La innegable crisis energética impone coherencia
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- El 27 septiembre, 2007
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Lamentablemente la extensa cadena de políticas energéticas erróneas (y la falta de una Política Energética de largo plazo), la inacción, los diagnósticos erróneos (por ignorancia y/o por mala fe), y la enorme crisis generalizada del 2001/2002 con sus propias urgencias excluyentes; han conducido en su negativo conjunto a la innegable crisis energética actual.
Algunos pocos técnicos que no dependemos de las “opiniones políticamente correctas” habíamos previsto esta situación, con varios años de anticipación; recogiendo indiferencia o sorna sutil; o el típico “muro del silencio” con el que se tapa a las opiniones “incómodas” o “fuera del plato”.
Recuerdo que hace más de 15 años titulé un artículo “El gas dejará de ser un combustible barato”, y acerca del potencial caos energético ya había expresado preocupación muchos años atrás, pero con precisión de fechas desde hace poco más de un quinquenio. ¡Y no es necesario tener dones de profeta para eso! Solo se necesita analizar las curvas de evoluciones de oferta y demanda de los energéticos, y proyectarlas sin las “telarañas mentales” de los tecnócratas adoctrinados (carentes de una visión geopolítica y huérfanos de Principios Elementales de Pensamiento Nacional), y claro está, libre de las distorsiones intencionales de los mercenarios neoliberales y los dogmáticos del voluntarismo marxista – anarquista – ultra ecologista.
Ahora que literalmente estamos “con el agua al cuello”, es imprescindible enumerar una serie de acciones básicas, sin las cuales solo se harán parches que estallarán en nuevas crisis pocos años más adelante.
Sintéticamente expuestas, las principales medidas que deben ser tomadas son las siguientes, no necesariamente en el orden expuesto, pero sin duda priorizando la concreción de un Plan Energético a largo plazo, por lo menos a tres décadas vista, el cual podrá ser corregido parcialmente, sin alterarse su esencia, tal como se hace en todos los países ordenados, con visión de futuro, con clara concepción patriótica, y con estadistas de fuste asesorados por reales expertos en los diversos temas.
a) Realizar un muy preciso y descarnado análisis de la situación actual, causas, consecuencias y posibles alternativas de acción. ¡No se puede solucionar aquello que se desconoce!
b) Aprobar el Plan Energético Nacional, el cual debe incluir planes específicos para el Sector Eléctrico, los energéticos primarios actuales, los desarrollos coherentes de energéticos a futuro; y también incluir proyecciones de corto, mediano, largo y muy largo plazo.
c) Desterrar el criterio “mercadista”, otorgando el verdadero rol de alta prioridad estratégica a todo el Sector Energético.
d) Volver a manejar desde el Estado Nacional al petróleo, el gas, el carbón, la hidroelectricidad y otras áreas energéticas prioritarias, sin perjuicio de retribuir adecuadamente a las provincias por las explotaciones de esos recursos.
e) Fortalecer los entes estatales específicos, como la Secretaría de Energía de La Nación; lo cual implica ampliar y mejorar su “masa crítica” de personal permanente y bien remunerado, además imbuido de un claro compromiso con los valores nacionales.
f) Erradicar de esos entes los prejuicios ultraecologistas que se infiltraron durante el prolongado proceso neoliberal, como evidente parte de las acciones de desintegración nacional.
g) Volver a crear entes que han sido señeros en el Sector Energético, como Agua y Energía Eléctrica, recuperándose los abundantes estudios y trabajos realizados, y seleccionándose su personal en base a sus conocimientos y su claro compromiso con los Intereses Nacionales (evitándose los conocidos personeros de intereses particulares, generalmente en colisión con aquellos intereses).
h) Ordenar prioridades en los entes de investigación, poniéndose énfasis en aquellas líneas de investigación que contribuyan a dar soluciones reales a nuestras necesidades energéticas actuales y futuras. Evitarse las clásicas distorsiones conceptuales de los “intereses creados” y de los “caballos de Troya” que son los disparates ultraecologistas, que solo sirven para confundir y hacer perder tiempo, energía humana y recursos económicos escasos. Como ejemplos concretos de esos dislates, la sobrevaloración de las “nuevas fuentes de energía”, y la descalificación caprichosa y capciosa de las energías hidroeléctrica, nuclear y de biomasa.
i) Otorgar énfasis a todos los proyectos energéticos que contribuyan a integrar fuertemente a todo nuestro extenso territorio continental y a Tierra Del Fuego.
j) Producir un fuerte cambio en la Secretaría de Medio Ambiente, para evitarse los discursos dobles por parte de sectores ultraecologistas que desde los años ’90 se ocuparon de frenar cuanto proyecto hubo, en base a prejuicios ambientalistas erróneos o exagerados.
k) Definir claras prioridades, en base a criterios técnicos no reñidos con los imprescindibles principios geopolíticos que son elementales en toda actividad fuertemente estratégica, como es el caso de la energía.
Cabe recordar aquí una categórica afirmación de Charles De Gaulle, el padre del resurgimiento francés de la posguerra: “sin energía propia, sin Ejército con capacidad de disuasión y sin cultura nacional, no existe Nación viable”.
En artículos posteriores se analizarán –Dios mediante- conceptos vinculados con este enunciado básico.
Por Carlos Andrés Ortiz
Escritor y periodista ad honorem. Ex Docente – Investigador = Facultad de Ciencias Económicas = UNaM Especialista en Gestión de Producción y Ambiente = Cursante de la Maestría en Gestión de la Energía – UNLa-CNEA = Becario de la Comisión Nacional de Energía Atómica
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