La importancia estratégica de la energía nuclear en la Argentina
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- El 29 octubre, 2007
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El Gobierno acaba de anunciar un conjunto de decisiones para fortalecer el desarrollo de las múltiples aplicaciones de la energía nuclear, que incluyen la conclusión de las obras de la tercer central Atucha II, el inicio de las tareas para la construcción de una cuarta central nuclear y el enriquecimiento de uranio para abastecer el parque nucleoeléctrico argentino.
Son muy buenas decisiones que permiten revertir un prolongado proceso de estancamiento en el sector y rescatar la mucho importante que el país realizó en el pasado en esta materia. La energía nuclear es una fuente importante del abastecimiento energético y reveladora de la capacidad del país para emprender proyectos de alta complejidad.
Su desarrollo en las últimas décadas ha permitido enriquecer el acervo científico, tecnológico e industrial.
Sobre estas bases fueron posibles, por ejemplo, los éxitos logrados por INVAP en la construcción de reactores, satélites, radares y otros equipamientos en la frontera del conocimiento contemporáneo.
La consolidación de los logros alcanzados requiere concluir la construcción de Atucha II, emplazada junto a Atucha I, sobre el río Paraná de las Palmas, a 7 km. de la localidad bonaerense de Lima. Recordaré que durante mi gestión como Presidente del Directorio de la Comisión Nacional de Energía Atómica se destacó que Atucha II debía concluirse o desmantelarse definitivamente. Comparamos los costos y beneficios de ambos cursos posibles de acción.
El resultado del análisis de la alternativa fue concluyente: conviene terminar las obras, construidas ya en un 80%, en el menor tiempo posible, estimado en 4 años desde el reinicio de los trabajos.
Los estudios realizados en ese entonces revelaban que el componente nacional de las obras y servicios representa el 76% de la inversión a realizar (alrededor de $ 2.000 millones) que generaría 2250 puestos de trabajo, con un pico de 4.500, más empleos indirectos en la zona de influencia de las obras y en los proveedores privados.
Atucha II es una central de uranio natural con una potencia instalada de 745 MW y que fue objeto de una licitación internacional, en 1980, por un contrato no llave en mano, adjudicada a Siemens-KWU de Alemania. La obra se inició en marzo de 1981 y debió estar operativa en julio de 1987 con una inversión de u$s 1.600 millones y una vida útil estimada de 40 años. Su aporte a la energía eléctrica neta generada por el Mercado Eléctrico Mayoristas (MEM) sería del orden del 8%. La indecisión para proveer la contrapartida de fondos locales para la ejecución de las obras, llevaron a su paralización.
Han transcurrido casi veinte años desde 1987 y, en vez de haber producido más de 80 millones KWh equivalentes a más de $ 6 mil millones, el proyecto lleva gastado, a fondo perdido, más de $ 9 mil millones, incluidos los intereses caídos.
Además, el costo de mantenimiento anual de las obras paralizadas y de la planta de agua pesada de Arroyito, asciende a alrededor de 80 millones anuales, conforme a los estudios realizados por la Comisión Nacional de Energía Atómica. Además de la rentabilidad estimada del proyecto, existen otras razones decisivas que avalan la decisión actual del Poder Ejecutivo de concluir la construcción y poner operativa a Atucha II.
La central dará mayor estabilidad al sistema eléctrico por tratarse de una unidad de base que además, por su bajo costo marginal, puede disminuir los precios del MEM en ciertos períodos. Constituye una pieza principal del sector nuclear argentino porque permite el pleno aprovechamiento de la capacidad instalada de combustibles nucleares y agua pesada y eleva la eficacia de Atucha I, cuya vida útil se está acercando a su fín.
La conclusión de Atucha II consolidaría el dominio de la tecnología nuclear, campo en el cual el país logró avances notables en los últimos 50 años. Es preciso mantener la capacidad tecnológica e industrial en una fuente de energía que abastece actualmente cerca del 20% de toda la energía eléctrica generada en el mundo y para la cual existen actualmente 37 centrales en construcción, particularmente en los países de más rápido crecimiento económico en Asia. Fué principalmente en torno de la construcción de sus dos primeras centrales nucleares, Atucha I y Embalse, que Argentina construyó su acervo de ciencia y tecnología aplicado a la protección del ambiente, medicina, conservación de alimentos, agricultura, ingeniería de materiales, robótica y control de calidad. De allí surgió también INVAP, la fábrica de tecnología, según la expresión de Jorge A. Sábato, que ha revelado su excelencia y capacidad competitiva internacional en áreas de frontera. Por último, la terminación de Atucha II y las otras decisiones adoptadas en la materia ofrece una oportunidad de avanzar en la cooperación con Brasil.
En el 2001 se creó la ABAEN (Agencia Argentino Brasileña de Aplicaciones de la Energía Nuclear) destinada a profundizar la integración de ambos países en un proceso simétrico y compartido de desarrollo de un sector científico y tecnológico fundamental. Los brasileños tienen también un proyecto nuclear inconcluso, Angra III.
La cooperación en la conclusión de centrales nucleares reduciría los costos y ampliaría el acervo científico, tecnológico e industrial de ambos países.
Podría ser incluso el primer paso para constituir una empresa binacional de desarrollo nucleoeléctrico que, de partida, podría contar, con nada menos que 4 centrales operativas y 2 en ejecución. Los dos gobiernos cuentan en el sector nuclear con una oportunidad de poner en práctica sus intenciones de profundizar la integración del Mercosur.
Por: Aldo Ferrrer
Fuente: http://prensa.oceba.gov.ar/
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