La Marcha de los Zelotes
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- El 19 junio, 2014
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John Brignell
Profesor emérito Universidad de Southampton
Puritanismo: es el fantasmal miedo a que alguien, en alguna parte, pudiese ser feliz. –H.L. Mencken
En el mundo de los zelotes, que es ahora nuestro mundo, no existen problemas simples.Todas las épocas tienen su casta dominante. Esta es la Era de los Zelotes. Hace 20 años se los desdeñaba como locos y faná-ticos, pero hoy tienen licencia para interferir en la vida diaria de la gente común en un grado sin preceden-tes. Cuando Bernard Levin identificó por primera vez al nuevo fenómenos de los FI (fanáticos individuales) muchos pensamos que era un chiste o, cuando mucho una pequeña molestia. Ahora la broma está encima de nosotros. En ese corto tiempo ellos han progresado de ser una molestia ignorable a lo que es de manera efectiva una rama del gobierno.
Ellos inician las leyes y prescriben los impuestos. Ellos forman una enorme y amorfa colección de grupos y sociedades que se solapan, unidas y definidas por los objetivos de sus odios (la industria, el tabaco, el alcohol, la adiposidad, el carbono, la carne, la sal, las sustancias químicas en general, las ondas de radio, los campos de deportes, etc.) Su éxito en tan corto tiempo ha sido uno de los fenómenos más notables en toda la historia de la humanidad.
Esta cita se lo dice todos:
“Imagine que usted, hace 20 años, le decía a alguien que para 2007 sería ilegal fumar en un bar o en un refugio esperando al ómnibus, o en su propio automóvil, o que le pondrían £80 libras de multa por dejar caer al piso la colilla de un cigarrillo, o que las palabras “tequila slammer” serían ilegales, o que el gobierno determinaría obligatoriamente en qué ángulo debe estar inclinada la cabeza de un bebe-dor en los avisos comerciales, o que sería ilegal discutir a las religiones o la homosexualidad, o sería ilegal volver a cablear su hogar, o que tener sexo después de beber algunos tragos podría calificarse de violación, o que el Estado estaría confiscando niños por tener sobrepeso. Imagine decirle a la gente que el gobierno contemplaría imponer tarjetas de racionamiento para el combustible y hasta para la comida; que a cada ciudadano se le exigiría llevar consigo una cédula de identidad llena con la infor-mación privada y que podría serle retirada a capricho del Estado. La gente hubiese creído que usted era un chiflado paranoico.
La Vanguardia
No hay ninguna duda de que los que odian al tabaco están subidos al tren de las paranoias, y su despiadada, ruda, y mendaz campaña sirve como ejemplo para el resto. Su notable éxito es una espuela para los otros zelotes y sus métodos son un modelo a emular. Esos métodos incluyen el abuso del método estadístico; la invención de cifras (en particular el conteo de cadáveres, sin cadáveres reales, o contados post-mortem) que crecen misteriosamente con el tiempo; evitar cualquier cosa que se acerque al método científico; y sobre todo el incansable, incesante sonar del tambor de la propaganda. Ellos jamás se dan por vencidos. Cada una de sus victorias refuerza su apetito para más prohibiciones. Habiendo logrado la prohibición en lugares públicos (es decir, en propiedad privada) ellos ahora procuran penetrar en los hogares.
Para obtener su prohibición, los activistas siguieron el consejo de Adolfo Hitler: “La gran masa de una nación caerá víctima de una gran mentira más que de una pequeña.” Ellos necesitan plantar una malvada falsedad en la mente de la gente, que el humo de segunda mano era un veneno mortal. La acusación fue liderada por la EPA de Estados Unidos que publicó en 1994 el así llamado meta estudio que eran entonces un ejemplo singular de un fraude estadístico múltiple y reveló los niveles más bajos de significancia esta-dística jamás registrados –desde entonces enormemente superados por los subsiguientes zelotes.
