura al patrón de circulación del SAM de forma de anillo de la atmósfera superior, la magnitud de los cambios durante los pasados veinte años, y la ubicación de regiones con anomalías. El modelo produce sólo débiles tendencias negativas sobre la Antártida; y el área de más fuerte tendencia negativa está totalmente ausente en las observaciones. De manera similar, las áreas de las mayores tendencias negativas (calentamiento) en las observaciones, son severamente subestimadas por el modelo que pasa a sobrestimar muy fuertemente las tendencias positivas en las latitudes medias del Hemisferio Sur, e ignora completamente el área más grande de las tendencias positivas realmente observadas.
De manera que, ¿quién es el responsable de las tendencias en la Antártida: la disminución del ozono o los gases de invernadero? La respuesta es incierta, como mucho. Tanto el aumento de la concentración de gases de invernadero como la disminución del ozono parecen provocar tendencias positivas en SAM. Donde y cuándo mire uno . y cuál tipo de modelo climático se use – parecen dictar su importancia relativa.
Cambios en la presión atmosférica en la troposfera media implica que el ozono toma cuenta de la mayor parte del cambio. Si uno se fija en los cambios de presión en la superficie, sin embargo, los gases de invernadero podrían ser igualmente importantes. Luego está el factor de la estacionalidad de cada una de las señales. En otras palabras, como e cualquier ejercicio de modelado, los resultados dependen en cuál modelo es usado, y cuál nivel de la atmósfera se investigue., y en cuál estación del año. Las variaciones hacen que emerjan diferentes causas.
Según los resultaos del modelo climático del GISS, se puede esperar que el agujero de ozono se recobre. Shindell y Schmidt razonan que esa ‘recuperación’ producirá una tendencia negativa en SAM y cancelará la tendencia positiva de los gases de invernadero. Aunque ninguna tendencia en SAM lógicamente sugeriría que no habrá ningún cambio pronunciado durante las próximas décadas, Shindell y Schmidt arguyen que el calentamiento de las latitudes medias del Hemisferio Sur continuará. De alguna manera, SAM, el modo dominante de variabilidad atmosférica de Hemisferio Sur, dejará de influir al clima, de acuerdo con su interpretación.
¿Cuánta fe se puede poner en proyecciones del clima futuro que usa un modelo que sólo reproduce muy pobremente el clima pasado y produce resultados inciertos y no concluyentes. No nos pregunte a nosotros; pregúntele a Julie Jones y a Martin widmann, del Centro GKSS de Investigación en Alemania.
Jones y Widmann produjeron una reconstrucción de 100 años de extensión del SAM, y publicaron sus resultados en Nature . Su índice de variabilidad de SAM muestra que ha exhibido una gran anomalía positiva (enfriamiento) hacia el año 1960, seguida de quince o veinte años de fuerte tendencia negativa (calentamiento) – Ver la figura 3. Además, la tendencia de SAM en los años recientes es comparables a aquellas de los años 40 a los 60s. Entre 1940 y 1960 hubiese sido imposible que los cloro-fluoro-carbonos haber jugado un rol en la destrucción de la capa de ozono. Ese período de tiempo fue sólo durante algún posible calentamiento causado por los humanos por la quema de combustibles fósiles. En otras palabras, las tendencias observadas durante las pasadas décadas no son sin precedentes . Cualquier sugerencia de que el ozono o los gases de invernadero han alterado al SAM es por consiguiente cuestionable. La variabilidad natural ha producido tendencias similares en ausencia de cualquier forzamiento antropogénico.
Figura 2. Reconstrucción de la Variabilidad de SAM (Oscilación Antártica). Las barras y las curvas rojas corresponden a la reconstrucción de largo plazo 1905-2000, y las barras/líneas verdes a la reconstrucción 1951-2000, basada en estaciones de tierra adicionales. Fuente: Jones y Widmann, 2004.
La investigación de Jones y Widmann también ponen en duda los escenarios pesimistas de Shindell y Schmidt para el hielo de la Antártida y la subida del nivel de los mares. Si el cambio de una fase positiva a una fase neutral en SAM – como lo predice el modelo del GISS – “ invertirá rápidamente ” las tendencias de temperaturas en la Antártida, ¿por qué la fase negativa, totalmente invertida de 1960 a mediados de los 80 no tuvo el mismo efecto cuando se combinó con el calentamiento antropogénico y la destrucción del ozono desde los 1970 en adelante?
Referencias:
Shindell D. T. and G. A. Schmidt, 2004: Southern Hemisphere climate response to ozone changes and greenhouse gas increases. Geophys. Res. Lett. , 31 , L18209, doi:10.1029/2004GL020724.
Jones, J. M. and M. Widmann, 2004: Early peak in Antarctic oscillation index. Nature , 432 , 290–291, doi:10.1038/432290b..
Fuente: Mitos y Fraudes (Fundación Argentina de Ecología Científica).
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