El Estudio de la Percepción del Riesgo y Salud Ocupacional: Una Mirada desde los Paradigmas de Riesgo
- Creado por admin
- El 29 octubre, 2010
- 0
RESUMEN
Por medio de este trabajo se aborda la temática de la percepción del riesgo el cual en las últimas décadas ha provocado bastante investigación, pues se le concibe como un elemento que puede potenciar y mejorar las políticas de prevención. El objetivo de este artículo fue abordar brevemente cuál es el estado del debate metodológico en torno al riesgo, y a su vez, dar cuenta de los paradigmas y teorías existentes que predominan en la reflexión sobre el riesgo, por último, se propone un esquema que intentará rescatar aquellos elementos que a nuestro parecer pueden contribuir a una comprensión global del riesgo en el mundo del trabajo y, en particular, en el ámbito de las intervenciones en seguridad, salud ocupacional y en la prevención de riesgos laborales.
En conclusión, este trabajo permitirá ampliar la mirada del riesgo, mezclando elementos de la teoría macrosocial, realizando una integración a su vez con elementos provenientes desde lo microsocial, lo cual enriquecerá la perspectiva de la prevención del riesgo en el ámbito laboral y organizacional. En torno a las prácticas investigativas se recomienda unir las metodologías cualitativas y cuantitativas con el propósito de perfeccionar la gestión en su totalidad.
(Vera A, Varela L, Macía F, 2010. El Estudio de la Percepción del Riesgo y Salud Ocupacional: Una Mirada desde los Paradigmas de Riesgo. Cienc Trab. Ene-Mar; 12 (35): 243-250).
Descriptores: PERCEPCIÓN DEL RIESGO, ENFOQUE PSICOMÉTRICO, TEORÍA CULTURAL, TEORÍA DE LA SOCIEDAD DEL RIESGO, PREVENCIÓN, GESTIÓN DEL RIESGO.
1. INTRODUCCIÓN
Al estudio del riesgo y de su percepción se han abocado disciplinas como la Economía, la Antropología, la Sociología, la Psicología, las ciencias ambientales, las ciencias de la salud, por referir algunas. Como lo reseña Sjoberg en su artículo “Factors in Risk Perception” (Sjoberg 2000) el origen de este ámbito de estudio se situaría en la década de los años 60’ en el contexto de la discusión sobre la energía atómica, sus usos y consecuencias.
Investigadores como Sowby con su artículo “Radiation and Other Risks (Sowby 1965) y Starr con “Social Benefit versus Technological Risk” (Starr 1969) fueron quienes abrieron la controversia sobre la temática en cuestión, siendo este último quien impulsara el debate –aún vigente– sobre el riesgo, con la interrogante: ¿Qué está dispuesta a pagar nuestra sociedad por la seguridad? Los desarrollos posteriores respecto al estudio del riesgo tienen un incremento exponencial, pasando éste a ocupar un lugar privilegiado no sólo en el debate académico y en la literatura especializada
sino, también, en diversos ámbitos de aplicación, donde los riesgos asociados a los procesos de toma de decisiones juegan un rol fundamental (ej. las ciencias políticas, la gestión, los negocios, la seguridad industrial, la seguridad personal, el desarrollo social y la gerencia social).
Sabido es que la naturaleza del concepto y sus diversas acepciones han y están cambiando con el transcurrir del tiempo y la deriva histórica de las sociedades. En esta ocasión nuestro afán no es aventurarnos en una revisión amplia y acabada de este tema, pues sus complejidades ameritan seguir profundizando e investigando de modo sistemático para realizar contribuciones que se sustenten en bases reales y contrastables. Por defecto, sólo circunscribiremos nuestra reflexión a la descripción de algunos paradigmas y sus posibles aplicaciones en el ámbito laboral. Las preguntas que orientarán nuestra reflexión, entre otras, serán: ¿Cuáles son estos paradigmas? ¿Cuáles son sus alcances? ¿Qué desafíos nos imponen para el mundo del trabajo y los ámbitos que los constituyen, a nivel preventivo y promocional?
Para responder a éstas se parte de la premisa que las concepciones paradigmáticas sobre el riesgo no tienen un carácter “a-histórico”. Precisamente, los paradigmas en el sentido planteado por Thomas Kuhn (Khun 1971) están cambiando y, por defecto, modulan la forma en que éstos son percibidos. No se debe perder de vista que los primeros esfuerzos en la conceptualización germinal del riesgo se circunscribieron a una esfera de índole eminentemente técnica, ligada ésta al desarrollo de la estadística y con un carácter estrictamente predictivo (Fischhoff et al. 1978; Wildavsky y Dake 1990). Sin embargo, hoy se puede señalar que con el fenómeno de la globalización y sus cambios inherentes, con los avances en la filosofía de las ciencias y la gran innovación tecnológica nos vemos enfrentados a un ámbito de transiciones y contratransiciones en nuestras formas de vivir, conceptualizar e interpretar los fenómenos y realidades en las cuales nos insertamos. La noción de riesgo es uno de los tantos aspectos que merecen ser atendidos y sobre el cual versará el desarrollo de las ideas que se expondrán. No obstante, debemos explicitar –para no confundir al lector– que las nociones de riesgo y de percepción del riesgo en esta oportunidad no serán desarrolladas en extenso, puesto que asumimos que son transversales al conjunto de los paradigmas y de las teorías abordadas.
