El Desarrollo Sostenible, la Innovación y el Sector Público – 1º Parte
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- El 1 enero, 2000
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I. La Innovación Tecnológica
Las innovaciones tecnológicas se definen como nuevos productos, (innovaciones de producto) y nuevas máquinas o equipos, (innovaciones de proceso) o mejora de los productos o de los procesos existentes, que han sido logradas gracias a algún cambio tecnológico conseguido por el innovador, que luego es explotado comercialmente.
Todos nos enfrentamos a nuevos productos. Por ejemplo, en el mercado de los ordenadores personales, nuevos PCs llegan cada año. Normalmente el cambio más importante en relación al anterior es la capacidad de la memoria del chip y la velocidad con la que funciona. Pero puede haber otras renovaciones tales como el monitor.
La mayoría de nosotros no percibe a los nuevos procesos, pero son igualmente importantes desde el punto de vista económico. Pueden aparecer nuevas máquinas con las que hacer PCs más baratos o con mejor calidad.
El innovador puede ser una persona o una organización. El cambio tecnológico que él aporta es básicamente nuevo conocimiento. Por definición una innovación de proceso es usada y creada en el interior de la empresa o de la organización por el innovador. Un ejemplo es la mejora tecnológica realizada por una empresa con sus propias máquinas en la planta de fabricación.
Las innovaciones de productos son por definición productos nuevos o mejorados que aunque son logrados por el innovador, son usados por otros, normalmente los clientes de estos productos nuevos o mejorados. Las innovaciones difieren en relación a la naturaleza y el alcance del cambio tecnológico que implican. El grado de novedad del producto o proceso depende del alcance del cambio tecnológico logrado por el innovador. En muchas ocasiones las innovaciones consisten en una combinación de nuevos elementos creados por el innovador y viejos elementos que ya han sido aplicados por otros. Un ejemplo de esto último puede ser la utilización de un circuito integrado en un nuevo producto.
Una innovación tecnológica puede ser más o menos compleja. La complejidad de un producto a menudo se relaciona con el número de sus componentes y con las interrelaciones entre estos componentes. Según Mansfield (1), la mejora de un producto existente va a implicar un grado considerable de novedad en el caso en el que el producto original era ya complejo, pues si hay una fuerte interdependencia, un cambio en una parte exige el rediseño de las otras.
La distinción entre innovaciones radicales e innovaciones incrementales también se puede basar en el grado de novedad. Una innovación incremental intenta conseguir una mejora en una o en un número limitado de partes. Una innovación radical intenta en cambio un diseño completamente nuevo del producto. Se deben diseñar nuevas piezas y la relación entre ellas también puede ser nueva.
Las invenciones son logros tecnológicos que todavía no han sido explotados. A menudo incluyen una parte importante de la novedad tecnológica que subyace a los nuevos productos o procesos, pero en ocasiones dan lugar a avances tecnológicos que no dan lugar a ningún éxito comercial. En este artículo se asume que todas las innovaciones implican una invención del innovador y de esta forma, que la invención es la que determina el grado de novedad de la innovación. Sin embargo, esto no supone que todas las invenciones terminan incorporándose a innovaciones. Podemos aclarar esto utilizando un símil gráfico: las innovaciones podrían incluirse en la superficie de un círculo que estuviese incluido en un círculo mayor cuya superficie contendría a las invenciones.
Por lo general los economistas han puesto el énfasis en las innovaciones y no en las invenciones. Schumpeter, uno de los primeros economistas en reconocer la importancia del papel del cambio tecnológico en la economía, entiende que lo que es crucial para la economía es el papel del innovador y no tanto el del inventor. El innovador aplica «neue Kombinationen» que en muchas ocasiones pueden estar basadas en una invención que ya existía antes en otro sector económico. La diferencia entre el innovador y el inventor es planteada por Schumpeter(2) de la siguiente forma:
«El liderazgo económico debe ser distinguido de la invención. En tanto en cuanto no sean llevadas a la práctica, las invenciones son comercialmente irrelevantes. Llevar una mejora a la práctica es una tarea totalmente distinta de su invención; una tarea que requiere además un tipo totalmente distinto de actitudes. Aunque los emprendedores pueden también ser inventores, como podrían ser capitalistas, son inventores no por la naturaleza de sus funciones sin por las circunstancias. Además, las innovaciones, que es lo que debe conseguir el emprendedor, no tiene porque ser una invención.»
