Necesitamos entes de planificación y de gestión energética
- Creado por admin
- El 1 julio, 2008
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Cerrados o reducidos a su mínima expresión durante la década del ’90 en Argentina, pero ya atacados desde mediados de los ’70, al ir implantándose las distintas etapas del neoliberalismo; los entes de planificación y de gestión energética dejaron un vacío enorme en el estratégico Sector Energético.
Ese vacío equivale a haberle extirpado a Nuestro Estado las neuronas y el entrenamiento psicomotriz para pensar y reaccionar ante las siempre cambiantes condiciones del mercado interno y el mercado internacional.
Ni siquiera los grandes estadistas de talla mundial (que no son exclusivos del “club” de naciones desarrolladas) pueden prescindir del asesoramiento de entes propios para orientar las políticas y acciones energéticas; dándose por sentado que esos entes de planificación y de gestión energética deben estar conformados por una “masa crítica” (plantilla de científicos y profesionales) de un nivel de excelencia y con claro compromiso con los Intereses Nacionales, para orientar adecuadamente y garantizar la toma de decisiones más favorable para La Nación.
Ese “Estado ausente” y autista, el del “piloto automático” (según la definición del ex Ministro de Economía del menenato Roque Fernández), fue el entorno perfecto no solo para el saqueo alevoso de nuestras reservas hidrocarburíferas, sino también para el descontrol más absoluto que al carecer –por definición- de toda lógica previsora, nos condujo irremisiblemente a la peor crisis energética de nuestra historia.
Crisis claramente preanunciada por la simple lectura lógica de las proyecciones de las crecientes curvas de la demanda energética, y las estancadas curvas de Potencia Instalada (en el caso eléctrico) y la caída en las tareas de prospección petrolífera y gasífera en el caso de los hidrocarburos.
Hemos sido muy pocos los analistas energéticos que con bastante antelación alertamos la inexorable marcha a paso forzado en la que estábamos rumbo a la actual crisis energética; situación tozudamente negada por los “expertos” del establishment, aquellos que adecuan su mensaje a los dictados de los intereses a los que sirven.
Era más fácil y “políticamente correcto” sumarse a las voces del establishment, que durante todos los años ’90 y en la primera mitad de esta década, afirmaban que sobraba energía eléctrica como para transformarnos en los grandes exportadores del Cono Sur, y que poco menos que milagrosamente nadábamos en petróleo y gas, por lo que “la lógica de los mercados” indicaba la “conveniencia” de exportar hidrocarburos sin freno alguno.
El establishment energético que opera en Argentina, mayoritariamente extranjero, hizo sus negocios de corto plazo e “hizo caja” con nuestras importantes reservas de petróleo y gas, trabajosamente conseguida con años de esfuerzos exploratorios de Y.P.F. (la estatal, no la actual subsidiaria de los ibéricos). Lo mismo “hicieron caja” rápidamente y sin competencia quienes se dedicaron a instalar grandes grupos electrógenos alimentados a gas, como las turbinas de gas y los ciclos combinados.
Ningún Estado con pretensiones de grandeza nacional puede prescindir de la planificación, y menos aún en la muy sensible esfera de la energía.
En tal sentido, después de padecer la imprevisión e improvisación, que tan caro cuestan, es imprescindible reconstituir o volver a crear los organismos de planificación y gestión energética.
La escuálida plantilla de personal permanente de la Secretaría de Energía de la Nación, del orden exiguo de 30 funcionarios, es a todas luces insuficiente e incompatible con las necesidades del país. Y esa carencia no se suple con una dotación complementaria –así sea numéricamente de cierta importancia- de personal técnico contratado, para peor con contratos de brevísima duración. Eso atenta contra la identificación con la institución y sus objetivos, y resta motivación a los profesionales contratados.
Para peor resulta evidente que las pautas del neoliberalismo siguen vigentes; según algunas exteriorizaciones muy claras, fundadas versiones y corroborado por la orientación de publicaciones en la página Web de la SE, así como de acuerdo al asesoramiento brindado a legisladores en casos puntuales, como la controvertida ley 26.190.
El papel central que en la SE se le confiere a la temática ambiental con un enfoque muy afín a posturas de corte fundamentalista o “funcional” a los dictados de las transnacionales de la ecolatría, contrasta con las notorias imprevisiones y defectuosas proyecciones de demanda y oferta de energéticos, que desembocó en la crisis energética aflorada desde 2006.
En mérito a la brevedad, esos sesgos ecologistas dogmáticos que está demostrando la SE serán analizados en otro artículo, ahondándose temas ya expuestos previamente en artículos precedentes.
Volviendo al meollo de este artículo, la abrupta disolución de Agua y Energía Eléctrica privó a Argentina de un ente que cumplió funciones importantísimas en la recopilación de antecedentes técnicos, investigación y elaboración de proyectos hídricos e hidráulicos. Fecunda tarea que ningún otro ente suplió, e incluso los importantes aforos (mediciones) de caudales diarios de la mayoría de los ríos, fueron transferidos a la Secretaría de Medio Ambiente, en la cual la nefasta influencia de la Ing. Alsogaray –que promovió el fundamentalismo como excusa para impedir el desarrollo de diversas importantes obras y tareas de infraestructura- parece seguir presente en la orientación de sus políticas y la mentalidad de algunos o muchos funcionarios. Por supuesto que de acuerdo a la “lógica” de enanización estatal suprimió los aforos de caudales con la excusa de “economías presupuestarias”. Y respecto a la “eficiencia” de la ensoberbecida Marijú, es de recordar su incapacidad o desinterés en concretar la limpieza del Riachuelo, en apagar los incendios en La Patagonia, y un largo etcétera.
¡Es vital reconstituir Agua y Energía Eléctrica! Lo propio respecto a Hidronor S.E., que no solo gestionaba el manejo de la red de presas de la Cuenca del Río Negro, sino que impulsaba nuevas y vitales usinas hidroeléctricas en la región.
Y respecto a las provincias, la mayoría de los entes energéticos fueron disueltos en los ’90, por lo que urge reconstituirlos bajo pautas de excelencia científica y técnica.
En el caso particular de Misiones, la creación de la Secretaría de Energía provincial, con rango ministerial, y con la precisa exigencia de incorporar exclusivamente directivos y funcionarios con títulos universitarios y con reconocida idoneidad en la materia, es una iniciativa importantísima; resultando crucial evitar que una iniciativa tan importante se diluya en un ente amorfo, carente de nivel y potencial receptáculo de bizantinas discusiones banales; o peor aún, que potencialmente accione complacientemente en lugar de priorizar la jerarquía y el nivel científico – profesional de excelencia.
Por: Carlos A. Ortiz
Ex Docente – Investigador = Facultad de Ciencias Económicas = UNaM
Especialista en Gestión de Producción y Ambiente
Cursante de la Maestría en Gestión de la Energía
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