La calidad del aire, otra vez en la discusión por la autonomía
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- El 3 septiembre, 2007
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A pesar de que los expertos del Ministerio de Medio Ambiente porteño descartan la posibilidad de que las emanaciones de las centrales térmicas puedan causar lluvia ácida, la cuestión vuelve a poner sobre el tapete la recortada autonomía de la ciudad de Buenos Aires. En este caso, abre el debate sobre la jurisdicción en el control de la calidad del aire.
La denuncia fue presentada por vecinos de los barrios porteños de Belgrano, Colegiales, Palermo, Recoleta y Retiro al ombudsman porteño Atilio Alimena, en septiembre último. En aquellas presentaciones, los vecinos afirmaban que en veredas y balcones de sus barrios se depositaba un polvillo que presuntamente era producto de algún tipo de agente químico contaminante.
“Constatamos que el nivel de azufre que emanaba de las chimeneas de la Central Puerto y la Central Costanera estaban al límite de lo permitido. Por eso pedimos al gobierno de la ciudad y a la Secretaría de Ambiente de la Nación que actuaran de inmediato”, dijo Alimena.
Las empresas son controladas por el Ente Nacional Regulador de la Electricidad (ENRE).
“Según los datos del organismo en principio cumplen con los límites en las emanaciones y con los estándares de calidad del aire. El problema es que el gobierno porteño no puede controlarlas”, dijo Horacio Walter, director de Política Ambiental porteño.
Desde hace dos años, como consecuencia de la crisis energética, las centrales utilizan para la generación de energía fueloil para ahorrar gas durante los meses de invierno.
“Cuando se utiliza gas natural, las emisiones de azufre son poco significativas, y ocurre lo contrario cuando se emplea fueloil”, indicó Walter.
Tras la denuncia, la Central Puerto y la Central Costanera, las dos generadoras térmicas de energía instaladas en la Capital que producen un 20 por ciento de la energía instalada en el país, fueron intimadas a presentar las mediciones de gases contaminantes que liberan a la atmósfera.
La semana pasada, después de varias notas y presentaciones, el ministro de Medio Ambiente porteño, Juan Manuel Velasco, exigirá a las concesionarias el cumplimiento de la ley 123 de impacto ambiental.
“Se hará cumplir la competencia del gobierno de la ciudad sobre las centrales eléctricas respecto al control ambiental. En caso de no cumplir con la normativa, se multará a la empresa”, dijo el funcionario porteño.
La lluvia ácida puede producirse cuando grandes industrias y centrales térmicas que usan combustibles de baja calidad liberan hacia la atmósfera grandes cantidades de óxidos de azufre y nitrógeno.
“En lo primero que se nota la presencia de lluvia ácida es en los organismos vivos, como las plantas. Y no es éste el caso”, agregó el funcionario. La situación no sería la misma si por la crisis de energía fuera necesario utilizar el combustible alternativo todo el año.
Sin embargo, según la denuncia de Alimena -que originó la intervención de la justicia federal- “el fueloil que estarían utilizando las centrales termoeléctricas superaría el contenido de azufre permitido por la normativa argentina, que es el 0,5% del peso”.
Fuentes cercanas a Central Puerto lo desmienten: “La empresa usa una concentración del 0,6% de azufre en el fueloil, que es importado de Brasil. Y la normativa permite hasta el 1%. Se cumple con todos los controles que hace el ENRE e incluso con la normativa de la ciudad de Buenos Aires. Central Puerto S.A. siempre se mostró dispuesta a colaborar”.
Crisis energética
Las centrales energéticas utilizan el fueloil como combustible alternativo durante los meses de invierno, y las emanaciones se mezclan con otros contaminantes que están en el aire, como el material particulado y el dióxido de carbono que despide el parque automotor. La Capital tiene la ventaja de que los vientos disipan los contaminantes hacia el río.
Sin embargo, si el uso del combustible alternativo se prolongara durante todo el año debido a la crisis energética, sería necesario que las condiciones de la atmósfera se mantuvieran estables, es decir que el nivel de contaminación fuera el mismo, y las autoridades porteñas no son reconocidas por las empresas como autoridad de control.
Por Laura Rocha
De la Redacción de LA NACION
La Nación
Lunes 3 de Septiembre de 2007
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