Sólo a modo de ilustración, podemos señalar la distinción entre los riesgos tangibles, dentro de una lógica positivista y, los riesgos como construcción social amparados por la línea de pensamiento de los relativistas culturales. Estos van a señalar que “ningún riesgo es un riesgo en sí mismo”, por defecto, cualquier aspecto, condición, evento de la realidad podría eventualmente ser un riesgo para una persona, grupo, o bien para la sociedad. Luego, será entre estos dos extremos epistemológicos y paradigmáticos donde tendrá movilidad la reflexión sobre el riesgo como constructo, concepto, paradigma, teoría o macro teoría.
Los propósitos del presente artículo, son: a) abordar brevemente cuál es el estado del debate metodológico en torno al riesgo; b) dar cuenta de los paradigmas y teorías existentes que predominan en el ámbito de reflexión sobre el riesgo; c) finalmente, se propone un esquema que intentará rescatar aquellos elementos que a nuestro parecer pueden contribuir a una comprensión global del riesgo en el mundo del trabajo y, en particular, en el ámbito de las intervenciones en seguridad, educación, de salud ocupacional y en la prevención de los riesgos laborales.
2. ¿EN QUÉ ESTÁ EL DEBATE EN TORNO AL RIESGO?
Recientemente, en el ámbito de la sociología, Alaszewski (Alaszewski 2009) llamó la atención sobre el actual debate en torno al estudio del riesgo. El punto de partida de su reflexión es la interrogante: ¿Cuál es el futuro del riesgo como objeto de estudio en la sociología? Los temas de fondo son, por una parte, si la sociología debe abandonar el campo de estudio del riesgo y, por otra, cómo a partir de las teorías sociológicas del riesgo éste se aborda y se operacionaliza en el desarrollo de la investigación empírica.
Judith Green en su artículo “Is it time for the sociology of health to abandon ‘risk’?” (Green 2009) señala lo iluso e impensable que sería abandonar el estudio del riesgo, pues por su utilidad sigue siendo un tema unificador para una diversidad de ámbitos –como el tecnológico, la práctica de las ciencias biomédicas, políticas ambientales, económicas, entre otros– y los distintos procesos en la toma de decisiones que se coligen con éstos. Green centra su análisis en dos niveles: el primero es el nivel empírico, pues considera la necesidad de establecer, si el riesgo es una forma útil de organización de las investigaciones respecto de lo que la gente diga o haga en ámbitos claves en torno a la incertidumbre, infortunio o la identidad. No se debe perder de vista que estos conceptos referidos son parte esencial en la sociología del riesgo. Seguidamente nos advierte que debemos ocuparnos de estar permanentemente documentando los hechos desde una perspectiva “emic” (Harris 1976). En ésta, la idea básica es rescatar la producción teórica de los actores en sus niveles locales de actuación, pues sólo ellos están facultados para validarlas. De este modo, debemos distinguir si los nuevos constructos que surgen desde la Teoría de la Sociedad del Riesgo siguen siendo útiles para pensar y afrontarnos con otro tipo de preguntas de investigación.
Por lo tanto, desde la propuesta de Green los desafíos en el estudio del riesgo debieran enfocarse desde una perspectiva empírica tratando de llegar al objeto de estudio de un modo “neutral”, habida cuenta que reconocemos que la neutralidad es impracticable. Su crítica a la investigación sociológica arraigada en una visión del riesgo desde una mirada construccionista obedece a que ella parte de la premisa que dice relación con la imposición de una estructura que observara los fenómenos basada en el principio de la circularidad no virtuosa (Green 2009). En términos simples, explicitar a un grupo que una investigación es sobre riesgos –independientemente de los tipos– tomando como referente el paradigma de riesgos, implicaría generarlo, conceptualizarlo y re-conceptualizarlo.
Esto, a su vez, determinará que sus comportamientos y formas de responder vayan en la misma dirección. La limitación estaría en que se genera un impedimento para vislumbrar nuevas formas de abordar los desafíos que nos impone nuestro entorno como investigadores y que, habitualmente, llamaríamos riesgos, pero que en la realidad de la diversidad de los fenómenos no lo son.
Como contrapunto, Zinn, a pesar de compartir algunos de los planteamientos de Green, va a señalar que este tipo de problemas son inherentes a los procesos de investigación (Zinn 2009). Ella parte de la premisa que la realidad está socialmente construida, jugando el lenguaje y los procesos de comunicación un rol fundamental. A su parecer, el debate sobre la distinción de la dualidad racional/subjetivo ya estaría superado; en consecuencia, su apuesta será la de investigar el riesgo desde miradas distintas. Una solución a esto, tal vez, es la emergente triangulación metodológica.
Éste es precisamente el contexto en que la investigación en torno al riesgo se va a plantear. Las concurrencias de los debates de orden epistemológico estarían directamente implicadas con la práctica, tanto en el desarrollo de la investigación como en el ámbito de las intervenciones.
