Efectos ecológicos del vertido del Prestige
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- El 1 enero, 2000
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El vertido del petrolero Prestige nos hace preguntarnos sobre los efectos reales de esta contaminación en los ecosistemas afectados.
Galicia se repondrá del desastre ecológico del Prestige
Las 77.000 toneladas son sólo un 3% de los vertidos anuales de petróleo y derivados al mar, pero la mayor parte del petróleo se pierde en lugares muy alejados y de forma muy dispersa. Cuando estos vertidos se producen de forma masiva se provocan espectaculares accidentes, como el que nos preocupa. Estas fuentes de contaminación tienen importantes repercusiones ambientales.
En el mundo, el porcentaje de vertidos por accidentes es de alrededor de un 5% y, aunque en proporción no es la mayor fuente de contaminación, los desastres ambientales que originan son muy importantes, porque producen vertidos de petróleo muy concentrados. En algunos accidentes se han llegado a derramar más de 400.000 toneladas, como en la rotura de una plataforma marina en el Golfo de México, en 1979. En la Guerra del Golfo, aunque no propiamente por accidente, sino por una combinación de acciones de guerra y sabotajes, se vertió aún una cantidad mayor, 816.000 toneladas. Otros, como el vertido del Exxon Valdez, en 1989, en Alaska, pueden llegar a costas o lugares de gran interés ecológico y causar extraordinarias mortandades en pájaros, focas y todo tipo de fauna y flora.
Muchas son las formas en que se dispersa la contaminación, dependiendo de la naturaleza concreta del producto vertido, pero, por lo general, el petróleo vertido se va extendiendo en una superficie cada vez mayor hasta llegar a formar una capa muy extensa.
Los vertidos son causa importante de contaminación localizada
Una gran parte del petróleo se evapora. El petróleo evaporado es descompuesto por fotooxidación en la atmósfera.
Del crudo que queda en el agua parte sufre fotooxidación, otra parte se disuelve en el agua, siendo esta la más peligrosa desde el punto de vista de la contaminación, y lo que queda forma el “chapapote”, emulsión gelatinosa de agua y aceite que se convierte en bolas de alquitrán densas, semisólidas, con aspecto asfáltico.
Los efectos sobre los ecosistemas marinos son de muy diversa índole. Los diversos ecosistemas que reciben petróleo e hidrocarburos, en cantidades diversas, de forma natural, disponen de microorganismos capaces de metabolizar el petróleo. Por otro lado, es frecuente que muchos seres vivos sean capaces de eliminar el absorbido a través de la cadena alimenticia. El efecto del petróleo sobre la vida y la salud humana no es muy importante, no existe peligro grave de bioacumulación del petróleo en la cadena alimenticia.
Las aves y los mamíferos se ven afectados por la impregnación de sus plumas y piel de crudo, lo que supone su muerte en muchas ocasiones, porque altera su capacidad de aislamiento o les impermeabiliza. Las poblaciones de moluscos se ven afectadas de gravedad dada su capacidad para retener impurezas y, por tanto, la poca capacidad de eliminar los contaminantes.
Los peces, en general, no sufren daños importantes aunque alevines y larvas se pueden ver afectados aun por niveles bajos de contaminación. Sin embargo, las poblaciones de peces, dada sus hábitos de movilidad y migración, reducen enormemente los riesgos ambientales.
Los moluscos son especialmente sensibles a la contaminación marina
La mayoría de los ecosistemas marinos y de poblaciones de organismos marinos se recuperan de la acción contaminante de los vertidos en un plazo de dos o tres años.
Sin embargo, cada caso es diferente y siempre hay microsistemas marinos que llegan a desaparecer o que son afectados de gravedad.
Las medidas para reducir el efecto es reducir el tiempo de permanencia de los contaminantes en el agua, rocas, playas, es decir, retirar y controlar los vertidos.
Lo ideal es evitar que los vertidos lleguen a la costa, donde están los ecosistemas más sensibles. Para ello se debe succionar, en alta mar, y separar el petróleo del agua por centrifugación, bombeo por aspiración, o adherencia a tambor o discos giratorios “skimers”.
El uso de dispersantes biodegradables, por sus efectos de modificar la tensión superficial e interfacial entre el agua y los contaminantes, consigue romper la masa de petróleo en pequeñas gotitas, en emulsión, con lo que se diluyen los efectos dañinos del vertido y se facilita la actuación de las bacterias que digieren los hidrocarburos.
Quemar el petróleo derramado suele ser una forma eficaz de eliminar hasta el 95% del vertido. El principal problema de este método es que produce grandes cantidades de humo negro que, aunque no contiene gases más tóxicos que los normales que se forman al quemar el petróleo en la industria o los automóviles, es muy espeso por su alto contenido de partículas.
La biodegradación natural ocurre en la naturaleza donde existen microorganismos que se alimentan de los hidrocarburos y los transforman en otras sustancias químicas no contaminantes. Este proceso natural se puede acelerar con la dicción de ciertas sustancias, aportando oxígeno o favoreciendo condiciones de temperatura concretas.
La limpieza de la costa tiene efectos positivos, siempre y cuando no se retornen los contaminantes al mar, sino que sean retirados a tierra, para su control y eliminación. Las operaciones finales de “estética” suelen ser perjudiciales a largo término ya que los efectos naturales de los microorganismos son mucho más eficaces que los artificiales. Está demostrado que consideraciones estéticas a corto plazo no deben imponerse a planteamientos ecológicos más importantes a largo plazo.
Como vemos, los efectos medioambientales de la marea negra del Prestige afectarán durante un plazo largo a Galicia y a otras áreas pero, debido al poder autodepurador de la naturaleza, la mayoría de los ecosistemas marinos se repondrán en pocos años por la acción de las olas, la fotooxidación, y otras acciones naturales.
Redacción Ambientum
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