El gas natural: la lucha mundial por el gas
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- El 17 marzo, 2008
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La reciente decisión del presidente Evo Morales de nacionalizar las reservas de gas de Bolivia, y el proyecto de un gaseoducto que unirá Venezuela, Brasil y Argentina ponen en evidencia la importancia creciente de este recurso energético. El mercado global emergente del gas natural licuado tiene el potencial para satisfacer la creciente demanda mundial de energía eléctrica. El interés de EE.UU. en la medida en que su reservas disminuyen.
Un nuevo negocio energético global (el del gas natural) está surgiendo. Tendrá un impacto de largo alcance en la economía mundial, con nuevos riesgos y oportunidades nuevos alineamientos y conflictos geopolíticos. Conforme el gas se vuelva una mercancía primaria del comercio global, será esencial para satisfacer una serie de necesidades urgentes. Estados Unidos necesita estar alerta y prevenir una inminente escasez de energía; Europa, rejuvenecer su industria; los países en desarrollo, impulsar el crecimiento, y todos, satisfacer sus aspiraciones de tener un ambiente más limpio.
El cambio se logrará tanto con gasoductos de larga distancia como con un gas natural que, irónicamente, ya no está en forma gaseosa, pues ha sido licuado por enfriamiento. Este “gas natural licuado” (GNL) será transportado en buques cisterna que pueden virar de ruta en alta mar para responder a variaciones repentinas en la demanda global o en los precios. Gracias a este mercado global emergente, la iluminación, el aire acondicionado y las fábricas de Estados Unidos funcionarán con una electricidad que a veces se genera con gas natural procedente de Indonesia, del desierto argelino, los mares de Trinidad o de Nigeria, la isla de Sajalin, en el extremo oriental de Rusia, las frías aguas nórdicas de Noruega o las estribaciones de los Andes. (foto: planta de gas natural)
Sin embargo, uno de los aspectos más inquietantes de este nuevo negocio global del gas es que recuerda los años de transformación de finales de los sesenta y principios de los setenta, cuando Estados Unidos se integró al mercado mundial del petróleo. En unos cuantos años, el país dejó de ser un pequeño importador de petróleo y se convirtió en un gran mercado de estas importaciones. El aumento en la demanda de los mercados mundiales, impulsado por el motor de la economía estadounidense, contribuyó a preparar el escenario para las crisis petroleras de la década de 1970 y creó dependencias con las cuales el mundo aún se debate.
Durante más de medio siglo, Estados Unidos ha sido con mucho autosuficiente en gas natural, salvo por algunas importaciones de Canadá. En los próximos cinco años es probable que se vuelva un gran importador de gas; en diez años desplazará a Japón como el mayor importador mundial. Como inevitablemente se convertirá en parte de este nuevo mercado global del gas, ¿disparará Estados Unidos nuevos problemas de seguridad?
En los próximos cinco años es probable que se vuelva un gran importador de gas;
en diez años desplazará a Japón como el mayor importador mundial.
Muchos negocios se han vuelto auténticamente globales en sus operaciones y perspectivas durante la década pasada. El gas natural ha sido una excepción hasta ahora. Aunque es enorme —pues tiene un volumen comercial de más de medio billón de dólares al año-, ha sido un negocio limitado por el alcance de los gasoductos y la ausencia de un mercado global. Pero este cuadro está cambiando porque el GNL permitirá que las abundantes pero por mucho tiempo subdesarrolladas y “estancadas” reservas mundiales de gas sean llevadas con eficiencia a los consumidores.
En Estados Unidos, los precios del gas se han duplicado desde la segunda mitad de la década de 1990, lo cual coloca una nueva carga sobre la economía y presagia una escasez. Alan Greenspan, ex presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, habla advertido en 2004 que las menguantes reservas domésticas son “un problema muy grave» y una amenaza importante a la economía estadounidense, y se refirió con vehemencia a la necesidad de desarrollar suministros de gas natural licuado.
Evo Morales dió un paso polémico al decidir nacionalizar el gas en Bolivia |
Se espera mucho del GNL en estos tiempos. Pero desarrollar su pleno potencial podría costar unos 200.000 millones de dólares a escala mundial, y las compañías energéticas tendrán que escoger entre invertir en GNL u otras fuentes de energía. ¿Se establecerá a tiempo la compleja red de tecnología e inversión, dadas las incertidumbres de los mercados, las regulaciones y las políticas gubernamentales? ¿Los riesgos geopolíticos limitarán -o impedirán— el desarrollo? ¿Podrá el gas natural satisfacer la necesidad, y las grandes expectativas, que el mundo tiene de él?