Luego de repasar, de modo breve pero ilustrador, algunos aspectos asociados al debate sociológico en torno a la investigación del riesgo, revisaremos algunas de las teorías que han incorporado el riesgo como elemento central en su desarrollo. Si bien nuestra opción ha sido brindar una mirada desde las ciencias sociales, sería una insensatez de nuestra parte desmerecer los aportes de otras ciencias y disciplinas en este campo de estudio.
Por otra parte, debemos consignar que este tipo de discusiones no son privativas de la sociología. Debates similares se van a encontrar en otras disciplinas de las ciencias sociales y naturales.
3. APROXIMACIONES TEÓRICAS-PARADIGMÁTICAS EN LA CONCEPCIÓN DEL RIESGO
3.1. La Sociología y la Teoría de la Sociedad del Riesgo
Uno de los ámbitos de reflexión que ha proliferado con mucha fuerza en la sociología contemporánea, es la subdisciplina de la sociología del riesgo, cuya máxima expresión se ve reflejada en la teoría de la ‘sociedad del riesgo’ (Alaszewski 2009; Beck 1996; Beck 2008; Budgen 1992; Ekberg 2007; Green 2009; Zinn 2009).
Los investigadores coinciden en reconocer como precursores de ésta a Ulrich Beck y Anthony Giddens. Por una parte, el primero, al plasmar sus ideas en su obra “The Risk Society: Thowards a new modernity”, provoca un gran debate trascendiendo su campo disciplinar. Por otra parte, Giddens hará lo mismo cuando reflexiona entorno al riesgo y la noción de responsabilidad frente a éste (Giddens 1999).
En términos generales, en la teoría de la sociedad del riesgo es posible diferenciar diversos aspectos. Uno de ellos es la relación del riesgo con la temporalidad e historicidad de los fenómenos. Tanto la naturaleza como la respuesta a los riesgos deben ser diferenciadas dentro del proceso de evolución que transcurre desde las sociedades más primitivas hasta las sociedades modernas (Beck 1992; Ekberg 2007).
Otro de los aspectos es la contraposición entre la modernidad primaria-industrial y la modernidad reflexiva de la cual formamos parte en la actualidad y que se ha denominado la sociedad del riesgo. La primera, se caracteriza por la estabilidad de valores y atributos como la seguridad, la previsibilidad y la permanencia de las tradiciones heredadas (ej. posición en la clase social, los roles de género, matrimonio, familia, estabilidad en el empleo, desarrollo de carrera y la jubilación segura). En cambio, en la segunda –la modernidad reflexiva– predominan aspectos como la desintegración y desorientación asociada con los acontecimientos de destradicionalización, entendida como el abandono de las viejas tradiciones (Beck 1992). En parte, producto de los aspectos señalados, el concepto de riesgo ha tenido cambios en su forma de ser visto por la sociedad y por los investigadores (Alaszewski 2009); éste es y será un elemento significativo que cruza de manera transversal a toda la reflexión sobre la teoría de la sociedad del riesgo.
También un aspecto distintivo se caracterizará porque los riesgos que acontecen en la sociedad son creados por el hombre y dada la complejidad de los mismos sólo pueden ser identificados y cuantificados mediante tecnicismos. El desafío para la humanidad, entonces, es vivir en una sociedad de riesgos incontrolables. Por lo tanto, la gestión de la incertidumbre pasa a tener un papel clave dentro de esta teoría. Hemos de vivir con la permanente preocupación debido a la complejidad de los riesgos que nos pueden afectar (Beck 1992; Beck 1996; Ekberg 2007).
En consecuencia, el riesgo es entendido de una manera mucho más amplia respecto de cómo se le conceptualiza usualmente. Los teóricos de la sociedad del riesgo ampliaron el concepto tradicional incluyendo aspectos como la percepción subjetiva del riesgo, la comunicación inter-subjetiva del mismo y la experiencia social de vivir en un entorno o contexto de riesgo (Beck 2008; Ekberg 2007).
Bajo este prisma, Ekberg, basado en los postulados de Beck, en su artículo “The Parameters of the Risk Society: A Review and Exploration” propone un modelo conceptual que identifica y describe seis parámetros propios de la sociedad del riesgo (Ekberg 2007).
Como se aprecia en la Figura 1, el primero de los parámetros alude a la omnipresencia del riesgo y la emergencia de una conciencia de riesgo colectivo (The Omnipresence of Risk). El segundo, hace referencia a las diferentes formas de interpretación del riesgo (Different Understandings of Risk): éste englobará el desplazamiento de los riesgos naturales a los riesgos tecnológicos; la permanente tensión entre los riesgos reales y los riesgos construidos, como también la brecha creciente entre los riesgos actuales y los riesgos percibidos; la transformación de invisible a visible de los riesgos virtuales; y el cambio en la distribución espacial, temporal y demográfica del riesgo que da lugar a riesgos sin fronteras.
