La Necesidad de Generar Espacios de Reflexión y Capacitación Sobre Gestión Ambiental a Nivel Municipal

Por el Ing. Vicente Marino

En las últimas décadas se ha visto crecer en la sociedad la preocupación por los daños que las sociedades humanas han provocado hasta hoy en el medio ambiente, y por el  mayor deterioro ambiental que puede llegar a ocasionarse en el futuro.

Es correcto y necesario que el medio ambiente constituya un tema de preocupación social, ya que es un lugar de ocupación social y, por serlo, cualquier modificación que se produzca en él tiene consecuencias que afectan a toda la sociedad.

Esta preocupación ha permitido remediar o prevenir daños ambientales importantes. En ciertos casos, sin embargo, quienes trataron de solucionar los problemas no conocían o tenían mala información acerca de las causas, los efectos y las soluciones posibles a los mismos, lo que condujo a actitudes e iniciativas que, por falta de racionalidad, han resultado poco efectivas y hasta contraproducentes.

Para evitar esto, se debe lograr que todos los actores sociales tengan un buen conocimiento y comprensión de los fenómenos y procesos de relevancia para el ambiente que ocurren o pueden ocurrir en su comunidad. Una vez consolidada esta base cultural, dicha comunidad podrá definir una política clara y explícita respecto de la preservación de su medio ambiente, y elaborar un programa para ponerla en práctica.

La primera etapa a encarar en el trabajo con un tema tan complejo como es el del medio ambiente, es la de sensibilización y movilización, para lograr que toda la comunidad enfrente un problema que, como dijimos, es de todos. A este fin es imprescindible generar espacios donde los distintos sectores puedan apropiarse de la problemática y profundizar en la misma, no analizándola en general sino ubicándola en el contexto de sus propias realidades. Así, analizando y definiendo los problemas y generando soluciones entre todos, se conseguirá que cada sector asuma los aspectos del tema que le son específicos. Toda la comunidad se sentirá así responsable y propietaria del problema y sus soluciones y, aún cuando necesite delegar la realización de las acciones, estará atenta a sus resultados y a la parte que le compete a cada sector y a cada persona.

Esta generación de espacios de reflexión y producción de propuestas concretas y factibles debería orientarse, en un principio, a convocar por un lado al conjunto de la comunidad, y por otro a dos sectores con los cuales es imprescindible trabajar desde el comienzo: los funcionarios de gobierno y los docentes.

Los funcionarios municipales y provinciales y los integrantes de equipos de gobierno con niveles de decisión sobre políticas ambientales, al ser quienes formularán y ejecutarán las políticas que se definan en la comunidad, deberán alcanzar una sólida preparación en este campo.

El trabajo con docentes de distintos niveles y modalidades es de primera importancia, ya que si bien la escuela no decide, al cumplir con su función de trasmitir saberes específicos provoca cambios profundos de actitudes y de rutinas. Y la única garantía de continuidad de una política de protección ambiental, reside justamente en que cada persona de la comunidad tenga actitudes y rutinas coherentes con la misma. Está comprobado, por otra parte, que son los niños y jóvenes los más permeables a este tipo de cambios, y que muchas veces su influencia es determinante para promoverlos a nivel familiar y comunitario.