El agua como extintor de incendio
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- El 1 enero, 2000
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Si hay un elemento que acompañó al hombre desde que éste tuvo uso de razón, es el agua.
Podría afirmarse, sin equívocos, que el agua es el agente extintor más conocido y empleado como tal desde siempre.
Ello no es casual ya que, además de ser un elemento de gran abundancia en la naturaleza, tanto el agua como el fuego son indispensables para el desarrollo de la vida. En consecuencia, donde hay actividad humana, existen estos elementos que posibilitan el desempeño de las personas.
Sin embargo, cuando salen de control, producen gravísimos daños. Uno de ellos, el fuego, puede mitigarse por la aplicación del otro: el agua.
Esto es posible debido a las propiedades que tiene este líquido, que permiten la acción extintora.
Se puede clasificar a estas propiedades de la siguiente manera:
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Es un líquido relativamente estable en un amplio rango de temperaturas.
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En comparación con otros líquidos, su calor específico es alto. Para elevar la temperatura de 1 kg de agua en 1 °C debe absorber 1.000 calorías que, en el caso de incendio, las toma de los elementos que se están quemando. El efecto que produce es un descenso en la temperatura de los combustibles y en el ambiente circundante.
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A partir de los 100 °C el agua se evapora y cada kg consume 539.000 calorías para pasar del estado líquido al de vapor.
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Cuando el agua se vaporiza, su volumen aumenta 1.600 veces y el vapor producido desplaza al aire que rodea al fuego y, por lo tanto, el oxígeno disponible para la combustión es menor.Las dos propiedades hasta ahora enumeradas, son las que destacan al agua como el agente extintor por excelencia.
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Por otra parte, el peso específico de un kg por litro es importante. Esta propiedad permite proyectarla a distancias relativamente significativas.
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Su elevada tensión superficial permite su dispersión en pequeñas gotas y nieblas, aumentando la eficacia específica de la extinción.
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En estado líquido, la viscosidad se altera relativamente poco con la variación de temperatura del líquido, por lo que el transporte a través de tuberías, mangueras y boquillas, puede hacerse bajo condiciones muy diversas.
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Es soluble con determinados líquidos, por ejemplo alcoholes por lo que la temperatura de la mezcla combustible-agua resulta menor.
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No obstante, no hay rosas sin espinas en esta viña del Señor. Algunos inconvenientes deben tenerse en cuenta:
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El agua es más densa que la mayoría de los combustibles líquidos, lo que le hace perder efectividad en la extinción de éstos. El líquido se deposita en el fondo del contenedor de combustible y éste flota, ardiendo sobre el agua. Recuerde como ejemplo la difusión periodística y televisiva de algún incendio de petróleo flotando sobre el mar.
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El agua es conductora de la electricidad debido a las sales disueltas que habitualmente contiene. De manera que NO debe aplicarse a artefactos incendiados que están sometidos a tensión eléctrica.
PROPIEDADES EXTINTORAS
El agua actúa sobre el fuego con estos efectos:
Enfriamiento:
Debido a la cantidad de calor que absorbe para aumentar su temperatura o vaporizarse.
Esta propiedad se aprovecha aún más, si se incrementa la superficie de intercambio pulverizando el agua.
Si bien la mayoría de los combustibles líquidos no miscibles en agua son menos densos que ésta, en fuegos de viscosos inmiscibles, por ejemplo el fuel-oil, suele descargarse agua en estado de pulverización gruesa. Se produce así una emulsión que dispersa al combustible y provoca el descenso de su temperatura y, por lo tanto, se disminuye el desprendimiento de los vapores volátiles.
Inertización:
Debida al gran volumen que ocupa el vapor de agua al cambiar de estado, se reduce la concentración de oxígeno en las proximidades del combustible ya que lo desplaza, ahogando al fuego.
Dilución:
Se aprovecha esta propiedad para extinguir algunos productos inflamables hidrosolubles. Por un lado, se logra un descenso de la temperatura del combustible. Por otro, el agua absorbe energía calórica para elevar su temperatura o vaporizarse.
