El Funeral de Kyoto
- Creado por admin
- El 1 enero, 2000
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Un pilar fundamental del acuerdo de Kyoto está basado en cálculos errados, datos incorrectos, y una selección exagerada y arbitraria de registros climáticos, según lo revela un nuevo estudio científico.
Este año ha sido una pesadilla para los partidarios del Tratado de Kyoto. Después de que Canadá ratificó el tratado a fines del 2002 – a pesar de la fuerte oposición de muchos científicos y políticos Canadienses – los ecologistas tenían todas las razones para creer que pocos expertos en el clima se atreverían a oponerse públicamente a la ciencia de Kyoto, y que Rusia ratificaría el protocolo rápidamente y se convertiría de inmediato en ley internacional.
En vez de ello, como se demostró en la Conferencia Mundial del Cambio Climático que se realizó en Moscú, sucedió exactamente lo contrario. El creciente número de científicos que niegan las bases científicas, han hecho públicas – cada vez más frecuentemente – sus protestas ante los medios de prensa, a medida de que nuevos y revolucionarios estudios siguen apareciendo en las revistas científicas especializadas, sacudiendo los cimientos del tambaleante edificio de Kyoto.
De todos los nuevos estudios publicados que podrían tener un impacto duradero sobre la ciencia climática fue publicado el 28 de octubre pasado, en el prestigioso medio científico Británico, Energy and Environment, que explica la manera en uno de los pilares fundamentales del Acuerdo de Kyoto está basado en cálculos errados, datos incorrectos y una elección sesgada y arbitraria de registros del clima.
Los autores del estudio científico, Steve McIntyre, analista de estadísticas de Toronto, y el profesor de la Universidad de Guelph, Ontario, Ross McKitrick, obtuvieron el conjunto original de datos e información que usó Michael Mann, de la Universidad de Virginia, para apoyar la noción de que el aumento de las temperaturas del Siglo 20 no tenía precedente en el milenio pasado. Una auditoría detallada de a información usada por Mann reveló numerosos errores en los datos. Después de corregir los errores y haber actualizado la fuente de los registros, McKitrick y McIntyre usaron la misma metodología empleada por Mann para demostrar que la conclusión original estaba totalmente equivocada.
La versión original de Mann dio por resultado el famoso gráfico del “Palo de Hockey” que pretendía mostrar 900 años de una relativa estabilidad de la temperatura en el mundo (el mango del palo), seguido de una abrupta subida (la cara del palo) durante el Siglo 20 (ver el gráfico de la Figura 1). La versión corregida de los últimos 1000 años en realidad contradice la visión promovida por el IPCC (Panel Intergubernamental del Cambio Climático de las Naciones Unidas), y elimina los cimientos para la creencia de que el Siglo 20 fue único entre los del milenio, y el más caliente de todos.
Figura 1: El gráfico de Mann según fue publicado por el Informe del IPCC |
Para comprender el significado del anuncio de McIntyre/McKitrick, es importante considerar la manera en que durante la pasada ha cambiado nuestra comprensión de la historia climática a largo plazo de la Tierra. En sus “Informes de Evaluación” de 1990 y 1995, el IPCC identificó claramente a dos grandes eventos climáticos del pasado milenio, confirmado por miles de estudios científicos de geólogos especialistas en el Período Cuaternario publicados en los últimos 100 años – un “Período Cálido Medieval” (PCM) desde aproximadamente el año 800 hasta el 1300 de nuestra era Cristiana, que era casi 2ºC más caliente que hoy, y una período mucho más frío conocido como “La Pequeña Edad de Hielo” (PEH) desde el 1300 hasta 1900.
Los efectos de estos eventos se sintieron en todas partes del mundo, con evidencia convincente, tanto en los períodos PCM como el PEH, en Europa, América del Norte, África, el Caribe, Perú, el trópico de Bolivia, y aún en China, Japón y Australia. Como parte de nuestra salida de la PEH, los científicos estuvieron de acuerdo en que hubo un calentamiento gradual a lo largo del Siglo 20, aunque las razones para este calentamiento dio origen a la disputa airada si los responsables eran los gases de invernadero o los cambios en la actividad solar y sus ciclos.