MERCADOS EN EXPANSIÓN:
El gas natural, como el petróleo, es un hidrocarburo, y se lo encuentra solo o en compañía del petróleo. Hay un chiste de los primeros días del negocio petrolero: un geólogo que informa sobre la perforación de un quimérico pozo de exploración dice: “La mala noticia es que no encontramos petróleo. La buena es que tampoco encontramos gas”. La frase de remate refleja el mercado tradicionalmente mucho más limitado del gas natural, su bajo valor comparado con el del petróleo y la apreciación de fastidio que se concedía a un producto que no podía ser bombeado en el depósito de combustible de un automóvil. En las últimas décadas, sin embargo, cada vez son más evidentes las ventajas del gas.
Pero desarrollar su pleno potencial podría costar unos 200.000 millones de dólares a escala mundial
El gas es el combustible fósil más limpio; produce poca contaminación y emite menos dióxido de carbono —el gas principal en el efecto de invernadero— que el petróleo o el carbón. También es muy abundante. Sus reservas probadas totalizan lo que en términos petroleros ascenderían a más de un billón de barriles. Rusia, que posee 30% de las reservas mundiales, es la “Arabia Saudita del gas natural”. Otro 25% está en los subsuelos de Irán y Qatar que, juntos, componen el gigantesco yacimiento North Fieldl South Pars, que se encuentra en el subsuelo de ambos países. A continuación vienen, en términos de reservas, Arabia Saudita y los Emiratos Arabes Unidos. Estados Unidos está en sexto lugar, pero con sólo 3,3% de las reservas mundiales. Otros países con reservas aún menores, como Indonesia y Malasia, de todos modos figuran entre los principales exportadores de GNL En muchos otros países se encuentran grandes reservas que pueden servir de base para desarrollos de GNL. En efecto, debido al creciente interés por el gas natural, se prevé que se descubrirán reservas mucho mayores en todo el mundo. Por ejemplo, normalmente se piensa en Nigeria como un importante país petrolero, pero para quienes conocen sus perspectivas la verdadera promesa es una provincia potencialmente enorme de gas natural en la que además hay petróleo.
El gas es el combustible fósil más limpio; produce poca contaminación y emite menos dióxido de carbono
—el gas principal en el efecto de invernadero— que el petróleo o el carbón.
Hoy, el gas proporciona casi la cuarta parte del total de energía a la economía de Estados Unidos. Si bien el mercado europeo apenas comenzó sus operaciones en gran escala en 1959, con el hallazgo de un importante yacimiento en Holanda, actualmente el gas suministra más de 20% de la energía de la región, y esa participación sigue elevándose.
La fuente principal de gas en Europa ha sido la Unión Soviética (y Rusia en la actualidad). En la década de 1980, la propuesta expansión de las remesas soviéticas de gas natural a Europa causó un problema geopolítico: fue la disputa que más dividió a estadounidenses y europeos en esa década. Quienes proponían el tendido de nuevos gasoductos desde la Unión Soviética creían que el gas que condujeran reduciría la dependencia europea de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y mejoraría su economía. Los opositores, sobre todo en Estados Unidos, señalaban que incrementaría la dependencia europea de la Unión Soviética y daría al Kremlin tanto ventajas políticas como divisas duras para alimentar su complejo industrial militar. La construcción de lo que es hoy un gasoducto de 9.600 kilómetros de longitud que va de Siberia a las costas del Atlántico fue también uno de los sucesos precursores de la internacionalización del negocio del gas. Otro más fue el surgimiento del gas natural licuado.
La fuente principal de gas en Europa ha sido la Unión Soviética (y Rusia en la actualidad). En la década de 1980, la propuesta expansión de las remesas soviéticas de gas natural a Europa causó un problema geopolítico: fue la disputa que más dividió a estadounidenses y europeos en esa década.
PODER LIQUIDO:
En estado gaseoso, el gas natural sólo puede ser transportado con eficiencia por medio de gasoductos. Pero cuando hay océanos de por medio, los gasoductos no son funcionales. Por fortuna, cuando el gas natural se refrigera a temperaturas menores a -162 grados centígrados, se condensa en un liquido que puede ser colocado en un buque cisterna y transportado a lo largo de miles de kilómetros por mar. Una vez en su destino, el gas licuado se restaura a su estado original en una estación regasificadora. Por lo general, el proceso ha sido relativamente costoso. Pero es muy efectivo y permite empacar grandes cantidades de energía en una sola carga: un solo embarque contiene el equivalente de 5% del gas que se consume en Estados Unidos en un día promedio.