La descripción de Jewkes et al(3), pone el énfasis en algunos otros aspectos de la diferencia ente invención e innovación:
«Una, (la invención), es un inicio, sin la cual la otra, (la innovación), no tiene posibilidades; es por su propia naturaleza imprevisible; nace de la preocupación técnica y de su combinación con el sentido de artesanía que es propia de la mayor parte de las invenciones. La otra va a estar informada en cada paso por el cálculo económico, siendo cada paso sucesivo más deliberado y específicamente diseñado a ese definido fin».
El proceso de innovación es la actividad o el conjunto de actividades que da lugar a una innovación singular o a un conjunto de innovaciones interdependientes.
Por último, conviene destacar que la difusión efectiva de las innovaciones tecnológicas es lo que provoca el cambio tecnológico, con impactos efectivos sobre el uso de nuevos productos y nuevos procesos, modificaciones en la productividad y en los costes, los efectos ambientales o las condiciones de trabajo.
II. La importancia de la innovación para el desarrollo sostenible
La pauta de crecimiento económico coexistente con la pobreza está dando lugar a un fuerte deterioro del medio ambiente(4). En este contexto aparece el concepto de desarrollo sostenible que se define como «aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades».
El Desarrollo Sostenible pretende compatibilizar, en la medida de lo posible, el progreso económico con la conservación medioambiental, puesto que su degradación empobrece al planeta y merma su capacidad futura de generar riqueza y bienestar. De esta forma intenta compatibilizar los factores económicos, (basados en la optimización de la producción), con los ecológicos, (basados en la estabilidad del entorno físico).
En el concepto tradicional de desarrollo sostenible subyace de forma implícita una tensión entre la dialéctica crecimiento económico- protección del entorno natural. Sin embargo, en los últimos años, esta visión está siendo replanteada en círculos académicos y políticos.
El Desarrollo Sostenible pretende compatibilizar, en la medida de lo posible, el progreso económico con la conservación medioambiental, puesto que su degradación empobrece al planeta y merma su capacidad futura de generar riqueza y bienestar Claro que se sigue reconociendo que en numerosos casos la actividad económica va a dar lugar a un fuerte impacto ambiental, con lo que en determinadas situaciones la opción más interesante desde el punto de vista del entorno natural pasa por una limitación o reducción de esta actividad, lo que en definitiva implica un sacrificio para el bienestar.
Sin embargo, también aparecen oportunidades claras de obtener el mismo provecho con menos recursos, (menor impacto ambiental), o más provecho con igual desgaste. En definitiva se trata de aprovechar los recursos con mayor eficiencia: en hacer más por menos. Para ello es fundamental conseguir un fuerte crecimiento de la productividad de la energía, de las materias primas y de las comunicaciones.
Más por menos significa más eficiencia: es decir, no equivale a restricciones ni incomodidades ni a retraso. Formas alternativas de aprovechamiento de los recursos y mejores tecnologías producen el mismo provecho con menos recursos o más provecho con igual desgaste. En un Informe al Club de Roma(5) se recogen cincuenta casos en donde podemos hacer aquello que hacemos ahora con una calidad igual o superior, pero con sólo una cuarta parte de la energía y de las materias primas.
Entre los que argumentan que es posible proteger al medio ambiente al mismo tiempo que se obtienen beneficios económicos destaca Porter(6), que afirma que la competitividad y el respeto al entorno natural no sólo no son incompatibles, sino que además, una normativa medioambiental bien diseñada puede actuar como estímulo a la innovación, fomentando de esta forma la capacidad de las empresas para competir en los mercados globales.
Esta hipótesis desarrollada en dos artículos(7) en 1995, también denominada el «dividendo doble», afirma que gracias a la innovación tecnológica, las empresas pueden aumentar la productividad de los recursos, compatibilizando de esta forma el aumento en los beneficios con la reducción del impacto ambiental.
Los autores identifican varias formas de aumentar la productividad de los recursos, que ellos denominan, «compensaciones de la innovación».
En el caso de las innovaciones de proceso, la mayor productividad se puede conseguir gracias a cambios técnicos dirigidos a ahorrar material, reducir el consumo de energía o de material, menores costes de manipulación o de almacenaje, conversión de los residuos en inputs valiosos o mayores retornos a la inversión.