En tercer término, estaría la proliferación de las definiciones de riesgo (The Proliferation of Risk Definitions) que van obstaculizando la comunicación eficaz de riesgos. En cuarto lugar, la emergencia de la reflexividad como una respuesta individual e institucional para las cuestiones de riesgo y los eventos de riesgo (The Reflexive Orientation to Risk): En quinto lugar, la relación inversa entre el riesgo y la confianza (Risk and Trust), esta paradójica dualidad cada vez más controvertida es una clara expresión de por qué la ciencia y la tecnología, de modo generalizado, son objetos de desconfianza para la sociedad. En otros términos, el público ha perdido la confianza en el contenido de la ciencia, la conducta de los científicos y las instituciones que rigen la ciencia. Finalmente, estará como parámetro la política de riesgo (The Politics of Risk), que vincula el riesgo con el poder y conocimiento, y con los valores políticos de libertad, igualdad, justicia, como también los derechos y la democracia (Ekberg 2007).
El sentido que el autor desea ilustrar con esta propuesta es que el punto de partida de su modelo es el primer parámetro de la sociedad del riesgo (Omnipresencia de la sociedad del riesgo).
Luego, el riesgo tendrá distintas caracterizaciones que estarán en consonancia con el desarrollo histórico cultural de las sociedades. Cada uno de los parámetros se va añadiendo al anterior, formando así un ininteligible engranaje donde el riesgo termina cumpliendo roles que en su naturaleza son heterogéneos. La instancia final en la que culmina el primer ciclo de este engranaje es la política, donde el riesgo es apreciado como una función de poder y actuaría como un catalizador para el desarrollo y transformación social.
Luego, el circulo generará un “loop” que irá repitiendo las etapas, secuencialmente, con saltos cualitativos que generarán cambios de segundo y tercer orden; y así sucesivamente.
Con su propuesta de mapa conceptual de riesgo, Ekberg, no sólo ofrece un marco de referencia para la comprensión de los cambios en las sociedades complejas sino, además, abre una ventana para poder operacionalizar la Teoría Social del Riesgo y, consecuentemente, contrastarla empíricamente.
3.2. La Antropología y la Teoría Cultural del Riesgo
La teoría cultural del riesgo tiene sus inicios en la década de los 80’, atribuyéndose su origen a los antropólogos Douglas y Wyldavsky con la publicación de su libro “Risk and Culture: An Essay on the Selection of Technological and Environmental Dangers” (Rippl 2002). Posteriormente, las contribuciones en este ámbito serán variadas (Marris et al. 1998; Wildavsky 1985; Wildavsky y Dake 1990; Wildavsky 1994).
El postulado central de esta teoría es que las personas aprenden determinados comportamientos, internalizan creencias, valores y se representan las situaciones en función del contexto social y cultural en el cual viven (Rippl 2002). Para comprender la cultura en el marco del complejo entramado social ha habido varias propuestas de autores que se han ocupado de generar referentes para la comprensión de la cultura. Por lo tanto, al aproximarnos al estudio del riesgo desde esta perspectiva teórica, debemos comprender y someter a consideración qué es el riesgo y su percepción, cómo, a su vez, los correlatos emocionales de éstos son productos de los propios contextos sociales y culturales. Es en este entramado sociocultural que los individuos deberán hacer sus elecciones respecto de los distintos objetos y sujetos de riesgo.
La teoría cultural concibe el riesgo de una forma concreta en la sociedad moderna: el riesgo de la cultura será equiparado con tipos de amenazas que coaccionan tanto la individualidad como a los grupos dentro de una sociedad; que una persona de manera individual o un grupo de personas vivan un determinado fenómeno como un riesgo dependerá de múltiples causas, todas ellas relacionadas con su posición sociocultural. Douglas (Douglas y Wildavsky 1982) argumenta que no hay un acuerdo único para la evaluación de potenciales amenazas globales, pues diferentes grupos y sus visiones sobre la naturaleza de la amenaza van a competir; un ejemplo de esto es el calentamiento global, percibido por distintos grupos y sociedades que habitan en el planeta de diferente manera, evaluando diversamente las consecuencias de éste en tanto potencial riesgo para su sobrevivencia.
En un intento por seguir comprendiendo y explicando los comportamientos y actitudes que las personas tienen o escenifican ante el riesgo, la perspectiva cultural ha añadido nuevas dimensiones a dicho concepto. Así, se plantea que las creencias y valores compartidos por determinados grupos (sociales y culturales) influyen en la selección de lo que se considera o no como riesgo, de tal manera que las personas de estos grupos se preocupan especialmente de aquellos acontecimientos que podrían afectar o poner en peligro sus sistemas de creencias o valores, su manera de entender y de vivir las relaciones sociales. Cada grupo social selecciona (inadvertidamente) los riesgos que “quiere” temer, con la finalidad de dar coherencia a su forma de vivir y a sus propios valores e ignora el resto de los posibles riesgos que pueden ser relevantes para otros grupos sociales.
3.3. La Psicología Sociocognitiva y el Paradigma Psicométrico del Riesgo
En el ámbito de la psicología, la psicología social cognitiva será el soporte para el desarrollo del paradigma psicométrico del riesgo.
