La gripe, una baja laboral frecuente
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- El 1 enero, 2000
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La gripe es una enfermedad conocida desde tiempos inmemoriales: ya Hipócrates la describió en el año 412 antes de Cristo, y en la Edad Media fue un azote cruel contra la población europea. En 1918, durante la Primera Guerra Mundial, se produjo la asesina pandemia de “Gripe Española”, que asoló Occidente hasta límites no conocidos hasta entonces. Posteriormente, han aparecido nuevas pandemias de esta enfermedad (especialmente en 1957 y 1968), que -por desgracia- posiblemente no serán las últimas. A lo largo de estas líneas trataremos de dar explicación a estos ataques virulentísimos de la gripe, y sobre todo, intentaremos dar a conocer un poco mejor a un enemigo que nos acecha cada invierno: La gripe, el “León de Invierno”.
¿Qué es la Gripe?
La gripe es una enfermedad respiratoria aguda causada por el virus “Influenza”, que se procude en brotes invernales de extensión y gravedad variables. Es un problema de salud pública que afecta anualmente a un 20-30% de la población mundial. Está causada por diferentes cepas del “Influenza”, en sus tipos “A”, “B” y “C”.
La puerta del virus es respiratoria, con una fase de posterior multiplicación viral. El virus se contagia por medio de las gotitas procedentes de la tos y estornudos de las personas infectadas. Su periodo de incubación es de aproximadamente 48 horas. La enfermedad aparece entre 48 y 72 horas después de haber sido infectado. Los síntomas duran una media de 5 días. Las complicaciones más importantes son la sobreinfección y la aparición de una neumonía.
Epidemiología
La gripe es una enfermedad muy contagiosa que se transmite rápidamente. Se puede manifestar de diversas formas: esporádica, epidémica o pandémica. Una pandemia es la aparición simultánea de una infección en muchos países. En el caso de la gripe, se da cuando se ha producido un cambio en el virus circulante y no existe ninguna inmunidad porque la gente no había sido expuesta a esa nueva cepa.
Efectos sobre la población laboral
El virus de la gripe es responsable de casi la mitad de las bajas laborales debidas a enfermedad, con un promedio de tres a cuatro días por trabajador afectado. Estos datos son perfectamente conocidos por los empresarios, quienes -de modo especial entre las grandes firmas industriales- se decantan en mayor número cada año por estimular a sus empleados en situación de riesgo a que hagan uso de la vacunación.
El impacto económico generado por la gripe puede subdividirse en dos tipos: directo (gastos de atención médica, cuidados de enfermería y medicamentos) e indirectos (disminución en la productividad por la enfermedad en los trabajadores). Otro problema es el de intentar valorar la pérdida de productividad de aquellas personas que tienen que cuidar a un pariente con gripe.
¿Cuál es la población de riesgo?
La población de riesgo frente a la gripe está compuesta por:
Grupos de alto riesgo médico (patologías cardiovasculares, pulmonares, metabólicas, o de inmunodeficiencia, con evolución crónica).
Personas mayores de 65 años.
Colectivos dedicados a servicios públicos necesarios para la comunidad, como personal sanitario, policías, bomberos, maestros, etc.
Grupos que puedan transmitir la gripe a grupos de alto riesgo, como personal sanitario, personal de residencias de ancianos y hospitales de enfermos crónicos o inmunodeficientes, cuidadores o convivientes de estas personas, etc…
Embarazadas, si el segundo o tercer trimestre de gestación coincide con el periodo de epidemia gripal.
Síntomas de la gripe
Los síntomas más comunes de la gripe son: fiebre, dolor de cabeza, dolor de garganta, dolores musculares, tos seca y debilidad. Otros síntomas menos frecuentes son ojos llorosos y dolorosos, congestión nasal y moqueo.
La diferencia principal entre un resfriado común y la gripe es que el resfriado no suele producir fiebre elevada o malestar general; y además, que los síntomas de la gripe aparecen generalmente de forma repentina.
Complicaciones de la gripe
Los efectos negativos más importantes de la gripe son, sobre todo, la neumonía (primaria o secundaria) acompañada de un aumento de hospitalización, con incremento de la mortalidad entre las personas ancianas.
