La Tesis de Aramis (o .. cómo construir una economía verde, de Krugman)
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- El 1 julio, 2010
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La Tesis de Aramis
Se me viene el recuerdo de una de aquellas lecturas de la infancia que no se olvidan: el mítico D´Artagnan está empeñado en reunir a los “tres mosqueteros” que por algún motivo que ya no recuerdo están en receso, cada uno dedicado a sus asuntos. Encuentra a su amigo Aramis recluido en su convento, concentrado en la redacción de su Tesis, con la que espera doctorarse en Teología. Aramis explica en sucintos términos los postulados de su investigación:
Cuando el Pontífice imparte una bendición puede hacerlo con un dedo, en el que se simbolizará al Dios único y todopoderoso. Puede hacerlo también encogiendo los dedos meñique y pulgar, de manera que los tres dedos restantes serán simbolismo de la Santísima Trinidad. Por último puede hacerlo asperjando agua bendita mediante un hisopo consagrado en el que se simbolizará toda la multitud celestial; los ángeles y arcángeles, querubines y serafines, las vírgenes y los mátires, los santos, ec. Etc. ¿En qué ocasiones será adecuado usar cada tipo de bendición? He aquí el temario de la tesis de Aramís.
En este sabroso pasaje el viejo Dumas nos deja una lección imperecedera:
se puede hacer una tesis doctoral a partir de cualquier tontería, y sólo hace falta que el escritor y el lector estén de acuerdo en algunos conceptos básicos, como que el cangrejo es inmortal, o que las vacas vuelan, o que el dióxido de carbono es un peligroso contaminante para la atmósfera, o… etc.
Paul Krugman es un economista galardonado con el Premio Nobel (Economìa 2008).
En este artìculo, expone ideas sobre cómo intervenir la economía mundial a fin de conseguir que la humanidad reduzca drásticamente las emisiones de diòxido de carbono (CO2), o como se dice ahora, a fin de “descarbonizar” la economía mundial (planetaria, quiero decir).
Por lo tanto, si en el imaginario de Krugman, la economía “verde” es la que se orienta a reducir el carbono (básicamente el CO2), de la atmósfera, entonces, ¡¿A qué se refiere con el adjetivo “verde”?. Porque si este se refiere al color de la vegetación, lo que comunmente se asocia a la idea de feracidad, vida y naturaleza, ¿no está enterado acaso de que el color verde en los vegetales se debe a dos pigmentos (clorofilas a y b), es decir MACROMOLECULAS estructuradas en torno a larguísimas cadenas de átomos de carbono1?.
Efectivamente, todo el color verde que popularmente se asocia con la idea de vegetación, feracidad y naturaleza se debe a un compuesto carbónico, y todo ese carbono sintetizado por las plantas tiene un solo y exclusivo origen: el CO2 del aire.
En estricto rigor entonces, la Naturaleza es “verde” gracias a que en la atmósfera hay CO2, el que sirve de alimento a nuestras plantas “verdes”, y por extensión a todas las demás creaturas vivientes (nos inclusive), pero el economista aboga por construir una economía “verde” en base a reducir el CO2 y esta grotesca contradicción conceptual de Krugman es caricatura de toda la mitología subyacente al movimiento “climático” y toda su paranoia actualmente tan en boga.
En el artículo que comento, (publicado originalmente por el New York Times, y diligentemente reproducido por “Elpais.com”, de donde saltó al “Portal Forestal”), el galardonado economista se explaya en un enjundioso ensayo sobre los rumbos que deberá tomar la “economía climática” durante el resto del siglo si queremos salvar al planeta. Se analizan con toda seriedad los dos caminos propuestos al momento: el mecanismo de “cap and trade” (mejor traducido como “tope y trueque”), creación eximia de los economistas del protocolo de Kioto, y el más directo de aplicar enérgicos impuestos al carbono (o a la “huella de carbono” como se dice ahora), genialidad defendida, entre otros, por el destacado climatólogo de la Nasa Mr. James Hansen (autor de una histórica “carta abierta” al mesías Obama y su Sra. Esposa: “queridos Barak y Michel”, empezaba diciendo).
En qué casos, y con qué ventajas o limitaciones se aplicaría uno u otro mecanismo, o una combinación de ambos, es el temario del exhaustivo análisis de nuestro nobel, en el que despliega toda su experticia; es decir, la Tesis de Aramís, en versión ecoprogre, cambiando la teología por la economía.
Comentaba en otro artículo como un nobel de química (Paul Crutzen) defiende la estúpida idea de contaminar masiva y deliberadamente la atmósfera con dióxido de azufre con el fin de reflejar de vuelta al espacio la radiación solar (lo que nos permite estar vivos, al fin y al cabo), y así salvarnos del “calentamiento global”. Aquí tenemos a un nobel de economía que no menos estúpidamente pretende que aceptemos empobrecernos y meternos en otra “burbuja” económica aún mucho peor que la última con la misma supuesta finalidad.