Su origen se atribuye a Fischhof y colaboradores (Sjöberg 2000), cuando a fines de la década de los 70’ publican su artículo “How Safe Is Safe Enough? A Psychometric Study of Attitudes Towards Technological Risks and Benefits” (Fischhoff et al. 1978). Estos autores –frente a las observaciones de los economistas en torno a patrones aceptables de transacciones de riesgo/beneficio– deciden explorar si esos mismos patrones se presentan al usar técnicas alternativas, ajenas a la economía. Así, aplicando los procedimientos del campo de la psicometría para dar cuenta de la percepción de riesgo, el margen de riesgo aceptable, y su beneficio percibido, logran instalar y fundar el paradigma psicométrico del riesgo.
Luego se desarrollarán distintos tipos de estudios sobre el riesgo, donde el nodo articulador de éstos será los procesos cognitivos frente al riesgo. A modo de ilustración podemos señalar algunos estudios que se ocupan de esclarecer cuáles son los procesos cognitivos en juego en el ámbito de la toma de decisiones (Beroggi y Wallace 1994). Otro ejemplo son aquellos estudios que se ocupan de esclarecer cómo operan los mapas cognitivos de las personas al percibir el riesgo frente a distintas amenazas, en contraposición al estudio sólo de la percepción de riesgo. Un aspecto relevante en esta área es que los mapas cognitivos permitirían dar cuenta de por qué diferentes personas que perciben una misma amenaza ponderan el riesgo de modo diferente (Siegrist et al. 2005).
Podemos decir entonces que, desde el paradigma psicométrico del riesgo, el interés va a estar centrado en cuáles son los mecanismos y procesos cognitivos que subyacen a la percepción del mismo. La psicología social cognitiva hará grandes contribuciones al estudiar aspectos como los sesgos cognitivos, los mecanismos de afrontamiento de problemas, los procesos de toma de decisiones, las atribuciones de causalidad frente a situaciones de adversidad, o a situaciones que se deben anticipar. Todos aspectos con amplia aplicación a diversos ámbitos del quehacer social.
Desde el sentido común parece evidente que frente a aquellas situaciones de riesgo y de no riesgo debemos estar permanentemente resolviendo problemas y tomando decisiones. En otros términos, estaríamos en procesos permanentes de negociación.
A nivel de procesos cognitivos, Kahneman y Tversky han planteado que para resolver problemas, los seres humanos utilizamos principalmente dos tipos de reglas: los algoritmos y los heurísticos.
También hay evidencia de que las personas tomamos decisiones adecuadas en situaciones sencillas; pero, por otro lado, se dan situaciones en que las personas tienden a tener un exceso de confianza en sus juicios y cometen errores en situaciones que les parecen sencillas (Carretero 1984).
En la misma línea, Slovic y cols. (Slovic et al. 2004) señalan que los seres humanos utilizan dos mecanismos para comprender el riesgo: el sistema analítico y el sistema experiencial. El primero opera sobre la base de la aplicación de algoritmos y reglas, permitiendo estimar el riesgo bajo parámetros lógicos. Éste método requiere un control de la conciencia y como proceso es más lento. En cambio, el segundo se caracteriza por ser intuitivo, rápido, no muy accesible a la conciencia y relativamente automático (Tabla 1). Este último, permitió en gran parte la supervivencia de la raza a lo largo de la historia y aún está presente, siendo un puente entre la evaluación de las experiencias y las emociones. Además, cabe señalar que ambos sistemas poseen relaciones muy complejas entre sí. Sobre este tema se ha demostrado que el razonamiento analítico no puede ser efectivo al menos que esté guiado por emociones y afectos; por consecuencia, para el campo de la gestión del riesgo y planes de prevención no se puede esperar que sólo usando números, gráficos o cálculos monetarios –enfoque cuantitativo- se logren los cambios esperados, a menos que éstos estén apoyados por implicancias emocionales (Slovic et al. 2004).
El modelo psicométrico se sustenta en una concepción conductual -cognitiva, donde los riesgos y su percepción están en función de los atributos de los peligros. Así, este paradigma se concentra en las percepciones individuales del riesgo más que en aspectos del ambiente social y cultural como componentes del contexto donde se da la percepción del riesgo (Sjöberg 2000). Técnicamente, este enfoque supone que con un buen diseño de investigación e instrumentos de medición adecuados estos factores podrían ser cuantificados y cualificados.
Según Almaguer esta perspectiva paradigmática del riesgo va a perseguir objetivos como (Almaguer 2008): “Traducir los conceptos teóricos a indicadores mediante la operacionalización de constructos; Aportar una lógica que posibilita la construcción de técnicas que evalúan rasgos psicológicos, psicosociales o ambientales de los sujetos; facilitar la articulación entre el discurso teórico y la aplicación práctica de los fenómenos psicológicos”.
4. PROPUESTA DE UN ESQUEMA DE ANÁLISIS DE LA PREVENCIÓN DE RIESGOS LABORALES EN FUNCIÓN DE LA iNTEGRACIÓN DE DIFERENTES MIRADAS PARADIGMÁTICAS
En los apartados precedentes hemos revisado brevemente tres aproximaciones teóricas que se han ocupado de abordar el riesgo y su percepción, ya sea como sujeto u objeto de estudio. A continuación, proponemos un esquema que permita diferenciar distintos niveles de análisis del riesgo y de su percepción, llegando a una integración de estos niveles y, por defecto, cómo éstos podrían tener implicancias para la comprensión de las prácticas en el ámbito de la prevención de los riesgos laborales.