En los años recientes, el caso de las variaciones solares, como el principal modelador del clima y sus cambios, se hizo mucho más fuerte – para consternación de los propulsores de Kyoto. Después de todo, si mucho antes de que las emisiones de gases de invernadero producidas por el hombre se volvieran significantes, las temperaturas eran considerablemente más altas que hoy, hay muy poco motivo para pensar que las temperaturas de hoy sean algo antinatural. Si las temperaturas a finales del Precámbrico eran apenas 1,5º C a 2º C más altas que ahora, y la atmósfera tenía una concentración de entre 6.000 y 2.000 partes por millón (ppm), de dióxido de carbono, resulta bastante lógico pensar que el CO2 no es un gas de invernadero de tanta importancia como pretende el IPCC, y que una duplicación de sus concentraciones (de 370 a 650 ppm) podría llevar a un “efecto invernadero desbocado”, y provocar catástrofes en la Tierra. No hubo tal efecto en el Precámbrico, no lo habrá en 100.000 años más. Pero la duda más acuciante para los científicos de hoy es el problema de dónde poner los caballos y el carruaje:
¿Qué se produjo primero?
¿El aumento de lo CO2 provocó el aumento de la temperatura? O, como creen muchos científicos (y lo han demostrado), el aumento de la temperatura – por causas no muy bien establecidas, pero que se atribuyen al Sol – provocó el aumento del CO2? En muchos estudios científicos, el aumento del CO2 viene “retrasado” entre 200 y 400 años después del aumento de la temperatura!
La casi exclusiva influencia de la actividad solar sobre el clima de la Tierra es especialmente cierta, dado que los registros a largo plazo de los ciclos solares indican que tanto la Pequeña Edad de Hielo como el Período Cálido Medieval estuvieron estrechamente correlacionados con la actividad solar, y la emisión de energía del Sol se ha estado incrementando durante el ligero calentamiento de 0,6º C de los últimos 100 años. Los promotores de la hipótesis del calentamiento inducido por los gases de invernadero antropogénicos necesitaban desesperadamente un “revólver humeante” para impulsar la necesidad imperiosa de implementar el Protocolo de Kyoto.
Este ‘revólver humeante’ le fue provisto de manera muy conveniente por Mann, Bradley y Hughes en su estudio de 1998 (en adelante referido como “MBH98”) en donde ellos redujeron al PCM y a la PEH a eventos que no existieron fuera de Europa, y desarrollaron su famoso “Palo de Hockey”. El estudio de Mann concluía diciendo, “Nuestros resultados sugieren que la última parte del Siglo 20 es anómala en el contexto de por lo menos el milenio pasado, Los años 90 fueron la década más caliente, y 1998 el año más caliente, con un moderado nivel de confidencia.”
Por supuesto los fanáticos de Kyoto estuvieron deleitados. A pesar de ir en contra de la mayor parte de la literatura científica, y el hecho de que el estudio MBH98 era sólo uno de las miles de posibles construcciones de las temperaturas del milenio, los abogados de la hipótesis del calentamiento por gases de invernadero antropogénicos comenzaron a promover los resultados de Mann como la definitiva historia de las temperaturas globales. En el plazo de un año, el Palo de Hockey se convirtió en la nueva ortodoxia, apareciendo en toda la documentación oficial del mundo. Ver el gráfico corregido de la historia climática del último milenio en la figura siguiente:
Figura 2: Las temperaturas según el “El Palo de Hockey” (en rojo) y las reales temperaturas del último milenio (en azul),de acuerdo a la revisión y actualización hecha por McIntyre y McKitrick. |
Sin embargo, el procesos científico de revisión que tienen que seguir todos los estudios científicos antes de su publicación fracasaron en el caso del estudio MBH98. Los datos de las temperaturas anteriores a 1900 no fueron medidos directamente, como se hizo a partir de ese año, cuando se comenzaron a usar las lecturas de los termómetros de las estaciones meteorológicas en tierra. En vez de ello, las temperaturas pre-1900 fueron calculadas en base a las mediciones de “proxys”, es decir, de estudios sobre fenómenos naturales como el crecimiento de los anillos de árboles, o de los corales, o de sedimentos de lagos y lechos oceánicos, que indicaban la temperatura en ciertos períodos de la historia.
