Las oposiciones a Corpus Christi: Entre el neoliberalismo retrógrado y el ultraecologismo irracional
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- El 21 agosto, 2007
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La crisis energética puso al desnudo las profundas debilidades estratégicas a las que nos sometió el neoliberalismo salvaje y claramente retrógrado que se instaló como supuesta “única alternativa económica posible” por un cuarto de siglo en Argentina a partir del “proceso” hasta el violento estallido del caos político, social y económico de fines del 2001.
La calidad educativa fue bastardeada a límites inconcebibles a partir de la “reforma” (léase destrucción) educativa, implementada por la democracia formal devenida en partidocracia. Sus consecuencias se padecen en diversos ámbitos de la realidad.
Sin duda lo peor de ese nefasto modelo neoliberal se aplicó aplastando toda oposición, entre la corruptocracia extranjerizante del menemato (Pacto de Olivos y Reforma Constitucional mediante), y su continuismo durante la ineptitud delarruista.
Fue en esos años que se gestó la desarticulación del Sector Energético, la cual mediante “privatizaciones” (léase extranjeraciones) ruinosas, desguace del Estado y entrega de todo el poder de decisión y de planificación a los “privados” se gestó el comienzo de la descomunal crisis energética actual.
El objetivo final de tan severas y persistentes políticas antinacionales era –y aún es- la destrucción de la unidad política argentina, balcanizándonos en un caos de pequeños estados débiles, desarticulados, y dóciles colonias de los mega poderes financieros transnacionales, impulsores de la globalización a ultranza. Ese objetivo quedó al descubierto cuando desde adentro y desde afuera se fogonearon medidas tan perversas como el canje de deuda por territorios, la dolarización de la economía –”predicada” por el menemista Ing. Castro y otros voceros del establishment-, e incluso el “nombramiento de un administrador externo” (del riñón del BM y del FMI) por la supuesta “incapacidad congénita” de los argentinos para autogobernarse.
Dentro de ese esquema de entreguismo desvergonzado y de cipayismo asumido como “virtud”, las “fuerzas de choque” al servicio del subdesarrollo institucionalizado fueron las transnacionales de la ecología y los colonizados mentales vernáculos, a quienes se les reemplazó cualquier atisbo de amor a La Patria, por el endiosamiento a “Gea” (La Tierra), pues mediante muy hábiles y persistentes campañas de difusión lograron el lavado mental de los cultores de la seudo religión neopagana, que propugna el conservacionismo extremo, llegando incluso a posturas extremas, como considerar al ser humano “el azote del planeta”.
El ecologismo como movimiento transnacional fanático fue creado e impulsado por el Club de Roma, desde 1968, como un apéndice importante en las políticas de globalización salvaje que paralelamente se impulsaron desde la década del ’70, con apogeo en los ’90. Como “frutilla del postre”, las principales transnacionales de la ecolatría fueron creadas y son manejadas de hecho desde Gran Bretaña, que de hecho opera como apéndice de las potencias anglosajonas y como aliado del G 7 (las naciones de la denominada “sociedad post industrial”).
Con postulados y medidas verdaderamente genocidas aplicadas en el Mundo Subdesarrollado (como prohibir con falsos argumentos en uso del DDT, con lo cual proliferaron los mosquitos y las endemias que transmiten; y oponerse a los cultivos transgénicos, que son precisamente los que están permitiendo cosechas récords, que bien alcanzarían para eliminar el hambre del mundo, con un más equitativo comercio y distribución de la riqueza a nivel mundial); el ultraecologismo se basa en el fundamentalismo más irracional para instrumentar campañas mediáticas (con fuertes financiaciones de “ignotos” orígenes), usualmente cargadas de violencia, presiones patoteriles y medios similares. Con esos métodos se oponen a TODO lo que pueda significar progreso y desarrollo, sean fábricas, caminos, líneas férreas, puentes, aeropuertos, cultivos, ganadería, líneas de transmisión eléctrica, y usinas eléctricas convencionales…¡excepto las termoeléctricas (movidas a hidrocarburos), pues no pueden atacar a sus “espónsores” petroleros!
Tal como con desfachatada sinceridad algunos ecologistas llegaron a admitir, son aliados de los gobernantes incapaces y de los corruptos, pues coinciden en su afán por impedir grandes obras y el desarrollo socio económico.
Los ecólatras (adoradores de la ecología, como valor abstracto) proponen como falaces “soluciones” las mal llamadas “nuevas fuentes de energía”, con especial énfasis en la solar y la eólica, tecnologías muy costosas, muy limitadas e incapaces de proveer más que cantidades marginales de energía. Y mientras confunden a la buena gente y a muchos gobernantes de escasos conocimientos –menores que los que sus funciones exigen, por causa conjunta de la reforma educativa y la partidocracia que digita los candidatos-, hacen perder valioso tiempo, con lo cual siempre caemos en la necesidad de las “soluciones de urgencia” (nuevas termoeléctricas, devoradoras de combustibles y grandes contaminantes), que por la perentoriedad de los plazos de las crisis, se termina comprando usinas termoeléctricas “de apuro”, habitualmente más caras que en una licitación normal, y sin duda mucho menos eficientes que las más confiables y menos costosas por KWh usinas hidroeléctricas y nucleares. Veamos que ni Greenpeace, ni WWF con su filial “argentina” Fundación Vida Silvestre, ni las pléyades de ONGs de todo tipo y pelaje existentes –así sea como “sellos de goma” con un par de adeptos-, NUNCA atacan ni critican a las usinas basadas en petróleo o gas. ¡Notable!
Los políticos que apoyaron entusiastamente las nefastas medidas neoliberales de los ’90, son “coherentes” con sus accionares de cortas miras de años anteriores.
Por ello, no puede sorprender que se opongan a la Central Hidroeléctrica de Corpus Christi (y seguramente a todas las hidroeléctricas y nucleares), los políticos neoliberales, que tuvieron y tienen grandes coincidencias con el anciano ex depredador de la argentinidad y ex presidente por una larga y tristemente recordada década.
Al entorpecer obras imprescindibles –como las grandes centrales hidroeléctricas- los ecologistas fanáticos y los políticos sin visión de estadistas, con “hojas de ruta” en común, siguen haciendo sus aportes al subdesarrollo crónico y a la miseria socio – económica.
Por: Carlos Andrés Ortiz
Especialista en Temas Energéticos
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