El primer negocio comercial de GNL comenzó a mediados de la década de 1960 y operaba entre Argelia y el Reino Unido y Francia. Pero esa operación incipiente fue pronto reemplazada por reservas más baratas enviadas por gasoductos de los Países Bajos y del Mar del Norte británico, y luego de Rusia y Noruega. No fue sino a finales de los noventa cuando nuevos proyectos en Nigeria y Trinidad, y más tarde Qatar, llevaron más GNL a Europa.
Sin embargo, el verdadero crecimiento del GNL provino de Asia. Japón quería reducir la contaminación del aire cambiando del carbón y el petróleo al gas natural para generar electricidad, pero los gasoductos no eran una opción. Así pues, en 1969 comenzó a importar GNL de Alaska (lo cual continúa haciendo hasta hoy). Luego, tras la crisis petrolera de 1973, el gobierno japonés promovió el GNL por razones de seguridad energética: reducir la dependencia del petróleo del Medio Oriente. Desde entonces Japón ha diversificado sus fuentes de abasto, e importa GNL de varios estados como Abu Dhabi, Australia, Brunei, Indonesia, Malasia y Qatar. Corea del Sur se convirtió en el segundo principal importador de Asia a finales de la década de 1980, y Taiwán se unió al club de importadores asiáticos en la de 1990. Enfrentadas a 4 una demanda cada vez mayor de electricidad, las enormes economías de China e India se preparan para sumarse a las ffias de importadores de GNL en los próximos años.
EL MOTOR ESTADOUNIDENSE:
En los dos últimos años, Estados Unidos ha mostrado ser un mercado crucial de expansión futura para el GNL: de hecho, es el mercado más importante. Por sí solo representa la cuarta parte del gas natural consumido diariamente en el mundo. Conforme las importaciones estadounidenses de Canadá se incrementaron en la década de 1990, lo que había sido autosuficiencia nacional se transformó poco a poco en autosuficiencia continental, e interdependencia. Y ahora, además, México importa gas estadounidense.
Estados Unidos abrazó con entusiasmo la nueva tecnología impulsada por gas para la generación de energía. En conjunto, su uso del gas natural en la producción de energía eléctrica se ha incrementado casi 40% desde 1990, y viene un crecimiento mucho mayor. Se han construido nuevas plantas de energía con capacidad de generar más de 200.000 mega-vatios en fechas recientes o están próximas a iniciar la producción. Se trata de una enorme capacidad de energía, equivalente a más de la cuarta parte de la capacidad instalada del país en el año 2000, y mayor que todas las industrias de energía eléctrica del Reino Unido y Francia juntas. Mucho más de 90% de esta nueva capacidad es alimentada por gas natural.
Pero aumentar la demanda de gas choca con lo que ahora aparece como una escasez de gas natural en Estados Unidos. Las fuentes tradicionales de energía ya no pueden mantenerse al paso del creciente consumo de electricidad. Los muy decepcionantes resultados del auge de perforación de 2000-2001 fueron el primer indicador de esta disparidad. Desde 2001, la oferta ha decrecido en 4%. En los próximos años se perforarán nuevos pozos y se añadirán nuevas reservas. (Debido al agotamiento de los pozos existentes, en 10 años más de la mitad de la oferta doméstica tendrá que provenir de pozos que aún no se perforan.) Puede haber un modesto repunte de la oferta en los dos próximos años, el cual, junto con una débil economía y un clima apacible, pueden encubrir temporaria mente la realidad de la escasez. Pero, como observa el Consejo Nacional del Petróleo de Estados Unidos en su nuevo estudio, persiste la realidad de que la base geológica de Estados Unidos se ha agotado, es decir ha sido ex en su totalidad. La escasez de energía, y la resultante elevación en el costo de producir electricidad a partir del gas natural, fueron una de las razones de la crisis energética de California en 2000-2001.
