La NASA descubre un bosque bajo el hielo del Ártico (¿?) . …(y todo por culpa del “calentamiento global”)
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- El 22 junio, 2012
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Obvio que es mentira, pero Al menos eso se informa en “Elmundo.es” /sección “ciencia“, (el asilo editorial de Antonio); pero hay más; dicen cosas tan notables como :
““Si alguien me hubiera preguntado si veríamos flores bajo el hielo, les habría dicho que no era posible”, reconoce Kevin Arrigo, de la Universidad de Stanford y líder de la expedición. “Ha sido una completa sorpresa”, ha asegurado.”
“El fitoplancton, además, tuvo un crecimiento extremadamente activo, llegando a doblar su cantidad en un solo día, cuando las flores, en aguas abiertas, tardan dos o tres.”
“El equipo (…) ya fue capaz de encontrar hace un tiempo una ‘selva amazónica’ en medio del desierto de Mojave, en California, como recuerda Paola Bontempi, del programa de Biología Oceánica de la NASA.”
No tenía idea de que el fitoplancton floreciera, y en todo caso pasar de clorofíceas a antófitas (o Phanerogamae), me parecería un salto evolutivo fantástico, ¡Y todo por culpa del calentamiento global!, ….
Afortunadamente me llega el boletín de la NASA, en inglés () y en castellano (), lo que permite dilucidar el asunto.
Sucede que en inglés se usa la palabra “bloom” indistintamente por “florecer” o por “proliferar”; obviamente a nuestros traductores científicos no se les ocurre investigar la diferencia. Por lo demás, lo que la gringa dijo fué que “esto es como hallar un bosque lluvioso del Amazonas en medio del desierto de Mojave”, y nunca que lo hubieran hallado “hace algún tiempo”.
Pero vamos al asunto,. Lo que descubrieron es que al derretirse la nieve sobre el casquete de hielo se forman lagunas de agua dulce, las que actúan como una lente, que con su transparencia ya no refleja la luz solar, sino que la deja penetrar. Esto, además de contribuir a adelgazar la capa de hielo (el agua absorbe la luz y aumenta su temperatura), sirve también para iluminar la porción de mar que queda bajo su fondo, que está aún sobre (más o menos) un metro de hielo sólido. Al filtrarse parte de esa luz al océano, ocurre entonces la proliferación del fitoplancton.
Lo notable de todo esto es que esa proliferación ocurre a tasas fantásticas, llegándose a decuplicar las tasas del mar abierto, y esto se verifica hasta a más de 100 kilómetros al interior de la placa de hielo, lo que tiene eufóricos a los investigadores.
Obviamente, dado que el fitoplancton está en la base de las cadenas tróficas en el ambiente marino, esto constituye una estupenda noticia para la tan mentada “biodiversidad”, y también debería serlo para todos los naturalistas. Y sin embargo, no faltan las expresiones de “alarma”, por este nuevo e inesperado efecto del “cambioclimático” (era de esperarse, estamos a las vísperas de la “cumbre” Río+20 (sic), y de todos modos, siempre será necesario seguir pidiendo financiamiento para continuar los estudios), por lo tanto, no se omite la letanía consabida:
“El hallazgo revela una nueva consecuencia del calentamiento climático en el Ártico y proporciona una importante clave para comprender los impactos del clima y el medio ambiente en constante cambio en el Océano Ártico y su ecología.”
Pero si analizamos objetivamente esta “nueva consecuencia” (o “impacto”), del “calentamientoglobal-cambioclimático” (que de nuevo no debe tener nada, sino que sólo ahora han reparado en ella), no podríamos dejar de sacar dos conclusiones:
La primera y más obvia. Que al penetrar luz visible en un ambiente marino se enriquece su biología, dado que se reactiva la fotosíntesis del fitoplancton, lo que produce una verdadera explosión de biodiversidad. Esto ya se observó hace varios años en la Antártida con motivo del colapso de las placas Larsen en el Mar de Weddel. Nada nuevo; pero en estricto rigor, una espléndida noticia. El Adelgazamiento y eventual fractura de los hielos flotantes en las zona polares podría dar lugar a la formación de nuevas y riquísimas pesquerías. Tener una lápida de hielo perpetuo sobre grandes extensiones de mar quizá no sea tan bueno para “el planeta”, después de todo.
