¿Lavado de cerebros, o …insulto a la inteligencia? (Las dos cosas)
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- El 5 agosto, 2008
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Los siguientes párrafos son copiados textualmente del entrañable “Tratado de Botánica”, de Strassburger (et al), uno de aquellos clásicos que todo el que haya estudiado ciencias ha de recordar con especial cariño.
La cita es de la quinta edición española, (de Marín), y corresponde al capítulo dedicado a la fisiología vegetal, en el inciso donde se trata la importancia del gas carbónico (el demonizado CO2) en la vida y el desarrollo de de las plantas (paginas 198-199). Es un artículo breve pero interesantísimo, que amerita ser leido y meditado detenidamente:
“….Para que resulte más comprensible este concepto, a primera vista sorprendente, de la importancia del anhídrido carbónico atmosférico, es necesario tener una idea clara de las cantidades de anhídrido carbónico que contiene permanentemente nuestra atmósfera y de las cantidades de carbono retenidas por formar parte de los vegetales. Como muestran numerosos análisis, la proporción de anhídrido carbónico en el aire no alterado por el hombre es extraordinariamente constante. Por término medio representa 0,03% en volumen; inmediatamente al nivel del suelo la cifra es un poco mayor por razones fáciles de comprender.
Hay pues 0,5-0,6 mg de CO2 por litro de aire, 0,5-0,6 g por metro cúbico, o sea 0,13-0,16 g de carbono. Se ha calculado que, en cifras redondas, unos 300 billones de kilogramos de carbono forman parte de la masa total de la vegetación de nuestro planeta, mientras el contenido total en anhídrido carbónico de la atmósfera alcanza unos 2100 billones de kilogramos, con cerca de 570 billones de kilogramos de carbono. El crecimiento anual de la masa vegetal debe fijar unos 13 a 22 billones de kilogramos de C, de manera que, aunque estas cifras sean poco exactas, se terminarían rápidamente las reservas y no sería posible un desarrollo durable de la vegetación a partir del anhídrido carbónico atmosférico, si no existieran fuentes permanentes de CO2 que mantuvieran siempre la constancia cuantitativa observada en el aire.
Es cosa notable el que la misma vida dé lugar a una restitución permanente en gran escala de CO2. Una de las características del ser viviente es que respira para la conservación de su existencia, y en esta respiración emite, en la mayor parte de los casos, CO2 entre otras substancias. Un hombre adulto espira, por ejemplo, en 24 horas, cerca de 1 Kg de CO2; del mismo orden de intensidad es la respiración de los animales y también la de las plantas superiores. Pero, ni siquiera haciendo entrar en cuenta la exhalación de los volcanes y la actividad de nuestra industria, serían capaces el hombre, los animales y las plantas superiores de mantener la constancia que se observa en la proporción de anhídrido carbónico del aire, si, al lado de ellos no viviese y respirase la ingente multitud de los llamados organismos inferiores, en especial de los bacterios edáficos, cuya producción de CO2 es enormemente grande.
En sólo un centímetro cúbico de buena tierra agrícola se cuentan varios miles de millones de bacterios y se calcula que la producción horaria de CO2 es de unos 2 a 5 Kg por hectárea; en los suelos forestales todavía es considerablemente mayor.
De ello resulta una producción de CO2, tan elevada que permite comprender perfectamente el papel decisivo que desempeñan estos microorganismos en el equilibrio de la cantidad de CO2 en el aire. A su producción de CO2 se debe también el que la cantidad de tal gas en el aire alcance los valores máximos junto al nivel del suelo.”
Meditando el contenido del artículo:
En primer lugar, se trata de una traducción española directamente del original alemán; los “billones” entonces, son billones hispanos, es decir, un billón es un millón de millones (el billón yanki es de mil millones). Por lo tanto, cuando se habla de “un billón de kilogramos” (un millón de millones de kilogramos), se puede reemplazar la expresión por la más familiar de “gigatonelada” Gton (un mil millones de toneladas).
Del tenor general del artículo Se puede ver que la existencia de CO2 atmosférico se agotaría rápidamente por el consumo de las plantas, si no hubiera fuentes muy copiosas de restitución. La población bacteriana del suelo, (miles de millones de bacterios por centímetro cúbico), es la que literalmente mantiene la vida en el planeta, al reintegrar el gas carbónico a la atmósfera, con lo que permite la pervivencia de la vegetación toda.
“En sólo un centímetro cúbico de buena tierra agrícola se cuentan varios miles de millones de bacterios y se calcula que la producción horaria de CO2 es de unos 2 a 5 Kg por hectárea; en los suelos forestales todavía es considerablemente mayor.”
Pero esto …¿Acaso no es precisamente lo contrario de las creencia general?.
La gran mayoría de la gente (si no toda) está convencida de que los bosques son grandes consumidores de CO2, y por ello se les cree “purificadores” del aire, y se supone que ayudan a “detener” el presunto “cambio climático”. La verdad científica entonces, es exactamente lo contrario: la gran importancia de los bosques en el ciclo del Carbono está en que son eficientes productores (restituidores) de CO2 a la atmósfera, cuestión que resulta vital para la vida en el planeta.
Me imagino un bosque ideal, maduro y exuberante Como el de la foto): puede tener unos 600 metros cúbicos de volumen biomásico por hectárea. Entre un 60 y un 80 % de esta masa vegetal es agua; la densidad anhidra es de alrededor de 300 kilogramos por metro cúbico, y normalmente entre 30 y 40% de toda la materia sólida-seca será carbón: es decir, unos 72.000 kilogramos de carbón por hectárea, lo que en equivalente CO2 es igual a 265.000 kilogramos de gas (el factor es 3,68). Suponiendo una especie de rápido crecimiento, estas condiciones se pueden lograr en Chile, en 30 años.
