La Ciencia del Clima No Está Establecida
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- El 10 diciembre, 2009
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¿Hay alguna razón para estar alarmados por la perspectiva del calentamiento global? Considérese que las mediciones usadas, el promedio de la anomalía de las temperaturas globales (GATA), están cambiando constantemente. Algunas veces suben, otras veces bajan, y ocasionalmente –como durante la última docena de años– hacen algo que es apenas discernible.
Las afirmaciones de que el cambio climático se está acelerando son estrafalarias. Existe una apoyo generalizado de el GATA aumentó 0,7ºC desde mediados del Siglo 19. La calidad de la información es pobre, sin embargo, y porque los cambios son tan pequeños es fácil darles un codazo de unas pocas décimas de grado en cualquier dirección. Muchos de los e-mails de la del Centro de Investigaciones del Clima en Universidad de East Anglia han provocado tal controversia se relaciona con la manera de hacer esto para agrandar los cambios aparentes.
El apoyo general para el calentamiento no se basa tanto en la calidad de la información sino más bien en el hecho de hubo una pequeña edad de hielo desde más o menos el Siglo 15 al 19. Por eso no es sorprendente de que las temperaturas debieran estar aumentando a medida de que estuvimos emergiendo de este episodio. Al mismo tiempo que estábamos saliendo de la pequeña edad de hielo, comenzó la era industrial, y esto fue acompañado por un aumento de las emisiones de gases invernadero como el CO2, metano y óxidos nitrosos. El CO2 es el más prominente de todos, y está aceptado generalmente que aumentó un 30%.
La característica que define a un gas invernadero es que es relativamente transparente a la luz visible del sol pero puede absorber porciones de la radiación térmica. En general, la Tierra equilibra la radiación solar que ingresa emitiendo radiación térmica, y la presencia de gases invernadero inhibe el enfriamiento de la radiación térmica y lleva a algún calentamiento.
Dicho eso, las principales sustancias de invernadero en la atmósfera de la Tierra son el vapor de agua y las nubes altas. Vamos a referirnos a estas principales sustancias del invernadero para distinguirlas de las sustancias menores de origen humano. Aún una duplicación del CO2 sólo altera el alance original entre la radiación ingresante y la saliente en alrededor del 2%. Esto es lo que se llaman “forzamiento climático.”
Hay un acuerdo generalizado sobre las conclusiones de más arriba. En este punto no existen bases para una alarma a despecho de si se puede establecer alguna relación entre el calentamiento observado y el aumento de los gases invernadero menores. Sin embargo, las afirmaciones más publicitadas del Panel Intergubernamental de Cambio climático (IPCC) se refieren exactamente a si se puede discernir alguna relación. El fracaso de todos los intentos de relacionar a ls dos durante los últimos 20 años habla por sí mismo de la pobreza de cualquier motivo para la preocupación.
Los Informes de Evaluación del IPCC consisten generalmente de unas 1000 páginas de texto. El Resumen para Políticos tiene 20 páginas. Es imposible, por supuesto, resumir con exactitud 1000 páginas de estudios en 20 páginas; cuando menos, los matices y las advertencias de dudas tienen que omitirse. Sin embargo, es mi experiencia que hasta el mismo resumen raramente es leído en su totalidad. En su lugar, todo el informe tiende a estar caracterizado por una única afirmación icónica.
La principal declaración publicitada después de la última Evaluación Científica del IPCC de hace dos años atrás fue que era muy probable que la mayor parte del calentamiento desde 1957 (un punto de frío anómalo) se debía al hombre. Esta aseveración se basan en el débil argumento que los actuales modelos usados por el IPCC no podían reproducir el calentamiento desde 1978 a 1998 sin algún forzamiento, y que el único forzamiento que a ellos se le podía ocurrir era el hombre. Este argumento asume que estos modelos del clima manejan de manera adecuada la variabilidad natural interna del sistema climático como los ciclos naturales de El Niño, la Oscilación Decadal del Pacífico, la Oscilación Multidecadal del Atlántico, etc.
Y sin embargo, artículos de los principales centros de modelado reconocen que este fracaso de los modelos para anticipar la ausencia de calentamiento de los últimos doce años se debía al fracaso de estos modelos para tomar en cuenta esa variabilidad interna natural del clima. Así, hasta las bases del débil argumento del IPCC para el cambio climático causado por el hombre demuestra ser falso.
Por supuesto, ninguno de los artículos hacía énfasis en esto. En vez de ello enfatizaban que, de acuerdo con los modelos modificados para tener en cuenta a la variabilidad interna, el calentamiento se reanudaría –en 2009, 2013 y 2030, respectivamente.
Pero aún si la icónica aseveración del IPCC fuese correcta, no sería motivo de alarma. Después de todos estamos hablando décimas de grado para el 75% de los forzamientos climáticos asociados con una duplicación del CO2. El potencial (y nada mas que el potencial) motivo para una alarma se relaciona con el asunto de la sensibilidad climática –que se refiere al cambio que una duplicación del CO2 produciría en el GATA. Generalmente se acepta que una duplicación del CO2 producirá solamente un cambio de alrededor de 0,9ºC si todo lo demás se mantiene constante. Esto es muy improbable que esto sea motivo de preocupación.