En el caso de las innovaciones de producto, las compensaciones pueden obtenerse mediante mejoras en la calidad, en la seguridad o en el rendimiento. También gracias a la reducción del coste de producción o el de eliminación, o el aumento del precio de reventa.
Estos artículos supusieron un punto de inflexión en el debate sobre la forma en la que la regulación ambiental se relacionaba con la competitividad. La mayor parte de los autores habían argumentado en el pasado, que las normas de protección del entorno natural suponían una carga para la economía(8).
Entre los argumentos que daban estos autores(9) para apoyar su hipótesis se pueden citar que el cumplimiento de la normativa daba lugar a un aumento de los costes de capital y de trabajo; que además distraía la atención de los directivos con lo que obstaculizaba la posibilidad de inversiones más productivas; que una normativa muy estricta ocasionaba la fuga de capital a «paraísos de polución», esto es, que las empresas se irían a los países con menor protección del medio ambiente.
Sin embargo, después de repasar más de cien estudios que intentaban medir estos impactos de forma sistemática, Jaffe et al llegaron a la conclusión de que no hay evidencia de desventaja o ventaja competitiva como resultado de la normativa de protección del medio ambiente(10).
Estos autores encontraron ejemplos en los que la normativa medioambiental reducía la competitividad, otros en los que las empresas hacían mayores beneficios al mismo tiempo que mejoraban su comportamiento ambiental, y otros en los que este tipo de normas actuaban como estímulo para la mejora de la competitividad. De alguna forma, la clave residía en la forma en la que estaba diseñada las regulación.
Una normativa de protección del medio ambiente puede mejorar la competitividad de varias maneras.
En primer lugar, exigiendo a las empresas que generen información que aumente su concienciación sobre las oportunidades para aumentar la productividad de los recursos, y que señale las áreas en donde esto es posible.
En segundo lugar, reduciendo la incertidumbre sobre lo que será exigible en el futuro en el campo del rendimiento medioambiental, creando de esta forma presiones competitivas entre empresas y países.
En tercer lugar, puede igualar el campo de juego para todas las empresas, promoviendo la introducción de practicas empresariales poco dañinas hacía el medio natural y fomentando un entorno competitivo en la búsqueda de productos y procesos alternativos.
Hay numerosos estudios de caso a nivel de empresa y de racimo industrial(11) que demuestran el potencial de obtención del doble dividendo.
Empezando con las mejoras incrementales de procesos, en las dos últimas décadas muchas empresas han demostrado la capacidad de ahorrar dinero mediante la reducción del uso de materias primas y de la emisión de residuos(12).
Las inversiones en innovaciones radicales de proceso representan un riesgo mayor. En los Estados Unidos, algunas han sido un fracaso desde el punto de vista empresarial(13). Un caso paradigmático es el de las tinturas con bajo contenido en sal. Aunque superiores en calidad, son más caras que las tinturas tradicionales, con lo que sus ventas no han sido importantes, lo que representa otro desafío para las empresas que deciden invertir en innovaciones beneficiosas para el medio ambiente.
En términos de productos, también es importante distinguir entre cambios radicales o incrementales.
Aunque en este artículo se está subrayando el valor de la innovación tecnológica para el desarrollo sostenible, es importante señalar que las innovaciones no se limitan al ámbito técnico. También se dan en el ámbito organizativo, en donde son igualmente importantes para la consecución de objetivos ambientales. La innovación tecnológica, ya sea de producto o de proceso, ya sea radical o incremental, se coloca en el centro de las respuestas de las empresas a la hora de mejorar su comportamiento medioambiental Por lo general, este tipo de innovaciones organizativas implican una mayor coordinación de la actividad de Investigación y Desarrollo, o de la gestión de la tecnología, con los objetivos estratégicos de la empresa. También incluye la realización de nuevas formas colaboración y de aprendizaje, tanto en el interior de la empresa, como con otras empresas o entidades de la Sociedad(15).
También hay que señalar, que aunque podamos encontrar muchos ejemplos de empresas en donde se dan «compensaciones a la innovación», la teoría, los estudios de caso o la evidencia a nivel macro, no son capaces de cuantificar con precisión el tamaño ni la frecuencia de este «doble dividendo».
De hecho, la cuestión de la magnitud de los ahorros de costes derivados de la introducción de este tipo de innovaciones de productos y de proceso, es objeto de fuertes controversias. Mientras algunos autores señalan que en el caso de las innovaciones de procesos hay un fuerte potencial(16), otros en cambio consideran que la reducción es insignificante, llegando a cifrarla en menos del 2% del total de los gastos en temas medioambientales(17).