La sarta de cuchufletas y lugares comunes llaga a abarcar 18 páginas en el formato word habitual, así que por si alguien se anima a leerlo …está aquí. Por esta parte me limito a comentar algunas de sus más descollantes ucurrencias.
Pero no por eso dejaré de reproducir el “abstract” que le hicieron los cerebros de “elpais.com”, que habla por sí sólo, y la introducción del propio autor, que tiene la misma virtud.
El “abstract” de “elpais.com”
** Hace mucho que habría que haber hecho algo sobre las emisiones de CO2
** La incertidumbre es un argumento a favor de medidas más fuertes
** Se precisan incentivos de mercado y controles del uso de carbón
** No habrá solución sin la participación de las economías emergentes
** Evitar la catástrofe es más importante que mantener los mercados abiertos
** La probabilidad de un desastre absoluto debe dominar el análisis
** La política debe tener mucha más perspectiva que los mercados
** La economía debe acostumbrarse a no usar combustibles fósiles
** Los cálculos sobre el calentamiento han subido radicalmente
** Si los chinos no quieren participar, harán falta el palo y la zanahoria
** Un clima más cálido haría que el mundo fuese más pobre
** Tiene que renacer el apoyo político a la actuación contra el cambio climático
** El panorama inmediato no parece prometedor
** Poniendo precio a las emisiones se pueden obtener grandes resultados
** Reducir el CO2 ralentizará la economía, pero no demasiado
** EE UU y la UE podrían plantearse imponer aranceles al carbono
** Las pérdidas podrían llegar al 5% del PIB mundial, o incluso más
** Las emisiones de hoy influirán sobre la atmósfera durante décadas
** El cambio de actitud más soprendente es el de John McCain
La introducciòn del autor
Si escuchan a los climatólogos -y a pesar de la implacable campaña para desacreditar su trabajo, deberían escucharlos-, hace ya mucho que habría que haber hecho algo respecto a las emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero. Aseguran que, si seguimos como hasta ahora, nos enfrentamos a una subida de las temperaturas mundiales que será poco menos que apocalíptica. Y para evitar ese Apocalipsis tenemos que acostumbrar a la economía a dejar de usar combustibles fósiles, sobre todo carbón.
“Si escuchan a los climatólogos…” o sea, en el concepto de Krugman, “los climatólogos”, son una suerte de clon de descerebrados unánimes entre los cuales no cabe duda alguna acerca del tema que es su campo propio de investigación. La consecuencia de esto sería que “los climatólogos” no tienen razón de existir. “La ciencia ya se ha pronunciado”, dice el maestro Gore, por lo tanto, hay que dejar a los políticos para que con sus brillantes ideas nos salven. “Los climatólogos” terminan siendo así como meros sacerdotes del “cambioclimático”. Toda la construcción teórica de Krugman se basa en este dogma estúpido, como se puede deducir de la lectura del artículo.
¿Pero es posible realizar recortes drásticos en las emisiones de gases de efecto invernadero sin destruir la economía? Al igual que el debate sobre el cambio climático, el debate sobre la economía climática(¿!) tiene un aspecto muy distinto visto desde dentro, en comparación con el aspecto que suele tener en los medios de comunicación populares. El lector ocasional podría tener la impresión de que hay dudas reales sobre si las emisiones pueden reducirse sin infligir un daño grave a la economía. De hecho, una vez que uno filtra las interferencias generadas por los grupos de presión, descubre que los economistas medioambientales en general coinciden en que con un programa basado en el mercado para hacer frente a la amenaza del cambio climático -uno que limite las emisiones poniéndoles un precio- se pueden obtener grandes resultados con un coste módico, aunque no despreciable. Sin embargo, hay mucho menos consenso en cuanto a la rapidez con la que deberíamos actuar, si los esfuerzos de conservación importantes deben ponerse en marcha casi de inmediato o intensificarse gradualmente a lo largo de muchas décadas.
En los párrafos siguientes presentaré un breve informe sobre la economía del cambio climático, o más exactamente, la economía de la reducción del cambio climático. Trataré de exponer los asuntos sobre los que hay un acuerdo amplio, así como aquellos que siguen siendo objeto de importantes disputas. Pero primero, una introducción a la economía básica de la protección medioambiental.
Ahora algunas de las perlas del artículo de Krugman:
“De modo que ahí lo tenemos, ¿no? La emisión de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero es un efecto externo negativo típico (el “mayor fallo del mercado que el mundo ha conocido jamás”, en palabras de Nicholas Stern, autor de un informe sobre el tema para el Gobierno británico)”.