En respuesta a la contracción de la oferta y la demanda en Estados Unidos, los precios internos del gas se han duplicado, lo cual ha representado una carga sobre la economía. Además, el actual declive de la oferta es pequeño en comparación con lo que podría ser dentro de unos años, cuando comience la verdadera disminución en la producción estadounidense de gas. La elevación de precios lesionará a los propietarios de casas y a industrias como la de fertilizantes, la química y la de plásticos, que dependen del gas. Empresas de esos sectores ya están reduciendo su producción y cerrando plantas. Pero el efecto total del aumento en los precios del gas aún no se siente. Cuando eso ocurra, las fábricas se mudarán a otros países y se perderán empleos, en el orden de cientos de miles e incluso de millones. En forma por demás dolorosa, ello reducirá el consumo en el sector industrial. Algo de esto ya ha comenzado a ocurrir. La conservación de la energía tendrá un papel importante en mitigar el problema de la contracción de la oferta, pero habrá límites a lo que puede lograr, en especial con el aumento inexorable de la demanda de energía eléctrica (y, por lo tanto, del gas natural), que avanza más rápidamente que las mejoras en la eficiencia energética. El hallazgo de nuevos yacimientos importantes, o avances significativos en la tecnología de perforación, podrían incrementar las existencias en el país. Además, hay importantes áreas prospectivas en Estados Unidos: el oriente del Golfo de México, las Rocallosas y los litorales este y oeste del país. Pero por el momento no son viables por razones ambientales, y cualquier esfuerzo por mejorar el acceso a ellas conducirá en forma ni-evitable a una tormenta política. A fin de cuentas, un nuevo gasoducto traerá grandes cantidades de nuevas dotaciones de la Ladera Norte de Alaska (que no ha de confundirse con el controvertido Refugio Nacional de la Vida Silvestre del Ártico), pero la realización de ese proyecto tardará probablemente una década y, aun entonces, sólo compensará una parte de las necesidades por cubrir.
Por lo tanto, se necesita GNL para compensar una buena parte de la falta de oferta.
En 2002 el GNL representaba sólo 1% de la oferta de gas natural en Estados Unidos. Hacia 2020 podría ser más de 20%.
UNA MIRADA AL FUTURO:
¿Qué podría hacer zozobrar el desarrollo del GNL? En una época en que los precios del petróleo y el gas son elevados, sólo puede esperarse el optimismo sobre los prospectos de un nuevo mercado de GNL Pero la industria no se desarrollará siguiendo un solo camino; tendrá que sortear alteraciones y hacer ajustes sobre la marcha. Los bajos precios del gas, incluso si son sólo temporarios, pueden desanimar a los inversionistas y dificultar el crecimiento. Se requiere más que una mayor demanda, reservas abundantes y costos competitivos para construir un mercado global. Las compañías privadas necesitan comprometer el capital y los recursos humanos necesarios. Las empresas de propiedad estatal tienen que resolver los conflictos entre el atractivo comercial del GNL y otros imperativos políticos y sociales. Los bancos y otras instituciones de crédito necesitan tener confianza en la solidez financiera de los proyectos. Todos los participantes requieren la habilidad de sortear los altibajos de un mercado de productos básicos.
También los precios altos de los energéticos podrían alterar el negocio, al renovar la tradicional batalla por el ingreso económico entre los gobiernos y las compañías extranjeras. Alentados por la demanda del mercado, las presiones financieras y los sentimientos nacionalistas, los gobiernos podrían verse tentados a tratar de renegociar condiciones para sacar más valor de sus recursos. En última instancia, los grandes proyectos de gas sólo saldrán adelante cuando las condiciones de las negociaciones sean equitativas, justas y estables para todas las partes.
Los gobiernos de los países consumidores también necesitarán resistir una serie de tentaciones. Si se permite que el mercado opere, dicen los manuales, la elevación de los precios del gas debe crear una mayor oferta, con lo cual el mercado y los precios volverían al equilibrio. En realidad, sin embargo, tales precios también podrían impulsar a los gobiernos a adoptar políticas que, si bien populares desde el punto de vista político, podrían ser contraproducentes en lo económico. Ya se habla en Estados Unidos de imponer controles de precios y restringir el consumo de gas con “leyes sobre el uso del gas”. Si esas medidas se consideran seriamente, el riesgo y la incertidumbre de nuevos proyectos se elevarán y, por lo tanto, se retrasará la tan necesaria inversión. La implantación de tales restricciones puede frenar por completo el desarrollo.
La globalización del mercado del gas también plantea interrogantes de índole geopolítica. Algunos analistas prevén que los nuevos intereses e interdependencias que producirá el comercio del GNL fortalecerán las relaciones entre los países productores y los consumidores. Otros, en cambio, temen que sólo conduzcan a depender de las importaciones de un nuevo producto básico esencial, lo cual puede crear vulnerabilidad a maquinaciones deliberadas, perturbaciones políticas o problemas económicos.
