Los Guerreros del Subdesarrollo
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- El 10 noviembre, 2005
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Los fuertes lazos históricos de las Provincias Unidas del Río De La Plata.
El escandalete mayúsculo con ribetes propios de una telenovela de grotescas argumentaciones, que está significando la “Guerra de las Papeleras”, es un tema que ha tenido una escalada de violencia diplomática absolutamente fuera de lugar entre dos naciones con muy fuertes lazos de hermandad, como son Argentina y Uruguay. Y no es redundante recordar aquí que La Banda Oriental y el Alto Perú (hoy la República Oriental del Uruguay y la República de Bolivia respectivamente), formaban parte de las Provincias Unidas del Río De La Plata, al momento de los históricos sucesos del 25 de mayo de 1810 y del 9 de julio de 1816. Incluso en el Congreso de Tucumán sus delegados tuvieron presencia y activa participación.
Repúblicas nacidas de la misma placenta, tal como gráficamente algún historiador describió, las abruptas secesiones concretadas en 1825 como consecuencia del nefasto accionar de la diplomacia británica ejecutada por Lord Ponsonby, y del en los hechos agente británico y a la sazón nefasto Presidente de la aún en formación República Argentina, Bernardino Rivadavia, y su círculo de poder portuario y europeizante; a pesar de todo no han podido cortar los fuertes lazos culturales, históricos, y humanos que nos mantienen unidos a los pueblos argentino, uruguayo y boliviano, aún por sobre los convencionalismos de las fronteras políticas que nos dividen.
Esa sólida hermandad es un poderoso y valiosísimo patrimonio de incalculable valor geopolítico, que debe ser preservado, aún por sobre las presiones del falso eficientismo de los neoliberales globalizadores a ultranza – hoy enrolados en la promoción del ALCA y en todas las acciones para disolver de hecho los Estados Nacionales-, del accionar disolvente y antinacional de las transnacionales de la ecología, y de los políticos de cortas miras proclives al efectismo de acciones rutilantes en el corto plazo, pero de nefastas consecuencias en el mediano y largo plazo.
La “Guerra de las Papeleras” o la exaltación de la incoherencia.
El tono de creciente enfrentamiento, con ribetes de dura confrontación diplomática, matizados con declaraciones de corte seudo belicista absolutamente fuera de contexto por parte de determinadas dirigencias políticas argentinas, y con el picante aderezo de las grandes puebladas que con tanta eficacia suelen organizar las transnacionales de la ecología montándose en las habituales campañas del terrorismo ideológico basadas en rimbombantes denuncias de posibles desastres ambientales casi nunca demostradas; están en conjunto configurando un cuadro confrontativo en el que parecen primar las pasiones, los miedos dudosamente fundamentados y cierto tufillo de oportunismo politiquero de cortas miras cortoplacistas huérfanas de la grandeza de visión que caracteriza a los grandes estadistas.
Las declaraciones de tono belicista del gobernador entrerriano Busti, con amenazas difusas de “cortar el suministro de gas y todas las acciones que sean necesarias”, de ningún modo parecen las apropiadas para el marco de las relaciones entre los hermanos Orientales y Occidentales del Río Uruguay (incluyéndonos en estos últimos a todos los argentinos) que pacíficamente convivimos desde siempre.
Algunos gruesos errores técnicos, propalados a voz de cuello en cuanto medio de difusión se prestó, solo sirven para agregar dramatismo, pero en nada aportan a la cordura y al entendimiento; como la afirmación con errónea gramática y grosera inexactitud, como la del gobernador entrerriano que afirmó “-…el Uruguay es un río con siete veces menos caudal que el Paraná…-“; siendo idiomáticamente correcta y mucha más precisa expresión afirmar en todo caso que “el Uruguay tiene la séptima parte del caudal del Paraná”…, pero esa afirmación corregida en lo idiomático es groseramente falaz en lo técnico, pues en realidad el caudal medio del río Paraná a la altura del eje Paraná – Santa Fe es cuatro veces mayor que el del río Uruguay en sus últimos tramos. Pero a la vez el caudal del Paraná en las alturas donde se encuentran las grandes celulósicas misioneras es menos de tres veces mayor que el caudal de aquella parte del río Uruguay. Y esta última comparación es válida en lo técnico, pues en este extremo del territorio argentino tenemos grandes papeleras que –salvo error de mi parte- ni Entre Ríos ni Santa Fe tienen.