Desde entonces los campañistas ni siquiera se molestaron con el uso de ciencia corrupta. Ellos hicieron simplemente pronunciamientos que fueron debidamente reproducidos por sus aliados en los medios de prensa del Establishment. Uno frecuentemente repetido es que “no hay ningún límite bajo para el daño causado por el humo de segunda mano”, que es un ejemplo de la falacia de concentración y una contradic-ción de la primera ley de la toxicología: “La dosis es el veneno”. Ellos fueron los pioneros de la cuenta de cadáveres virtuales, obtenidos de la nada y cargada de una notable capacidad para crecer por sí misma. Los zelotes británicos anunciaron una cuenta de cadáveres de 1000 muertos anuales (considerablemente mayor pro tasa de población que la estimación de la EPA), que se convirtió en 4000 y luego en 11000 sin mostrar ninguna evidencia.
Ahora es una cuestión de historia que la campaña para la prohibición de fumar fue asombrosamente exito-sa. No sólo fue un mal día para la libertad de los humanos y la libertad de elección, sino también una derro-ta de la ciencia y un modelo para que otros zelote abrazasen la deshonestidad en sus cruzadas. En un tiem-po de la amenaza de colapso de nuestra sociedad fue notable por su irrelevancia. Ofrece a los activistas el inefable placer de ser capaces de oprimir y humillar a una minoría en base a una aparente justificación. La antidemocrática Unión Europea, como siempre, lidera en la supresión de la libertad de expresión.
Una de las piezas de propaganda más escuchadas es que el humo pasivo causa asma en los niños. Los niños de los años 50s fumaron pasivamente más en una visita al cine que los niños modernos en toda su vida. El asma infantil era entonces casi desconocida. Fue aumentando de manera constante en las décadas subsi-guientes, mientras que el humo de tabaco ambiental fue disminuyendo. Es hoy un gran problema de salud. Estos hechos son irrefutables. Sin embargo, declararlos es provocar la ira. El triste efecto secundario del dogma es que distrae ímpetu de la búsqueda de las causas reales: no es el único resultado de los zelotes.
Daño Colateral
La ciencia y sus métodos han estado bajo un ataque feroz durante un cuarto de siglo. Hasta su nombre ha sido secuestrado por los nuevos fieles que desprecian su tradición de escepticismo y apertura (tome por ejemplo; “La ciencia está establecida”. Si ya está establecida no es ciencia). Quienes abogan por el retorno al rigor estadístico se encuentran ridiculizados por una banda de incansables académicos australianos izquierdistas, que usan vehículos poco confiables como Wikipedia. La misma gente también monta ataques contra otros desusados disidentes que cuestionan la moralidad de matar a millones de personas mediante la prohibición de los insecticidas. La prohibición del DDT fue un desastre humano a escala horripilante.
Los oponentes a los métodos de los zelotes del tabaco fueron sujetos a los usuales ataques ad hominem que afirmaban que estaban en la nómina de pagos de la industria del tabaco, a tal extensión que este autor se sintió obligado a republicar todos y cada uno de los comentarios que había hecho sobre esa industria, nin-guno de ellos favorable. Los científicos que hoy informan resultados políticamente incorrectos son ridiculi-zados. Los críticos de la hipótesis del calentamiento global son catalogados como “malvados negacionistas” y, por supuesto, pagados por la industria de la energía (quien, irónicamente, se subieron al tren del cambio climático en busca de un dólar fácil).
Sería difícil exagerar el efecto que la disminución en los estándares de la práctica estadística tuvo en la ciencia en general y en la medicina en particular. Los ejemplos abundan, la valiosa droga Vioxx fue retirada del mercado en base a un absurdo estadístico, mientras que la industria multibillonaria de las estatinas florece sobre, para decir lo mínimo, terrenos dudosos. Toda la industria de los medicamentos es una lotería de premios sin precedentes –y pérdidas. La epidemiología basura puede producir resultados a la orden mediante el descuido estadístico y la manipulación. El establishment es capaz de comprar la “evidencia” que sea necesaria.
