¿Es posible incinerar?

Sin malos humos, sin ruido y sin olor

Las incineradoras de Yssy les Moulineaux y de Lille originan una mínima afección en el entorno. Una delegación de Gipuzkoa visitó las plantas, gestionadas por empresas que pujarán por la de Zubieta.

¿Qué le viene a uno a la cabeza cuando se habla de incineradoras?: Humos, suciedad, ruidos y olores. En las plantas de Issy les Moulineaux (París) y en la de Halluin (Lille) estos elementos brillan por su ausencia. ¿Que a cuento de qué viene informar de estas instalaciones? Muy sencillo: ambas están gestionadas por empresas que han anunciado su presentación al concurso para construir la incineradora de Zubieta. Así que resulta procedente indagar sobre su funcionamiento y especialmente el efecto en el entorno.

El martes y miércoles pasados una delegación guipuzcoana encabezada por el diputado general, Markel Olano, visitó las dos infraestructuras para conocer de primera mano sus características. Junto a él viajaron el diputado de Desarrollo Sostenible, así como representantes de las mancomunidades (excepto Alto Deba), consejeros del Consorcio de Residuos y periodistas.

De las dos plantas visitadas, la más sorprendente es la de Issy les Moulineaux, uno de los municipios que conforman el entorno de París, adherido a la capital por una trama urbana continua.

La incineradora se sitúa en la ribera del Sena, junto a la sede de Microsoft Europa, los laboratorios de la marca de cosmética Yves Rocher y frente a TF1, entre otros edificios de referencia. En el río, barcos-restaurante y una vegetación espesa. También hay viviendas. Se trata de un distrito de nivel alto.

La incineradora pasa desapercibida, el mejor elogio que se puede hacer a un tipo de infraestructura que lleva aparejada una imagen de mecano de tuberías, chimeneas, válvulas e ingentes cantidades de basura. Por fuera, la planta se eleva dos pisos y parece un edificio de oficinas: paneles de madera, vegetación colgante…ni rastro de chimeneas, humo u olores.

¿Cómo han conseguido este perfecto camuflaje? ¿Dónde está la basura que genera el millón de habitantes a los que da servicio la planta? ¿Y las escorias? ¿Y el horno? Respuesta: una gran parte de las instalaciones son subterráneas. Por ejemplo, la base de la chimenea se asienta quince metros bajo el subsuelo, asciende por el interior de edificio y emerge cinco metros por encima de la cubierta, en su zona central. Por tanto, desde la calle la chimenea no se ve.

Muy cerca de esta planta, en un solar adyacente, se encuentra la antigua incineradora de Issy les Moulineaux. Está en proceso de demolición y su imagen sí concuerda con la de una antigua factoría.

5 millones de ciudadanos

La visitada por la delegación guipuzcoana comenzó a funcionar hace tres años y llena de orgullo a sus gestores, un potente conglomerado de empresas formado por el grupo Tiru, Képpel Seghers y Sufi. Estas ingenierías gestionan otras dos incineradoras en París, dando servicio a 5 millones de ciudadanos (8 millones de toneladas de basura al año).

Stéphane Seguier, director de Desarrollo del grupo Tiru, afirma que el proyecto de la nueva planta de Issy les Moulineaux fue «todo un reto». Los vecinos, tras el cierre de la antigua incineradora, pusieron como condición para aceptar una nueva instalación «cero chimenea, cero humo y cero ruido». La única solución fue enterrarla. «Tuvimos que realizar una excavación de 33 metros. Toda la maquinaria está en el subsuelo. Los camiones (500 en cada jornada) bajan por una rampa y depositan la basura en el interior. Un sistema de aspiración absorbe los malos olores. Las escorias resultantes de la combustión se transportan en barco por el Sena a la planta donde se transforman en base para carreteras». Un perfecto mecanismo que consigue que enormes masas de basura desaparezcan sin dejar rastro.
Stéphane Seguier admite que al comienzo del proyecto hubo quejas por parte de los ciudadanos del entorno. «La cuestión se resolvió con transparencia total. El alcalde de Issy les Moulineaux y ex ministro, André Santini, organizó un grupo de ciudadanos con el fin de que vigilaran el proyecto, las medidas de seguridad… Finalmente, se llegó a un consenso social, institucional y también con los ecologistas».

