Energías solar y de biomasa, positivas pero contaminantes
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- El 23 mayo, 2005
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Interesante pero en su justa medida.
Recientemente se difundió una interesante iniciativa, que contaría con el aval y financiación de organismos crediticios transnacionales, de proveer energía solar a establecimientos escolares alejados de las líneas de transmisión, y de montar una o más centrales termoeléctricas alimentadas con desechos forestales. Ambas iniciativas se estarían por concretar en Misiones, a través de la empresa con mayoría de capital estatal Electricidad de Misiones S.A. (EMSA).
Ambos tipos de proyectos parecen ser en principio muy interesantes, según los análisis que pueden hacerse con los datos básicos disponibles. Pero tienen sus limitaciones, además de lo cual ambas alternativas de generación (solar y biomasa) no son “limpias”, pues directa o indirectamente son altamente contaminantes.
La energía solar y otras “nuevas fuentes” de energía.
La provisión de energía eléctrica mediante paneles solares, a escuelas rurales ubicadas en parajes muy alejados de los núcleos urbanos, y a la vez muy distantes de las líneas de transmisión, es una iniciativa de indiscutible proyección social, que de por si es positiva y plausible.
Es bien sabido que cuando las distancias a la red de transmisión son muy largas, no resulta técnica ni económicamente factible proveer el servicio eléctrico mediante la interconexión a las líneas de servicio público eléctrico. Por eso debe preverse una alternativa local de generación.
Los grupos electrógenos pequeños son de funcionamiento muy costoso, por la sumatoria de su consumo de combustible por KWh producido, sus posteriores e imprescindibles tareas de mantenimiento y reparaciones, como también por su costo de adquisición y corta vida útil real. Por otra parte son ruidosos y proporcionalmente muy contaminantes.
La energía eólica no es una alternativa viable en Misiones, pues los vientos no son constantes, excepción hecha de algunos posibles puntos focales, posiblemente no evaluados, y si existieran, serían con seguridad de baja potencialidad.
La tecnología del hidrógeno es sumamente cara, y de una ruinosa ecuación ambiental (ello sin perjuicio de alentar y respetar las investigaciones serias en la materia, como las que mi amigo el Ing. Juan Carlos Bolcich y su equipo realizan en el Centro Atómico Bariloche de la Comisión Nacional de Energía Atómica).
Por supuesto que tan siquiera pensar en Misiones en la energía geotérmica o mareomotriz, es un disparate sin sentido, como también lo es la idea de “turbinas a instalar en caños a ubicarse en el fondo de los ríos”, como muy suelto de cuerpo afirmó cierto “político todo terreno”, autodefinido “especialista energético” y conocido ecólatra antirrepresas a ultranza.
Volviendo al tema de los paneles solares, constituyen una interesante solución para puntos de consumo aislado, con bajos requerimientos de potencia, como en este caso las escuelas rurales, o como antes se utilizaron en las torres de retransmisión de televisión en Misiones; u otros casos similares. Pero de ningún modo puede admitirse que los paneles solares son una alternativa “limpia” o no contaminante de generación eléctrica.
De acuerdo a los nuevos conceptos de la también nueva Contabilidad Ambiental, los cálculos tanto de los costos económicos, como ambientales; deben ser elaborados en forma muy cuidadosa, incluyendo en las ecuaciones a los denominados “costos encubiertos” y a los costos indirectos; pues ambos usualmente o bien directamente no se consideran en la ecuación, o erróneamente se asignan a otros bienes o servicios, desligándolos del hecho principal: la fuente de generación eléctrica que se está evaluando.
Un buen cálculo de costos ambientales y económicos de los paneles solares, debe comenzar desde el proceso de fabricación de los equipos, pasando por toda la vida útil efectiva, hasta el proceso de desmontaje y disposición de final de los paneles y equipos complementarios, ya convertidos en chatarra…o en castellano simple en basura…que también contamina. Analicemos todo el proceso.
