Hiperactividad y trabajo
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- El 24 febrero, 2004
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por Agustín Tirado, periodista
Falta de atención, hiperactividad e impulsividad son los síntomas clásicos de una persona que sufre el ‘Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad’
Todos los días Enrique se enfrentaba a la frustración real de no ser capaz de concentrarse lo suficiente como para completar una tarea de su trabajo. Fue despedido ya de su trabajo anterior de encargado de almacén porque perdió los inventarios y no podía rellenar los formularios cuidadosamente. Pensaba que se estaba volviendo loco, acudió a psicoterapeutas y probó algunas medicaciones, pero ninguna le ayudó en sus problemas de concentración. Encontró un nuevo empleo como dependiente en una tienda de calzados y posiblemente ni sus expectativas profesionales, ni su vida personal hubiesen cambiado si no hubiese sido porque tanto él como su mujer empezaron a notar síntomas parecidos en su hijo, y decidieron pedir ayuda médica.
El especialista diagnosticó que el niño padecía el llamado ‘Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad’ (ADHD, por sus siglas en inglés). A medida que se investigaba el comportamiento de su hijo, Enrique se dio cuenta de que él también había crecido con los mismos síntomas. Tras ser diagnosticado correctamente, y comenzar un tratamiento, realmente pudo conocer que sus capacidades podían mejorar hasta conseguir una vida muy satisfactoria y provechosa, tanto a nivel profesional como personal.
Síntomas del ADHD
Este trastorno no tiene síntomas físicos claros, y sólo puede ser identificado buscando ciertos comportamientos característicos, que además pueden variar de persona a persona. Y que de forma inesperada puede (en ciertos días o en ciertos momentos) ser completamente normal, haciendo pensar a quienes rodean al afectado que éste puede controlar su comportamiento. Además, los investigadores no han conseguido identificar ninguna causa en particular subyacente a todos los diferentes patrones de comportamiento observados.
En la actualidad, el ADHD es un diagnóstico que se aplica tanto a niños como adultos que muestran de forma consistente ciertos comportamientos característicos durante un cierto periodo mínimo. Los comportamientos reseñados suelen estar incluidos en tres grandes categorías: falta de atención, hiperactividad e impulsividad.
La falta de atención implica el aburrimiento que provoca la realización de una tarea cualquiera tras unos pocos minutos de haberla emprendido. Los afectados, sin embargo, puede prestar atención a las cosas que les gustan, con un esfuerzo que no pueden (y es importante esta matización: ‘no pueden’ es diferente de ‘no quieren’) prestar a tareas dificultosas o que requieren de una organización o aprendizaje.
La hiperactividad parece mantener a los afectados en un continuo estado de acción. Puede ser movimiento, puede ser hablar innecesariamente, puede ser no poder estar quieto (ya sea de pié o sentado en una silla), puede ser taconeando con los zapatos, puede ser tocando todo lo que tienen a su alrededor… Los adultos afectados pueden llegar a sentirse intensamente cansados, intentando pasar de actividad a actividad en su puesto de trabajo, sin descanso, y sin completar ninguna de ellas.
La impulsividad consiste en la incapacidad para refrenar sus reacciones inmediatas, o para pensar antes de actuar. Pueden soltar comentarios inapropiados, o salir a la calle o a una calzada sin mirar; no pueden esperar su turno en una cola…
No todo aquél que tiene fases o comportamientos hiperactivos, o faltos de atención, o impulsivos, tiene que estar afectado por el ADHD. A veces, todos podemos tener algún tipo de comportamiento parecido. ¿Cómo separar estos comportamientos de lo que es el trastorno en sí? Para averiguar si una persona sufre de ADHD, los especialistas consideran varios aspectos críticos, como pueden ser: si el comportamiento es excesivo, de largo plazo, si es muy perjudicial, si es continuo o responde a una determinada situación, etc…
De acuerdo con este manual, algunos signos de falta de atención, pueden ser:
Ser fácilmente distraído por imágenes o sonidos irrelevantes.
Incapacidad para prestar atención a los detalles, y cometer errores por descuidos.
Habitual falta de seguimiento cuidadoso y completo de instrucciones.
Pérdida u olvido habitual de objetos.
Cansancio habitual, sin poder por ello de permanecer quieto, o de dejar inmóviles las extremidades.
Necesidad de moverse (andar, correr, dejar el asiento, etc.) en situaciones que requieren de silencio o tranquilidad (en el trabajo, conciertos de música clásica, conferencias, cenas en restaurantes, etc.).
Espetar respuestas antes de oír la pregunta completa.
Incapacidad para aguantar pronunciar comentarios.
Tener dificultad para esperar un turno.
Diagnóstico del ADHD
Dado que todas las personas mostramos a veces estos comportamientos, el especialista conoce unas pautas maestras para determinar si pueden ser indicativas del ADHD. Los comportamientos deben aparecer muy pronto en la vida de una persona (en cualquier caso antes de los 7 años) y permanecer al menos durante 6 meses. En los niños, deben ser mucho más frecuentes que en otros de la misma edad. Y sobre todo, los comportamientos deben provocar un handicap real y comprobable en, al menos, facetas personales del afectado: la escuela, el hogar, el trabajo, o las relaciones sociales.
En el caso de los adultos, son diagnosticados de ADHD en base a su rendimiento en el trabajo, y su comportamiento en la vida familiar. Siempre que es posible, se consulta a los padres del adulto para conocer su comportamiento y problemática, cuando aún era un niño. La pareja del adulto, o un compañero de piso, también pueden ayudar para evaluar los comportamientos actuales. Pero sobre todo, se investiga al adulto en sí mismo, para que describa sus propias experiencias.
Un síntoma característico suele ser cierto sentimiento de frustración. Dado que las personas que sufren del ADHD a menudo suelen ser brillantes y creativas, con mucha frecuencia admiten esta frustración que les provoca el no poder mostrar su potencial. Muchos también se sienten inquietos y desasosegados, y se aburren fácilmente. Otros dicen que necesitan buscar lo novedoso y excitante para ayudarles a canalizar el torbellino mental que es su vida.
Aunque pueda ser imposible documentar cuándo comenzaron estos comportamientos, la mayoría de los adultos pueden dar ejemplos de ser impulsivos, hiperactivos, impacientes, desorganizados y faltos de atención a lo largo de su vida.
Hasta hace pocos años, no se pensaba que los adultos podían padecer el ADHD. Por esta razón, muchos adultos con síntomas activos nunca fueron diagnosticados. Personas que durante décadas sabían que algo no funcionaba en su rendimiento ni comportamiento, pero sin encontrar la causa. La medicación y psicoterapia aplicadas para casos de ansiedad, depresión, etc… no les ayudaron mucho, simplemente porque no se podía imaginar el verdadero trastorno.
Cortesía de www.infojobs.net
FUENTE: Prevención Laboris
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