Microalgas, arma diminuta para luchar contra el cambio climático
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- El 18 enero, 2011
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Un ejemplo de periodismo científico:
Bajo el epígrafe “MEDIO AMBIENTE”, en la sección “Ciencia” (en “ElMundo.es”, tribuna habitual de Antonio).
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“Las microalgas marinas se han convertido, por su capacidad para retirar CO2 de la atmósfera, en un arma para luchar contra el cambio climático, una aplicación que se investiga en el Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía (ICMAN-CSIC)”.
Claro que no se molestaron en identificar aquello que designan como “microalgas” marinas, pero por lo que se ve en las placas y a deducción del texto, se podría suponer que se refiere a algas microscópicas, autótrofas, clorofílicas, planctónicas, filamentosas…..etc., etc., es decir, deberían estar entre las cianofíceas (en el Phyllum Cianophytae) y las clorofíceas (en el Phyllum Phycophytae), sin descartar las flageladas, toda vez que…..etc., etc., (a partir de aquí se puede escribir toda una tesis, pero no es el caso).
En realidad la tesis (y de doctorado) ya está en desarrollo; se informa en la nota que una investigadora de dicho instituto se encuentra realizando una “doctoral sobre la aplicación de las microalgas para el cambio climático”.
“Como cualquier organismo fotosintético, las microalgas retiran CO2 de la atmósfera produciendo oxígeno, lo que tiene grandes aplicaciones en la investigación para la protección del medioambiente y la búsqueda de nuevas formas de energía como el biodiesel”, se agrega.
Sabemos que en Ciencias no hay verdades inmutables. Uno tiene que estar dispuesto a que en cualquier momento hasta sus creencias más entrañables sean derribadas por algún nuevo descubrimiento, o que eso mismo, un nuevo descubrimiento, nos maraville hasta la estupefacción.
Por ejemplo, que se pueda producir diesel (con el prefijo “bio”), un hidrocarburo (perdón, un bio-hidrocarburo) a partir de cianofíceas o flageladas, o clorofíceas, es algo que no termina de asombrarme. Bueno, de poderse, todo se puede; la química orgánica nos ofrece un universo de posibilidades, y en todo caso, estas algas producen siempre algunas grasas o aceites como productos de asimilación; hay optimismo en el sentido que pueda tenerse un proceso eficiente de producción antes de diez años. Permitiría obtener el combustible a un costo competitivo, pero cuando pueda hacerse en las cantidades que se requieren en el mundo real (actual, prosaico y contingente), será un sensacional hallazgo.
Habrá que esperar los resultados (preñados de expectación, esperanza y fe).
Tenía por sabido, -hasta ahora- que el fitoplancton obtiene su carbono del CO2 disuelto en el agua; esto está en todos mis antiguos (y obsoletos, constato) libros de Ecología o de botánica. Sin ir más lejos, en un anticuado texto se afirmaba que el agua de mar con una salinidad del 35%o (35/1000), contiene normalmente unos 47 cm3 de CO2 por litro, aproximadamente unas 150 veces la concentración en que se encuentra en el aire. Claro que la mayor parte de este CO2 se mantiene transitoriamente como ácido carbónico (H2CO3, reacción reversible), o en iones carbonato (CO3-) y bicarbonato (HCO3-), también reversibles.
Tanto el CO2 en disolución como el ácido carbónico (H2CO3) se consideran CO2 libre (disponible), aunque su proporción respecto al total no pasa del 1% en aguas oceánicas. Los aniones CO3- y HCO3- se consideran CO2 “combinado”.
Si eventualmente una intensa fotosíntesis del plancton pudiere agotar la provisión de CO2 libre, en condiciones de pH elevado (y el agua de mar es siempre básica), la disociación de los aniones CO3- y HCO3- irá reponiendo inmediatamente dicha provisión, y en todo caso se ha comprobado (al menos en agua dulce), que muchas algas absorben el anión HCO3- directamente para su fotosíntesis.
Aunque no se sepa a ciencia cierta si la mayoría de las plantas marinas utilizan primariamente el CO2 libre o combinado, no hay ningún indicio de que alguna falta de anhídrido carbónico actúe como un factor limitante para el desarrollo de la vegetación en el mar (lo contrario ocurre con el oxígeno, es decir, curiosamente el ecosistema marino presenta la situación inversa al ecosistema terrestre).
Por otra parte, aunque el mar sea la mayor reserva de CO2 (libre y combinado), del mund….(planeta, quise decir), con una cantidad entre 50 y 100 veces la de la atmósfera (dependiendo de quien la estime), sucede que sólo puede absorber el anhídrido carbónico del aire en muy escasa proporción, dado que el proceso depende básicamente de las precipitaciones, y de que la temperatura superficial del mar sea menor a la de equilibrio (supuestamente 15 grados C), con lo que las lluvias cálidas del trópico no serían aportes relevantes de CO2. Por el contrario, como emisor de CO2 el mar es altamente eficiente, toda vez que sólo requiere de un aumento en la temperatura superficial, por ínfimo que sea. Las consecuencias de lo anterior, en lo que respecta al supuesto aumento del CO2 atmosférico del último siglo, son …..obvias.
Todo lo anterior lo tenía yo, en mi supina ignorancia, por cierto y sabido; al menos por ciencia casi establecida avalada por muchos libros de estudio, o sea, bibliografía. Aunque nada es definitivo en ciencias, creía ver el camino por el que las cosas se encaminaban.
Se comprenderá entonces mi sorpresa al enterarme de que “las microalgas marinas retiran CO2 de la atmósfera produciendo oxígeno”.
¿Cómo se las arregla este fitoplancton, viviendo en suspensión líquida, sin contacto directo con el aire para “retirar CO2 de la atmósfera”?, misterio.
No está de más decir que si se pone el título de este escrito (“Microalgas, arma diminuta para luchar contra el cambio climático”), en el buscador del Google, se obtiene un resultado de 19.700 repeticiones. Es decir, la “ciencia” ha llegado a un “consenso”.
Por: José Manuel Henriquez Parada
Fuente: macanna.blogspot
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