El ecologismo cavernario en el marco de la crisis energética
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- El 2 julio, 2007
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Resulta interesante analizar las notables contradicciones, las gruesas omisiones y el estilo fatalista y lúgubremente trágico que resulta usual en el lenguaje y en las seudo predicciones del ecologismo extremista, de orientación claramente cavernaria (pues con su oposición frontal al desarrollo, pretende sumirnos en la época de las cavernas); el mismo que tan acertadamente fue calificado como eco terrorismo.
Evidentemente un recuento exhaustivo de todos esos hechos y anécdotas (que van desde el absurdo a lo ridículo, desde la buena fe inocente de los desinformados hasta la aviesa mala fe de los que viven de la militancia ecologista mercenaria) –rigurosamente ciertos- serían a esta altura suficientes para escribir una enciclopedia. De hecho tuve en su momento material de sobra para escribir mi Manual de Zonceras Energéticas Argentinas, cuya segunda edición seguramente saldrá este año.
Pocos años atrás, en una reunión internacional realizada en Posadas, un militante del “núcleo duro” del ecolatrismo entrerriano, envalentonado por haber logrado que el gobierno de Busti aprobara la absurda “ley antirrepresas”, pretendió afirmar que “las represas son causa de las inundaciones”; lo cual fue ampliamente refutado.
En esa misma reunión, otra militante, en un tono amigablemente “canchero” pedía “una moratoria de cinco años durante la cual no se construya ninguna represa”; lo que además de improcedente (ninguno allí tenía poder real para avalar tamaña “prohibición”) fue totalmente disparatado, pues dejaba de lado toda alternativa coherente para reemplazar a las pretendidamente prohibidas obras hidroeléctricas, desconociendo el incremento de la demanda.
Ahora la Fundación Vida Silvestre, subsidiaria de la multinacional con sede en Londres WWF (World Wild Found), cuyo primer presidente y activo gestor fue “su graciosa majestad conyugal” el Príncipe Felipe de Gales, esposo de la nada agraciada Reina Isabel y padre del conflictivo Príncipe Carlos; pretende afirmar categóricamente que “solo quedan cinco años para revertir el cambio climático”.
Como es usual en el terrorismo ecologista, este tipo de afirmaciones rotundas, tajantes y “amenazantes para el futuro de la humanidad” no están respaldadas más que por vacías generalizaciones y en reuniones de seudo expertos de difusos o inexistentes pergaminos científicos.
Tan solo para ver el calibre de esa disparatada afirmación, cabe preguntar que diferencia considerable puede haber entre 5 o 6 años, o en una o dos décadas, en un fenómeno como el clima mundial que está cambiando constantemente, en miles de millones de años ¡y nos quieren impresionar con un plazo “inamovible” de 5 años! Una sola erupción volcánica de grandes proporciones puede cambiar drásticamente las condiciones atmosféricas mundiales en prácticamente un instante, y eso no está sujeto a ningún control humano.
Haciéndose eco de tan grueso disparate huérfano de todo sustento técnico serio, un militante del “ecologismo duro” de Misiones se lamenta por la contaminación de la atmósfera, pero mantiene su cerrada e irracional oposición a las obras hidroeléctricas, que son precisamente la forma más limpia de generar electricidad en forma renovable y sin emisiones gaseosas. Pero ese mismo militante (y sus “colegas” de Greenpeace, WWF, etc.) “miran para otro lado” al instalarse nuevas usinas termoeléctricas, que a nivel mundial causan el 40 % de la polución atmosférica global. ¿En que quedamos?
Mientras Greenpeace arma escándalos mediáticos por “las amenazas a las yungas salteñas” (que hasta incluyeron falsedades como sobreponer fotos de un yaguareté (tigre americano) de Misiones, y hacer pasear un bovino en vez de un gran felino salvaje con un “cencerro electrónico controlado satelitalmente” (ver en Fundación Argentina de Ecología Científica y en Estrucplan On Line); por la “contaminación radioactiva de las napas de agua Ezeiza” (hecho probadamente falso, pero nunca admitido por el ecoterrorismo); de sostener duras y falaces campañas mediáticas contra el Plan Nuclear Argentino; y un largo etcétera de otras infamias antinacionales; en cambio guardó total silencio ante los reclamos de un municipio bonaerense por el derrame de petróleo de un buque tanque de Shell, hecho que aún no fue solucionado, a pesar de haberse intercedido incluso ante la ex argentina, la Princesa Máxima.
Pero ¡es lógico!, Greenpeace no va a “hacer mala letra” contra la petrolera anglo holandesa que es su principal “esponsor”. Tal como sucede en las “familias paquetas” ante las degeneraciones y aberraciones morales de algunos de sus integrantes, “de eso no se habla”.
Por supuesto, con una metodología goebbeliana (miente, miente, que algo queda), siguen exagerando las bondades y escondiendo las serias limitaciones técnicas y económicas que excluyen como “grandes soluciones energéticas” a las energías solar, eólica, del hidrógeno, etc.
Mientras la crisis energética argentina avanza y se torna un enorme problema de proporciones dantescas, estos señores del ecoterrorismo siguen sembrando cizañas que dificultan las obras hidroeléctricas y nucleares que tanta falta nos hacen no solo construir, sino también que ya estuvieran construidas, pues nos hubieran evitado caer en el borde (o en el despeñadero) del caos socio económico en el cual ya estamos, empujados por la debilidad estructural de todo nuestro Sector Energético, y en particular por la falta de potencia instalada en nuestro Sistema Argentino de Interconexión.
Por Carlos Andrés Ortiz
Escritor y periodista ad honorem. Ex Docente – Investigador = Facultad de Ciencias Económicas = UNaM Especialista en Gestión de Producción y Ambiente = Cursante de la Maestría en Gestión de la Energía – UNLa-CNEA = Becario de la Comisión Nacional de Energía Atómica
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