Lagunas de estabilización: La disposición de las aguas residuales
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- El 13 septiembre, 2004
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La disposición de las aguas residuales |
El 49% de la Región de América Latina y El Caribe tiene servicio de alcantarillado colectándose diariamente 40 millones de metros cúbicos de aguas residuales que se vierten a los ríos, lagos y mares.
Si en el año 2000 se logra ampliar este servicio básico al 90% de la población, estaremos arrojando más de 100 millones de metros cúbicos de desagües que agravarían aún más la contaminación.
Del volumen colectado por los sistemas de alcantarillado, menos del 10% recibe algún tipo de tratamiento previo a su descarga en un cuerpo de agua superficial o antes de su uso para el riego de productos agrícolas.
Se estima que en esta Región existen 215 ciudades con más de 100,000 habitantes; 76 de éstas conforman una población de alrededor de 58 millones de habitantes, localizada a lo largo de la costa marina o de estuarios.
Las descargas de estas aguas residuales sin ningun tratamiento, contaminan las playas de uso recreacional y los productos hidrobiológicos que crecen en las áreas cercanas. Esta situación tambien ocasiona un grave impacto económico sobre las exportaciones de productos hidrobiológicos y el turismo.
La disposición de las aguas residuales sin tratamiento previo en aguas superficiales afecta su posterior uso.
Muchos de los ríos y lagos utilizados como fuente de abastecimiento de agua, tienen altos niveles de contaminación microbiológica (16 ríos de América superan los 1000 coliformes fecales/100 ml; GEMS-1987). El nivel al que está expuesto la población es mayor considerando que menos del 50% de los servicios de auga potable produce agua desinfectada.
Estas mismas aguas superficiales se usan para el riego de cultivos agrícolas de consumo humano, incrementando los factores ambientales de riesgo para la salud de la población.
Las situaciones endémicas de diarreas, parasitismo, fiebre tifoidea y salmonellosis que imperan desde el Río Grande hasta el Cono Sur no son más que el reflejo de esta crítica situación, a la que vino a sumarse el cólera.
Dentro de las patologías desencadenantes de la mortalidad infantil, las diarreas son altamente preocupantes en toda la región latinoamericana; la mortalidad en menores de un año de vida presenta tasas entre 0,5 y 967,3 por 100 000 nacidos vivos, variando de acuerdo a la salud sanitaria de los países. Respecto a la morbilidad, no se dispone de datos para determinar con exactitud la magnitud del problema, sin embargo la información de la últimas encuestas realizadas por los países de la Región registra un promedio de cuatro episodios de diarrea anuales por niño.
La contaminación del agua y de los alimentos constituye un importante factor de riesgo de enfermedades diarreicas; se ha calculado que hasta un 70% de los 1 400 millones de episodios de diarrea que afectan a los niños menores de 5 años en todo el mundo se debe a patógenos transmitidos por el agua y los alimentos.
Las cepas de Escherichia coli, por sí solas causan el 25% de todas las diarreas en el mundo.
La capacidad de renovación de los cuerpos de agua es finita, sin embargo se cree en la asimilación ilimitada por parte de la naturaleza.
Es por ello que en los niveles de decisión política de nuestros países y en las agencias de crédito internacional, no se le ha otorgado la prioridad necesaria a la descontaminación de los cursos superficiales de agua.
Tampoco existe en los diversos sectores de nuestra sociedad una percepción cabal de los efectos que podrían ocasionar en la salud la disposición de aguas residuales sin tratamiento previo.
Un ejemplo del impacto económico derivado de la contaminación lo experimentan las plantas potabilizadores de agua que incrementan sus costos debido a la pobre calidad del agua cruda que procesan, ya que requieren aplicar mayor cantidad de compuestos químicos en el proceso de desinfección para garantizar la calidad del agua de consumo humano.
En sistemas sofisticados de potabilización o de alta tecnología, cualquier error humano o falla de los equipos puede provocar episodios lamentables de brotes epidémicos ocasionados por el suministro de agua sin tratamiento adecuado.
El Centro Panamericano de Ingeniería Sanitaria y Ciencias del Ambiente (CEPIS) reclama la necesidad de mejorar y mantener la calidad del agua a través de la protección y recuperación de cuencas hidrográficas y acuíferas.
Entre mayor es la concentración de organismos patógenos en al agua o en los alimentos mayor es la probabilidad de que la gente se enferme. La anterior se basa en numerosos estudios epidemiológicos que han llegado a desarrollar el concepto de dosis infecciosas.
El Cuadro 1, tomado del libro “Agua y Salud Humana” de Eugene McJunkin, presenta algunas dosis infecciosas para el hombre de patógenos bacterianos entéricos.
Cuadro 1 nos indica que de 42 personas que ingirieron 1010 organizamos vivos de cierta salmonella, 40 se enfermaron (95%); de 32 personas que ingirieron 107 organismos, 16 se enfermaron (50%); de 14 personas que ingirieron 103 organismos, ninguna se enfermó (0%).
Un Cuadro como el anterior ilustra que los seres humanos no necesitamos ambiente o alimentos estériles sino limpios.
El grado de limpieza para que no haya enfermedades dependerá de la virulencia del patógeno y de la susceptibilidad de los individuos atacados. Individuos sanos y fuertes que han sido sometidos a exposiciones previas recientes y de baja concentración son poco susceptibles.
Individuos débiles que nunca han sido sometidos a exposiciones previas son muy susceptibles.
Lo anterior explica la alta susceptibilidad de los niños a las enfermedades infecciosas.
Una conclusión de lo comentado es que una de las mejores medidas de saneamiento es reducir la concentración de patógenos en el medio ambiente, es decir en el agua, el suelo, en los cultivos, en los alimentos.
Esto ilustra también la importancia de lavarse las manos antes de comer o manipular alimentos así como después de ir al servicio sanitario.
Fuente : ING. GUILLERMO LEON SUEMATSU
Asesor de CEPIS
Programa de tratamiento de Aguas Residuales
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