Las historietas fraudulentas del ecologismo antirrepresas
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- El 27 agosto, 2007
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El “ecologismo” superficial y vanidoso “prendió” como una ya persistente moda, que “da chapa” de intelectual “progre” y comprometido, a quienes se definen como ecologista; todo lo cual es fogoneado mediante cuidadas campañas mediáticas de revistas y canales de TV seudo científicos, expertos en frases fuertemente impactantes, en imágenes crudas mezcladas con paisajes idílicos, y en el uso y abuso del “tono catastrófico” de los redactores, locutores “en off”, de los traductores de los anglo parlantes entrevistados, y en el discurso admónico y apocalíptico de los habitualmente ignotos “expertos” consultados.
Toda una puesta en escena, preparada a partir de la constitución del Club de Roma en 1968 (institución creada al servicio de la globalización y de los intereses del G 7), y –claramente por el despliegue constante y amplio en medios de difusión muy caros- generosamente financiada por “fundaciones” y otros fondos provenientes de las mega corporaciones del Primer Mundo (más específicamente del G 7), a quienes les interesa la conservación…de la miseria estructural en el Tercer Mundo o Mundo Subdesarrollado, para seguir contando con materias primas baratas en países débiles y fácilmente influenciables.
Adviértase que el “ecologista” es un simple militante, que puede ser pacífico o virulentamente violento; los hay honestos idealistas, otros chantas consumados o vividores que lucran con sus eventuales roles de directivos de ONGs muchas veces financiadas por diversos canales de provisión de fondos; pero el “ecologista” no es un especialista en nada, ni se requiere ninguna instrucción específica. Es “un sentimiento”, como se dice vulgarmente respecto a las motivaciones de las hinchas de fútbol.
Distinto el concepto de ecólogo, que es el estudioso científico del tema, si bien se advierte fácilmente un tinte muy sesgado divorciado de la realidad socio económica en muchos técnicos o licenciados en ecología.
Pero en las confusiones conceptuales muchas veces provocadas adrede por las sutiles estructuras de la colonización cultural, al no aclararse debidamente la voluntariedad no siempre acompañada de idoneidad y menos aún de preparación académica, queda instalada la idea de la supuesta sapiencia específica de los ecologistas.
De esa forma, esos sui generis “especialistas en nada” y doctorados en la “universidad de la calle”, llegan a opinar a boca llena e incluso a ser convocados como conferencistas o panelistas de debates; en los que no suelen tener ningún empacho en hacer osadas afirmaciones sin sustento científico alguno, y a contradecir con aire doctoral a profesionales y científicos, los cuales por regla general son más discretos, nada verborrágicos, y no afectos a las frases rimbombantes, que a pesar de ser habitualmente huecas, tienen fuerte efecto mediático por ser emotivas y bien “adornadas”.
De esa forma, y por la simple repetición, instalan en la opinión pública preconceptos meramente dogmáticos, divorciados de todo sustento científico e incluso carentes del más elemental sentido común; que la ciudadanía termina aceptando como “verdades reveladas”, y por carácter transitivo los “ecologistas” sacan chapa prestada de entendidos en la materia.
Por otra parte, es usual que los ecologistas dogmáticos, con fanatismo muchas veces irracional; “reciban letra” proveniente de las centrales de las grandes transnacionales de la ecología, la cual repiten sin analizar si esas ideas o propuestas son aplicables o convenientes a las realidades de nuestros países subdesarrollados.
De hecho el sentimiento de patriotismo es totalmente reemplazado –lavado de cerebro mediante- por un difuso “amor a La Tierra”, al “mundo sin fronteras” (¿eso no es globalización aplicada a los fines de las grandes corporaciones?), y en los casos extremos, pasan a militar en la neoreligión pagana del conservacionismo extremo, que incluso antepone “la naturaleza” al ser humano, en una concepción genocida que no vacila en considerar “maldición de La Tierra” al propio homo sapiens; y en aceptar la expulsión de agricultores y criadores de ganado de las nuevas “áreas Ramsar”, eufemismo para significar “áreas bajo protección internacional” ¿de quienes?, ¿del G 7?, diluyendo la soberanía de las naciones subdesarrolladas que no llegan a contrarrestar a tiempo sus corrosivas acciones.
Muchos analistas serios han reaccionado ante tamañas tropelías, e incluso llegaron a “atar cabos” explicitando las motivaciones reales de las grandes transnacionales de la ecología. World Wild Found, con su filial “argentina” Fundación Vida Silvestre, fue creada bajo el accionar de su primer presidente, el Príncipe Felipe de Edimburgo, consorte de la reina Isabel de Gran Bretaña. Por su parte Greenpeace, con sede formal en Holanda, está sindicada como colaboradora activa del MI 6, el servicio secreto británico, y como “accionista” y/o subvencionada por Shell.
El fin último de esas ONGs, es mantenernos atados al subdesarrollo crónico, además de atacar áreas estratégicamente sensibles de nuestros países, como pasó en Argentina con la Comisión Nacional de Energía Atómica, blanco habitual de sus arteras campañas de difamación.
No es casual que la resurgente Rusia dirigida por Putin, haya echado sin contemplaciones a un centenar de esos agitadores trasvestidos en “defensores de la ecología”, como uno de los pasos previos al resurgimiento de Rusia como gran potencia, además de estatizar las actividades gasíferas y petroleras.
Por su parte, Canadá les hace pagar impuestos como cualquier sociedad comercial, negando explícitamente su seudo rol de “entidades de bien público”.
En siguientes artículos se analizarán diversas falsedades instaladas como supuestas “verdades indiscutibles”, -como la sarta de mentiras con las que en Argentina atacan al desarrollo de nuestro Plan Nuclear y nuestro Plan Hidroeléctrico- advirtiéndose en ellas el afán de mantenernos atados a la miseria del subdesarrollo, y la defensa encubierta de los “oscuros” intereses de las petroleras transnacionales; sobre todo aquellas que los “esponsorean” y a las cuales –por supuesto- jamás atacan, a pesar de ser grandes contaminadoras.
Este artículo forma parte del libro “Los Nuevos Profetas del Odio – Con Toda la Yapa “, en curso de redacción.
Por: Carlos Andrés Ortiz
Especialista en Gestión de Producción y Ambiente
Cursante de la Maestría en Gestión de la Energía
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