Aun teniendo en cuenta estas matizaciones, lo que parece evidente es que independientemente de la magnitud de los ahorros de costes, la innovación tecnológica, ya sea de producto o de proceso, ya sea radical o incremental, se coloca en el centro de las respuestas de las empresas a la hora de mejorar su comportamiento medioambiental.
III. Características de la Innovación Medioambiental
En el apartado anterior comentábamos que en el pasado, durante la mayor parte del desarrollo industrial, el crecimiento económico implicaba tanto una aumento en el consumo de los recursos, como una degradación medioambiental. Sin embargo, la experiencia de los últimas décadas indica que parte del crecimiento económico se puede desligar del deterioro medioambiental(18).
En este camino hacia la sostenibilidad medioambiental, la innovación en un sentido amplio, pero sobre todo la innovación tecnológica, desempeña un papel fundamental.
A su vez, y tal y como puede verse en el gráfico(19), el sector privado juega un papel decisivo en la financiación de la Investigación y Desarrollo, condición necesaria aunque no suficiente, para la innovación de los países más avanzados.
Sin embargo, a pesar de que se reconoce la importancia del papel de la innovación en el logro de la sostenibilidad medioambiental, hoy en día no están claras las condiciones bajo las cuales se la puede estimular.
Para mejorar la comprensión sobre la relación entre la innovación y el medio ambiente, es necesario aclarar en primer lugar la naturaleza de las externalidades implicadas. Se ha señalado que tienen una naturaleza dual, ya que en algunos casos la innovación tecnológica puede dar lugar a externalidades negativas, mientras que en otros pueden ser positivas para el medio ambiente(20).
En realidad la tecnología es un arma de doble filo, que puede ser dirigida para fines que dignifiquen y mejoren el entorno del ser humano, o hacía fines que lo destruya, como en el caso de las guerras.
En el pasado la tecnología se ha dirigido fundamentalmente a conseguir el máximo bienestar económico, sin prestar atención a consideraciones medioambientales. Esto ha llevado a asociar en numerosas ocasiones a la innovación tecnológica con la presencia de externalidades negativas, lo que quizás hayan impedido contemplar el potencial que tiene para obtener las positivas.
Incluso en los casos en los que se reconoce el potencial que la innovación tecnológica presenta a la hora de obtener externalidades positivas, su fomento es más complicado que en los casos en los que la innovación se dirige en su totalidad a la consecución de un beneficio económico.
Mientras que la mayoría de los estudios(21) sobre innovaciones o sectores industriales señalan que las empresas invierten en nuevas tecnologías o en innovaciones cuando ven que existen oportunidades de beneficio, en los casos en los que se dirige a la protección del entorno natural, el ánimo de lucro no suele ser la principal fuerza impulsora.
En estos casos suele ser más importante el marco jurídico, la política ambiental del gobierno, y la imagen o prestigio social derivado de la mayor concienciación ambiental de nuestras sociedades(22). A pesar de que se reconoce la importancia del papel de la innovación en el logro de la sostenibilidad medioambiental, hoy en día no están claras las condiciones bajo las cuales se la puede estimular Los beneficios de las mejoras del entorno natural son primordialmente públicos. Sin embargo, este beneficio público se consigue gracias a inversiones en mejoras del medio ambiente realizadas por el sector privado. Esta desconexión entre beneficios públicos y privados da lugar a inversiones privadas que están por debajo del óptimo a la hora de enfrentarse a los costes a largo plazo del deterioro medioambiental. En definitiva, en las innovaciones medioambientales se puede hablar claramente de un fallo de mercado.
Como hemos comentado, los factores que impulsan a las innovaciones medioambientales son más complejos que las impulsadas exclusivamente por el animo de lucro. Esto no sólo se deriva del tipo de externalidades implicadas, sino también de la complejidad de las innovaciones medioambientales, y de la forma en la que se difunden(23).
En cuanto a la complejidad, hay que tener en cuenta la evolución de las innovaciones medioambientales. Hasta hace poco, con este término se hacía referencia a tecnología que ayudaba a controlar la polución o que se colocaba como filtro al final del proceso de producción, («end of pipe»), para poder cumplir con las normas sobre la calidad del agua, del aire o de otros aspectos del entorno natural.
