Papeleras: ¿No ha llegado la hora de la coherencia?
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- El 23 enero, 2006
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A todas luces resulta absurdo y lamentable que la prefabricado “guerra de las papeleras” parece encaminarse a un camino si retorno, exacerbándose las pasiones al límite, al más clásico estilo de las transnacionales de la ecolatría, las mismas que en forma permanente están obstaculizando toda iniciativa que pueda conducir a nuestros pueblos de Sudamérica a salir del subdesarrollo y de la miseria estructurales.
Campeones del terrorismo ecológico, son expertos en infundir profundos miedos subliminales, siempre basados en supuestos riesgos y peligros potenciales, utilizando a destajo afirmaciones condicionales y potenciales del tipo “sería, podría, habría, ocasionaría”, etc.
Por cierto que el fundamentalismo ecológico es aliado por conveniencia de los gobernantes ineptos, esos mismos que siempre encuentran excusas para justificar su inacción o su incapacidad. Y los seudo fundamentos de ecologismo a ultranza le viene como anillo al dedo a ese tipo de gobernantes para darle un barniz “cientificista, humanitario y ecologista” a su inacción o inoperancia.
Con solo repasar algunas de las más resonantes intervenciones del fundamentalismo ecolátrico, se advierte que permanentemente se oponen al Plan Atómico Argentino; a la utilización de la Hidrovía; a la construcción de puentes (como pasó en el de Rosario – Victoria); a la construcción de carreteras -como en Misiones pasó en la Ruta 19, que sacó a la pujante localidad de Comandante Andresito de su aislamiento-; a la construcción de líneas de transmisión eléctrica (también ocurrió eso en Misiones, y no lo dudo en otras partes); a la construcción de centrales hidroeléctricas con falsos pretextos de contaminación, mientras guardan densos silencios cuando se reemplazan las usinas atómicas o hidroeléctricas por usinas térmicas (que queman petróleo, gas o carbón, y que son muchísimo más contaminantes); se oponen a las explotaciones mineras; a la explotación ganadera en los bordes del Iberá (practicada desde hace siglos, ¡total si la gente queda sin trabajo, parece no importarles a estos terroristas ecológicos!); a diversas industrias –como ahora las papeleras-; a los cultivos de soja (justo cuando Argentina exporta grandes cantidades y compite con EEUU, Canadá y Brasil en ese rubro); y un larguísimo etcétera.
Ante la cerrada oposición a las papeleras, me pregunto ¿en Entre Ríos no se usa papel?
Si existen potenciales riesgos de contaminación, ¿acaso Argentina no tiene entes técnicos de elevado nivel de capacitación, que puedan definir las condiciones de instalación y funcionamiento que eviten las emisiones tóxicas? Más allá de la Secretaría de Medio Ambiente de La Nación, que desde las nefastas épocas mariajuliescas ha producido trabajos de un bajísimo nivel técnico, o ha guardado densos silencios en temas básicos en los que demostró ineptitud o falta de ejecutividad (como el caso de la limpieza del Riachuelo, las prevenciones de incendios forestales, los controles ambientales efectivos más allá de la General Paz, y al menos algún par de muy mediocres informes (publicados en Estrucplan On Line, sin firmas de responsables), existen otros entes capacitados para opinar fundamentadamente.
Es bien sabido en los sectores técnicos serios, que la Comisión Nacional de Energía Atómica se encuentra perfectamente capacitada para monitorear esos procesos, y para sugerir las eventuales modificaciones que sean necesarias en los proceso de instalación y funcionamiento. Así lo han hecho en algún caso de una de las importantes celulósicas instaladas en Misiones.
Seguramente el CONICET también tiene la capacidad técnica para ello, como el CITEFA, el INTI, varias Universidades Nacionales, como la de Misiones, en la que la Dra. Area publicó una nota muy esclarecedora y de excelente nivel técnico.
No puedo dejar de lado un breve y contundente escrito del Director de la FAEC (Fundación Argentina de Ecología Científica) Eduardo Ferreyra, en el que se pregunta si las iras contra la instalación de las papeleras no se deberán a que optaron por no radicarse en Argentina debido a eventuales “costos de peaje” o similares, que algunos “patrones de estancias” pudieron pretender cobrar.
Y como las incoherencias (por no usar otro calificativo más directo y preciso) suelen ser contagiosas, ya en Uruguay un legislador no quiso ser menos que muchos de sus pares argentinos de épocas recientes (¿solo recientes, o también actuales?), expresando una serie de sandeces en contra de la terminación de Atucha 2; las que por fortuna fueron rápidamente descalificadas por funcionarios uruguayos con mayores conocimientos en el tema.
Respecto al accionar del Gobernador Busti, simplemente me limito a recordar que avaló una absurda ley antirrepresas, largamente fogoneadas por organizaciones ultraecologistas de Entre Ríos y Santa Fe, y por supuesto “bendecidas” por las transnacionales de la ecología. Con esa trasnochada ley, impidió la construcción de Paraná Medio Cierre Sur (o Chapetón), cuando habían inversores interesados en concretar dicho proyecto. Por supuesto que tanto Busti como los ultraecologistas guardaron un mutismo total, al instalarse varias grandes usinas termoeléctricas a la vera del Río Paraná y frente a Entre Ríos. ¿Acaso no saben que ese tipo de usinas son las principales causantes del efecto invernadero, y en muchos casos de la nefasta lluvia ácida? Además los costos por KWh de estas “devoradoras de combustible” son mucho más caros que los costos de las usinas hidroeléctricas. ¿Eso tampoco importa?
Así como a los argentinos en general el accionar de los piqueteros terminó hartando a todos, ¿No está pasando lo mismo con los cortes de rutas, de puentes, etc.?
Es bien sabido que la buena gente suele ser convencida con cierta facilidad, pues los “argumentos” de los ecologistas son “pegajosos” e impactantes, o sea saben trabajar sobre la opinión pública; pues son expertos en lanzar “misiles ideológicos”, de gran impacto aunque de escasa consistencia técnica.
Para los que pretenden que “el pueblo nunca se equivoca”, es bueno recordar que el primer plebiscito de La Historia dio por resultado la crucifixión de El Inocente, mientras la turba gritaba conveniente acicateada por los “maestros de la ley”.
Hoy los nuevos maestros de la ley de la religión pagana que adora el “becerro verde” del conservacionismo a ultanza pueden ser tan convincentes como los de hace 2000 años. Y estos pretenden crucificar nuestro desarrollo socio económico, inmolándolo frente al altar pagano del fundamentalismo ecológico.
No debe olvidarse que la peor contaminación es la generada por la miseria extrema, y para salir de ella necesitamos desarrollarnos.
No debe permitirse que estos nuevos apóstoles de la violencia y del subdesarrollo, eventualmente como compañeros de ruta del oportunismo político de bajo vuelo, lleguen a alterar las históricamente excelentes relaciones con el hermano pueblo del Uruguay.
Por Carlos Andrés Ortiz
Ex Docente – Investigador
Facultad de Ciencias Económicas UNaM
Especialista en Gestión de Producción y Ambiente
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