Sofocación:
En los fuegos de líquidos insolubles en agua y más densos que ésta, con superficie horizontal de combustión y confinados -tal el caso de los tanques abiertos- puede aplicarse suavemente sobre la superficie del líquido para crear una película o capa que sobrenade y evite el contacto combustible-comburente.
FORMAS DE APLICACIÓN
Las maneras usuales de proyectar agua sobre combustibles ardiendo son las siguientes:
Agua a chorro:
Tiene gran alcance y actúa enfriando el foco o las superficies expuestas a la radiación térmica producida por un incendio. Se usa principalmente proyectado a distancia sobre fuegos de clase A, o para enfriar la superficie externa de tanques que contengan combustibles líquidos o gaseosos.
Agua pulverizada:
Se proyecta en forma de niebla. Tiene muy poco alcance, pero realiza un enfriamiento muy rápido debido a un múltiple efecto.
El líquido en estado de niebla presenta una gran superficie que absorbe calor.
Cuando la niebla se evapora ejerce un efecto de sofocación al fuego, por cuanto el vapor ocupa un gran volumen que incrementa el ya ocupado por la niebla. Ambos desplazan al aire que contiene al oxígeno como comburente.
Se utiliza mayormente para la extinción de fuegos de combustibles sólidos y para el control de fuegos de líquidos y gaseosos, enfriando sus contenedores.
Agua Rociada:
Se descarga agua en forma de lluvia. El alcance y los efectos que se ejercen sobre un fuego, son intermedios con respecto a los de aplicación con chorro o niebla.
AGUA CON ADITIVOS
Habida cuenta de la gran disponibilidad de agua, los investigadores han realizado muchos esfuerzos y estudios para mejorar su efectividad y poder utilizarla en determinadas situaciones donde no es posible aplicarla en condiciones normales.
Así lograron mejoras con el agregado de aditivos que producen distintos efectos.
Analizaré los distintos casos:
Humectantes:
El agua tiene una tensión superficial alta, por ello presenta dificultades en penetrar y difundirse dentro de la masa de ciertos combustibles fibrosos sólidos incendiados, como madera y derivados de ella. Los agentes humectantes reducen la tensión superficial, con lo que se mejora la penetración del extintor dentro de la masa del combustible.
De esta manera se aumenta la superficie en contacto que absorbe calor.
No obstante, los agentes humectantes deben manipularse con ciertos cuidados y estar aprobados para su empleo en protección contra incendios, ya que la mayoría son tóxicos, corrosivos o inestables cuando se mezclan con agua.
Espesantes:
El agua tiene baja viscosidad. Esta propiedad hace que sólo una delgada capa del fluido se adhiera al combustible sólido en combustión.
En ciertos casos es conveniente lograr una capa de mayor espesor, para permitir una barrera más estable al contacto comburente-combustible.
Para hacer que esta viscosidad aumente, se le agregan aditivos espesantes.
Con estos aditivos se consigue que el agua se adhiera y se fije más fácilmente al material en ignición, formando una capa continua de espesor mayor sobre la superficie del combustible.
Anticongelantes:
En regiones con climas relativamente severos donde exista la posibilidad de que el agua se congele -tanto en el interior de tuberías o contenedores, como en tanques cisterna o en matafuegos- se agregan productos anticongelantes que hacen que descienda su punto de congelación.
Inhibidores de corrosión:
Cuando se añaden al agua algunas sustancias con el objeto de mejorar alguna de sus características, indirectamente pueden potenciarse otros efectos negativos, como la conductividad eléctrica y la corrosividad sobre ciertos metales y aleaciones. En este último caso, se adicionan pequeñas cantidades de productos que contrarrestan esta acción.
Modificadores de flujo:
Para reducir la pérdida de carga debida a la fricción entre el agua y las paredes de las conducciones -o por el flujo turbulento generado dentro de las cañerías debido a las altas velocidades de circulación- suelen agregarse soluciones que reducen la turbulencia del fluido en su recorrido, desde el punto de toma hasta el de descarga.
De esta forma se puede aumentar el caudal suministrado y la presión en las boquillas en los puntos de aplicación.
Ing. Héctor L. Koberski
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