Las razones de quienes conviven con el miedo
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- El 22 agosto, 2005
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Bouwer y Serrezuela temen contagios
CORDOBA.- Con sus 800 habitantes, Bouwer es un pueblo acostumbrado a recibir basura. Situado a 15 kilómetros de esta capital, allí funciona el predio de tratamiento y disposición final de los residuos que recoge la empresa Cliba en la ciudad capital.
Además, a muy pocos metros del basural se ubica el depósito judicial de autos chocados, por lo que pueden apreciarse largas cuadras de chatarra apiladas, como si fuera un cementerio de carrocerías retorcidas y oxidadas.
Y desde hace más de un mes los vecinos de Bouwer tienen en el pueblo tres contenedores que albergan 180 tambores de plaguicidas considerados peligrosos para la salud. El cargamento fue ubicado en el predio de Cliba, lo que provocó una sucesión de protestas por parte de los vecinos que temen por su vida y por la de sus hijos.
Aunque distintos expertos procuraron llevar calma a Bouwer, el miedo ya se instaló entre la gente y el asunto del DDT es el tema obligado en el dispensario, en la escuela y en el edificio comunal.
“Nuestra gran preocupación es que los contenedores están ubicados cerca del colegio de Potrero del Estado, más o menos a unos 500 metros”, explicó a LA NACION el juez de paz Aldo Sosa. “Además, ése no es el único problema que existe en el pueblo -precisó-. En agosto, cuando sopla el viento y se quema la basura de Cliba, acá hay un olor terrible. Y a eso se suman las fumigaciones de los campos aledaños. Acá todavía no se han hecho análisis, pero es muy probable que tengamos casos de cáncer.
” Serrezuela, el otro punto del conflicto, es un pueblo de 3000 habitantes en la zona urbana, más otros 2000 en la rural, con un 47 por ciento de desocupación.
Serrezuela está situado en una región semiárida, a 230 kilómetros al noroeste de la capital provincial, cerca del límite con La Rioja.
El intendente Juan Martín (UCR) justificó el rechazo vecinal al DDT. “Fue una posición social y política ante una situación inconsulta y ante la incertidumbre que se generó por la posibilidad del traslado del DDT a Serrezuela”, dijo a LA NACION.
El funcionario añadió: “El tema se ha mediatizado y la sensibilidad de la gente es mucho mayor. Por más que nos expliquen cuestiones técnicas, el pueblo tiene mucho miedo”.
Ante esta situación, se sancionó una ordenanza que prohíbe el paso de sustancias tóxicas por esa jurisdicción.
“Sostenemos que las Salinas Grandes no es el lugar apto porque la alta salinidad corroe cualquier contenedor que se instale y las filtraciones pueden contaminar las napas de agua. La pendiente del terreno se dirige hacia pueblos aledaños, donde hay tres escuelas, que consumen esa agua. Además, en épocas de lluvia no se puede acceder al lugar por varios meses y cualquier elemento pesado se hunde, como el caso de los contenedores”, señaló Martín.
Explicó que “es un lugar abierto que sirve de pasturas a la ganadería local, un recurso del que vive mucha gente. Acá -dijo- se extrae leche caprina que se destina a una empresa de San Juan, donde se producen derivados que se exportan a los Estados Unidos. Ante ello, la presencia de los residuos tóxicos pone en serio peligro esa producción”.
También indicó que “lo mismo ocurre con la cría de cabritos y miles de colmenas” para la producción de miel.
“Además -aseguró-, se pondría en peligro un proyecto de explotación turística de aguas termales en la zona (un surgente a 220 metros de profundidad, con 39 grados de temperatura).”
La Nación
Lunes 22 de Agosto de 2005
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