Nuestra Nueva Obligación
En esta nueva era a todos se nos ha ordenado vivir el mayor tiempo posible, sin consideración a la calidad de vida. Esto es extraño en un lugar como la Gran Bretaña de Blair, donde la edad anciana es algo que se anticipa con temor. Los afortunados son apenas ignorados, mientras que el estado los despoja de su propie-dad y ahorros. Antes de la llegada de los zelotes, la gente tenía el derecho de elegir su propio estilo de vida y aceptar las consecuencias. No ahora! Conformidad es la palabra clave. El comportamiento que la nueva elite desaprueba es artificialmente medicalizado y los epidemiólogos están a mano para “probar” que toda actividad políticamente incorrecta causa enfermedades mortales. Una vida corta y feliz, no más: por decre-to, la vida tiene que ser larga y deprimente.
La longevidad compulsiva fue un regalo de los dioses para los nuevos autoritarios. Ellos simplemente tenían que establecer un nexo (a veces real, usualmente imaginario) entre el comportamiento políticamente inco-rrecto y el aumento de la mortalidad para proveer de una plataforma de lanzamiento para una campaña de terror y control.
La segunda etapa es la publicación de límites recomendados por el gobierno. Ellos están extraídos del aire sin evidencia de razonamiento.
Lo siguiente en la cadena de eventos es la aparición de la cuenta de cadáveres. Un ejemplo típico es el mie-do al alcohol y el cáncer de mama. Un estudio epidemiológico basura produce un resultado estadísticamen-te insignificante sobre que beber más que el límite oficial causa cáncer de mama y de inmediato el gobierno está propalando unas imaginarias 2000 muertes al año, luego gasta diez millones del dinero de los contri-buyentes para asustar a las mujeres y alejarlas de uno de los últimos placeres que les quedan. Los funda-mentalistas se quejan de que el gobierno no está haciendo lo suficiente para elevar los impuestos e imponer más controles.
Crisis y Epidemias
Todo es una crisis, epidemia, desastre o catástrofe. Siempre hay la necesidad de una acción urgente, que normalmente se traduce en impuestos, control autoritario y mayor pérdida de libertad. Con una típica hipocresía AlGoreana, por ejemplo, la Asociación Británica de Medicina exigió mayores impuestos al alcohol y una reducción de las horas de apertura de los pubs, mientras que al mismo tiempo aplicaba una exten-sión en las horas de funcionamiento del bar en su propio cuartel general. Los doctores no están preocupa-dos por el creciente costo del alcohol, dado que su sindicato militante les ha hecho ricos más allá de los suelos de la gente común.
Los ministros de finanzas están encantados de tener una excusa para elevar los impuestos, El desastrosa-mente incompetente presupuesto de Gran Bretaña de 2008 es una ilustración; aparte de unos pocos im-puestos ocultos sobre los menos asalariados, organizaciones de caridad, etc., fue nada más que una invasión de aumentos en los impuestos sobre la masa central del país. Todos esos impuestos habían sido promovi-dos por grupos de zelotes que también habían manejado el proceso de ablandamiento necesario. Eso subra-ya el cambio que han traído en tan corto tiempo; porque hasta no hace mucho tiempo los lobistas estaban reclamando por una reducción de los impuestos.
La Crisis de la Obesidad
En la Nueva Era, la gordura es considerada antiestética. Hubo tiempos donde prevaleció una visión dife-rente: es todo una cuestión de moda, pero ahora la gordura tiene que ser condenada sin juicio previo. El estado arrogante, alentado por los esfuerzos de los zelotes, demanda el derecho de determinar la forma de sus clientes.
El fundamentalismo del zelote es rico en paranismos. Un paranismo es una palabra usada como una evasión, a menudo en un sentido que es opuesto a su verdadero significado: liberar por conquistar, liberal por autoritario, etc. A los zelotes les encanta cambiar al vocabulario de esta manera y la paradoja es una de sus víctimas. Una y otra vez, la realidad diverge del dogma, y así vino a la vida, por ejemplo, la paradoja de la obesidad. No importa, sin embargo, porque uno de los primeros principios del zelotismo es ignorar toda evidencia en contrario.