Sin embargo, se está produciendo una evolución hacia tecnologías más limpias, lo que hasta cierto punto es el resultado de la tendencia hacia métodos normativos más flexibles y basadas en incentivos, tales como los acuerdos voluntarios de las empresas o los instrumentos económicos(24).
A medio plazo, productos y procesos de producción más limpios reducirán la necesidad de soluciones «end of pipe», alterando la estructura del sector industrial dedicado a la producción de bienes y servicios para el medio ambiente(25).
En la actualidad, cualquier tecnología puede llegar a ser tecnología medioambiental en tanto en cuanto se aplique con la intención de mejorar el medio ambiente. Esto incluye no sólo a la tecnología incorporada en equipos tangibles, sino también a un amplio espectro de innovaciones que incluyen las organizativas y las sistemicas.
En cuanto a la difusión, hay que señalar que el sector de bienes y servicios medioambientales no es la única fuente de innovaciones medioambientales. Innovaciones obtenidas en un amplio espectro de racimos industriales presentan un impacto ambiental positivo.
Un caso claro es el de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación. La difusión de este tipo de tecnologías está dando lugar a un desplazamiento estructural desde la fabricación a un amplio espectro de servicios, que son menos intensivos en recursos, reduciendo de esta forma el impacto ambiental(26).
Esta tendencia hacia tecnologías más limpias resalta la importancia de la innovación organizativa a la hora de responder al desafío de la sostenibilidad medioambiental. La promoción de la eficiencia de los recursos, que en parte depende de obtener más de la energía y de los materiales disponibles, y de la reducción de los residuos, no sólo depende de máquinas y de equipos, sino también de la forma en la que se usan en los procesos de producción. En definitiva, de la forma en la que se organizan los procesos de producción en el interior de una empresa o de un sector(27).
Además, el diseño de productos más respetuosos con el entorno natural requiere una I+D y una capacidad de diseño que se promueven mediante innovaciones organizativas en el interior de la empresa, (en las relaciones de los distintos departamentos), y en las relaciones de la empresa con el exterior(28).
La tendencia hacia la prevención de la polución y hacía tecnologías más limpias implica que los gastos en I+D se vuelven más importantes. Sin embargo, en la actualidad, el gasto público en I+D en el área de la OCDE, aunque en aumento, sigue siendo pequeño, representando alrededor de un 2% del total(29).
Si tenemos en cuenta que las innovaciones medioambientales se derivan de investigación y desarrollo realizados en distintas disciplinas técnicas y científicas, tanto en el sector público como en el privado, constataremos la alta probabilidad de que este tipo de innovaciones esté sometida al fallo sistémico. En muchas ocasiones, la solución a un problema medioambiental se encuentra en un área alejada del núcleo de competencias de la empresa que busca las soluciones.
Esto implica que los fallos sistémicos y de mercado, característicos de las innovaciones medioambientales, pueden tener un efecto de refuerzo mutuo. La falta de inversión en I+D derivado del fallo de mercado puede reforzar las barreras a la generación de conocimiento sobre nuevas técnicas derivado del fallo sistémico, creando de esta forma un circulo vicioso que impide las innovaciones.
Los fallos sistémicos y de mercado son agravados por la complejidad de los desafíos que las sostenibilidad medioambiental presenta al sistema socioeconómico. Los temas medioambientales presentan una problemática compleja que se deriva del hecho que los recursos y las limitaciones ambientales forman a su vez parte de complejos sistemas físicos, ecológicos y humanos, profundamente interrelacionados (30).
En definitiva, la complejidad de los desafíos presentados por la innovación medioambiental exige una enfoque distinto y más sofisticado. Exige en primer lugar un enfoque multidisciplinar en cuanto a procedencia intelectual y sistémico en cuanto al método de confrontación de los problemas. Exige además la formación de equipos que se formen superando fronteras jerárquicas y organizativas tradicionales. Plantea además la importancia de la intervención del estado para enfrentarse a los fallos sistémicos y de mercado. Este papel es el que vamos a desarrollar a lo largo del resto del artículo.
Referencias bibliográficas
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NOTAS (1) Mansfield, E: The Economics of Technological Change, London, Longmans, 1968 |
Eduardo del Río Cobián es Profesor de Economía Aplicada de la Universidad Europea. CEES.
Ecoiuris
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