Miguel Ángel López, director general de Képpel Seghers, asegura que la tecnología existente evita las emisiones. «Esta planta registra unos niveles diez veces por debajo de la norma. No hay ninguna contaminación. Basta con mirar el entorno. Estamos en una zona bonita, de alto nivel y con una ciudadanía exigente. Hay que tener en cuenta una cuestión básica. En nuestro sector, la tecnología va por delante de la ley por una cuestión de supervivencia. Las normas son muy restrictivas y, si queremos construir plantas, tenemos que estar preparados para cumplirlas».

López admite que siempre existirá un sector de la ciudadanía que se oponga a la incineración. «Ante estas personas no podemos hacer nada. Muestran posiciones dogmáticas que no se basan en realidades. No sabemos qué decirles. Les presentamos todo tipo de datos y de evidencias. pero nada de esto vale ante los dogmas. En el caso de Issy les Moulineaux, tres asociaciones ecologistas tienen abiertas las puertas permanentemente para inspeccionar la planta, hemos habilitado una página en internet para que cualquier ciudadano sepa en tiempo real lo que ocurre en la instalación».

En el campo

La planta de Halluin es muy distinta a la de París. Se encuentra en el campo, a una hora en coche de Lille. En este caso, no era necesario ocultarla bajo tierra. Emerge en plena naturaleza, sin complejos, pero tampoco parece una incineradora, sino más bien un híbrido entre polideportivo y platillo volante. Al igual que en París, nada de humo, ruidos u olores.

Está gestionada por Veolia, un gigante en el tratamiento de residuos. Da servicio a la Lille y a su conurbación (85 municipios), un millón de habitantes. Se sitúa a escasos kilómetros de la frontera belga.

El sistema de recogida de basura en esta zona resulta interesante por su posible aportación al debate existente en Gipuzkoa sobre el puerta a puerta. En parte de los municipios se ha optado por un modelo que utiliza dos cubos por cada portal. En uno de ellos los vecinos depositan el papel y los envases (todo junto) y en el otro los restos de comida. Se trata de un sistema mixto entre el quinto contenedor y el puerta a puerta.

Ahora bien, en Lille tienen claro que siempre existirá una parte de la basura que será preciso incinerar. Jean-Alain Jullien, director general de Servicios Medioambientales de Veolia, señala que el 51% de la basura se recupera, pero el 49% restante se incinera. «Tenemos claro que el compostaje y la incineración son complementarios».

La planta de Halluin se construyó tras el cierre en 1997 de otras tres plantas, después de haberse registrado concentraciones de dioxinas superiores a las permitidas en muestras tomadas en leche de vaca, de ahí que en el nuevo proyecto resultara clave garantizar a los ciudadanos la nula afección a la salud.

La nueva incineradora se abrió en 2003 y recibe 350.000 toneladas al año (la de Zubieta tendrá capacidad para 280.000). Los estudios realizados en las localidades cercanas determinan que los niveles de dioxinas en sangre de las personas analizadas son similares a los del resto de ciudadanos que viven en zonas industriales de Francia.

Jullien afirma que la transparencia es absoluta. «No hay quejas de los vecinos del entorno. La entidad metropolitana ha desarrollado un gran esfuerzo informativo. Existe una comisión abierta a cualquier persona que quiera plantear dudas o lo que crea oportuno».

Veolia o el grupo formado por Tiru, Képpel Seghers y Sufi no son las únicas empresas que se han interesado por adjudicarse los 275 millones de euros que costará la instalación guipuzcoana. Hay al menos otras tres interesadas. El pliego de condiciones del concurso será público el próximo mes y la adjudicación se efectuará antes de que acabe el año. La ganadora tendrá que acelerar para cumplir con el reto de abrir la planta en 2013.

Por: Fernando Segura
Fuente: Diario Vasco

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