Otra de sus técnicas favoritas es explotar la falacia del punto final. En Gran Bretaña, por ejemplo, ellos eligen de manera casi invariable a los años 50 como un punto de referencia, una época donde las mujeres inglesas habían sufrido mas de una década de hambre. En Estados Unidos lo índices de obesidad no han cambiado en siete años, pero siguen mostrados de manera rutinaria como una crisis creciente. Una y otra vez el engaño de la obesidad es expuesta, pero los campañistas simplemente ignoran la evidencia en con-trario y sugien adelante.
La Quimiofobia
La Unión Europea está económicamente condenada. Está controlada por una banda de burócratas verdes (anónimos, o electos, no despedibles y que no responden ante nadie) que no están obligados tomar en con-sideración las consecuencias económicas de sus diktats. Sus parlamentos son un impotente local comercial de conversaciones y “tren de la salsa”. Ellos se apoderan de cualquier miedo como una oportunidad de montar un ataque contra la parte creadora de riqueza de la comunidad, concretamente la industria. Con la más mínima evidencia ellos se la agarran contra alguna sustancia química, o aún contra un elemento de la tabla periódica, e imponen una prohibición que abarca al continente entero, sin debate ni consejo de los especialistas, fuera del de sus lobistas verdes favoritos.
Un ejemplo clásico fue la prohibición del plomo en las soldaduras. Fue completamente injustificado sin evidencias disponibles, pero impuesta virtualmente sin ningún pensamiento serio. La soldadura sin plomo no sólo se considera más cara, no es confiable porque está sujeta a juntas secas y fisuras. Aquí estamos hablando de gente que ha muerto, dado que ahora hay muchas aplicaciones de la electrónica de la que dependen vidas humanas, sin hablar modos de vida. De manera notable, las aplicaciones en el campo militar fueron excluidas.
Aún más Alicia en el País de las Maravillas es la política de la Unión Europea sobre el mercurio. El mercurio es un líquido que no moja, de baja presión de vapor, por consiguiente relativamente seguro de manipular. Sólo en forma de vapor resulta peligroso. Entonces, ¿qué hizo la UE? Ellos prohibieron a la forma líquida segura del mercurio, destruyendo así pequeñas industrias como los fabricantes de los barómetros tradicio-nales y los termómetros; luego insistieron en que toda la población del continente reemplazara sus lámpa-ras incandescentes con inadecuados sustitutos que operan con vapor de mercurio, todo ello basado en la vaga hipótesis del calentamiento global.
Las dioxinas (que son descritas en los medios del establishment de manera invariable e innecesaria como causantes de cáncer) de hecho causa una sola enfermedad conocida –y sólo a dosis elevadas, el cloroacné, como lo descubrieron los fracasados asesinas de Viktor Yushchenko. El miedo a las dioxinas es usado para apoyar la prohibición de la incineración, que es la forma más sensible y razonable de reciclar la basura.
Minimizando cualquier otro asalto contra la industria europea por medio de la quimiofobia, sin embargo, está la Directiva REACh. Exige el registro y control de unos 30.000 sustancias químicas. Fue el engendro de un tal Michael Meacher (un hombre de tan monumental ignorancia que, después de años como vocero ambiental y ministro del ambiente, él pensaba que El Niño era un huracán). Entre los sufrientes estaban los fabricantes británicos de pinturas y plásticos, que fueron obligados a dar a conocer sus recetas secretas a competidores de bajo costo del lejano oriente. El costo de esta extravagancia de sacrificio sin sentido es incalculable, pero está por cierto en la región de cientos de miles de millones de euros, y es un gran contri-buyente en el proyecto de desindustrializar a Europa.
Y estas son las gentes a quienes los Primer Ministros británicos han transferido, sin permiso del electorado, los poderes delgados en ellos. Bizarro, ¿o qué?
La Sal
Lo más extraño y escalofriante de todo, pero tan típico, es la campaña anti-sal. Parece no tener otra fun-ción que mantener el nombre de ciertos profesores en los diarios. La escasez de la evidencia ofrecida en contraste con el drama de las afirmaciones y la naturaleza draconiana de la acción exigía es sumamente sorprendente, pero muy característica del género.
