“No hay más terremotos de lo habitual”
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- El 11 marzo, 2010
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Nora Bär
LA NACION
El 26 de febrero, Víctor Ramos, director del Laboratorio de Tectónica Andina de la UBA, estaba con colegas estudiando depósitos lacustres del cuaternario cerca del Huecú, en Neuquén. Esa noche (sí,¡la misma en que fue devastado el centro de Chile!) se despertó a las tres y media de la madrugada por los sacudones de su cama. Ramos salió de su pieza, miró a su alrededor y, como buen veterano de varios terremotos, se volvió a dormir.
Ya en Buenos Aires, este investigador internacionalmente reconocido está siguiendo de cerca y participando de los estudios en torno del fenómeno y sus consecuencias. Pero si no lo intranquilizó el terremoto sí lo hacen muchas de las noticias que se difunden en torno de estos procesos naturales.
“Nos inundan de novedades sobre desastres en diferentes partes de la Tierra -dice-. En este mundo de comunicación en tiempo real no pasa nada inadvertido: un pequeño temblor en Sumatra viene seguido al otro día de fuertes dislocaciones en Alaska o Paquistán. Todo se confunde, pero hay que brindar un poco de tranquilidad.”
-¿Qué conceptos erróneos leyó u oyó últimamente?
-Por ejemplo, el otro día escuchaba que relacionaban los terremotos con el cambio climático y los tsunamis. Pero ¡nada que ver! Que la Tierra libere su energía interna es algo que ocurre independientemente del clima. También se habla de las modificaciones antrópicas [producidas por el ser humano], pero el hombre es insignificante para generar cualquier tipo de modificación que incida en la ocurrencia de un terremoto.
-Haití, Chile, Turquía… ¿Hay un aumento de terremotos?
-No, no hay más de lo habitual. Lo que ocurre es que ahora hay un terremoto en Bangladesh y a los cinco minutos se entera todo el mundo. Esa información en tiempo real es la que pone nerviosa a la gente. Yo estoy suscripto a un registro que todos los días me informa de cinco o seis terremotos mayores de cinco [grados]. Por otro lado, la potencia de devastación de un terremoto depende de si ocurre cerca de un centro muy poblado. En Alaska hay terremotos tan fuertes como el de Chile, pero nadie se queja porque allá no vive nadie. En el ranking de los más fuertes del mundo, dos o tres los tiene Chile y los demás los tiene Alaska, y sin embargo nadie dice “qué peligrosa que es Alaska”.
¿Podría ocurrir en Buenos Aires un sismo de las características del chileno?
-No. Las placas tienen dos tipos de márgenes: los activos y los pasivos. Los activos se llaman así porque hay volcanes y hay terremotos. Todo el “cinturón de fuego” del Pacífico es un margen activo. El otro, el atlántico, es pasivo porque no hay subducción, no hay hundimiento de corteza oceánica. Ese proceso ocasiona algún que otro terremoto, pero de mucha menor intensidad, generalmente inferior a cuatro o cinco grados. Quiere decir que una construcción decente de Buenos Aires puede resistirlo perfectamente.
¿Aunque no sea antisísmica?
-Sí. A gatas lo puede sentir el hombre, porque son movimientos casi imperceptibles.
¿Podría ocurrir un terremoto devastador en Tierra del Fuego?
-Ese es un problema independiente. La falla de deslizamiento horizontal que hay en Tierra del Fuego, que va por el lago Fagnano y sale por el río Yrigoyen, es de las mismas características que la que produjo el terremoto de Haití. La diferencia es que, si bien los terremotos que puede haber en uno y otro lugar son de índole similar, al lado de esa falla no vive nadie, y arriba de la de Haití viven cuatro millones de personas. Ushuaia está a unos 80 o 90 km; lo sentiría, pero no como Puerto Príncipe, que estaba arriba.
-¿Hay una falla geológica en el Río de la Plata?
-Fallas hay en todos lados. Es muy raro encontrar 100 km2 que no las tengan. Pero son viejas, fósiles. Hace cien millones de años que no se mueven.
-¿ Qué zonas de la Argentina son las de mayor riesgo?
-El Instituto Nacional de Prevención Sísmica hizo un excelente mapa de riesgo. Hay dos sectores que tienen alta probabilidad de tener terremotos fuertes, que son Mendoza y San Juan; les siguen La Rioja y Catamarca, y en un escalón menor de peligro, Salta y Jujuy. Ahora, hay que tener en cuenta la recurrencia. En las sierras de Córdoba también puede haber terremotos, pero la recurrencia es de entre 300 y 400 años. Quiere decir que si hubo uno hace 30 o 40 años, hay que esperar 300 años para que ocurra otro en el mismo lugar. Si uno sabe la intensidad, el epicentro y la zona de fractura de un terremoto, puede calcular la probabilidad de recurrencia.
-¿Registrando las vibraciones de las microrrupturas puede anticiparse un terremoto?
-Es una hipótesis, pero no está confirmada. A veces uno mide los “ruidos de basamento” y a los dos o tres días viene el terremoto. Pero miles de veces uno ve que se incrementan y no pasa nada.
– ¿Y si se suman mediciones de gases, como el radón?
-Es otro factor necesario, pero no suficiente. Los chinos utilizaban un sistema parecido hace dos mil años. En vez de tener equipos, tenían gallinas, caballos… Cuando los animales se ponían nerviosos, daban la alerta, porque a las 24 o 48 horas se producía el terremoto. La capacidad auditiva de un caballo o una gallina está en el rango de los ruidos de basamento, que el oído humano no puede captar. Pero un montón de veces se ponían nerviosos y no pasaba nada.
-¿Cómo se explica el desplazamiento de ciudades enteras?
-Son deformaciones elásticas que siguen al terremoto. La corteza se comporta como un flan: primero se mueve para un lado, después para el otro. Pero pasado algún tiempo, pueden volver para atrás.
¿Buenos Aires va a retroceder los dos centímetros que avanzó?
-Interesante pregunta. Nosotros lo que tenemos bien medido es el terremoto de Antofagasta de 1995. Donde se produjo la ruptura, se movió toda la costa un metro para allá. Pero a los dos o tres años, se volvieron a recuperar 80 cm para este lado. Estamos en 2010 y todavía los movimientos no se tranquilizaron.
-¿Cómo va a ser el planisferio del futuro?
-Pronostican que tarde o temprano la Argentina va a chocar contra Japón o contra Asia. Pero será dentro de 80 o 100 millones de años. Nadie va a poder decirnos que nos equivocamos…
La Nacion
Jueves 11 de Marzo de 2010
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