Industria es trabajo, Industria es energía
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- El 8 septiembre, 2011
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Hace casi dos siglos, el genial pensador y notable luchador por el desarrollo de su por entonces inexistente y atrasada patria, Friedrich List, proclamaba enfáticamente “una nación sin industria es como un hombre sin un brazo”, ejemplificando gráfica y sintéticamente la imperiosa necesidad del desarrollo industrial, el cual implica también el desarrollo tecnológico.
Parece un contrasentido, pero de verdad la patria de ese economista, geopolítico y pensador –Alemania-, no existía como tal, pues recién se unificaría tres décadas después de ser publicado su único y muy contundente libro “Sistema Nacional de Economía Política”, y las diversas comarcas y pequeños reinos germanos eran por entonces muy pobres, atrasados y carentes casi por completo de industrias.
Allá también, una numéricamente pequeña pero política y económicamente muy poderosa oligarquía vinculada a las exportaciones de materias primas y las importaciones de todo tipo de manufacturas, se oponía ferozmente a todo atisbo de evolución y desarrollo económico (¿tal como la “oligarquía vacuna” y similares de Argentina?); y el propio List debió padecer cárcel, persecuciones y exilio forzoso, por el “grave pecado” de luchar por el desarrollo integral y la unificación de su patria, la cual durante su vida era una difusa unidad cultural pero una diáspora política.
Salvando las distancias, los padecimientos de List me recuerdan a la encarnizada persecución doctrinal que soporté en carne propia en la Facultad de Ciencias Económicas de la UNaM, por los “graves pecados” de escribir mucho y tener claro Pensamiento Nacional (al estilo jauretcheano), lo cual molestó a neoliberales dogmáticos y a acomodaticios varios, con las complicidades de marxistas y similares…pero esa es otra historia.
Volviendo al tema, ¡el 2 de setiembre es el día de la Industria Argentina! ¡Enhora buena!
No solo estamos viviendo un potente resurgir de la Industria Argentina, incluyendo el crecimiento fuerte de ramas más tradicionales de baja y mediana tecnología, sino también el desarrollo y la consolidación de destacados sectores de tecnología de punta, como la nuclear, satelital, electrónica especializada (como radares); y de producciones hasta hace poco inexistentes en nuestro país, como celulares, computadores, otras electrónicas, etc., además de notables casos, como cosechadoras y otros implementos agrícolas, en los que somos uno de los líderes mundiales; el resurgimiento de la producción de tractores; la producción de biocombustibles, rubro en el cual también somos referentes mundiales y en franca expansión; además de los sucesivos records de las industrias automotriz y motociclística, entre otras concreciones muy positivas.
También, por primera vez en la historia, las exportaciones de Manufacturas de Origen Industrial (MOI) pasaron a ser el primer rubro global por el volumen de divisas aportadas a nuestra Balanza Comercial.
Por supuesto queda mucho por hacer, no solo considerando que el desarrollo es un proceso de constante dinámica y evolución; sino también siendo plenamente concientes que es aún materia pendiente lograr diseminar el desarrollo industrial y tecnológico en toda nuestra vasta geografía continental, lo cual es todo un desafío, que podemos y debemos cumplir.
Sin duda para los argentinos, el desarrollo tecnológico e industrial no es una mera opción, es la vía de acción imprescindible, para consolidar y respaldar la verdadera revolución productiva y tecnológica que también se viene concretando en el sector agrícola – ganadero, con sucesivas cosechas records, y con avances científicos y tecnológicos notables, que nos han ubicado entre las naciones líderes en el sector a nivel mundial.
Todo ello exige contar con crecientes volúmenes de energía en todas sus formas. Y en particular, en lo referente a la energía eléctrica, uno de los grandes desafíos es diversificar nuestra matriz energética, excesivamente dependiente del gas natural y del petróleo, a consecuencia de sesgos muy negativos impuestos durante la larga y tenebrosa noche neoliberal del cuarto de siglo de la decadencia sistemática (1976 – 2001), que casi nos condujo a la disolución nacional.
Para ello es prioritario acentuar la sustitución de la generación termoeléctrica convencional (la basada en la quema de petróleo y gas), sustituyéndola básicamente por las energías nuclear e hidroeléctrica, en las cuales el desarrollo tecnológico alcanzado nos confiere capacidad de acción y poder de decisión propio.
Lógicamente que para ello es necesario enfrentar los retrógrados accionares de quienes pretextando un conservacionismo extremo, son en realidad agentes –muchas veces inconcientes e involuntarios- del subdesarrollo crónico, en el cual determinados intereses pretenden mantenernos resignadamente sumergidos.
Por: C.P.N. Carlos A. Ortiz
Investigador de temas económicos y geopolíticos
Ex Investigador y Docente = Facultad de Ciencias Económicas = UNaM
Especialista en Gestión de la Producción y Ambiente – Fac. de Ing. = UNaM
Tesista de la Maestría en Gestión de la Energía = UNLa – CNEA
Docente de Economía – Esc. Normal 10 – Nivel Terciario
Docente de la Diplomatura en Geopolítica – Inst. Combate de Mboror
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