En consecuencia, mezclar los dos diferentes tipos de datos juntos sin un significante solapado, para llegar a conclusiones dramáticas, no ofrecía garantía alguna y debía de haber sido seriamente objetado por los revisores del estudio. Chris de Freitas, de la Escuela de Geografía y Ciencias Ambientales de la Universidad de Auckland, Nueva Zelanda, lo resume bien; “El ‘Palo de Hockey’ de Mann no es nada más que una construcción matemática vigorosamente promovida por el Informe 2001 del IPCC, para afirmar la noción de que el cambio de las temperaturas del Siglo 20 no tenían precedente.”
Los científicos Dr. Willie Soon y Dra. Sallie Baliunas, del Harvard Institute de Astrofísica, se adhirieron en marzo de este año a la crítica del ‘Palo de Hockey’ de Mann, cuando dijeron que ellos habían demostrado que, después de un análisis cuidadoso de 240 estudios ‘proxys’, que tanto el PCM como la PEH habían sido verdaderamente un fenómeno climático de extensión mundial, no limitados a Europa y a América del Norte. Los resultados de Soon y Baliunas acoplados con el estudio de McIntyre/McKitrick publicado esta semana, podría terminar con el debate para siempre, sepultando definitivamente al Protocolo de Kyoto y la absurda hipótesis del calentamiento global antropogénico.
Examinando cuidadosamente la información y datos del MBH98, y sus métodos computacionales, McIntyre y McKitrick descubrieron errores tan serios que los índices de temperaturas computados a partir de ellos son, citando a McIntyre, “no confiables, y no pueden usarse para comparaciones entre el actual clima y el de los siglos previos.” Las afirmaciones de Mann de que “las temperaturas en la última mitad del Siglo 20 no tuvieron precedente,” y las confiadas aseveraciones del IPCC y Ambiente del Canadá de que los años 90 “fueron probablemente la década más caliente”, y que “el año 1998 fue el más caliente del milenio,” carecen de todo fundamento científico.
Entre los abundantes errores en el estudio de Mann, algunos son garrafales, otros simplemente descuidos debido, en apariencia, a errores de trascripción (por ejemplo, atribución de mediciones a los años equivocados, ‘llenado’ de tablas con cifras idénticas para diferentes ‘proxys’ en diferentes años, etc.) En muchos casos, se usó fuentes de información obsoletas que han sido revisadas desde entonces por los investigadores originales. Como ejemplo de sus numerosos ‘errores de truncado’ las temperaturas de la Inglaterra Central dadas por Mann se detienen sin explicación en 1730, aun cuando los datos están disponibles hasta 1659, escondiendo así un gran período frío del Siglo 17. De modo similar, los datos de la Europa Central están truncos en 1550, en vez de 25 años antes, para los que existe información disponible, cuyo efecto es el de retirar de las series a los datos de mayor calor.
Por supuesto, nadie con un entendimiento de la historia del clima realmente cree que hubo un dramático pico de temperatura a mitad de la Pequeña Edad de hielo. Sin embargo, los datos y la metodología usada por Mann realmente apoyan a esa noción, contradiciendo totalmente su argumento de que existió simplemente un gradual enfriamiento entre el año 1000 y el 1900.
Corrigiendo y actualizando la base de datos ‘proxy’ usada por Mann y sus coautores, y luego repitiendo la metodología de Mann, McIntyre y McKitrick mostraron que el estudio MBH98 de hecho revela que la tendencia de las temperaturas de fines del siglo 20 en el hemisferio Norte no es excepcional cuando se la compara con los siglos anteriores. Al hacerlo, ellos demostraron que el llamado “riguroso proceso de revisión” del Informe 2001 del IPCC fracasó de manera miserable, dándole a un trabajo altamente fallido una prominencia central en su Informe 2001 del IPCC.
Como consecuencia, los gobiernos de todo el mundo están ahora tomando algunas de las decisiones más costosas jamás encaradas, basados en la aceptación lisa y llana de un Informe del IPCC que sabemos ahora que está básicamente equivocado.
Eduardo Ferreyra
Presidente de FAEC
Fundación Argentina de Ecología Científica
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