La sal es uno de las bases más esenciales de la vida humana. Uno puede sentirle el sabor en la sangre, el sudor y las lágrimas. Los animales fueron capaces de abandonar al mar llevándola con ellos en el plasma de su sangre. El instinto les lleva a lamer sal cuando están cortos de ella. La deficiencia de sal –hiponatremia- puede ser bastante seria. Se reconoce que afecta, por ejemplo, al 10% de los corredores de maratón y uno murió por ello en la maratón de Londres en 2007. La fisiología de mantener el equilibrio de sal (homeosta-sis) ha sido muy bien comprendido por muchos años. El cuerpo puede corregir al exceso de sal por el sim-ple de proceso de excreción, pero no puede corregir la deficiencia de la sal.
Algunas causas nacen políticamente incorrectas, algunas alcanzan la incorrección política, y otras se les arroja encima la incorrección política. La humilde píldora de sal es una de estas. Una vez fue la precaución de rutina para los atletas y los que trabajan en climas tropicales, pero ahora es difícil de conseguir en partes políticamente correctas del mundo como Australia, donde se espera que la gente ahora soporte dolorosos calambres y otros síntomas de deficiencia de sal. El miedo a la sal tiene todas las características de una clásica campaña de zelotismo (ver, por ejemplo a Gary Taubes), incluyendo la total falta de respeto por el confort humano y hasta la vida misma. Como en las demás campañas, el garrote con que se golpea es el “límite recomendado”, extraído de del aire sin ningún intento de razonamiento ni excusa, sino sólo como un correcto añadido a la deprimente vida moderna.
¿Por qué Ahora?
Estamos en lo que hoy se llama una encrucijada. Se están acelerando grandes cambios en la sociedad hu-mana por la velocidad en las comunicaciones y la eficiencia en el almacenamiento y recuperación de datos. Las instituciones mundiales como las Naciones Unidas y la Unión Europea se están alejando de la democra-cia y volviéndose hacia una burocracia autoritaria. Ha emergido una nueva clase de político profesional que está aislado del mundo real de ganarse la vida. En Gran Bretaña esto significa tomar un PPE en Oxford (el diploma del blufeador), convirtiéndose en un asesor político y luego asegurándose un asiento seguro en el Parlamento.
La edad y la experiencia son ridiculizadas. A causa de la tendencia hacia el micro-gerenciamiento del gobierno, la gente que nunca había dirigido nada se encuentra un día dirigiendo todo. La calidad de nues-tros políticos está en el sótano, reflejado en la apatía del electorado en el tiempo de las elecciones. Son perezosos, mal informados, ineptos y calentadores de sillas a un grado sin precedentes. Ellos se inclinan hacia la ruta fácil de ir con los lobistas en lugar de hacer el esfuerzo de formarse una opinión por ellos mismos, prefiriendo estar dentro de su ambiente cerrado, aislados del mundo exterior de evidencias y opiniones. Las ciudades de Westminster y Washington son invernaderos aislados del resto de la raza humana, donde políticos, periodistas y lobistas hablan casi exclusivamente entre ellos.
Existe un vacío en el corazón de los políticos que los zelotes se han apurado a llenar. Los políticos siempre han transitado por la retórica vacía, aunque antiguamente también tenían creencias, pero ahora todo el énfasis está en ganar la próxima elección. La política ha sido reemplazada por slogans. Desde Blair a Obama y todos los demás en el medio, todo el libreto es similar. La palabra “cambio” es usada de la manera en que los magos de feria usan a la palabra Abracadabra.
Tony Blair es el arquetipo del político del Siglo 21. Su proyecto Nuevo Laborismo tenía la única intención de ganar una elección. Dado el nuevo mundo de la televisión de cortos lapsos de atención, su equipo adaptó las técnicas de “sound-bite” y retorcido que se había desarrollado en los EEUU y que habían sido fenomenal-mente exitosas, pero ellos las llevaron al gobierno sin políticas para los crecientes problemas de la nueva era excepto la de arrojarles el dinero de los contribuyentes encima. Sus slogans fueron legendarios (Duro con el crimen, duro con las causas del crimen; educación, educación, educación; las cosas sólo pueden mejo-rar, etc.). Las cosas sólo se hicieron peores, a lo largo de todo el espectro de la vida nacional. Se comprobó que las frases atractivas era todo lo que había. Sin embargo, la palabra mágica era “cambio”. Blair, el eterno actor, tomó el rol del eco-teólogo pero en realidad él era un “ego-teólogo”.