Los análisis superficiales, tanto de personas de buena fe como de las transnacionales de la ecología (que no tienen nada de inocentes), siempre consideran exclusivamente el período de vida útil, en el que los costos ambientales son mínimos, casi imperceptibles. Lo mismo hacen directa o subliminalmente los “canales culturales”, con programas enlatados provenientes del Primer Mundo, muchas veces subvencionados por las grandes multinacionales de la ecología, o por el “Club De Roma” (ente que dio origen al movimiento ultraecologista que propugna el falso paradigma del “crecimiento nulo” y que presenta al ser humano como la gran plaga mundial).
Pero la supuesta “limpia ecuación de los paneles solares” cambia sustancialmente si se evalúa que la energía eléctrica que debe gastarse en su proceso de fabricación es proporcionalmente mucha en función de la bajísima capacidad de generación en KWh año de estos equipos.
Finalmente resta el desmontaje y desarmado, el cual si se realiza bajo estrictas medidas de protección ambiental es económicamente caro, y también consume energía; pues debe preverse el destino final o la reutilización de los componentes altamente tóxicos que integran las aleaciones de los paneles. Si ese proceso no se hace, o se hace mal, al oxidarse los paneles solares en desuso, los componentes tóxicos pasan al suelo, a las aguas superficiales, y por filtración a las aguas subterráneas.
Con todo ello es más que evidente que la ecuación ambiental es de resultados pobres, o inclusive negativos (se termina contaminando mucho en función de lo poco producido).
La energía de biomasa.
Es seguramente la primera fuente de energía que utilizó el ser humano, en las épocas de las cavernas y en los albores de la civilización. Evidentemente no es una fuente “nueva” de energía.
Inclusive en épocas de escasez durante la Segunda Guerra Mundial se utilizó mediante ingeniosos dispositivos para producir gases, que a su vez alimentaran motores de combustión interna. Por otra parte, desde hace mucho las calderas alimentadas con biomasa (leña y otros subproductos) pueden utilizarse para producir vapor de agua, el que a su vez puede mover generadores eléctricos. Como se ve, nada nuevo bajo el sol, en lo que a biomasa se refiere.
Respecto a considerar a la biomasa una “fuente limpia de generación eléctrica”, es un concepto que no resiste el menor análisis. ¿Acaso la madera cuando se quema no emite humo, y el humo no contiene monóxido de carbono (causante del “efecto invernadero), y partículas sólidas, muchas de ellas tóxicas, que contaminan el ambiente?
Por otra parte, todo el proceso de acopio, transporte y disposición para la combustión de la biomasa es relativamente caro y complejo, y también implica costos ambientales, como el del proceso de transporte.
¿Es entonces energía “limpia”?…¡¡¡por favor!!!
Algunas conclusiones.
Se reitera que ambas iniciativas (los paneles solares para escuelas alejadas, y el uso de la biomasa para generar electricidad) tienen características interesantes y en principio positivas.
Por ejemplo darle un uso industrial a los desechos de los aserraderos que hoy se queman inútilmente, es positivo, y posiblemente produzca también alguna ocupación marginal de mano de obra.
No puede ni debe dejar de considerarse que ambas tecnologías de generación solo producirán energía en bajas escalas, por lo que es conveniente destacar que de ningún modo son alternativas viables para reemplazar a las tecnologías probadas y económicamente eficientes para generar en las grandes escalas que tanto Misiones como Argentina toda necesitan imperiosamente.
De lo contrario no faltará algún malintencionado “referente” de las transnacionales de la ecología, o algún despistado ecologista local, que pretenda afirmar que Corpus Christi o Garabí pueden ser reemplazados por los paneles solares o le energía de biomasa; haciéndole de ese modo “el campo orégano” a los que actúan al servicio de los grandes intereses petrolíferos y gasíferos (hoy totalmente extranjerizados); o peor aún, al servicio de quienes pretenden mantenernos sumidos en el subdesarrollo y la miseria crónica.
C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ =
Docente-Investigador =
Facultad de Ciencias Económicas =
UNaM
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