La siesta podría evitar accidentes laborales
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- El 1 enero, 2000
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Varios países en el mundo permiten a sus trabajadores breves descansos durante la tarde, como una forma de impedir problemas asociados a los estados de letargo. Se ha comprobado que los accidentes carreteros y laborales aumentan entre la 13 y las 16 horas.
Débora Gutiérrez
Una siestas reponedora no puede sobrepasar los 30 minutos. Tiene que ser en un lugar cómodo, oscuro y sin ruido.
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Las calles de Madrid, a eso de las tres de la tarde, están completamente vacías. Los negocios cierran durante dos a tres horas para dormir la tradicional siesta. Casos similares ocurren en países latinoamericanos como Perú, Bolivia, Colombia y México que permiten, como norma, una hora de siesta diaria. Hoy en día, empresas de Estados Unidos y Alemania -imitando a firmas japonesas como la cadena de televisión nacional NHK- ofrecen a sus trabajadores salas de descanso con el fin de aumentar la productividad, mejorar la concentración y, así, evitar fatales y costosos accidentes de trabajo.
Según estudios sobre los efectos de la siesta realizados en países industrializados, un 92,5% de los trabajadores que dormían durante la tarde aumentaba la productividad, la creatividad y la capacidad para resolver problemas. De esta forma no sólo disminuían los accidentes laborales sino que además trabajaban más y mejor.
Buenos motivos para dormir
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Cuando dormimos pasamos por distintas fases. La más importante es el llamado sueño de movimientos oculares rápidos (REM), que ocurre intermitentemente durante toda la noche y representa cerca de una quinta parte de nuestro tiempo total de sueño. Durante ese período el cerebro está particularmente activo, los ojos se mueven rápidamente de un lado para otro y soñamos. Durante el tipo de sueño denominado no-REM, el cerebro está inactivo pero existe una importante actividad fisiológica: hormonas son liberadas en el flujo sanguíneo y los tejidos de nuestro organismo son reparados después del desgaste del día anterior.
Científicos de la Universidad de Lieja en Bélgica utilizando un aparato denominado Tomógrafo de Emisión Positrónica (PET) -que mide la cantidad de glucosa y oxígeno asociadas a la actividad cerebral- examinaron el cerebro de 18 voluntarios a los cuales se les asignó una tarea específica para trabajar. Una vez que ellos se durmieron, la actividad cerebral continuó por un tiempo al mismo nivel que en vigilia. Los investigadores, concluyeron que las áreas del cerebro encargadas del aprendizaje seguían procesando información durante las horas de sueño. Eso quiere decir además, que dormir permite almacenar información nueva en la memoria. Por el contrario las personas que no descansan lo suficiente exhiben falta de concentración, somnolencia, irritabilidad y dificultad para aprender.
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Artistas, políticos y genios amantes de la siesta
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Varios son los famosos que han dormido siesta a través de la historia. Así lo hacían genios como Leonardo da Vinci y Thomas Edison, quien -paradójicamente- inventó la ampolleta, a la cual muchos culpan de alargar artificialmente la luminosidad, disminuyendo en 20 % el tiempo que se solía dormir cuando sólo las velas iluminaban la noche. Johannes Brahms, solía dormir sobre el piano mientras componía sus afamadas piezas musicales. Mientras que en medio de una batalla, Napoleón se tomaba el tiempo de dormir una siesta y lo mismo hacía Winston Churchill, quien sostenía que una siesta a media tarde le permitía enfrentar mejor sus responsabilidades durante la guerra. Se cuenta también que el pintor español Salvador Dalí, obligaba a sus invitados a acompañarlo a descansar al término del almuerzo. Entre los presidentes aficionados a la siesta han destacado Bill Clinton, Ronald Reagan y John F. Kennedy, quien dormía todos los días 45 minutos después de almuerzo. En Chile, han sido cultores de este ritual Patricio Aylwin, Salvador Allende, Eduardo Frei Montalva y Jorge Alessandri. Este último no permitía que lo molestaran bajo ninguna circunstancia y en una ocasión, ante un hecho de extrema urgencia, uno de sus colaboradores prefirió pasarle un papel bajo la puerta antes que despertarlo. |
Esto, porque la asociación entre somnolencia y accidentes laborales no es nueva. En Chile, según instituciones de seguridad laboral, de las personas que llegan a los hospitales producto de un accidente laboral, un 29 % ha sufrido el incidente a la hora de la siesta. En el mismo horario existe también un aumento notable de accidentes de tránsito.
“Si se observa las curva de sueño de una persona, ésta aumenta alrededor de las nueve de la noche, llega a su expresión máxima a las tres o cuatro de la madrugada y disminuye en las primeras horas del día. Luego, aumenta de nuevo a la hora de la siesta, entre las 13 y 16 horas. Si a ella se superpone otra curva con estadísticas de accidentes en carreteras y laborales, atribuidos al sueño, tenemos gráficas idénticas”, señala el fisiólogo Ennio Vivaldi, del Centro de Medicina del Sueño de la Universidad de Chile.
NECESIDAD BIOLOGICA
“La siesta es una necesidad biológica -enfatiza Vivaldi- en la cual influyen dos factores. Uno tiene que ver con la falta de sueño nocturno, que provoca un efecto similar a la descarga de baterías, por lo que se requiere que la persona retorne a su valor óptimo”. El segundo factor es el circadiano, o reloj interno, que controla los ritmos de vigilia y del sueño. Según el especialista, “este reloj no tiene un ciclo perfecto durante el día, ya que a la hora de la siesta se produce un pequeño cambio, lo que aumenta la propensión al sueño”.
También hay factores externos que favorecen esta situación, como el ambiente o una comida abundante, ya que el organismo aumenta el consumo de sangre en el estómago para absorber y digerir los alimentos, por lo que llega menos sangre al cerebro provocando somnolencia.
Por ello, una siesta corta de 15 a 30 minutos “ayuda a las funciones cognitivas, mejora la atención, la concentración y la memoria, mejora el humor, la capacidad de alerta, especialmente en personas que requieren de gran concentración en sus trabajos, o en oficios que requieren un óptimo estado de alerta”, señala la neuróloga Julia Santin, de la Universidad Católica de Chile.
Es recomendable para personas sometidas a privaciones crónicas de sueño, con enfermedades como la narcolepsia, y aquellos trabajadores que requieren de altos grados de concentración, por ejemplo, los pilotos. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que existe un grupo de sujetos que, definitivamente, no deben tomar siesta: personas con tendencia al insomnio y trastornos del sueño, ya que podrían empeorar su enfermedad. Tampoco se receta a aquellos que despiertan malhumorados, con la cabeza abombada o cuyo letargo se extiende por gran parte del resto del día.
Según la neuróloga Julia Santin, “no importa que la persona no alcance etapas de sueño profundo (REM), porque muchas veces el simple descanso es beneficioso. Sin embargo -advierte- es importante que la persona sienta que la siesta la hace despertar refrescada, que efectivamente mejora su alerta, y -de ese modo- mejora su rendimiento laboral. Pero si después de dormir la persona nota una evidente perturbación, se siente malhumorada y además le cuesta despertarse, simplemente no debe tomar la opción de la siesta”.
Vea la infografía |
Un descanso reparador |
Extraído de www.tercera.cl
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