Los imitadores de Blair, tales como Cameron y Obama compiten para tener en sus discursos tantas men-ciones de la palabra “cambio” como sea posible. Por supuesto, la palabra en sí misma no tiene significado sin un objeto. “Cambie su ropa interior” tiene un significado, pero la palabra sola es vacía, que es la esencia de su atractivo para los políticos modernos, como la palabra “nuevo” lo tiene para la industria de la publici-dad. Uno de los muchos conceptos proféticos de Asimov en su ‘Foundation Trilogy’ fue el análisis computa-do del largo discurso de un embajador, que estableció que había dicho precisamente nada. Lo mismo suce-de con estos nuevos y carismáticos políticos, cuya retórica y promesas son tan nebulosas como la bruma matinal. La televisión creó a esta clase de políticos dominante –joviales, hermosos, sin experiencia y aislados de la vida real.
De la misma manera el periodismo está en un nivel de marea baja. Mientras ardientemente proclaman su profesionalismo (en contraste con esas bestias bloggeras) menos lo demuestran. Las campañas de investi-gación están muertas y desaparecidas. Los políticos, los medios y los zelotes viven en una confortable relación simbiótica. Los políticos y los periodistas son indolentes, mientras que los zelotes son hiperactivos. Eso hace fácil la vida para los políticos y los periodistas si se les presentan casos ya totalmente redactados que los zelotes están encantados de suministrar en sus copiosos partes de prensa. Usted puede ver ejem-plos claros de esto comparando la cobertura de una campaña cualquiera. Artículos que aparecen bajo la firma de uno o más cronistas, pero la redacción es virtualmente idéntica en varios diarios. Por cierto, nos hace preguntarnos cuántos periodistas, en particular los editores de ecología, justifican sus salarios cuando uno mira la escasez de su entrega original durante una semana. De la misma forma los políticos están felices de hablar partiendo de un libreto pre-digerido. Ellos también adoran la oportunidad de crear una distracción de muchos problemas reales que no han sabido enfrentar.
Por ejemplo considere a Gordon Brown y el National Health System o las bolsas plásticas. No hay nada positivo que él podía decir acerca del NHS, que es un desastre sin remedio, de manera que él atacó a los sospechosos de siempre mediante una distracción. A los fumadores gordos se les amenaza con negación de servicio al que fueron obligados a pagar (en caso de los fumadores mucho más que cualquier otro). Los periodistas también sirven aplicando informes sesgados (como ignorar al tiempo frío global y celebrar al tiempo cálido), y poseen una memoria convenientemente corta (de modo que pueden informar la admisión de uno de los involucrados en esa absurda recomendación de límites para el alcohol que los límites fueron simplemente inventados, y luego la próxima semana resaltar con titulares el beber peligroso de aquellos que los sobrepasan marginalmente).
Detrás de todo se mueve la sombra de la arrogante burocracia. Sobrepagados en exceso, premiados en exceso, y holgazaneando en exceso, siniestros e internacionales, ellos construyen sus imperios y extienden sus tentáculos de control en el corazón mismo de la vidas de la gente común.
Las políticas de investigación y educacionales son decididas por personas que piensa que la matemática quiere decir aritmética, y no tienen ni idea de lo que es la física. La investigación verdadera ha llegado a su fin, siendo reemplazada en gran parte por encuestas populistas diseñadas para atrapar el ojo de los medios populares. Universidades Mickey Mouse ofrecen cursos frívolos, mientras que los niños de la escuela pri-maria están sujetos al constante molino de un experimento de breves períodos de propaganda.
En resumen, la gente está siendo privada del equipamiento mental para hacer un juicio de su propiedad en cualquier asunto de importancia. ¡Tan Orwelliano!
