Los residuos urbanos y el biogas
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- El 20 marzo, 2006
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Según las dependencias específicas de las Naciones Unidas, más de dos billones de toneladas de residuos sólidos urbanos se producen anualmente en todo el mundo a los que hay que sumarles los hospitalarios y los industriales.
Montañas de papeles, maderas, botellas, latas, plásticos, electrodomésticos, desechos de cocina, se acumulan en los alrededores de las ciudades sin que la mayoría de las personas elegidas para la conducción de los municipios sepan exactamente qué hacer con ellos. Los plásticos de todo tipo demorarán cientos de años en degradarse excediendo la capacidad de la naturaleza en absorberlos.
Si bien el plástico se presenta como una revolución en la industria de la alimentación y el embalaje, lo cierto es que como basura es simplemente eso: basura. Basura que en un ínfimo porcentaje se recicla. Las pruebas están en cuanto espacio abandonado, público o privado, con sus miles de bolsas hacen un tétrico decorado. Tampoco se conoce que ninguna empresa proyecte utilizar estos plásticos para generar energía térmica porque el costo de eliminar los gases tóxicos residuales lo hacen inviables en la actualidad. Consideración especial para los electrodomésticos inservibles junto con pilas, baterías y componentes electrónicos. Los mismos generan gases tóxicos que todos nosotros respiramos y que nos producen irritaciones en la piel y vías respiratorias. Ellos se encuentran a pocas cuadras de los ejidos urbanos, sin contar con los basurales que generamos los propios vecinos dentro de nuestros barrios. Las grandes ciudades del mundo, seguramente, transformarán estos inmensos depósitos inservibles en “pack” que los enterrarán o quemarán en algún lugar del mundo lejos de ellos.
Actualmente el Océano Atlántico sirve de basurero para residuos nucleares de las grandes potencias. Según estudios de la Universidad Tecnológica Nacional, a fines del año 2006 circularán en el país 20 millones de teléfonos celulares y en el 2010 habrá 10 millones de computadoras y una cantidad similar de esos elementos en los basurales, los que contienen plomo (que produce trastornos renales, irrita al sistema nervioso), cadmio (que afecta al hígado, corazón, huesos), el níquel (que afecta a los pulmones y provoca abortos espontáneos).
Hay un ejemplo a seguir para cambiar el rumbo de este holocausto al que nos dirigimos y lo está dando desde Australia. Su capital, la ciudad de Canberra. Con sus 300.000 habitantes se impuso el proyecto de basura cero. Utilizan el sabio criterio de evitar el problema antes que suceda. En una acción coordinada desde el gobierno central, en Canberra todo se recicla, empezando por los principios sociales de su población. Es una directiva que baja de sus autoridades que todo “aparato” que esté en condiciones de prestar servicio debe ser reparado. Los muebles del hogar se tienen que reciclar, para lo cual hay técnicos y artesanos en condiciones de hacerlo, no sólo un ropero sino cualquier producto con tecnología digital. Para ello el gobierno hace cumplir la Ley de Defensa del Consumidor y obliga a las casas vendedora de equipos fabricados en otros países, que se entregue la información correspondiente en el idioma nacional, además de capacitar a los servicios técnicos en los nuevos sistemas y proveer repuestos para la reparación de los mismos. Pero ponen énfasis en parar el consumismo desenfrenado que presiona a quienes tienen la posibilidad económica, de cambiar un teléfono celular cada año, un televisor cada cuatro y una heladera cada seis.
Entonces, el que en nuestra ciudad anda en un “carrito” juntando desechos, tendría una modesta carpintería con la que viviría dignamente reacondicionando muebles para que sus vecinos tengan un sillón esterillado y no un desagradable y peligroso sillón de plástico. Si sacamos los elementos inservibles para que “el carrito” se los lleve, hay que ver como eliminar el “carrito”. Pero no deteniendo al conductor, sino enseñándole a esta persona que puede tener una actividad más digna aprendiendo un oficio y apoyándolo en este sentido. A cambio de un “Plan” se lo capacitará en un oficio y luego, si no cumple, se lo sancionará si infringe la ley de tomar del depósito de residuos, cosas que no le pertenecen. Porque la basura es un elemento que el ciudadano deposita en un canasto para que le retire, solamente, el encargado de esta tarea que es el municipio, la que se encontrará clasificada en bolsas de distintos colores.