No es posible dejar de lado estas inquietudes. En 2001, una insurgencia secesionista islámica en la isla de Sumatra cerró temporaria-mente las instalaciones que abastecen a Japón, si bien el GNL de otros lugares de Indonesia compensó el desabastecimiento. En 2002, la producción petrolera se vio trastornada en Venezuela por una virtual guerra civil entre el presidente Hugo Chávez y sus opositores, yen Nigeria por tensiones étnicas y conflictos regionales, hechos, ambos, que tuvieron fuerte impacto en el mercado mundial del petróleo. Bien se pueden vislumbrar escenarios en los que las grandes exportaciones futuras de GNL puedan verse sujetas a algún tipo de interrupción, aunque sea breve. Pero la mejor respuesta a tales preocupaciones de seguridad es establecer el negocio global del GNL y asegurar que provengan grandes suministros de muchos países.
¿Qué probabilidades existen de que surja una “OPEG”, es decir; una especie de OPEP del gas? ¿Podría ocurrir que unas cuantas naciones lleguen a dominar la oferta de GNL y adopten políticas que hagan recordar la OPEP de la década de 1970, enfrentada a los países consumidores? Es probable que se dé algún tipo de asociación entre los exportadores de GNL. Muchos son también exportadores de petróleo, ye! deseo de comparar condiciones fiscales será irresistible. Pero habrá límites en cuanto a lo lejos que puedan llegar. Por principio de cuentas, probablemente habrá muchos países, y muy diversos, como para formar un solo bloque. Australia, Yemen y Angola verán el mundo en forma muy diferente. Además, los países exportadores competirán no sólo entre sí, sino también con la producción local en los países consumidores y con los suministros a través de gasoductos, lo cual reducirá sus ventajas. En última instancia, los propios países exportadores necesitar también mantener buenas relaciones con sus clientes, proteger su segmento de mercado y promover más inversiones. Por lo tanto, probablemente serán cautelosos en cuanto a adoptar acciones que puedan perturbar el tan necesario flujo de ingresos hacia sus tesoros nacionales.
Estos temas geopolíticos deben servir de recordatorio deque el comercio del gas también tendrá implicaciones políticas, si bien no necesariamente alguna que desencadene confrontaciones. El gas no es sólo una mercancía básica más. Puesto que se lo comercia entre naciones, es también una oportunidad para que los estados establezcan relaciones duraderas, como han hecho países en Asia y Europa en las tres últimas décadas. Japón, siempre necesitado de energía, ha visto desde hace mucho tiempo cómo forjar vínculos políticos fuertes con sus proveedores de gas. Por ejemplo, el proyecto Sajalin de GNL, inversión de 10.000 millones de dólares para abastecer gas de Rusia a Japón, es la inversión privada extranjera más cuantiosa en Rusia..
El negocio del gas natural está en el umbral de un cambio profundo; listo para volverse global y adoptar un modelo de mercado más flexible. El gas puede convertirse verdaderamente en el combustible que ayude a mantener encendidas las luces del planeta. Pero dicho avance no está predeterminado; Estados Unidos necesita abarcar el mercado del GNL para completar esa transformación. El compromiso es necesario también para satisfacer las demandas energéticas y económicas del país. Para que esto ocurra se requiere que las estrategias de las empresas y las políticas del gobierno avancen al unísono. La interdependencia incrementada>producirá cierta variedad de riesgos, pero, en un mercado global creciente y diversificado, es posible manejarlos. Estos son pequeños en comparación con el riesgo mucho mayor de que Estados Unidos y Europa enfrenten una escasez constante de gas natural. Existe una urgencia cada vez mayor de hacer inversiones de corto plazo con el propósito de evitar trastornos más serios en los mercados del gas y en las economías en los próximos años de esta década
El negocio del gas natural está en el umbral de un cambio profundo; listo para volverse global y adoptar un modelo de mercado más flexible.
Por: Daniel Yergin y Michael Stoppard
Daniel Yergin es presidente de Cambridge Energy Research Associates (CERA) y autor de The Prize: The Epic Quest for Oil, Money, and Power
Michael Stoppard es director de Global LNG de CERA y co autor de The New Wave: Global LNG in the Twenty-first Centuty
Fuente: www.portalplanetasedna.com.ar
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