La Tierra Ingresará a una Nueva Era Glacial en Esta Década
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- El 16 agosto, 2013
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Julio Ottoboni
La comunidad científica está por enfrentar uno de los mayores callejones sin salida de la climatología de la Era Moderna. La Tierra está a las puertas de una nueva edad de hielo, incluso en momentos en que cada vez más apuntan al calentamiento global y sus efectos. El fenómenos llamado “Paradoja de la Hibernación Solar” cambiará el eje de los estudios científicos sobre el clima del planeta.
El descubrimiento recién revelado viene de la investigación entre el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL), perte-neciente a la Administración Nacional de la Atmósfera y del Espacio (NASA) de los Estados Unidos, y el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE), del Ministerio de Ciencia y Tecnología de Brasil.
El padre del descubrimiento es un peruano naturalizado brasileño, con fuertes trazos de hombre andino y tonada muy cargada en su pronunciación del portugués. Walter González, científico del INPE, es una de las mayores autori-dades en física espacial y consultor de la NASA sobre el medio interplanetario y el clima del espacio extraterrestre. También participaron de los estudios sobre esa anomalía solar –que llevó más de dos años para ser terminada- el investigador brasileño Ezequiel Echer y Bruce Tsurutani, del JPL.
Ya no hay más dudas: la Tierra entrará en una mini glaciación como las ocurridas en la Edad Media y en el Siglo 17. En ambos casos las actividades solares se detuvieron, permanecieron tan débiles que no hubo eyección de materia de la corona del sol en dirección al espacio. Son conocidas como “tempestades solares,” algo común cuando en la superficie de una estrella hay grandes manchas oscuras. Sin embargo, eso desapareció, el sol estuvo en crisis, en un rojo sólido, uniforme, y esto llevó al enfriamiento del planeta durante varias décadas.
“Actualmente, la actividad solar máxima, que comenzó el año pasado, es más débil y el período del mínimo solar se está extendiendo. Esto es un indicador de que está ocurriendo alguna anomalía en el sol,” observó González después de percibir que el ciclo solar sufre de alteraciones desde 2007, cuando registró una actividad ya bien reducida incluso dentro del período conocido en los círculos científicos como “mínimo solar”. Esta cuestión duró tres años – un año más que el promedio habitual.
Los ciclos solares, hoy en el No. 24 de ellos, son estudiados y registrados desde hace más de 2000 años. Tienen un período medio de 11 años, con actividades mínimas y una máxima. El auge del fenómeno es cuando la estrella está literalmente escupiendo gigantescas masas de material energizado hacia el espacio, su superficie presenta muchas y diversas manchas oscuras. Esas tempestades solares, que provienen de la corona –la parte más externa de la superficie del sol– llegan hasta la Tierra provocando diversos problemas en sistemas eléctricos y electrónicos, y las fantásticas auroras boreales y australes.
De acuerdo con González, la previsión de su grupo de estudios es que habrá una fase de poca actividad solar, co-mo la ocurrida en 1645, conocida como el “Efecto Maunder” (nombre del científico que la observó) y que duró 70 años. En este intervalo no existió actividad en el sol, su estabilidad trajo una mini glaciación a la Tierra y puede ser retratada en un famoso cuadro inglés que muestra a las personas patinando sobre el Río Támesis, totalmente con-gelado.
Otro fenómeno semejante ocurrió hacia el 1400, el Efecto Spörer, que persistió durante unos 60 años con efectos dramáticos sobre el clima terrestre. “En estos dos eventos la temperatura del planeta disminuyó en un valor medio de 0,5ºC,” observó el investigador del INPE. Basa recordar que en los últimos 100 años , período que alarma a los científicos adeptos al calentamiento global, el calentamiento fue de 0,6ºC. Lo que llevará a las temperaturas al mismo patrón de 1900, cuando finalizó la última gran glaciación planetaria.
Máximo Solar
El máximo solar iniciado en 2010 tendrá su ápice en 2013, pero da señales evidentes de que la actividad está decayendo y nuevamente entrará en una fase de declinación que afectará su fase mínima. El quid de la cuestión está en este punto. Nadie puede prever cuánto más débil será o su duración. Cada 250 a 300 años existe la tendencia de ocurrir esas extendidas actividades mínimas, como si el sol se hubiese calmado después de una explosión de furia. Y ese próximo período es exactamente como la misma época del mínimo de Maunder.
