La biomecánica en el transporte humano de cargas. Parte 3
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- El 27 marzo, 2006
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MANUEL RODRÍGUEZ RON
Ex profesor de Física-Médica de la
Facultad de Medicina de la UCM.
Ex profesor de Física, Ampliación de Física
y de Matemáticas de la Escuela Técnica
Superior de Arquitectura de la UPM.
Ex Profesor titular de Física de la UPM.
Ex Profesor emérito de Biomecánica del
INEF.
Fuente: MAPFRE SEGURIDAD. N.o 83
CASO EN EL QUE EL SER HUMANO SEA TRANSPORTADO
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Al doblar la columna hacia delante, cada vértebra tiene una ligera holgura para moverse, si bien las verdaderas bisagras de rotación limitada son las charnelas: dorso-lumbar D12-L1 y la lumbo-sacra L5-S1, que permiten un mayor giro. En la flexión, una parte de las vértebras se aproxima, lo que disminuye la superficie de la zona de «contacto», por lo que la presión en estos puntos se incrementa con el peligro de rosión, pinzamientos o hernias de disco, aparte de que las células específicas de cartílago, los condrocitos, al ser sometidas a presiones anormales pueden experimentar un raro cambio metabólico que les lleva a una lenta pero inexorable extinción, a pesar de sus vanos intentos de regenerarse, con el resultado de que cada vez hay menos para producir matriz y fibra colágena, por lo que el espacio cartilaginoso se reduce poco a poco. Por otra parte, la misión de los discos intervertebrales es absorber la presión a la que están sometidas las En las motos modernas, de amplios asientos, la presión a la que está sometida la base de la columna es mínima, pero al ponerse en movimiento, la vibración del motor y de la rodadura se transmite a la columna, lo que obliga a torsiones, que ésta soporta mal, por falta de apoyo en la espalda y produce desequilibrio de las vértebras y discos intervertebrales, como ocurre al montar a caballo, en coche o en autobuses urbanos, con suspensiones duras (¿cuántos ancianos no soportan los asientos de estos últimos, debido a su rigidez y falta de amortiguación?), o practicar deportes como el baloncesto, sobre todo las personas con deformaciones de columna, como escoliosis, lordosis y cifosis, o que padecen artrosis en ésta. En las bicicletas, al ser los sillines de pequeño tamaño, la presión ejercida sobre la base de la columna aumenta la compresión entre las vértebras en perjuicio de estas (principio de acción y reacción de la dinámica, que nos dice que «a toda fuerza se opone otra igual y de sentido contrario»), además del daño que puede infringirse a la estructura vertebral por las malas posturas adoptadas por el ciclista, hay que añadir el de la trepidación ocasionada al rodar, lo que es altamente dañino para el conductor. A todo esto hay que añadir que al pedalear el centro de gravedad de la columna vertebral, así como todas sus células, están sometidas a un movimiento oscilatorio de carácter sinusoidal en el plano horizontal, a otro sobre el plano vertical de las mismas características que el anterior y además, a uno rectilíneo variado en la intersección de los dos planos y que depende de la forma e inclinación del terreno por el que se circula.
La posición de conducción en este tipo de bicicletas es erguida, con las vértebras bien acopladas y situadas perpendicularmente a la dirección de propagación de la vibración, y aunque son amortiguadas por los discos intervertebrales, a la larga pasan factura. (Fig. 22).
Bicicleta de paseo, en que la posición del ciclista es inclinada, existiendo una tendencia al deslizamiento de
La bicicleta de carreras no conlleva riesgos, ya que obliga a tumbarse hacia delante, por lo que la columna va totalmente descargada, al estar sometida a fuerzas normales a ella. Sin embargo, tiene el inconveniente de que al tener que sostener la cabeza con la musculatura del cuello se resiente el trapecio. (Figura 24).
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