Como punto de partida, queremos explicitar aquellos supuestos que nos llevaron a plantear el desafío de desarrollar este monográfico, tanto por nuestro acercamiento conceptual al tema como por nuestra propia experiencia y lo recabado en conversaciones con expertos en la materia.
El primero de los supuestos del cual partimos -y podríamos decir que nace básicamente de nuestra intuición- es que las prácticas en el ámbito de la prevención de riesgos laborales adolecen, aunque no completamente, de marcos de referencias conceptuales que sean explícitos e integradores a diferentes niveles de análisis. Aquí, entonces, ofrecemos una breve reseña de dichos marcos conceptuales.
El segundo supuesto, es que los referentes conceptuales sobre los cuales se basan los distintos programas de prevención de riesgo laboral se han focalizado especialmente en microteorías o teorías de alcance medio, sin considerar las miradas de las teorías macrosociales.
El tercer supuesto es que, al realizar una lectura desde macroteorías, es decir, teorías que intentan explicar el funcionamiento de la sociedad o bien de sistemas sociales complejos amplios, es posible distinguir como incluirán a los distintos subsistemas que los constituyen o micro sistemas –también complejos–, siendo uno de ellos las organizaciones del mundo del trabajo. Las características de estos van a influir en los subsistemas, siendo uno de éstos las organizaciones del mundo del trabajo.
El cuarto supuesto, muy relacionado al anterior, se basa en la evidencia que sugiere que el funcionamiento y los atributos de los sistemas sociales traspasar los límites de los subsistemas que los constituyen; de este modo, las teorías macrosociales generan un encuadre de cómo están funcionando las sociedades y, en consecuencia, asumimos que este tipo de funcionamiento a nivel societal y cultural permeará los límites de los subsistemas que lo constituyen.
Dicho de otro modo, las formas de organización social en una sociedad y su cultura van a permear las formas de organización social y cultural a nivel de las microorganizaciones.
Sobre la base de los supuestos señalados es que queremos evaluar y describir cuáles son los alcances que nos ofrecen los distintos niveles de análisis que se desprenden de las teorías y paradigmas revisados.
Para este efecto se propone el siguiente esquema comprensivo (ver Figura 2). Un primer nivel de análisis que debemos tener en consideración, corresponderá con los planteamientos de las teorías macrosociales, a saber, teoría social del riesgo y la teoría cultural del riesgo. El desafío que se nos plantea, es saber, qué elementos de estas macroteorías podrían estar presentes en las organizaciones laborales y, a su vez, si estos son considerados en las prácticas de la prevención de riesgo, la gestión del riesgo, la comunicación del riesgo. Por lo tanto, no basta sólo precisar que estamos expuestos al riesgo, y por defecto, que en las organizaciones deben estar presentes los elementos de seguridad para prevenir éste. El desafío está en añadir a los actuales modelos de intervención factores personales –como el manejo de la incertidumbre, la incontrolabilidad de los riesgos–, en tanto construcciones sociales que pueden impactar en los índices de accidentabilidad de una organización.
Un claro ejemplo, es la distinción entre organizaciones con concepciones culturales del riesgo y su prevención y aquellas
donde la comprensión e intervención del riesgo se reduce al ámbito sólo del comportamiento.
Un segundo nivel de análisis, estará dado por el nivel microsocial, a saber, el análisis del riesgo y su percepción en cada uno de los contextos y subsistemas que forman parte de este gran sistema social. Al respecto, una mirada, como lo hemos señalado previamente, la ofrece el paradigma psicométrico. El paradigma psicométrico es sin duda la mirada que ha tenido más éxito dentro de las organizaciones, producto que ha sabido operacionalizar el riesgo de una manera concreta y medible, con indicadores confiables, lo que ha permitido llevar a cabo un sin número de investigaciones y poder hablar de progreso dentro de la gestión del riesgo. Precisamente de aquí se desprenden las intervenciones y todas las evaluaciones que habitualmente se llevan a cabo en la práctica, ya sea a través de la educación, promoción y de la prevención. Un ejemplo, han sido todas las tradiciones en gestión del riesgo y comunicación del riesgo. En este nivel se recomienda indagar e investigar acerca de cómo integrar los aspectos que se desprenden las macro teorías a aspecto de las microteorías.
Una pregunta de fondo sería: Si las organizaciones laborales son sistemas abiertos, ¿en el ámbito de la prevención de accidentes y de enfermedades profesionales a nivel microsocial podemos incorporar miradas de las teorías macrosociales? ¿Cuál podría ser el rol de las propuestas macroteóricas en la prevención de accidentes laborales y enfermedades profesionales?
