La plena vigencia de las grandes presas hidroeléctrica
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- El 29 abril, 2008
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Como un ejemplo vale más que mil palabras, veamos varios casos de países que en busca de aumentar sus capacidades de generación eléctrica, disminuyendo a la vez sus consumos de petróleo y otros hidrocarburos, y a la vez buscando tecnologías amigables con el medio ambiente, están impulsando las construcciones de grandes obras hidroeléctricas.
El caso de Brasil es paradigmático, pues con los últimos descubrimientos de petróleo y gas hallados por la Empresa Estatal Petrobrás se ha convertido potencialmente en un gigantesco productor y exportador; pero como planifica a largo plazo sabe que el peor uso que puede dar a sus hidrocarburos es quemarlos, y también conoce que pese a ciertas inversiones menores en eólicas, su enorme demanda actual y futura no podrá ser abastecida con esa poco confiable tecnología, pues los “molinillos de viento” están llenos de limitaciones técnicas, son de corta vida útil y costosos por KWh.
Más allá del muy cercano ejemplo de Brasil, que continúa sin pausa su plan de construcciones hidroeléctricas, utilizando racionalmente las vastas redes hídricas con grandes pendientes que posee en su enorme territorio, pueden citarse varios ejemplos más, sumamente valiosos por diversos factores que se mencionan en cada caso.
Venezuela, país petrolífero y gasífero por excelencia y uno de los grandes productores y exportadores mundiales de hidrocarburos, posee la tercera presa más grande del mundo en funcionamiento –la de Guri, en un afluente del Orinoco-, y continúa su plan de construcciones de usinas hidroeléctricas.
Ecuador es también exportador neto de hidrocarburos (con grandes reservas, no como Argentina, que permitió que las “privadas” saqueen nuestras escasas reservas), y pese a “nadar en petróleo” es un hecho público reciente que en este año comenzará la construcción de la mega central de Coca Codo Sinclair, de 1.500 MW de potencia, la cual será la mayor del país. En este caso la buena noticia adicional a los beneficios que obtendrá la nación hermana, es que empresas estatales y privadas argentinas serán partícipes de la construcción.
En África, más precisamente en la República Democrática del Congo, se planea construir la Central Hidroeléctrica Gran Inga, la cual generará el doble que la Central de Tres Gargantas, la mayor del mundo hasta hoy, recientemente finalizada en China.
Por su parte, en Uganda (también en África) se está por comenzar la construcción de la nueva hidroeléctrica Bujagali sobre el Nilo, de 255 MW de potencia (aproximadamente el doble que nuestra Central de Urugua-Í).
Chile por su parte planea –con la consabida oposición de los ecólatras locales, de cortas miras- una gran central en el río Bío Bío, en el hídricamente rico sur de la Patagonia occidental. Con esa central disminuirá su alta dependencia del gas natural y de otros contaminantes combustibles pesados.
En China continúan con un vasto plan de construcciones de centrales hidroeléctricas, además de varias otras nucleares, y de termoeléctricas en base al carbón, que es el único hidrocarburo del que se autoabastece. Las inversiones en molinos eólicos, si bien crecieron porcentualmente, no alcanzan a “mover la aguja” (son insignificantes y no significan una solución) dentro del gigantesco y creciente mercado consumidor de electricidad del gigante asiático.
Otra potencia asiática emergente, India, también necesita ingentes cantidades de energía segura y barata, y está apostando fuertemente a las centrales hidroeléctricas y nucleares. Uno de sus proyectos hidroeléctricos será 50 % mayor que la presa china de Tres Gargantas, ya mencionada.
Por supuesto que los ejemplos abundan y son muchos más.
Y para poner en claro una de las habituales verdades a medias (que son las peores mentiras) de las transnacionales de la ecología (léase Greenpeace, WWF y su filial “argentina” Fundación Vida Silvestre), así como de muchos vociferantes perejiles de la ecolatría vernácula llenos del fervor seudoreligioso de los dogmas del fundamentalismo ecológico; es muy positivo reiterar que en los países altamente desarrollados no se construyen nuevas presas hidroeléctricas, porque no les queda prácticamente ningún arroyito ni cascada por aprovechar.
Dicho más claramente, no es que los países ricos no quieran construir más centrales hidroeléctricas, ¡no les quedan lugares donde seguir construyendo!
En Argentina, a los fanáticos de la ecología antirrepresas debe hacérselos responsables de los padecimientos eléctricos futuros que soportaremos, si por sus irracionales y cipayas posturas llegaran a impedir las imprescindibles construcciones de las mega centrales, como Corpus, Garabí, Roncador, Paraná Medio, y otras; planificadas desde hace décadas y que si hoy existieran estarían ahorrando millones de m3 de escaso gas natural y del costoso gas oil importado, además que si estuvieran produciendo no padeceríamos la severa crisis eléctrica actual que se acentuará en los años venideros si no se trabaja rápidamente y con decisión en los Planes Hidroeléctrico y Nuclear Argentinos. ¡Y por supuesto evitarían los enormes volúmenes de contaminación de las centrales termoeléctricas, a las que NUNCA se opusieron! ¿Cómo van a ponerse en contra (las transnacionales de la ecología fundamentalista) de sus financistas y/o “aliados estratégicos” principales, las grandes petroleras transnacionales, los transportistas de petróleo, los fabricantes de usinas térmicas y otros afines?
Quede en claro que la energía eólica es un espejismo incapaz de solucionar las cuantiosas necesidades actuales y futuras de Argentina, y más aún la costosísima energía eólica (ambas también contaminantes, aunque los ecólatras se nieguen a admitirlo).
Para entender la base de la irracionalidad del pensamiento ecológico transnacional, piloteado por el Club de Roma, debe recordarse que son los fogoneadores del siniestro proyecto de Crecimiento Cero (frenar drásticamente todo crecimiento…con énfasis en los países subdesarrollados). Esa postura significa condenar a la inanición y al genocidio masivo a millones de personas del Tercer Mundo o (eufemísticamente) de los países “en desarrollo”.
Adviértase que el derrame petrolero en Magdalena (Buenos Aires) provocado por la Shell, fue “casualmente olvidado” por los ultra ecologistas. ¡Más pruebas al canto que no atacan a sus “patrones” y “socios de causa”!
¡Y pensar que algunos docentes universitarios, incluso de posgrados, defienden esas posturas tan sesgadas y cargadas de dogmatismos; e incluso se “ofenden” si se les canta con claridad un puñado de verdades incontrastables que no están acostumbrados a enfrentar!
Por: Carlos A. Ortiz
Ex Docente – Investigador – FCE – UNaM = Especialista en la Temática Energética
Cursante de la Maestría en Gestión de la Energía
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