Sin embargo, en la misma hectárea de bosque, la respiración y metabolismo de los bacterios edáficos está aportando a la atmósfera unos 5 kg de CO2 por hora, lo que en un año sumará 43.800 kilogramos. Es decir, en 6 años el ecosistema forestal aportará al aire la misma cantidad de CO2 que, -en el mejor de los casos,- su biomasa en crecimiento demoró 30 años en “secuestrar”.
Voy a suponer que sólo el 30% de la superficie continental global está constituido por tierra fértil (es decir, tierra con actividad bactero-edáfica), esto es, 4 mil millones de hectáreas a nivel mundial. Calculando por la emisión horaria de 2 a 5 kg/hora de CO2 por hectárea, la producción anual global de CO2 por este concepto llega a ser de 70 a 175 Gton (gigatoneladas).
Las estimaciones que conozco de la emisión industrial mundial de CO2 van entre 3,6 Gton/año (de un informe O.N.U) a 20 Gton/año (de admoniciones de Su Santidad Górica). Objetivamente estas estimaciones no son confiables, tanto por lo dificultoso de los cálculos, como por los inocultables intereses espúrios, o lo divergente de los resultados, pero es lo que hay.
Sorpresivamente entonces, se verifica que la principal fuente de “contaminación” del aire por CO2 NO son las emisiones industriales.
Todavía más reveladoras son las siguientes magnitudes globales:
La existencia total de CO2 en la atmósfera, es de 2.100 Gton (105 veces la emisión industrial anual).
El equivalente CO2 contenido en la biomasa vegetal terrestre, es de 1.100 Gton (55 veces la emisión industrial anual).
El total de CO2 contenido en el sistema atmósfera+biomasa terrestre, totaliza entonces 3.200 Gton (160 veces la emisión industrial anual).
Y todo lo anterior sin tomar en cuenta al actor más importante del reparto: el mar.
La estimación de la existencia total de CO2 disuelto en el mar varía entre 100.000 y 170.000 Gton, entre 50 y 80 veces la existencia total en la atmósfera (como para creer en los supuestos “consensos” científicos).
Pero todavía hay un aspecto más a considerar; la alta solubilidad natural del CO2 en agua. Esta es una propiedad química del gas carbónico que está en proporción inversa a la temperatura del agua: agua más fría, mayor solubilidad y viceversa.
El agua a 0 grados Celciuss puede disolver espontáneamente 1.713 ml de CO2 por litro de agua, mientras que a 20 grados Celciuss la disolución es de 880 (ml/litro). Obviamente estos valores varían para el agua de mar, por salinidad, pH, etc., pero al parecer no hay mucho interés de investigar estas minucias, así que los datos exactos no son fáciles de ubicar.
Por el momento habrá que conformarse con los aprox. Entonces, considérese que la superficie global oceánica se puede estimar en unos 500 millones de kilómetros cuadrados; tomo la capa termodinámicamente más activa, los primeros 10 metros bajo la superficie, es decir, 5 mil billones de metros cúbicos. Estos pueden estar a desde 0 grados en los mares circunpolares, hasta 30 grados en mares ecuatoriales.
Si toda esta capa superficial del océano estuviese a 0 grados, podría contener hasta 13.700 Gton de CO2 en disolución; si toda ella estuviese a 20 grados, podría contener hasta 7.000 Gton. (la densidad del CO2 es de 1,6 kilogramos por metro cúbico).
Como el agua superficial del mar está en constante circulación, y variando su temperatura en ese rango, entonces habría un stock de hasta 6.700 Gton de CO2 permanentemente en disposición de intercambiarse del mar a la atmósfera y viceversa sin que el ser humano tenga participación alguna (más de 300 veces la emisión industrial global anual), sólo dependiendo de los cambios espontáneos de temperatura.
Corolario: si la capa superficial del mar aumentara su temperatura media global en 1 décimo de grado centígrado (y nadie se daría cuenta), quedarían espostáneamente unas 33 Gton de CO2 en disposición de ser liberadas a la atmósfera (50% más del total de la emisión industrial anual). La temperatura del mar depende solamente de la radiación solar.
Y todavía hay más sobre este peligroso contaminante (me refiero al CO2): Del mismo libro tomo la siguiente guinda:
El anhídrido carbónico:
La concentración de anhídrido carbónico que existe en la atmósfera es en muy numerosos casos insuficiente para que el aparato fotosintético funcione según su máxima capacidad. A plena luz solar el anhídrido carbónico debe representar siempre un factor limitante; cuando la luminosidad excede de 1/10 todo el anhídrido carbónico disponible puede ya ser consumido por las plantas esciófilas. Es posible, pues, provocar en muchas plantas una intensificación de la fotosíntesis por medio de un aumento en la concentración de CO2, todos los demás factores constantes.
Este conocimiento puede hallar aplicación práctica. En el cultivo de tomates, pepinos, etc., en invernadero, se ha logrado, en determinados casos, hasta triplicar la cosecha, elevando artificialmente la concentración de anhídrido carbónico (hasta 0,1% de CO2 como máximo). Como ya se indicó, la concentración de anhídrido carbónico es, de ordinario, considerablemente mayor en la proximidad inmediata de la superficie del suelo que a pleno aire, como consecuencia de la intensa respiración de los microorganismos.
Contaminación con CO2; ¿Nos venden la mula? ….Así parece.
Un bosque maduro de coihue (1.000 kilómetros más al Sur). A pesar de las apariencias, un peligroso contaminante (productor neto de CO2).
Por: Jose Manuel Henriquez
Fuente: http://macanna.blogspot.com/
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