Un tercer nivel de análisis se dará al interior del ámbito microsocial y sus distintos sub niveles de análisis: el organizacional propiamente tal, el grupal, y el individual, los cuales tienen correlato con los niveles antes descritos. Si queremos explicar el riesgo debemos tener en consideración que éste tiene siempre correlatos en la cultura organizacional. No obstante, como las organizaciones laborales son sistemas abiertos a la información externa, sus culturas son permeadas por las culturas nacionales y las culturas globales, sobre todo gracias al fenómeno de la globalización, por lo que las practicas de la prevención de riesgos necesariamente deben tomar en cuenta elementos de lo macrosocial. Esto nos invita a precisar y esclarecer cómo es el proceso a través del cual lo macrosocial se integra con lo microsocial. Una pregunta que nos debemos plantear sobre lo anterior en futuras investigaciones empíricas es, cómo la cultura impacta las prácticas de la prevención en las organizaciones de trabajo o laborales, pues, su respuesta es una pieza clave en la comprensión de la percepción del riesgo y donde, sin duda, existe un gran vacío.
Cabe señalar que se reconoce que el paradigma psicométrico es el modelo dominante con un gran aporte al área de la investigación y práctica. Por lo tanto, el esquema acá propuesto no posee como finalidad sustituirlo, sino más bien dar la mirada integradora y reflexiva desde otros campos de estudios y proponer una mixtura que contribuya a complementarlo y potenciar una comprensión global del riesgo y su percepción.
CONCLUSiÓN
A partir de la revisión realizada se desprende la importancia de articular las miradas macrosociales con las miradas microsociales y a su vez, integrar las múltiples teorías de alcance medio con las miradas individuales respecto de la percepción del riesgo. Esta necesidad de articulación surge a partir del debate que existe en torno de la noción de la gestión de riesgo, tal como lo hemos desarrollado anteriormente.
Cuando se habla del riesgo y su percepción, se dejan pasar muchos aspectos que resultan de importancia para comprender el fenómeno: por ejemplo, es común pensar que el riesgo sólo tiene que ver con lo objetivable, pero es necesario considerar la tradición que remarca también aquellos riesgos más intangibles. También se deben resaltar las explicaciones que nos entregan ciertos paradigmas sobre el comportamiento riesgoso, y tener presente que siempre las medidas o instrumentos que se utilizan para evaluar estos aspectos son incapaces de abarcar la complejidad del ser humano enfrentado al trabajo y que evalúa los riesgos, incertidumbres, etc. desde su propio razonamiento.
Por otra parte, uno de los desafíos para la salud ocupacional en términos generales es desarrollar buenos ceños de la efectividad de las intervenciones que ocurren en el ámbito de la prevención en las empresas. Tenemos la convicción de que en la medida de que conozcamos los mecanismos que subyacen y refuerzan la conducta preventiva vamos a poder desarrollar mejores acciones. Estudios realizados en sistemas educacionales han demostrado que la implementación de programas exitosos de prevención planteaban un vínculo entre las metas o misiones de la organización –en este caso la escuela o distrito–, el apoyo constante de los directores de escuela, y un equilibrio general de apoyo de los nuevos administradores (Gager y Elias 1997); estos factores son especialmente relevantes cuando hablamos de variables o dimensiones que tienen que ver con lo humano e intangible.
Dentro de las organizaciones y de la gestión de la prevención de riesgos es indispensable tener en cuenta el carácter dual de la percepción del riesgo, que integra principalmente el factor sociocultural e individual. Que la intervención en los procesos de prevención de riesgo debe realizarse desde la cultura de una organización y para que esta prevención sea parte de la identidad de la organización.
En este sentido, el liderazgo de las intervenciones debe ser activo y estimulante en cuanto a seguir las recomendaciones de los encargados directos de la prevención. En la misma línea, las intervenciones deben ser claras y sin ambigüedades, explicitando el interés organizacional de evitar accidentes laborales. No es gratuito que, más allá de todo lo que se ha investigado, las intervenciones más exitosas son las que han estado al alero de la gestión del riesgo (Risk Management) y de la comunicación del riesgo (Risk Comunication); por lo tanto, nuestro propósito no es manifestar cómo hay que hacer las cosas, sino ampliar la mirada para decir si lo que planteamos tiene asidero o no.
Creemos que dentro de los avances producidos en torno al riesgo es importante rescatar las intervenciones exitosas, reforzarlas y mejorarlas. Un ejemplo de esto son los progresos respecto de la comunicación del riesgo, los cuales han tomado en cuenta los factores culturales. Dentro de éstos destacamos el trabajo hecho en EE.UU., donde la “Risk Comunication” ha resaltado la autonomía como un valor existente dentro de la cultura de los trabajadores en dicha nación. Otra variable a tener en cuenta es que no todas las organizaciones y rubros son los mismos, los riesgos y enfermedades laborales de las distintas organizaciones varían y, por tanto, la prevención debe adaptarse a cada lugar de trabajo.
Consideramos que no basta con saber cómo se mide la percepción del riesgo si no conocemos cómo ésta impacta en el comportamiento de los propios trabajadores. Para modificar las conductas asociadas a estas percepciones se debe conocer la cultura organizacional del nicho a intervenir.
En conclusión, en la práctica tanto investigativa como de prevención es vital aunar las miradas cuantitativas y cualitativas con el fin de mejorar la gestión del riesgo en su conjunto, tal como nos demuestra Marris (Marris et al. 1998), quien mezcló ambas formas de investigación encontrando correlaciones bajas entre los prejuicios y las percepciones de riesgo, pero cada uno de los sesgos se asociaban con la preocupación acerca de los tipos de riesgos. Se sugiere que una mezcla de metodologías de investigación cualitativa y cuantitativa puede generar una mejor información detallada sobre quién podría defender su visión del mundo y en qué circunstancias.
