Profundidades Oceánicas – Algunas observaciones
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- El 1 enero, 2000
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Es mucho lo que se puede escribir sobre el mar. Son muchos los temas que se podrían abarcar y desarrollar. Pero también es mucho lo que aún se ignora.
Las mayores profundidades a las que se pudo acceder con observaciones directas no superan los 4.000 metros y las fosas marinas más profundas, como la de Mindanao por ejemplo, pasan los 10.500.
Es interesante saber que la vida bajo la superficie es negra. Es decir que ya a 10 metros de profundidad la mayor parte del espectro lumínico ha sido absorbido y el agua presenta un tinte azul verdoso oscuro, que a los 50 metros queda solo el 5 % de la luz y que, finalmente, a los 150 se interrumpe la fotosíntesis.
Por debajo se vive la noche eterna. No hay plantas (aunque si organismos vegetales) y, por extraño que parezca tampoco insectos, que no solamente son los animales más resistentes de la cadena biológica sino que también resultan fundamentales en la serie alimentaria.
Los seres vivos de las profundidades se sustentan solo de lo que desciende por gravedad y esto es muy escaso ya que, estadísticamente, no supera el 5 % de la comida de la superficie.
La mayoría de las criaturas de los fondos marinos son negras, algunas producen su propia luz para capturar las presas y, en general, como el alimento es poco, crecen lentamente y viven mucho tiempo.
Todas las especies están adaptadas a grandes presiones y, en las zonas más profundas, deben soportar hasta 1.100 atmósferas o sea el equivalente a varios aviones Jumbo sobre el cuerpo de un hombre.
Por otra parte se sabe también que la mayor parte de la actividad volcánica del planeta se desarrolla en los lechos oceánicos. Que la lava, eyectada a más de 1000 grados centígrados, se solidifica rápidamente formando vaya a saber que volúmenes y cuantas clases de yacimientos minerales.
En estos lugares también están oscuros y hace mucho calor, pero existen ecosistemas que incluyen cangrejos, langostinos, caracoles y almejas que comienzan su cadena trófica con bacterias.
Estas últimas viven en colonias, soportan grandes temperaturas y además son capaces de metabolizar el sulfuro de hidrógeno que es una sustancia venenosa para la mayoría de los seres vivos.
En fin, hay mucho para hablar e investigar pero es evidente que el mar, por su biología, minería y otros recursos es la fuente de vida más prometedora.
Pensando en todos estos detalles y en que las aguas de los océanos son la mayor reserva del mundo, no nos olvidemos que representa el 71 % de las superficies emergidas, habría que considerar muy seriamente en reglamentar una organización racional y equitativa para el manejo ambiental de las futuras explotaciones.
Esta deberá ser avalada por organismos internacionales multidiciplinarios, competentes, con leyes inexorables y basadas fundamentalmente en un criterio ético y humanista.
Hoy por hoy no existe un sistema jurídico consensuado entre las naciones, salvo en las zonas costeras que están bajo el control de los estados que las rodean.
Las aguas profundas son vastas y hay quienes piensan que no se debe normarlas sino más bien protegerlas pero, de cualquier manera, ¿ cómo se manejará el contralor y quienes ostentarán el poder de policía?.
Sin duda este es un interrogante cuya respuesta demandará mucho tiempo y arduas negociaciones.
No obstante la explotación de las profundidades marinas es solo cuestión de tiempo. Por ejemplo, hace un par de años, una firma australiana obtuvo una licencia para explotar oro de las chimeneas extinguidas de los volcanes a 1700 metros de profundidad en la costa de Nueva Guinea.
También una unión de consorcios multinacionales prepara la explotación del Krill a gran escala en los mares del sur.
Podríamos seguir largo rato con otras observaciones pero, como colofón, prefiero dejarles algo para reflexionar: ¿ sabía Ud. que las expediciones científicas norteamericanas, que llegaron a mayor profundidad (4000 m.), se quejaron por haber encontrado envases vacíos de gaseosas en la parte más profunda?
Lic. Ricardo Timón
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