Pero los actuales modelos del clima predicen sensibilidades mucho más grandes. Lo hacen porque en estos modelos, las principales sustancia de invernadero (vapor de agua y las nubes) actúan amplificando cualquier cosa que haga el CO2. Esto es conocido como “realimentación positiva”. Pero, como hasta el mismo IPCC lo nota, las nubes siguen siendo una gran fuente de incertidumbre en los modelos actuales. Dado que las nubes y el vapor de agua están íntimamente relacionados, la aseveración del IPCC que ellos están más confiados acerca del rol y el efecto del vapor de agua es sumamente implausible.
Hay alguna evidencia de un efecto de realimentación positiva del vapor de agua en regiones libres de nubes, pero una gran parte de cualquier realimentación positiva del vapor de agua debería reconocer que las áreas libres de nubes están cambiando de manera constante, y esto permanece siendo algo desconocido. En estos momentos, pocos científicos argumentarían que la ciencia está “establecida”. En particular, la cuestión permanece siendo si el vapor de agua y las nubes tiene una realimentación positiva o negativa.
La noción de que el clima de la tierra está dominado por realimentaciones positivas es intuitivamente implausible, y la historia del clima de la tierra ofrece alguna guía sobre este asunto. Hace unos 2500 millones de años, el Sol era un 20-30% menos brillante que ahora (compare esto con una perturbación del 2% que sería causada por una duplicación del CO2), y sin embargo la evidencia es que los océanos no estaba congelados entonces, y que las temperaturas podrían o haber sido muy diferente a las de hoy. En los años 70 Carl Sagan se refería a esto como “La Paradoja del Sol Lánguido”.
Durante 30 años se ha intentado de resolver la paradoja con los gases invernadero. Algunos han sugerido al CO2 –pero la cantidad necesaria era varias miles de veces más grandes que los niveles actuales e incompatibles con las evidencias geológicas. También se probó que el metano era poco probable. Resulta que el aumento de la cobertura de finas nubes cirros resolvía perfectamente la paradoja –pero sólo si las nubes constituyen una realimentación negativa. En términos presentes esto significa que ellas disminuirían los efectos del CO2 en vez de aumentarlos.
Hay bastante estudios en la literatura que también apuntan a la ausencia de realimentaciones positivas. La baja sensibilidad implícita es totalmente compatible con el pequeño calentamiento que ha sido observado. Entonces, ¿cómo hacen los modelos con alta sensibilidad consiguen simular a la actual pequeña respuesta a un forzamiento que es casi tan grande como una duplicación del CO2? Jeff Kiehl nota en un artículo de 2007 del Centro Nacional para Investigación Atmosférica, que los modelos empelan otra cantidad que el IPCC lista como muy pobremente conocida (concretamente aerosoles) para cancelar arbitrariamente la cantidad necesaria de calentamiento para que se ajuste a los datos, con cada modelo eligiendo un grado diferente de cancelación de acuerdo con la sensibilidad de ese modelo.
¿Qué tiene que ver todo esto con la catástrofe climática? La respuesta nos lleva a un escándalo que es, en mi opinión, considerablemente mayor que lo implican los e-mails de la Unidad de Investigación del clima (CRU) –aunque no tan grave como la destrucción de la información que se hizo. Concretamente: la sugerencia de que la misma existencia del calentamiento o del efecto invernadero era equivalente a catástrofe. Esto es el más grosero de los fraudes tipo “carnada y cambio”. Es ese fraude el que le confiere tanta importancia a las maquinaciones en los e-mails diseñados para alterar las temperaturas algunas pocas décimas de grado.
La noción de las complejas “catástrofes” climáticas son simplemente un asunto de la respuesta de un solo numero, GATA, a un único forzamiento, CO2, (o al forzamiento solar por lo que corresponda), representa un gigantesco paso atrás en la ciencia del clima. Muchos de los desastres asociados con el calentamiento son simplemente ocurrencias normales cuya existencia se asevera falsamente que son evidencia del calentamiento. Y todos estos ejemplos involucran fenómenos que dependen de la confluencia de muchos factores, no la acción de uno solo, el CO2.
Nuestras percepciones de la naturaleza están también arrastradas hacia siglos atrás de modo que las ocurrencias normales ocasionales de aguas abiertas durante el verano en el Polo Norte, sequías, inundaciones, huracanes, variaciones en el nivel del mar, etc, son tomadas como augurios, profetizando el Apocalipsis debido a nuestro comportamiento pecaminoso (como lo epitomiza la “pisada de carbono”). Todos estos fenómenos dependen de la confluencia de múltiples factores.
Considere el siguiente ejemplo. Suponga que dejo una caja en el suelo, y mi esposa tropieza con ella, cayendo sobre mi hijo que está llevando una caja de huevos, que se caen y se rompen. Nuestro actual enfrentamiento a las emisiones sería análogo a decidir que la mejor manera de impedir la rotura de los huevos sería hacer ilegal dejar cajas en el suelo. La principal diferencia es que en el caso del CO2 atmosférico y la catástrofe climática, la cadena de inferencias es mucho más larga y mucho menos plausible que en mi ejemplo de la caja en el piso.
Por: Richard Lindzen
Fuente: Mitos y Fraudes
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