Los ingresos hospitalarios son escasos: apenas en el 1% de los casos graves de gripe se necesita internar al paciente, que por lo general es un niño o una persona mayor de 65 años. Sin embargo, ese reducido porcentaje no debe llevar a equivocación, ya que esta infección, cuando se manifiesta con intensidad, puede tener consecuencias extremadamente serias.
Las muertes por un cuadro severo de gripe ocurren en el 1-2% de los niños y en el 10-15% de los mayores de 65 años; el incremento de riesgo entre la población anciana se debe a que el virus contribuye a mermar las defensas del organismo, y le hace así más vulnerable ante padecimientos crónicos.
Prevención de la gripe: Vacunación
Para el control y prevención de la enfermedad, la medida fundamental es la vacunación de la población de riesgo, antes de la temporada de gripe. Con la vacunación se pretenden dos objetivos fundamentales: Impedir la circulación del virus, y prevenir las complicaciones y sobremortalidad.
La OMS (Organización Mundial de la Salud) vigila durante todo el año la evolución de la enfermedad y la aparición de variantes de los virus A y B de la gripe, para garantizar la composición de la vacuna anual recomendada: Hay que tener presente que la inmunidad frente a un tipo de virus (ya sea A, B o C) no confiere inmunidad frente a los otros. La mayoría de las vacunas están preparadas con virus inactivados crecidos en huevo (por esta razón, hay personas que son alérgicas a la vacuna).
La mayoría de las personas adultas han estado anteriormente en contacto con las cepas incluídas en las vacunas, por lo que es suficiente una dosis de la misma; mientras que en los niños menores de 9 años tal exposición es dudosa. Por tanto, en éstos niños se recomiendan dos dosis con un intervalo de 4 semanas entre ellas. El número de muertes puede elevarse de forma considerable si aparece un nueva cepa del virus y las personas no tienen ninguna inmunidad.
La eficacia de la vacuna depende de la relación entre las cepas vacunales y las circulantes. Aunque se consideran completamente seguras para todas las edades, pueden provocar ocasionalmente efectos secundarios: eritema local en el punto de la administración (unos dos días, aproximadamente), y con menor frecuencia fiebre, fatiga o discretos dolores musculares.
Efectos y limitaciones de la vacunación
Todas las vacunas tienen efectos positivos similares, aunque también presentan limitaciones, como su lentitud en la aparición de la inmunidad (entre 2 y 3 semanas tras la vacunación), una inmunidad de corta duración (8-12 meses), la necesidad de repetir la vacunación anualmente, y su disminuida respuesta en personas con alteración del sistema inmunológico. Además, en las personas mayores, su respuesta inmunológica es tan sólo limitada.
Los efectos positivos se aprecian en la disminución de las complicaciones (neumonías virales o bacterianas), la reducción del número de hospitalizaciones, de la mortalidad, y de los gastos sanitarios en general.
Otras medidas generales de prevención
Evitar el contacto con personas que tengan gripe.
Evitar los locales cerrados o con aglomeraciones.
Lavarse las manos frecuentemente.
Tratamiento de la gripe
Normalmente sólo se tratan los síntomas de la gripe; es decir, se administran medicamentos que mejoran el estado general del paciente: antitérmicos que reducen la fiebre, y otros medicamenteos que hacen desaparecer la tos.
La utilización de un tratamiento antiviral específico para el virus de la gripe no es muy común y además hasta la actualidad no se disponía de ninguno que fuera efectivo frente al virus de la gripe de tipos A y B. Recientemente se ha comercializado el único tratamiento existente para curar la gripe de ambos tipos: Zanamivir.
Los inhibidores de la neuraminidasa son un grupo nuevo de fármacos para el tratamiento de la gripe. Atacan directamente al virus y por esta razón reducen significativamente los síntomas y la duración de la enfermedad.
Los peligros de la automedicación
Las autoridades sanitarias suelen avisar sobre los peligros de la automedicación. En el caso de la gripe, recomiendan no tratar a los enfermos de gripe con antibióticos, puesto que el causante de esta enfermedad es un virus, y los antibióticos sólo pueden, en la mayoría de los casos, causar resistencias bacterianas. Los antibióticos sólo deberan usarse bajo prescripción médica y para tratar o prevenir complicaciones.
Extracto de artículo redactado por
Agustín Tirado, periodista
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