Inundaciones por ascenso de napas
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- El 1 enero, 2000
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Las inundaciones que sufren algunos partidos del Conurbano y el Gran Buenos Aires son directa consecuencia de la falta de políticas ambientales que se tradujeron en inexistencia de planeamiento y previsión de situaciones contingentes, generadas éstas por la no ejecución de estudios de impacto ambiental y la falta de profesionalidad institucional.
Esta zona del país tenía en sus orígenes condiciones naturales de excepción un gran río, tierras feraces, clima benévolo y, entre otros grandes beneficios, un fenomenal yacimiento de agua subterránea.
Sin abundar en detalles, hablaremos de este último, que hoy se está cobrando con daños inconmensurables, la falta de criterio ambiental con que fue tratado en épocas anteriores.
El “Puelche”, que así se llama, es en realidad un conjunto de capas superpuestas de agua subterránea alojadas en los espacios libres de los sedimentos que forman suelos del noreste de la provincia.
En general se lo divide en tres grandes miembros que son, según avanzamos en profundidad, el Epipuelche, El Puelche y el Hipopuelche. El primero consta de napa freática (primera napa) y, a veces, de otra capa llamada generalmente “segunda” del pampeano. El Puelche propiamente dicho y otro acuífero profundo al que llamamos Hipopuelche.
Ahora bien, ¿cuál es la génesis de este acuífero multiunitario?, obviamente el ciclo natural del agua, tal como se observa en la gráfica, y que pasaremos a describir en forma general:
Las grandes masas de agua superficiales, sometidas a temperatura ambiente pasan a la atmósfera en forma de vapor; éste luego se condensa en forma de nubes y viaja empujando por los vientos hasta encontrar otras condiciones de presión y temperatura que lo hacen precipitar hacia la superficie terrestre en forma de lluvia, nieve , granizo, rocío, etc.
En la caída, parte del agua se vuelve a evaporar, otra parte se escurre superficialmente y una última se infiltra y pasa a formar las aguas subterráneas.
También existe el consumo y la evapotranspiración de los vegetales, pero finalmente y, por diferentes caminos, el agua vuelve a su lugar de origen: el mar.
Se debe observar aquí que ninguno de estos fenómenos es un factor individual, sino que forman parte de un conjunto interactivo y que cualquier alteración desequilibra todo el sistema.
Tomemos por caso el agua subterránea del “Puelche”. Funciona en perfecta concordancia con los cursos superficiales de los que recibe caudal, o aporta según el caso, en el amino hacia el colector principal, el Río Paraná, que finalmente devolverá todas las aguas al mar donde nuevamente el ciclo se reinicia.
Por eso, una cosa es el “estado natural” y otra el estado actual como consecuencias de la acción antrópica.
Aquí vale la pena detenerse para analizar el factor socioeconómico ya que como se verá, es altamente influyente en el medio ambiente en general y en el comportamiento de los recursos hídricos en particular.
Si nos retrotraemos a la época de la conquista, vemos que la urbanización se regía por la Leyes de Indias, uno de cuyos principios básicos era, justamente el respeto por la topografía y los cursos fluviales.
Es decir que si bien los asentamientos poblacionales se situaban cerca de los ríos, asegurándose así agua para uso consuntivo y una eventual vía de navegación, lo hacía en zonas topográficamente altas para evitar las inundaciones y los problemas sanitarios consecuentes de los terrenos bajos.
Luego, en la segunda mitad del siglo XIX, esto también fue respetado por los ingenieros ingleses que programaron la red ferroviaria ubicando las líneas en los límites entre cuencas, es decir en los puntos más altos. Además tuvieron la precaución de situar los cruces de los ríos y arroyos en forma normal a su cauce, con puentes bien elaborados, para no producir endicamientos ni entorpecer el normal escurrimiento de los mismos.
Este estado de cosas se mantuvo hasta las primeras décadas de este siglo pero luego, lamentablemente, las sucesivas administraciones urbanas mostraron una total desidia por las leyes que rigen el sistema natural.
Construyeron caminos y asentamientos urbanos sin tener en cuenta al medio ambiente. Impermeabilizaron grandes áreas con cemento, talaron los bosques y obstaculizaron el escurrimiento superficial entubando, canalizando o peor aún usando los arroyos como descarga de líquidos contaminantes.
La gestión ineficiente en los servicios y la desinversión llevó a límites críticos la provisión de agua corriente y la evacuación de líquidos cloacales.
Todo esto trajo como consecuencia no solo la contaminación de los cursos superficiales sino también una alteración grave en los niveles y en la calidad de las aguas subterráneas, ya que la falta de una red proveedora forzó la explotación irracional de las napas y provocó grandes depresiones en los acuíferos.
Las tierras bajas, carentes de infraestructura y oferta ambiental, fueron ocupadas de manera anárquica y se desdibujaron , entre tantas otras, las cuencas de los arroyos Cildañez, Maldonado, Vega, White y Medrano.
Visto este estado de cosas podemos, entre varios ejemplos, citar al Arroyo Medrano, que corre entubado bajo la calle Presidente Illia, está canalizando en los terrenos militares del Ejército de Villa Martelli y vuelve a transitar la Capital Federal hasta desembocar en el río de La Plata a la altura del barrio de Nuñez.
Obviamente no presenta hoy un buen servicio, ya que las lluvias y los desagües exceden su capacidad de absorción y drenaje y es, después del riachuelo, el curso que más contaminantes aporta al Río de la Plata.
Este es solo un ejemplo ya que sucede en toda la región y no solamente con los pequeños tributarios sino también con los colectores mayores tales como el Río Reconquista, el Matanza, etc.
Como ya se dijo, las corrientes superficiales están en contacto directo con las aguas subterráneas y todo el sistema depende también de otros factores como las lluvias, características del suelo, áreas expuestas, vegetación, topografía, etc.
La necesidad de provisión de agua potable y la falta de una política coherente de desarrollo sostenible del recurso hídrico subterráneo provocó que se realizarán todo tipo de perforaciones de manera anárquica y sin ningún control por parte del Estado. Todo esto trajo como consecuencia una sobre explotación del “Puelche”, el cual al estar relacionado hidráulicamente con los estratos superiores, provocó también el agotamiento de las napas superiores.
Esta situación se revierte, en la última década, con el advenimiento de las privatizaciones. Las empresas concesionarias desarrollaron una amplia red de distribución de agua corriente lo que produjo una disminución importante del bombeo por perforaciones. También muchas industrias quebraron y dejaron de extraer agua del subsuelo y esto, consecuentemente, hizo que los niveles de las napas comenzarán a recuperarse rápidamente.
Por supuesto que esta distribución de agua corriente fue diseñada con un sentido mercantilista y que nada tuvo que ver con la protección al medio ambiente ni con la protección de los pobladores.
No se previó el ascenso de las aguas subterráneas, tampoco se tuvo en cuenta que éstas ya no tenían sus antiguos canales de descarga, que los arroyos habían desaparecido y que las cuencas superficiales estaban deformadas, que las autopistas se comportan como verdaderos diques ante el escurrimiento, que la infiltración es casi nula y que los ductos de descarga pluvial son obsoletos.
Concluyendo, hoy pueden producir anegamientos locales o regionales en cualquier momento y en cualquier lugar que consecuentemente demandarán estudios especiales y particulares para definir las posibles vías de solución.
Esta consultora ha realizado trabajos en este sentido y aboga, a través de sus publicaciones y actuaciones, por una instrumentación normativa que contemple la protección del medio ambiente y la previsión de contingencias como las actuales.
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