La segunda es algo más sutil y delicada de analizar: se observa que la tasa de proliferación del fitoplancton bajo el hielo al recibir algo de luz, es,-…. fenomenal, mucho mayor que en mar abierto (hasta 10 veces). Aparte de la luz, el fitoplancton necesita de otro factor para proliferar, ¿y cuál es ése? (exacto, el mismo), el demonióxido de carbono, o CO2, ese gas letal que está produciendo la “destrucción” del clima según los tontitos de la O.N.U., por lo que podemos suponer que esas aguas polares bajo la placa de hielo son muy ricas en ese gas letal.
Según la pintoresca redacción de la redactora de ciencias en “Elmundo.es”:
“Como el fitoplancton, a su vez, consume grandes cantidades de dióxido de carbono, los científicos tendrán que evaluar, más adelante, cuánto CO2 está entrando en el Océano Ártico si resulta que estas plantas llegan a ser comunes bajo el hielo.”
–..O sea, que deberíamos preocuparnos por la gran cantidad de CO2 que estaría “entrando” al mar por efecto de la “floración” de estas microalgas.
La verdad es que resulta bien difícil imaginar cómo se las arreglaría el CO2 para “entrar” en el mar ártico a través de una losa de hielo sólido de 1 metro de espesor, y es mucho más lógico pensar que quizá el enriquecimiento en CO2 de esas aguas se deba a que la capa de hielo le está impidiendo escaparse hacia la atmósfera. Lo anterior resulta factible si consideramos que la mayor reserva de CO2 del “planeta” está en los mares y nó en en el aire, y podríamos suponer entonces que…..
a) ,. el mar podría ser así un emisor neto de CO2 a la atmósfera y no un “sumidero” como tanto se dice, con lo que se pondría en duda uno de los dogmas sagrados del catecismo climático: aparte de que habrían de buscarse otra explicación para “la acidificación de los mares”, “la muerte de los corales”, y otras tantas calamidades.,., tendríamos que el enriquecimiento de la atmósfera con CO2 “detectado” durante el siglo XX podría no deberse tanto a la industria, sino a la emisión natural desde el mar, para lo cual debería verificarse que…..
b) ,.. efectivamente los mares del mund..(planeta, digo), se estuvieran “calentando” de un tiempo a esta parte, lo que sí sería con toda propiedad un “calentamiento global”. La solubilidad de los gases en el agua es inversamente proporcional a la temperatura.
Pero sucede que un aumento, aún siendo leve, de la temperatura media superficial del mar sería también razón suficiente para explicar nó sólo el incremento de la concentración atmosférica de CO2, sino también de la propia temperatura de la atmósfera (unos 0,7 centígrados por siglo, digamos). Ocurre que cerca de un 50% del calor circulante del aire, proviene del calor latente de vaporización, básicamente de los océanos, y cerca de otro 30% es irradiación de las nubes , que tienen el mismo origen. Por otra parte, el efecto invernadero neto del vapor de agua se estima en un 90% del total debido a todos los gases presentes en la atmósfera.
Y, ….no será ir muy lejos?
Resulta que el I.P.C.C., el Panel Intergubernamental de Expertos del Cambio Climático, que ha reunido a los 2.500 más calificados “expertos climáticos” del mund..(planeta, digo), ya ha dilucidado esta cuestión, como se observa en el siguiente gráfico:
…..Por lo tanto, si le creemos al ínclito I.P.C.C. tendríamos que el “calentamiento” del mar comenzó efectivamente en la década de 1910 después de un bajón anterior de 30 años, con un pico en 1940; luego una baja más leve de 10 años, seguido de 50 años de “calentamiento” hasta 2000 y más. Si esto puede se atribuido a las emisiones industriales de CO2, es muy discutible. Es mucho más factible la deducción inversa: atribuir el aumento de la concentración atmosférica de CO2 al aumento de la temperatura media superficial del mar (y estaríamos hablando de una tasa de 0,2 grados centígrados por década).