Aquí cita a su amigo Stern, de modo que en justicia, el disparate no es de su autoría. La emisión de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero es un efecto externo negativo típico, dice nuestro economista, y la pregunta que salta a la mente es ¿cuáles “otros” gases de efecto invernadero?. Seguramente se refiere al vapor de agua y al metano, pues son estos tres gases los únicos que en conjunto pueden considerarse significativos para el llamado “efecto invernadero”, con gran preeminencia del vapor de agua. Pero sucede que son estos tres gases los que todos los seres vivos estamos obligados a emitir masivamente durante nuestra existencia como parte de nuestro metabolismo vital. Sucede entonces que la vida misma tiene “efectos externos negativos típicos”, (negativos ¿para quién?… todos los dias se aprende algo).
“Éste es un artículo sobre la economía del clima, no sobre la climatología”
¡La economía del clima! (lo quefaltaba)
“Pero antes de abordar la economía merece la pena aclarar tres cosas en relación con la situación del debate científico.
La primera es que, sin duda, el planeta se está calentando. ….si se observan las pruebas como es debido -teniendo en cuenta las medias a lo largo de periodos lo bastante prolongados como para anular las fluctuaciones-, la tendencia ascendente es inequívoca: cada década sucesiva desde la de los setenta ha sido más cálida que la anterior”.
Lo anterior, además de ser discutible (por no decir falso), nos deja en claro que Paul Krugman considera que una subida de algunas décimas de grado en cuatro décadas puede tenerse conmo “tendencia ascendente inequívoca”, y que un lapso de cuatro décadas puede tenerse como “período lo bastante prolongado”. Obvio, no es un artículo sobre climatología.
“En segundo lugar, los modelos climáticos predijeron esto con mucha antelación, e incluso adivinaron la magnitud del aumento de las temperaturas con bastante aproximación. Mientras que es relativamente fácil idear un análisis que haga coincidir datos conocidos, es mucho más complicado crear un modelo que prediga el futuro con exactitud. Así que el hecho de que los creadores de los modelos predijesen correctamente hace más de 20 años el calentamiento mundial futuro les da una enorme credibilidad”.
Esto si que es totalmente falso, y además tendencioso, porque el clima siempre está cambiando, y en forma cíclica, así que habrá períodos en que se esté calentando y períodos en que ocurra lo contrario. Cualquier “pronóstico” que se haga tendrá 50% de probabilidad de parecer correcto por algún tiempo; y también es evidente que todos los “modelos” están hechos para predecir un “calentamiento”. La afirmación final de la cita (la de la “enorme credibilidad”), es uno de los mejores chistes del artículo.
Con respecto a los escándalos de manipulación y ocultación de datos descubiertos en el CRU de la Universidad de East Anglia, que tuvieron de protagonista al tristemente célebre Philip Johnes, nuestro economista nos lanza la siguiente perla:
“Pero esa no es la conclusión que se podría extraer de los muchos informes de los medios de comunicación que se han centrado en asuntos como los mensajes de correo electrónico pirateados y los científicos que hablan de “hacer trampa” para “ocultar” una caída anómala en una serie de datos o expresan el deseo de que los artículos de los escépticos del cambio climático queden excluidos de las revisiones de investigación. La verdad, sin embargo, es que los supuestos escándalos se esfuman al analizarlos más de cerca, y solamente revelan que quienes investigan el clima también son seres humanos2. Sí, los científicos procuran que sus resultados destaquen, pero no se ha suprimido ningún dato. Sí, a los científicos no les gusta que se publiquen trabajos que, en su opinión, crean deliberadamente confusión respecto a los problemas. ¿Qué tiene de extraño?”
“solamente revelan que quienes investigan el clima también son seres humanos” ¿PODRÍA ALGUIEN, ADULTO Y DE INTELIGENCIA NORMAL, aceptar un argumento tan pueril y tan estúpido para justificar la deshonestidad científica? ¿Acaso no es cierto que en este montaje se queman anualmente millones de dólares de dinero público (es decir, succionado de los contribuyentes por las mafias parásitas de las burocracias gubernamentales), y lo menos que se puede exigir es que se administren honestamente?
En mi opinión esta fué la cumbre de los disparates del artículo de Krugman, el non plus ultra del no entender nada de nada. Es equivalente a decir: “es cierto que mintieron, pero lo hicieron por lo que creían una buena causa, y al fin y al cabo son humanos” es decir, el viejo y fatal “El fin justifica los medios” la antitesis de la ética más elemental.
Podría seguir, pero la paciencia también tiene un límite. El que quiera leer el mamotreto completo, puede encontraro en el link que puse más arriba.
Fuente: macanna.blogspot.com
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