Radarización, defensa del espacio aéreo y desarrollo tecnológico nacional
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- El 7 abril, 2005
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Es bien conocido en los análisis económicos, que las inversiones en tecnología y el desarrollo industrial, son –en ese orden-, dos de las actividades con mayor efecto multiplicador en la economía nacional.
La precedente es una afirmación sólidamente sustentada en numerosos ejemplos histórico – económicos; ha sido analizado por numerosos economistas, y es uno de los pilares básicos de las conclusiones del análisis económico del Historicismo. Esos análisis, además de estar sólidamente fundamentados en múltiples casos históricos, parten de una concepción dinámica de la economía, bajo una visión macroeconómica y muy amplia, pues incorpora en sus análisis conceptos sociales, políticos y geopolíticos, sin desdeñar los fundamentos estadísticos que permiten corroborar esos estudios.
De hecho también existen escuelas económicas que se basan en otras metodologías, como las complejas elaboraciones de modelos matemáticos y econométricos, las que en muchos casos son herramientas de análisis válidas e importantes. Pero otras veces son abstrusas y casi incomprensibles elaboraciones teóricas, que partiendo de suposiciones preestablecidas (como la supuesta invariabilidad de los múltiples factores de la compleja realidad socio económica), pueden llegar a ser brillantes elaboraciones teóricas…pero sin ninguna aplicación práctica ni ninguna conexión con la realidad. Esos análisis, que suelen ser parcial o totalmente estáticos, en muchos casos parten de elaboraciones microeconómicas, de las que se “infieren” conclusiones macroeconómicas. Dentro de esas afirmaciones puede citarse aquella máxima del liberalismo según la cual el progreso de un determinado empresario en particular, necesariamente es beneficioso a toda la economía; desdeñándose la gruesa realidad que en muchos casos determinadas fortunas individuales se construyeron a costa de la ruina general de un país.
Un ejemplo de afirmaciones dogmáticas sin asidero real es aquella que afirma que “es igual producir acero o caramelos”, con la cual nos habían atosigado los “Chicago’s Boys” en la época de Martínez De Hoz, cuando de hecho se habían implementado políticas activas…de desindustrialización del país y de achicamiento de la economía nacional.
Sirva la precedente síntesis para advertir que las teorizaciones o análisis económicos nunca son “asépticas” o “neutras”; pudiendo sin embargo ser involuntariamente ingenuas, pero siempre revelan directa o indirectamente una determinada concepción de la realidad político económica.
Todo ello se relaciona con algunos hechos muy importantes, pero que en general han pasado casi desapercibidos para la mayoría de la población, en buena parte por la escasa difusión en los medios de comunicación; y principalmente la virtual sordina que la mayoría de los comunicadores sociales especializados y “exitosos” aplicaron para el crucial tema del desarrollo tecnológico.
Después del muy largo paréntesis de desestímulos disimulados y de arteros ataques a prácticamente todas las estructuras de desarrollo tecnológico nacional, implementadas desde la instauración del “proceso”, muy acentuadas por el iracundo ministro que “mandó a los científicos argentinos a lavar los platos”, y con el golpe de gracia que pretendió dar el ministro de economía “privatizador de las Universidades Nacionales” en el mandato del anodino presidente depuesto en el 2001; recientemente se han tomado un puñado de decisiones que muestran un claro punto de inflexión, respecto a la voluntad de volver a dar prioridad al desarrollo tecnológico.
La decisión de finalizar la central atómica de Atucha 2; la reactivación de la Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP); la incorporación de nuevas camadas de profesionales en la Comisión Nacional de Energía Atómica y – presumiblemente- en otros entes tecnológicos; la ratificación plena del convenio de transferencia tecnológica nuclear a Australia; los aún insuficientes pero mayores presupuestos concedidos a las Universidades Nacionales; y la decisión de adjudicar al ente estatal INVAP (Investigaciones Aplicadas) el importante contrato de desarrollo tecnológico y producción del sistema de radares de tierra que nuestro extenso territorio continental necesita imperiosamente; son varios de los hitos más importantes, que marcan un nuevo y positivo rumbo en lo referente al apoyo al desarrollo tecnológico nacional.
No puede soslayarse que los mismos economistas y “periodistas exitosos” que antes no se molestaban por un oneroso contrato de adquisición de radares que estaba por adjudicarse “abreviando los pasos” a una empresa extranjera, hoy clamen en nombre de “la libre competencia” que parte o todo el contrato de construcción de los radares sea quitado de la órbita de la eficiente empresa estatal INVAP, en beneficio de la estadounidense Lockhed, muy posiblemente a precios mayores, y coartando de ese modo ese importante desarrollo tecnológico a ser realizado por una empresa netamente argentina. Todo ello impulsado por una “repentina premura” y “preocupación” en controlar el espacio aéreo; apuros y preocupaciones que durante largos años brillaron por su ausencia en las expresiones de esos hoy preocupados diplomáticos extranjeros, determinados políticos y periodistas.
Tal como suele ser habitual, el propio embajador estadounidense expresó su apoyo público a esa medida netamente perjudicial a nuestra empresa INVAP, excediendo claramente los límites que corresponden a su función de embajador, al mejor estilo del impetuoso Spruille Braden, que se entrometió impropiamente en la campaña electoral de 1945.
Es de esperar que los recientes acuerdos de cooperación militar rubricados entre Argentina y EEUU no signifiquen resignar el necesario desarrollo tecnológico nacional en el estratégicamente sensible campo de la radarización.
Como comentario adicional, esta forma clara, actualizada y dinámica de analizar la economía nacional, suele ser resistida y peyorativamente combatida por quienes pretenden imponer el “pensamiento único”, supuestamente neutro pero en realidad falto de compromiso y alejado de la realidad nacional, como única “metodología válida” para la enseñanza de La Economía en las Universidades Nacionales.
C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Docente – Investigador
Facultad de Ciencias Económicas
U.Na.M.
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