Los causantes y culpables de la crisis energética en Argentina
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- El 25 marzo, 2008
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Una crisis energética no sucede “así nomás” como si fuese un impredecible tsunami o un aleatorio terremoto. Una crisis energética, sobre todo de las dimensiones grotescamente abrumadoras como la actual que castiga duramente a nuestro país, es claramente fruto de la larga imprevisión, y de la aún más prolongada ausencia de una Política Energética (con mayúsculas) que haya contemplado y defendido en las últimas décadas los Intereses Nacionales. Y también de la mala fe –casi siempre encubierta- de numerosos actores del tema, que operan en forma constante y sibilina, con objetivos muy claros y sin plazos determinados, en acciones de zapa a largo plazo.
Es en buena medida fruto de los malos asesoramientos de los “expertos” en la materia, muchos de los cuales en rigor son conocedores del tema que actúan como voceros encubiertos de determinados grupos de poder económicos – financieros que lucran con las crisis o incluso que trabajan solapadamente para provocarlas o acentuarlas.
La ignorancia en un tema de notable complejidad técnica, por parte de quienes eventualmente ejercen el poder en distintos cargos que de uno u otro modo “les quedan grandes” para sus reales capacidades, es otro factor recurrentemente inductor de las crisis energéticas en nuestro país, en el cual muchas veces el principal si no el único prerrequisito para asumir algunas funciones es el amiguismo, la “militancia previa”, la “lealtad” (léase obediencia extrema), y las dotes tan particulares de “funcionario ‘todo terreno’ “. Siempre con las honrosas excepciones del caso.
Parte importante de los aportes a la confusión y a la distracción de la opinión pública, sin duda la tienen los mercenarios del periodismo, que alcanzan –sobre todo en los medios de comunicación de las grandes ciudades- “chapas” de exitosos, creíbles y entendidos, en función que su docilidad a las indicaciones del “poder detrás del trono”, formado por determinados mega poderes financieros y corporativos que mueven sutilmente sus hilos para torcer las decisiones del poder político a su favor, y a la vez anular toda oposición del pueblo.
Ese “poder detrás del trono” ha sido sin duda el confabulador principal para lograr la balcanización total de Argentina, para transformarnos en un puñado de republiquetas sin destino, fácilmente maleables y manejables desde los centros de la globalización a ultranza. Y estuvieron cerca de conseguirlo en la descomunal crisis político – económica de 2001/2002.
Pero evidentemente la causa principal de la descomunal y casi inmanejable crisis energética, ha sido la aplicación del nefasto y depredador modelo socio económico neoliberal, que tanto daño infligió a todo el tejido social, a toda la actividad económica y que corrompió tan profundamente al sector político argentino.
Y esta crisis seguirá siendo inmanejable dentro de los parámetros de cambios muy acotados y de mantenimiento de las estructuras legales y reglamentarias básicas instauradas desde la “reforma del Estado”, eufemismo que pretendió esconder el más descarado y pavoroso proceso de entrega vil de casi todo el patrimonio nacional, sobre todo el de mayor valor estratégico y económico.
La Historia Energética Argentina muestra claramente –tal como lo señalo en mi nuevo libro próximo a editarse Geopolítica de la Energía- que los gobiernos políticamente ultra conservadores han sido ultra liberales en lo económico. Y como tales, han sido particularmente reacios a todo tipo de planificación, por lo que el cortoplacismo de metas fue su característica principal en lo referente a infraestructura.
Privatistas por antonomasia, antiestatistas “más papistas que el Papa” (pues las potencias anglosajonas de las que abrevaron sus fuentes ideológicas, son fuertemente intervencionistas, aunque prediquen lo contrario); los liberales y neoliberales autóctonos y cipayos han sido fuertes opositores a todo tipo de generación eléctrica que no esté atada al consumo de hidrocarburos.
