Cómica consecuencia de la histeria del calentamiento
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- El 29 mayo, 2009
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Las histerias son irracionales, y la que existe por el presunto calentamiento global lleva a consecuencias que producen daños irreparables a la humanidad. Una de las primeras es la adopción de leyes y regulaciones que pretenden impedirlo, sin que nadie haya podido demostrar que tendrán algún efecto apreciable.
Todas las industrias y actividades productivas del hombre se ven afectadas por esta histeria que parece fuera de control, y la elevación de los costos de producción y de los impuestos sin sentido –que son trasladados al consumidor y a los contribuyentes- quita recursos esenciales para otros proyectos de mucha mayor importancia, como la salud, la educación, y el desarrollo de las naciones aún en estado neocolonial.
Pero a veces, esas regulaciones absurdas tienen consecuencias cómicas que causarían la hilaridad de la gente si no fuese que todo el fondo de la cuestión es demasiado trágico. Hay demasiada gente en el mundo que sigue muriendo por la falta de agua potable, las disentería y diarreas que esto producen; la infestación por parásitos horribles que van de la malaria, dengue, fiebre amarilla, a las amebiasis histolíticas, esquisto- y anquilostomiasis; las decenas de enfermedades producidas por la desnutrición y su efecto sobre el sistema inmunitario, desde la gripe común, neumonía, tuberculosis –que son computadas estadística y erróneamente como SIDA. Pero la gente ha sido cegada por el brillo deslumbrante de la apabullante propaganda emitida por los medios sobre el CO2 como gas tóxico y perjudicial para la salud –aberración científica escandalosa de la EPA, fomentada por Mr. Obama y su gabinete de “luminarias” científicas que lo asesoran.
Donde este aspecto de las regulaciones tendientes a reducir las emisiones de gases de invernadero resulta más evidente, es en el campo de la industria del automóvil, que desde hace ya una década o más, se ve cada día más constreñida y forzada por las regulaciones a producir automóviles que produzcan emisiones cero. Una imbecilidad que sólo ha conseguido hacer que los automóviles sean cada vez más caros y decenas de cosas para que funcionen mal y pasemos largas temporadas en el taller de reparaciones.
La tendencia actual es la de adoptar ciegamente lo que se llama, el automóvil “híbrido”, una costosa mezcla de motor convencional y motor eléctrico alimentado por enormes, caras y contaminantes baterías. En una página web del Tomes Online de Londres, el periodista Jeremy Clarkson tiene desde hace años su sección de revisión de las características de automóviles de épocas pasadas (una delicia) y de los automóviles que todos años salen al mercado. Clarkson es un personaje brillante, de aguda percepción sobre todo lo que tiene visos de estafas, y por ello es un escéptico del calentamiento. Entre sus “reviews” de autos deportivos aparece su comentario del Alfa Romeo Brera Coupé,V6 de 2005, donde el 70% del artículo es un comentario sobre la tontería fraudulenta del calentamiento global y sólo habla del Alfa Romeo en el último 30% de la nota. Vale la pena leerlo, no sólo por lo referente al cambio climático, sino porque sabemos del Alfa Brera V6, un auto excelente.
La situación cómica a la que me refiero está en el “híbrido” Honda Insight 1.3 IMA SE producido por la casa Honda, que cuando quiere hace autos fantásticos como el Lexus y las líneas Corrolla y Accord. El artículo de Jeremy Clarkson es una excelente pieza de comicidad que no tiene desperdicio, ni para los escépticos del clima ni para los conocedores de lo que un automóvil debería ser.
Honda Insight 1.3 IMA SE Hybrid
Times Online Auto Section
Jeremy Clarkson
Mucho se ha escrito acerca del Insight, el nuevo híbrido de Honda de bajo precio. Se nos ha contado cuánto dióxido de carbono produce, cómo su tablero de instrumentos alienta una conducción frugal brillando de color verde cuando uno no oprime demasiado el acelerador, y como es el amanecer de muchas cosas. El comienzo de una era. Hasta ahora, sin embargo, no le han contado lo que es como auto; como una herramienta para transportarle, a usted, sus amigos y sus cosas de un lugar a otro. De modo que aquí va. Es terrible. Bíblicamente terrible. Posiblemente el peor auto que su dinero pueda comprar. Es el primer auto que por primera vez he considerado chocar contra un árbol, a propósito, así no tendría que seguir manejándolo más. El problema más grande, y me ha llevado tiempo darme cuenta, porque todos los demás problemas son tan vastos y tan cancerosos, es la caja de cambios. Por razones sólo conocidas por ella, Honda ha provisto al Insight con algo llamado “transmisión constantemente variable” o [CVT, en inglés]. No funciona. Hunda su pie sobre el acelerador en cualquier auto normal y las revoluciones suben parejas con la velocidad. En un auto con CVT, las revoluciones se van para arriba al instante y luego la velocidad se iguala lentamente. Se siente como que el embrague está patinando. Se siente horrible. Y el sonido es peor todavía. El motor a gasolina del Honda es uno muy afeitado, construido para economía, baja fricción de 1.3 litros, que a plena potencia hace un ruido peor que el bebé de alguien llorando en un cine. Es peor que el sonido de su paracaídas cuando se niega a abrirse. [FAEC: Como viejo paracaidista, les aseguro que hay pocos sonidos tan desagradables…]. Realmente, para tener una idea de los espantoso que es, uno debería sentar a un perro en una cortadora de fiambre. |
Por: Eduardo Ferreyra
Presidente de FAEC
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