Y entonces, ……… ¿A qué atribuir el aumento de la temperatura del mar? Los tontitos de la O.N.U. (y su I.P.C.C.), no tendrán dudas: es el “calentamientoglobal” provocado por nuestro CO2 que está ya sintiéndose hasta en el fondo del mar. Es más, todo el calor que pronostican los “modelos”, y que de un tiempo a esta parte no aparece por ninguna parte, se está acumulando en las simas submarinas, para, llegado el momento, salir a la superficie y ¡agobiarnos! (en castigo a nuestros pecados, piensan ellos); esto lo discutimos largamente en “El misterioso caso del calor desaparecido”, con participación de muy calificados contertulios.
Pero ,… ¿y si fuera el sol?.
Los gráficos mostrados son extraídos de un estudio de Judith Lean (también de la NASA), publicado en 2001. En él se intentó reconstruir, a partir de datos conocidos, la relación entre la intensidad de la radiación solar (y su composición espectral), con la actividad magnética del sol, representada en las “manchas solares”, de las que se tiene datos desde Galileo hasta hoy, (cuatrocientos años).
La misma Dra. Lean reconoce (en su paper), que su estudio es “altamente especulativo”, aunque, a falta de más datos, …..”es lo que hay”.
La observación de las gráficas permite apreciar un aumento consistente en la intensidad de la radiación desde el mínimo Maunder, con una baja evidente durante el Mínimo Dalton y una más suave que tuvo su mínimo alrededor de 1890. Desde entonces, un incremento sostenido hasta aproximadamente la década de 1950 en que se alcanza una cierta estabilización que perdura durante el resto del siglo XX (lo que se llama el “máximo moderno”). Al descomponer la “irradiance” en rangos de longitud de onda, se obtiene que el incremento porcentualmente mayor habría ocurrido en el rango de las ondas cortas, lo que incluye a toda la porción ultravioleta y una pequeña parte del espectro visible.
Por lo tanto: ¿Ha estado aumentando la intensidad de la radiación solar?, la respuesta sería “Si”, y además, ese aumento habría sido mucho más acusado en el sector del ultravioleta y aledaños. La radiación ultravioleta y la visible penetran el perfil de agua y son absorbidas por este, en forma de calor.
Claro que un incremento de 0,7% en 300 años puede parecernos realmente insignificante, pero no debe olvidarse que el mar es un acumulador de calor, que puede estar actuando en forma análoga a la de un fondo de inversión del cual sólo percibimos los intereses (y esos intereses se manifestarían básicamente como calor latente de vaporización).
El “paper” de la Lean se encuentra en el sitio Web de la NASA, pero tan escondido, que por si alguien quiere leerlo, mejor lo baje de mi blog en Divshare (aquí).
Dejo el tema planteado, y sin duda habrá personas mucho más preparadas que podrían hacer valiosos aportes al desarrollo de esta interesante cuestión.
Finalmente recomiendo la lectura del artículo de la NASA. No así la nota de “Elmundo.es”. No vale la pena.
Observaciones finales:
si efectivamente el fitoplancton obtuviera su CO2 del aire, (la tesis de Rosa Tristán, al parecer), aún aspirándolo a través de una capa de hielo sólido de 1 metro de espesor (cuando menos), estaríamos ante un mecanismo de compensación natural (un feedback negativo), para contrarrestar nuestra “contaminación” con CO2. Una demostración de la sabiduría insondable de la diosa Gaia. Algo de esto se discutió en Microalgas: arma diminuta contra el “cambioclimático”
A pesar de su sensacional descubrimiento, los investigadores tienen que disfrazarlo de tragedia ¿para qué?. Que cada cual saque sus conclusiones después de leer la siguiente cita:
” El fitoplancton es el alimento de pequeños animales oceánicos, los cuales a su vez constituyen el alimento de peces más grandes y animales oceánicos. Un cambio en la secuencia temporal de las floraciones puede causar trastornos para los animales más grandes que se alimentan ya sea de fitoplancton o de las criaturas que comen estos microrganismos. “A las especies migratorias se les podría hacer cada vez más difícil conocer cuál es el momento en sus ciclos vitales para estar en el Ártico cuando la floración está en su punto máximo”, destacó Arrigo. “Si la provisión de alimento llega antes, podrían perder el barco“………Y no es chiste.
Aparte de muy fotogénica y muy devota del “calentamientoglobal-cambioclimático”, la redactora de ciencias es arqueóloga, y “ciudadana del mundo” (aquí pongo su foto con el único objeto de embellecer en algo este árido artículo).
Por: Ing. José Manuel Heriquez Parada
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