Los estudiosos que escribieron el artículo publicado en Julio en la publicación científica “Annales Geophysicae” afir-man que de haber una menor actividad del sol y una fase de mínimo solar más larga ocurrirá una nueva glaciación. La Tierra se congelará, lo que hoy es subtropical se tornará clima templado, y cuanto más próximo a los polos, mayor será el avance del frío. Un trastorno sin precedentes, ya que en 1900 contaba con 1,5 mil millones de habi-tantes y hoy cuenta con 7000 millones en grandes concentraciones en áreas que serán drásticamente afectadas por una nueva Era Glacial.
La Paradoja de la Hibenación Solar es el cano contrario al calentamiento global. El sol, que es la principal fuente de energía en forma de calor, estaría ahora colaborando para el enfriamiento. La estructura magnetizada, tanto del planeta como de la estrella, viven una disputa equilibrada. Cuando hay más actividad solar, menor es la penetración de los rayos cósmicos en la atmósfera terrestre. Las partículas solares impiden ese ingreso de radiación espacial que llega hasta 10 kilómetros en la troposfera y ionizan esa parte del a atmósfera de la Tierra.
Este material cósmico favorece la formación de nubes que forman un escudo que disipa al calor que llega del sol. Cuanto menor es la actividad solar más fácilmente se formarán las nubes espesas y la superficie, sin recibir la energía del sol en forma de calor, se enfriará de manera brusca. El estudio mostró que entre 2007 y 2010 el flujo de rayos cósmicos aumentó un 30% sobre la atmósfera planetaria debido a la falta de bloqueo de las partículas solares energizadas. “Es como un invierno nuclear, pero esto no quiere decir que tendremos más lluvias; serán nubes más altas que servirán como reflectores de la radiación solar,” explicó González. Él comentó también que el campo magnético del sol alcanzó su valor más bajo de los último 60 años.
Basta ahora saber ahora si lo que vendrá de este estancamiento de la estrella será similar a los que el investigador Dalton observó en 1900, cuando el sol permaneció en su fase mínima durante 8 años, o nos enfrentaremos a lo que Maunder obsrvó durante 70 años. Son épocas sin auroras polares, de los casquetes de hielo aumentando, de neva-das y de profunda alteración del clima de la Tierra y de la vida del hombre. El asunto será tratado en Octubre en Argentina en la reunión internacional del la Unión Internacional de Astronomía y, en Diciembre, en los Estados Unidos en el Congreso de la American Geophysical Union.
El IPCC
Hasta el momento, los estudios sobre el calentamiento global que generó el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) de la ONU, no incluyó ni consideró factores extraterrestres sobre el clima planetario, como la influencia del sol y de la radiación cósmica sobre la atmósfera del planeta. Esa es la crítica de los autores del artículo sobre la variación de la actividad solar y la influencia sobre el ambiente terrestre.
Mientras tanto, el sol es estudiado desde 1750 cuando los científicos perfeccionaron al telescopio y las investiga-ciones pasaron a tener una sistematización mayor. Y sus influencias sobre le Tierra son, muchas veces, terribles. En la Era Espacial, iniciada en 1957, la mayor tormenta geomagnética solar ocurrió en 1989, el 13 de marzo, cuando una Aurora Austral llegó hasta Buenos Aires y el sistema eléctrico de Canadá y el noreste de Estados Unidos entró en colapso por una sobrecarga electromagnética inducida, dejando al país en la oscuridad y bajo un frío polar.
Con todo, una tempestad solar gigantesca ocurrió más de una siglo antes. En 1859 una onda de partículas solares altamente energizadas alcanzó a la Tierra y quemó a todos los telégrafos existentes en Europa y América del Norte. Esa tormenta fue tres veces más intensa que la de 1989. Algo que hoy llevaría al planeta a un caos total, principal-mente por la dependencia de la gente de las redes de energía y comunicación, además de los equipos electrónicos. Prácticamente todo sería destruido, incluidos los satélites.
Fuente: ECO 21
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