Por mi parte, antes de opinar sobre específicos temas de contaminación de las industrias papeleras, me tomé el tiempo de consultar a tres profesionales de la Ingeniería Química, de reconocidas, respetadas y largas trayectorias profesionales en nuestro medio: Norma B. Parodi, Víctor Chistajoski Lesik y Edmundo Debat. Significativamente, en los tres casos las opiniones fueron coincidentes. De por sí, las industrias celulósicas y papeleras son potencialmente fuertemente contaminantes, pero sus efectos reales sobre el medio ambiente pueden ser drásticamente minimizados y aún anulados, con los medios técnicos y científicos actualmente disponibles. Claro está que para que esos requisitos ambientales se cumplan, deben realizarse importantes inversiones en equipamiento (bienes de uso e instalaciones), y también deben realizarse gastos permanentes que sin duda erosionarán algunos pocos puntos las altas rentabilidades de estas industrias.
Es decir que el quid de la cuestión no sería oponerse a las instalaciones, sino asegurarse de tomar todos los recaudos que impidan los vertidos de líquidos y gases tóxicos y contaminantes. Lo cual es un enfoque muy distinto por supuesto, respecto a la belicosa postura “anti todo” actualmente en boga.
Pero no deben omitirse aquí otras cuestiones que los comunicadores sociales parecen desconocer o están pasando por alto.
Bajo un anterior mandato del mismo actual gobernador entrerriano, se sancionó una absurda ley antirrepresas, la cual ha tenido el dudoso “mérito” de entorpecer la concreción de Paraná Medio, un gigantesco complejo hidroeléctrico de uso múltiple, compuesto por dos mega presas y una serie de obras adicionales, las que entre otros objetivos, prevén el saneamiento de los Bajos Submeridionales del norte santafesino, recuperando para la producción tierras hoy semi anegadas. Y por supuesto aportando al desarrollo socio económico argentino el equivalente de aproximadamente el 35 % de la demanda eléctrica actual por no hablar de las notables mejoras en las condiciones de navegabilidad, y sus usos como puentes que minimicen el aislamiento de Nuestra Mesopotamia. Por supuesto que con menores costos por KWh y prácticamente sin las enormes cantidades de emisiones gaseosas, fluídicas y residuos sólidos que son consecuencia de las numerosas usinas térmicas alimentadas con hidrocarburos, que han reemplazado a las hidroeléctricas, y que no parecen molestar en lo más mínimo a los muy particulares “ecologistas antirrepresas”.
Como el fundamentalismo ecológico está en permanente oposición a prácticamente toda nueva gran obra de infraestructura, a toda nueva industria importante y a toda evolución, pasan en los hechos a ser los mejores aliados de los políticos incompetentes, tal como con creces lo verificamos en Misiones.
Respecto a las críticas que el gobernador Busti efectúa contra Salto Grande, cabe preguntar que políticas activas han realizado él y sus predecesores para utilizar esas formidables cantidades de energía barata para industrializar fuertemente a Entre Ríos, aprovechando su privilegiadísima posición geopolítica, prácticamente enfrente a dos de los tres mayores conglomerados urbanos de Argentina, con infraestructura portuaria como para exportar a todo el mundo, abasteciendo además a todo el resto de Argentina y el Mercosur. Y también que gestiones concretas hicieron para que se construyan las esclusas de navegación que tanta falta hacen, para impulsar la navegación comercial hasta San Javier y Porto Xavier, en Misiones y Brasil respectivamente.
¿No sería mejor hacer esfuerzos para que otras grandes industrias –incluidas las papeleras-, con los debidos controles ambientales, se instalen de este lado del río Uruguay, disminuyendo la desocupación y el éxodo de numerosa población?
Respecto a las grandes transnacionales o mega “nacionales” instituciones de tipo ultraecologista, es bueno recordar su permanente accionar contra el Plan Nuclear Argentino, entorpeciendo la venta de tecnología a Australia, acusando falsamente acerca de la nunca demostrada contaminación radioactiva de las napas de agua de Ezeiza, y un largo etcétera en este rubro; la oposición a las ya seculares explotaciones ganaderas en las márgenes del Iberá (la gente que vive de eso parece importarles poco y nada); su oposición al uso del DDT, no obstante su benéficos efectos en los controles de plagas vectores de enfermedades endémicas; su oposición a la explotación de la Hidrovía, a pesar de ser menos contaminante, más segura y más económica que sus alternativas carretera o ferroviaria; sus oposiciones al cultivo de soja, hoy uno de los pilares de las exportaciones argentinas; y un largo etcétera, acorde a los mandatos en pro del subdesarrollo, desarrollados por el Club de Roma.
¡En Argentina y en Sudamérica ha llegado la hora del desarrollo socio económico, que es la mejor manera de combatir la peor de las contaminaciones, la de la miseria extrema!
Por: C.P.N. Carlos Andrés Ortiz
Docente e Investigador Universitario
Especialista en Gestión de Producción y Ambiente
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