El silencioso peligro de las dioxinas y los furanos
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- El 11 enero, 2013
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Poco conocidas para el gran público, las PCDD y los PCDF son sustancias químicas orgánicas adversas al ambiente y a la vida que muchas veces consumimos -sin saberlo- en nuestros alimentos. A pesar de que el país avanzó con la confección de un inventario, aún faltan laboratorios especializados para estudiar el tema.
Las llamadas dioxinas y furanos, más exactamente las dibenzoparadioxinas policloradas y los dibenzofuranos policlorados (PCDD/PCDF), son compuestos tricíclicos aromáticos constituidos por dos anillos bencénicos unidos entre sí (en el caso de las dibenzoparadioxinas policlorados, por dos átomos de oxígeno; mientras que en el de los dibenzofuranos policlorados, por un átomo de oxígeno y un enlace carbono-carbono) y cuyos átomos de hidrógeno pueden ser sustituidos por hasta ocho átomos de cloro.
El Convenio de Estocolmo, que Argentina ha ratificado mediante la Ley 26.011, sancionada el 16 de diciembre de 2004 y promulgada de hecho el 10 de enero de 2005, regula el manejo de los llamados Contaminantes Orgánicos Persistentes (COP), que constituyen en forma inicial un grupo de 12 sustancias (o familias de sustancias), que se pretende erradicar por sus características adversas al ambiente y a la vida.
Los COP son sustancias químicas orgánicas que poseen una combinación particular de propiedades físicas y químicas de tal manera que, una vez liberados al medio ambiente, se mantienen intactos durante períodos excepcionalmente largos de tiempo; se distribuyen ampliamente por todo el medio ambiente como resultado de procesos naturales relacionados con el suelo, el agua y, sobre todo, el aire; se acumulan en los tejidos grasos de los organismos vivos, incluyendo a los humanos; se encuentran en concentraciones más altas en los niveles superiores en la cadena alimentaria, y son tóxicos para los seres humanos y vida silvestre.
Como resultado de las emisiones al ambiente durante las últimas décadas, debido especialmente a las actividades humanas,
los COP se han distribuido ampliamente en todas las regiones del mundo, incluyendo aquellas en las que no se han utilizado.
Inventario nacional
Las dibenzoparadioxinas y los dibenzofuranos policlorados (conjuntamente con el hexaclorobenceno, y los bifenilos policlorados) pueden formarse y liberarse de forma no intencionada a partir de procesos térmicos, que comprenden materia
orgánica y cloro, como resultado de una combustión incompleta o de reacciones químicas. Argentina ha presentado en 2004 el Inventario Nacional de Liberaciones de Dioxinas y Furanos.
Este inventario ha sido realizado mediante el uso de una herramienta denominada “Instrumental Normalizado para la Identificación y Cuantificación de Liberaciones de Dioxinas y Furanos (Toolkit)”, desarrollada por el Programa de las Naciones Unidas, Dirección Productos Químicos (PNUMA -Productos Químicos) en 2001, en base al relevamiento de fuentes de dibenzodioxinas policloradas y dibenzofuranos policlorados, y a la aplicación a las mismas de factores de emisión por defecto.
De esta forma, se han tomado en consideración aproximaciones de carácter teórico, debido a la ausencia de información sistematizada referida a las liberaciones en nuestro país. Por otro lado, no existe un inventario completo de fuentes de emisión, así como la posibilidad de realizar estudios y mediciones, por carecer de laboratorios acreditados con capacidad e instrumental necesario para poder realizar los ensayos.
Faltan laboratorios
Las dioxinas y furanos se encuentran dispersos en el ambiente y todos nos encontramos expuestos a bajos niveles por exposición al aire, manipulación de residuales que los contengan y consumo de alimentos (principalmente productos cárnicos, lácteos y pescados, ya que estos contaminantes se acumulan en sustancias grasas, siendo menor la incidencia por consumos de frutas y vegetales). Se estima que más del 90% de la exposición diaria proviene de los alimentos.
En el inventario se observa que la principal fuente está constituida por la quema no controlada de biomasa, la cual puede afectar en forma negativa la calidad de los suelos, aguas y aire. En cuanto a la metodología de análisis químico, con la finalidad de determinar la presencia, concentración y especies e dioxinas presentes, es necesario contar con laboratorios de alta complejidad.
El uso de cromatografía gaseosa de alta resolución, conjuntamente con la detección mediante espectroscopia e masas de alta resolución (HRGC/HRMS) constituye la forma más adecuada de realizar los estudios en las concentraciones que deben determinarse en numerosas matrices ambientales (suelos, aguas, emisiones gaseosas) y alimentos.
El Instituto de Salud Pública de Noruega, realiza en forma periódica ensayos interlaboratorios, contando con 90 laboratorios que participan regularmente. De América, sólo se identifican laboratorios ubicados en Estados Unidos y Canadá, existiendo un vacío en Latinoamérica y el Caribe.
Acciones futuras
Debido a la generación no intencional de dioxinas y furanos, es necesario establecer programas de mejora continua que tiendan a disminuir la generación en sus fuentes, involucrando la adopción de las mejores técnicas disponibles y mejores prácticas ambientales (BAT/BEP). Dado que nuestro país es productor de bienes agrícola-ganaderos, es necesaria la adopción de las medidas de control necesarias para garantizar la mejor calidad, y minimizar la incidencia y el riesgo que crean las PDCC / PDCF y los COP en general.
Como se ha indicado, la Argentina no cuenta al día de la fecha con un laboratorio de referencia para el análisis de dioxinas y furanos en ambiente y alimentos. Este laboratorio sería indispensable para realizar los ensayos de liberaciones a partir de
distintas fuentes (industriales o no), así como también para certificar calidad de agroalimentos para el consumo.
La complejidad y seguridad requerida en este tipo de instalaciones deberán derivar en un laboratorio que cumpla con los estándares internacionales y permita capacitar a toda la cadena de responsabilidades que tengan relación con el análisis, posibles generadores de emisiones, laboratorios de muestreo, consultoras y organismos públicos a distintos niveles, nacionales, provinciales y municipales.
Por: Lic. Alejandro Eiroa
Fuente: Revista Futuro Sustentable
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