Nos asustan tontamente con el Calentamiento Global
- Creado por admin
- El 1 septiembre, 2010
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Por Bjorn Lomborg
The Korea Times
Al Gore se mostró cómo un ascenso del nivel del mar de seis metros inundaría casi com-pletamente la Florida, Nueva York, Holanda, Bangladesh y Shanghái, aún cuando las Naciones Unidas estiman los ascensos del nivel del mar serán 20 veces menos que eso, y que no harán nada ni siquiera parecido.
Cuando se nos confronta con esas exageraciones, algunos de nosotros decimos que son por una buena causa, y seguramente no hay daño hecho si el resultado es que enfoquemos más en enfrentar al cambio climático. Un argumento similar se usó cuando la administración de George W. Bush exageró el terror por la amenaza del Irak de Saddam Hussein.
Pero es argumento está asombrosamente equivocado. Tales exageraciones hacen un daño enorme. Preocuparnos excesivamente por el calentamiento global significa que nos preocupamos menos por otras cosas donde podríamos hacer mucho bien.
Hacemos focos, por ejemplo, sobre el impacto del calentamiento global sobre la malaria –que pondría un poco más gente en peligro de aquí a 100 años- en vez de enfrentar el sufrimiento de 500 millones de personas que HOY están sufriendo de malaria, con programas de prevención y tratamientos que son mucho más baratos y dramáti-camente más efectivos que la reducción de las emisiones de CO2.
Las exageraciones también erosionan la voluntad del público para enfrentar al calentamiento global, Si el planeta está condenado, la gente se pregunta: ¿Para qué hacer nada? Un récord del 54% de los votantes norteamerica-nos creen ahora que los medios de prensa hacen aparecer al calentamiento global mucho peor de lo que real-mente es.
Una mayoría de personas cree ahora –incorrectamente- que el calentamiento global ni siquiera es causado por los humanos. En la Gran Bretaña, el 40% cree que el calentamiento global es exagerado y el 60% duda que sea causado por el hombre.
Pero el peor costo de la exageración, yo creo, es la alarma innecesaria que provoca –particularmente entre los niños- Recientemente he discutido el cambio climático con un grupo de adolescentes daneses. Uno de ellos se preocupaba por que el calentamiento global podría causar que el planeta “explotara” –y el resto tenía temores similares.
En los Estados Unidos, la red de TV ABC informó recientemente que los psicólogos están comenzando a ver más neurosis en personas ansiosas por el cambio climático. Un artículo en el Washington Post citaba a una niña de 9 años, Alyssa, que llora por la posibilidad de que el calentamiento global cause la extinción de animales.
En sus palabras: “A mí no me gusta el calentamiento global porque mata los animales, y yo quiero a los animales.” De un niño que todavía tiene que perder sus dientes de leche: “Me preocupo [por el calentamiento global] porque no quiero morir.”
El diario también informó que los padres están buscando “salidas” productivas para las obsesiones de su hijo de 8 años con que los osos polares estarían muriendo. Sería mejor que los educasen y les hagan saber que, al revés de la creencia popular, las poblaciones de osos polares se ha duplicado y quizás cuadruplicado durante el pasado medio siglo, a unos 22.000
A pesar de disminuir –y hasta eventualmente desaparecer- el hielo del Ártico en verano, los osos polares no se extinguirán. Después de todo, en la primera parte del actual período interglacial los glaciares estuvieron casi totalmente ausentes en el hemisferio norte, y el Ártico probablemente estuvo libre de hielos por más de 1.000 años, pero los osos polares todavía están con nosotros.
“Otro niño de nueve años le mostró al Washington Post su dibujo de la línea de tiempo del calentamiento global. “Esa es la Tierra ahora,” dice Alex, apuntando a una forma oscura en la parte inferior. “Y luego está comenzando a desvanecerse.” Mirando que su madre le está siguiendo, él golpea en el final del dibujo: “En 20 años más no hay más oxígeno.” Luego, para dramatizar el punto, se derrumba, “muerto,” al suelo.
Y estas no son apenas dos historias espeluznantes. En una encuesta de 500 americanos pre-adolescentes, se descubrió que uno de cada gres de los niños entre 6 y 11 años temían que la Tierra no existiría más cuando llegaran a ser adultos a causa del calentamiento global y otras amenazas ambientales. Una increíble tercera parte de nuestros niños creen que no tendrán un futuro a causa de aterrorizantes historias del calentamiento global.
Vemos los mismos patrones en el Reino Unido, donde un relevamiento mostró que la mitad de los niños entre 7 y 11 años están ansiosos por los efectos del calentamiento global, a menudo perdiendo el sueño por su preocupa-ción. Esto es grotescamente dañino.
Y seamos honestos. Este miedo es intencional. Los niños creen que el calentamiento global destruirá al planeta antes de que ellos crezcan porque los adultos se lo están diciendo.
Cuando cada predicción sobre el calentamiento global es más aterrante que la anterior, y las predicciones más espeluznantes –a menudo no apoyadas por ciencia con peer review- se le da la mayor cantidad de publicidad, no tienen que resultar una sorpresa que los niños estén aterrados.
En ninguna parte este predicar el terror no es más evidente que en el film de Al Gore, “Una Verdad Inconvenien-te”, que cuyo marketing fue “por lejos el film más terrorífico que jamás habrá visto.”
Eche una ojeada al tráiler de esta película en YouTube. Note la manera en que se presentan las escalofriantes fuerzas, más grandes que lo real, que están evaporando nuestro futuro. El comentario nos cuenta que este film “ha conmocionado audiencias en todas partes,” y que “nada es más espeluznante” que lo que Al Gore nos va a decir. Nótese cómo el tráiler hasta incluye una explosión atómica!
El actual debate acerca del calentamiento global es claramente perjudicial. Yo creo que es tiempo que exijamos que los medios dejen de aterrorizarnos a nosotros y nuestros niños hasta volvernos idiotas. Nos merecemos un diálogo más razonado, más constructivo, y menos aterrrador.
Bjorn Lomborg, director del Conenhagen Consensus Center, es profesor adjunto en la Copenhage Business School, y autor del libro “El Ecologista Escéptico.”
Fuente: Mitos y Fraudes
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