ISO 14000 y el Etiquetado ambiental de consumo
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- El 1 enero, 2000
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Una de las iniciativas corporativas más recientes para facilitar el comercio internacional es el ISO 14000. La Organización Internacional de Estándares (ISO) consta de grupos nacionales (algunos privados, algunos gubernamentales, y algunos cuasigubernamentales) que desarrollan los estándares mundiales usualmente de productos, servicios, y métodos de la administración.
Un asunto de interés en el desarrollo de los estándares es el uso e interpretación del etiquetado ambiental de consumo.
Las etiquetas ambientales se originaron independientemente en muchas industrias para resolver dos problemas:
1) Las presiones competitivas en el mercado recompensan a las compañías que pueden “exteriorizar” más costos posibles
2) no se pueden realizar preferencias del consumidor por productos y servicios no contaminantes que preservan a los recursos naturales sin proveer de información exacta y sincera disponible al consumidor.
Exteriorizar los costos significa pasar los gastos del fabricante al público. El resultado es un precio del producto que es menos que el costo verdadero de producción. Señales inexactas de costos causan el reparto ineficaz e imprudente de recursos.
Tradicionalmente, los gobiernos han usado su poder de internalizar los costos por medio de leyes y reglas. Pero mientras las corporaciones han aumentado sus riquezas y poder, la influencia que éstas tienen en el gobierno ha acabado con los límites. Para que las tendencias alternativas del mercado puedan reemplazar a las reglas del gobierno, los consumidores tienen que ser informados de los méritos relativos ambientales de los productos y servicios que usan.
Como la conciencia de los problemas asociados con la externalización de costos llegó a ser más obvia, muchas organizaciones sociales y ambientales trataron de llenar el vacío informativo. Crearon etiquetas para indicar el contenido reciclado, posibilidad del producto de ser reciclado, las prácticas agrícolas orgánicas, prácticas de silvicultura sostenible, y otras prácticas y carácteristicas de importancia ambiental.
Algunas empresas adoptaron entusiásticamente las etiquetas por reconocer su potencialidad como un instrumento comercial para atender a un mercado especial.
Mientras las etiquetas ganaban popularidad otros empresarios olían una oportunidad y empezaron a vender credibilidad a otras empresas en la forma de certificados y etiquetas ambientales.
Eventualmente, y con frecuencia a petición de la industria, los gobiernos intervinieron a estandarizar muchas de las etiquetas por ejemplo “orgánico” y “reciclado”.
Aunque las reglas dentro de estados o países pueden ser estandarizadas, las corporaciones transnacionales no piensan que sean suficientes. Ven varias etiquetas ecológicas, algunas patrocinadas por gobiernos nacionales, como “barreras comerciales” inaceptables.
Efectivamente, algunos países usan las etiquetas ecológicas como un método de limitar productos extranjeros de sus mercados sin barreras arancelarias. En consecuencia, hay un gran mercado para la estandarización internacional de etiquetas ecológicas.
ISO intenta armonizar los intereses competitivos de estados nacionales, grupos comerciales regionales, sectores industriales, corporaciones transnacionales, empresas de revisión de cuentas y consultoras, y organizaciones ambientales.
ISO todavía no ha llegado a un acuerdo en cuanto a los estándares de etiquetas ambientales. Pero hay un acuerdo general en cuanto a varios principios a los cuales las etiquetas ecológicas tienen que ajustarse. Éstos incluyen:
1) las etiquetas deben ser exactas, verificables, y no engañosas;
2) no deben crear barreras comerciales;
3) deben ser basadas en las ciencias;
4) deben tomar en consideración el ciclo vital completo del producto o servicio;
5) deben estimular el mejoramiento del producto o servicio.
ISO ha identificado tres tipos generales de etiquetas:
Etiquetas del Tipo I son basadas en criterios multiples determinados por programas voluntarios terceros. El German Blue Angel y el US Green Seal son ejemplos de etiquetas de Tipo I.
Etiquetas de Tipo II son declaraciones informativas sobre el ambiente por parte del propio fabricante. La “espiral Mobius” usada para indicar los contenidos reciclados de productos es una etiqueta de Tipo II.
Etiquetas de Tipo III proveen información sobre los contenidos del producto basada en verificación independiente usando índices predefinidos. El Sistema de Certificación Científica “Eco-
Descripción Certificada” es un ejemplo de una etiqueta del Tipo III.
Las corporaciones transnacionales temen más a las etiquetas del Tipo I. Las corporaciones dudan de la validez científica de la base y se oponen al criterio usado para juzgar sus productos por declararles parciales. Con frecuencia estas objeciones son nada más que polvo aventado para ocultar los intentos de externalizar los costos. Tales etiquetas han sido especialmente favorecidas en Europa, e incluso la Unión Europea adoptó su propia etiqueta.
Las transnacionales también se preocupan por la proliferación de etiquetas con estándares contrarios o criterios de diferencias radicales en otros países. Estas etiquetas les parecen ser barreras comerciales y temen que se podría declarar superioridad total por medio de ellas.
Las etiquetas de Tipo II no son tan amenazadoras a las corporaciones. Tales etiquetas como la “espiral Mobius” indican el contenido reciclado del producto.
Sin embargo, las etiquetas de Tipo III son actualmente el enfoque de una controversia dentro del proceso de ISO. Etiquetas de Tipo III están basadas en la evaluación del ciclo vital, la cual sigue desde la cuna hasta la tumba el uso de materiales y energia y la producción de desechos y productos tóxicos. Etiquetas de Tipo III son similares a las de información del valor nutritivo.
Estas etiquetas comparan información de cantidades basada en la evaluación científica de índices predifinidos. Los índices usualmente incluyen agotamiento de recursos (agua dulce, madera o fibra, petróleo y gasolina, minerales y energía total) y emisiones (gases invernadero, gases de lluvia ácida, hidrocarburos, agotadores del ozono, contaminación aérea peligrosa, desechos peligrosos, y desechos sólidos).
Incluso al comparar estos índices, no se puede declarar superioridad total sin situar en orden de importancia los índices o evaluar los efectos locales y globales.
Evaluación de los efectos es sin duda el punto más vulnerable y pólitico de toda la discusión sobre las etiquetas de Tipo III.
Algunas industrias están en condiciones de ganar o perder mucho, depende de la evaluación de efectos.
¿Qué es lo que está en juego? La adopción de los estándares de etiquetas por ISO puede resultar en el fin de los programas de etiquetas gubernamentales y privados, por ser reemplazados, convertidos en copropiedades, o capturados por ISO.
Si los gobiernos deciden disponer la certificación por ISO o si la certificación llega a ser muy común entre las empresas como es previsto, las otras etiquetas pueden perder su posición.
El proceso de ISO es un proceso de interacción: mejoramiento continuo de los estándares que sucede al incorporar las experiencias del mercado y las condiciones que cambian.
Es muy importante que haya voces fuertes por el ambiente para contrabalancear a los intereses corporativos.
Escrito por Richard Coates
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