Mientras tanto los activistas hacen su negocio para penetrar y tomar el control de las instituciones más influyentes de la sociedad, como los partidos políticos, la BBC y la Real Sociedad. Ellos tienen el comando de inmensos recursos financieros, bombeados por las fundaciones (el llamado dinero Ketchup) y luego aumen-tados por el desvío del dinero de los contribuyentes y de las organizaciones de caridad. Una de las absurdas de las muchas prácticas corruptas de la Unión Europea es la de dar dinero a los grupos de activistas para permitirles que hagan lobby para ellos mismos!
Este es, entonces, el campo donde juegan los zelotes. Sus oponentes son silenciados por una no declarada pero firme censura, todo hecho por una colusión informal. Ellos le proveen al establishment ese valioso commodity de una excusa para una actividad de desplazamiento. Prohibiciones, impuestos, y coerción son relativamente fáciles de implementar; mientras que los problemas verdaderamente serios de una sociedad enferma son duros y nada invitadores.
Los Pecados de Unos Pocos Caerán sobre los Más
El Viejo Tom ya no viene más al pub. Durante 75 años su único y gran placer fue sentarse silenciosamente en un rincón y gozar una inofensiva pipa de tabaco y medio litro de una buena ale en la jarra de plata gra-ada que los amigos le dieron para marcar su cumpleaños 90. Ahora los zelotes han prohibido su pipa y votado impuestos a su cerveza poniéndola fuera de su alcance. Él no entiende por qué. Cuando hay un oferta de un vino barato o de licor en el supermercado local, son los viejos jubilados los que forman una cola, determinados a restaurar un poco de color a su penosa existencia. Pero los zelotes urgen el aumento del impuesto al alcohol y la prohibición de ofertas especiales.
La excusa es la existencia de bandas de jóvenes ebrios en el centro de las ciudades. Las prohibiciones son exigidas por los mismos que a menudo fueron los culpables de la creación del problema de una alienada y salvaje juventud en primer lugar, por políticas tales como la destrucción de la disciplina en las escuelas y el socavar la institución del matrimonio. El alcohol no es la causa: es sólo un medio por el cual los jóvenes re-beldes expresan su desobediencia. Hay unas pocas más personas obesas en el vecindario, de modo que toda la población tiene que ser arreada a una conformidad anoréxica.
El Grande
Los factores comunes en estas campañas de zelotismo son:
- Creación y mantenimiento de un mito.
- Ignorar todas las evidencias que desmienten al mito.
- Ataques ad hominem a los oponentes.
- Alentar gobiernos autoritarios para imponer impuestos y reducir la libertad individual.
- Promoción de límites y restricciones que son simplemente inventadas sin razón.
- Colusión cómplice de los medios del establishment.
- Daño a la ciencia y al método científico.
- Eliminación de las cosas que hacen a la vida soportable.
- Hacer a algunas personas muy ricas mientras se empobrece la vida de casi todos los demás.
Ellos no quedarán satisfechos hasta que le tenga a usted tiritando en una caverna, bebiendo un caldo flaco.
El más grande de estos movimientos, rico en las características de más arriba, es el eco-teológico, que se ha transformado en una cruzada anti-carbono. Es un fenómeno a escala mundial de una magnitud y un poder históricamente sin precedentes. La demonización del dióxido de carbono, la base misma de toda la vida en la Tierra, sólo puede ser explicado como un fenómeno religioso. Su absoluta perversidad es el atractivo: porque la fe requiere un elemento de absurdidad en su objetivo. No requiere fe creer que la manzana caerá hacia abajo desde el árbol. La campaña del CO2 es el pináculo del movimiento que comenzó modestamente con las tempranas imposiciones de la corrección política.
Cuando el mundo pensó que la Nueva Derecha estaba ascendiendo durante los años Reagan-Thatcher, fue la Nueva Izquierda quien comenzó a cobrar impulso. Como una bola de nieve rodando cuesta abajo en la colina nevada, fue levantado masa en su viaje alocado. Las membrecías eran muchas y variadas (seguido-res de Rachel Carson, académicos Marxistas, evasores del servicio militar, sputniks dejados sin hogar por el colapso del Imperio Soviético, jóvenes idealistas, etc.) Ellos estaban caracterizados por las cosas que odiaban (industria, capitalismo, el libre mercado, al complacencia burguesa, ciencia abierta, etc.)