Con todo queda a discreción del lector que aspectos considera relevantes de integrar en la práctica de la prevención de riesgos labores.
REFERENCIAS
- Alaszewski A. 2009. The future of risk in social science theory and research. Health Risk soc. 11(6): 487-492.
- ————.Aaron y Karl dake. 1990. Theories of risk perception: who fears what and why?. American Academy of Arts and sciences (daedalus). 119(4) (1990): 41–60
- Beck U. 1992. From industrial society to the risk society: questions of survival, social structure and ecological enlightenment. Theory Cult soc. 9(1): 97-123.
- ————.1996. World risk society as cosmopolitan society?: ecological questions in a framework of manufactured uncertainties. Theory Cult soc. 13(4): 1-32.
- ————.2008. World at risk: the new task of critical theory. development and society 37(1): 1.
- Beroggi GE, Wallace WA. 1994. Operational risk management: a new paradigm for decision making. iEEE Transactions on systems, Man, & Cybernetics. 24(10): 1450-1457.
- Budgen Pj. Why risk analysis? in: Proceedings of the Risk Analysis Methods and Tools, iEE Colloquium on, 1992. 2/1-2/4.
- Douglas M, Wildavsky A. 1982. Riesgo y cultura: un ensayo sobre la selección de los tecnológicos y los peligros ambientales, berkeley, California University Press.
- Ekberg M. 2007. The parameters of the risk society: a review and exploration. Curr sociol. 55(3): 343-366.
- Fischhoff b, slovic P, Lichtenstein s, Read s, Combs b. 1978. How safe is safe enough?: a psychometric study of attitudes towards technological risks and benefits. Policy sci. 9(2): 127-152.
- Gager Pj, Elias Mj. 1997. implementing prevention programs in high-risk environments: Application of the resiliency paradigm. Am j Orthopsychiatry. 67(3): 363-373.
- Giddens A. 1999. Risk and responsibility. Mod Law Rev. 62(1): 1-10.
- Green J. 2009. Is it time for the sociology of health to abandon ‘risk’?. Health Risk soc. 11(6): 493-508.
- Harris M. 1976. History and significance of the EMiC/ETiC distinction. Annual Review of Anthropology 5(1): 329-350.
- Khun T, ed. 1971. La estructura de las revoluciones científicas. Fondo de Cultura Económica.
- Marris C, Langford IH, O’Riordan T. 1998. A Quantitative Test of the Cultural Theory of Risk Perceptions: Comparison with the Psychometric Paradigm. Risk Analysis 18(5): 635-647.
- Rippl s. 2002. Cultural theory and risk perception: a proposal for a better measurement. journal of Risk Research 5(2): 147 – 165.
- Siegrist M, Keller C, Kiers HAL. 2005. A New Look at the Psychometric Paradigm of Perception of Hazards. Risk Analysis 25(1): 211-222.
- Sjoberg L. 2000. Factors in Risk Perception. Risk Analysis 20(1): 1-12.
- Slovic P, Finucane ML, Peters E, MacGregor dG. 2004. Risk as Analysis and Risk as Feelings: some Thoughts about Affect, Reason, Risk, and Rationality. Risk Analysis 24(2): 311-322.
- Sowby Fd. 1965. Radiation and Other Risks. [Article]. Health Physics september 11(9): 879-887.
- Starr C. 1969. social benefit versus Technological Risk. science 165(3899): 1232-1238.
- ————. 1994. Why self-interest means less outside of a social context: cultural contributions to a theory of rational choices. j Theor Polit. 6(2): 131-159.
- Wildavsky A. 1985. A cultural theory of expenditure growth and (Un)balanced budgets. j Public Econ 28(3): 349-357.
- Wildavsky A, dake K. 1990. Theories of Risk Perception: Who Fears What and Why? daedalus [serial online]Available from: Platinum Periodicals Accessed March 22, 2010(document id: 1612822 119:41).
- Wildavsky A. 1994. Why self-interest Means Less Outside of a social Context: Cultural Contributions to a Theory of Rational Choices. journal of Theoretical Politics 6(2): 131-159.
- Zinn jO. 2009. The sociology of risk and uncertainty: A response to judith Green’s ‘Is it time for the sociology of health to abandon “risk”?’. Health, Risk & society 11(6): 509-526.
Por: Aldo Vera Calzaretta1, Leonardo Varela Valenzuela2, Felipe Macía sepúlveda3,
Fuente: cienciaytrabajo.com
1. Psicólogo. MbA. Fundación Científica y Tecnológica ACHs. Escuela de salud Pública de la Universidad de Chile.
2. Psicólogo. Fundación Científica y Tecnológica ACHs.
3. Licenciado en Psicología. diplomado en Psicología social y de las Organizaciones. Universidad de santiago de Chile.
0 comentarios on El Estudio de la Percepción del Riesgo y Salud Ocupacional: Una Mirada desde los Paradigmas de Riesgo