Primeramente defensores a ultranza del consumo de hulla británica (para que los buques de la “rubia Albión” pudieran hacer fletes redondos, trayendo hulla y llevando carne y granos); después los variopintos liberales locales favorecieron el consumo de petróleo … importado o manejado por las petroleras anglosajonas. Y desde La Segunda Época Infame (1976 – ¿2001?) instalaron la falsa idea de ser un país gasífero, con fuentes –en teoría- prácticamente inagotables.
Desde la falacia del “país gasífero” instrumentaron durante el menemato un altísimo y sumamente peligroso perfil gasífero a la matriz energética argentina. Según algunos analistas de reconocida seriedad, docentes o expositores en La Maestría en Gestión de la Energía, Argentina es el país con mayor incidencia del gas –y porcentualmente por mucho- en la matriz energética.
Dentro de los energéticos primarios utilizados en Argentina, aproximadamente un 50 % es la participación del gas natural, mientras que el petróleo alcanza casi un 40 %. Entre ambos hidrocarburos cubren –punto más o menos- el 90 % de la matriz energética argentina. Dado que ahora es bien sabido que las “eficientes empresas privadas” –extranjeras- han “ordeñado” sin control nuestros yacimientos de ambos hidrocarburos, ahora nos estamos quedando sin reservas conocidas, por lo que el panorama es más que crítico, simplemente dramático.
En ese contexto, en parte desde el proceso, pero con mucho énfasis desde el alfonsinato, se paralizaron por completo en Plan Hidroeléctrico Nacional y el Plan Nuclear Nacional, adquiriendo ribetes grotescos en el menemato y en la cómplice anomia delarruista.
Desde comienzos del siglo XX, las excusas usuales para impedir las grandes obras de infraestructura era considerarlas “obras faraónicas e innecesarias”, o hacerlas pasar por el tamiz de los análisis financieros cortoplacistas; en lugar de evaluarlas desde su amplia concepción geopolítica como inductoras del desarrollo socio económico y la Grandeza Nacional.
Pero en las últimas tres décadas surgió un nuevo y crecientemente poderoso aliado del ultra conservadorismo político y del neoliberalismo económico salvaje. Ese aliado, el ultra ecologismo dogmático, curiosamente, en buena parte nutre sus filas de “ex” comunistas y anarquistas desencantados, que desde la implosión de la URSS perdieron el fetiche del “triunfo total del comunismo … o del anarco comunismo”, que estaría (según sus dogmas) “escrito en los libros de historia del futuro”. Tal lo expresado, palabras más o menos, por el reverenciado (seguramente por ser comunista y británico) “mayor historiador viviente” Eric Hobsbawm.
Atacando a las alternativas reales de generación en gran escala, como precisa imperiosamente Argentina, esos dogmáticos fundamentalistas de la ecolatría son perfectamente funcionales al Club de Roma, que pretende mantenernos atados al subdesarrollo crónico.
Esas alternativas reales de generación son la hidroelectricidad y la núcleo electricidad; tal como lo demuestran China, India, Brasil, Venezuela, México, Gran Bretaña, EEUU, todo el sur y sureste asiático, casi toda África, América Central, Chile, Finlandia y un largo etcétera.
Los espejitos de colores de estos neocolonizadores energéticos, como las energías solar, eólica, biomasa, etc.; son las excusas para hacernos perder el tiempo, mientras las afiebradas mentes de los fanáticos solo piensan en el conservacionismo extremo, aún a costa del genocidio masivo de la población del Tercer Mundo.
¡Estos fanáticos de la ecolatría son corresponsables directos de la actual pavorosa crisis energética argentina, aunque ahora pretendan –tal como siempre lo hacen- mirar para otro lado cuando cunden los incendios de los focos de caos que ellos, con sus corrosivas prédicas, incitan y provocan!
Por: Carlos A. Ortiz
Ex Docente – Investigador – FCE – UNaM = Especialista en la Temática Energética
Cursante de la Maestría en Gestión de la Energía
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