Un desarrollo significativo fue la evolución del concepto de ‘lo políticamente correcto’. Como había sido previsto por Orwell, el control del lenguaje fue la clave para ganar el poder político:
”¿No ves que todo el objeto del Nuevo Lenguaje es reducir el rango del pensamiento? Al final haremos que el pensamiento criminal sea imposible porque no habrá palabras para expresarlo.”
Comenzó a ser aplicado rigurosamente en las universidades norteamericanas y a medida de que se exten-día comenzó a aplicarse no sólo al vocabulario sino a las hipótesis (tal como el calentamiento global) y objetos (como las píldoras de sal). Se convirtió en el medio por que hasta la discusión de algo desagradable para la Nueva Izquierda era ‘verboten’. A medida de que los medios del establishment fueron penetrados y conquistados, se impuso una auto censura voluntaria y rigurosa.
La hipótesis del calentamiento global fue un regalo de los dioses para la Nueva Izquierda. Le proveyó de los medios para atacar al industria y al capitalismo a través de uno de los grandes esenciales de la vida moder-na: la energía. Cualquiera que cuestionase al dogma era sujeto a insultos y amenazas, incluyendo la crudeza y falta de tacto de ser igualado con los negadores del Holocausto judío de Hitler. Todas las propuestas rea-listas de desarrollar fuentes de energía que funcionen son ácidamente rechazadas por la red verde, mien-tras que las patentemente estúpidas, como las turbinas de viento, son mantenidas con vida por las regula-ciones y los subsidios, con el agregado extra que hacer caer al libre mercado. Hay áreas de actividad rela-cionadas como los biocombustibles, que no sólo amenazan al mundo con una “verdeflación” sino también con el hambre.
Por encima de todo se yergue como una torre la figura de Al Gore, el super-hipócrita y monstruo de con-cupiscencia monetaria. Si bien algunas veces se muestra en una bicicleta en lugar de su jet privado (o flameó sus honorarios de seis cifras por sus repetidas diatribas, o se enzarzó en debate más que en un diktat) él podría tener alguna credibilidad entre los pocos que razonan. Sin embargo, está en la naturaleza de los fieles tener un ojo ciego a los defectos de sus demagogos. Quizás uno de los hechos que restauran la fe en la humanidad es que el manto de cobertura de la propaganda ha fracasado en agitar a la mayoría de la población, aunque en la Nueva Era las mayorías no tengan poder.
El calentamiento global ha llegado ahora a la etapa donde está mantenido sólo por la auto-censura de los medios. Si el público en general alguna vez se entera de los escándalos que rodean a la obtención y proce-samiento de los datos, o que no hubo un calentamiento detectable durante los pasados 17 o 18 años, todo el movimiento quedaría muerto en el agua; pero no lo saben, de manera que no sucede. Se ha convertido en el mito más poderoso en la historia de la humanidad, enviando a gran parte del mundo en una espiral descendiente de declinación económica, es una tenue hipótesis apoyada por espurios modelos computados y datos de mediciones torpes, dudosamente procesados.
Final
Después de que lo escrito arriba estuvo listo para publicar, era tiempo para un rato en el pub. La popular y recientemente jubilada camarera, Andrea, ofreció un comentario que pareció resumirlo todo: “Solíamos tener tanta diversión. ¿Por qué ya no hay más diversión?”
Bienvenida, Andrea, al mundo de los zelotes.
John Brignell
Marzo 2008
John Brignell, profesor emérito Universidad de Southampton, Gran Bretaña.
Su libro “Perdón, número equivocado!” acerca del abuso de mediciones en la política y en los medios, fue publicado en septiembre de 2000. Esto fue seguido de un secuela llamada “Los epidemiólogos: vaya que tienen miedos para usted!”. También dedica una considerable cantidad de tiempo a editar su sitio en la web llamado ¡Number Watch‘ donde enfrenta a números y cifras equivocadas en los medios y la política, que incluye al ‘Número del Mes’. Actualmente recibe más de 1000 visitas diarias y tiene un foro activo para discusiones en general.
Fuente: Mitos y Fraudes
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