Pero hasta que nosotros los vecinos dejemos de sacar la bolsa a cualquier hora, los empleados de los distintos poderes del Estado cumplan con su tarea para que los sectores desprotegidos tengan seguridad de que no serán arrojados a una vida miserable en los cinturones de las ciudades , los que ya lo están se capaciten en una actividad productiva y todos dejemos de consumir presionados por la propaganda podemos ir haciendo algo, aunque sea una acción mínima que siempre es mejor que no hacer nada. Y es aprovechar un conocimiento centenario que es utilizar los residuos orgánicos para la producción de biogas.
Ventajas
Se trata de un gas que se obtiene de la fermentación de residuos orgánicos en un ambiente sin oxígeno y se lo almacena en un depósito cerrado e impermeable denominado Digestor. Estos residuos convenientemente mezclados con agua entran en descomposición debido a las bacterias anaeróbicas y pasan por tres etapas: Hidrólisis, Fase Ácida y Fase Hidrogenada, obteniéndose un gas que contiene entre un 50% y un 70% de Metano, 30% a 40 % de Dióxido de Carbono 1% a 3% de Hidrógeno y el resto otros gases.
El metano que se produce es el mismo gas que forma parte en un 97% del Gas Natural que recibimos por medio de gasoductos desde los yacimientos gasíferos o del tratamiento del petróleo y que usamos en nuestros domicilios, comercios, industrias, gas natural comprimido y que posee 9.800 Cal/m3. Recordemos que el biogas tiene metano y otros gases por lo cual su poder calorífico es 5.800 Cal/m3 y su descubrimiento se remonta al año 1630 cuando Von Humboldt demostró la existencia de un gas combustible en los intestinos de los animales, durante la digestión de los alimentos.
Mas adelante se observó que en los pantanos se producía gas al descomponerse la vegetación en el fondo, por lo que se lo llamó “gas de los pantanos” reconociéndosele propiedades combustibles; John Dalton en 1804 establece la fórmula química y lo asocia con el gas metano. En 1884 Pasteur y Gayón, su ayudante, determinaron que la fermentación del estiércol en ausencia de oxígeno, producía un gas que podía ser usado para calefacción e iluminación. Vale decir que el biogás tiene una trayectoria de varios cientos de años como materia de estudio e investigación. Pero en estas latitudes no se difundió por la exuberancia de nuestros bosques que proveyeron de carbón para el uso doméstico y comercial en los comienzos de la organización urbana de nuestro país. Desde la década del ‘40 tanto en Estados Unidos como en la India y China, desarrollaron la tecnología de la digestión de residuos animales y agrícolas en granjas. El digestor hindú tiene forma cilíndrica y en su parte superior está instalado un tanque de chapa que se desplaza con la presión del gas generado y que se lo denomina gasómetro. En cambio, en China se utiliza otro criterio debido al costo elevado de la chapa de hierro, construyéndoselos en forma esférica totalmente de mampostería de ladrillos sellados con cemento, siendo estos enterrados.
El otro diseño es el biodigestor de desplazamiento horizontal y se lo utiliza cuando los volúmenes diarios de residuos por tratar son importantes. Pero todos tienen un mismo principio y se puede obtener gas combustible utilizando desechos orgánicos de cualquier tipo, tanto de origen animal como vegetal y como un subproducto importante se obtiene fertilizante. Convenientemente seleccionados pueden hacer funcionar una caldera, una heladera, un grupo electrógeno o para la cocción de alimentos. En el desarrollo de esta técnica, se debe destacar la dedicación del Ingeniero Jorge Hilbert del Inta Castelar, del Ing. Eduardo Groppelli de la Fundación Proteger de la provincia de Santa Fe y del Sr. José Mager quien, en las afueras de la ciudad de Fernández, tiene en funcionamiento este sistema desde hace varios años.
Solamente con pensar en aprovechar las frutas y verduras no aptas para el consumo procedente de los puestos de venta, la cantidad de combustible y fertilizante que se podría obtener justificaría cualquier inversión. Esta utilización urbana de los residuos se puede trasladar a la actividad rural usando el estiércol de aves, cerdos, equinos y vacunos. El proceso descrito es simple, pero el laboreo y la atención que requiere el funcionamiento de este sistema depende de su volumen y debe tener una atención permanente. Realizada la primera carga, se debe esperar un determinado tiempo hasta que comience la generación del biogas y desde entonces se lo debe cargar al digestor diariamente, además de activar los agitadores y de retirar el fertilizante obtenido. Es un proyecto posible sólo para gente que se comprometa con el trabajo. De nada servirá salir en la foto inaugural y esperar que venga otro a cumplir con las tareas. De las grandes crisis se sale solamente con esfuerzo y estamos frente a una de ellas. Y el biogas nos da una alternativa.
Por: Carlos Alberto Zigalini
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