Incineración
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- El 24 julio, 2006
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La incineración es un tratamiento que consiste en destruir los residuos por acción de alta temperatura.(termodestrucción).
La Termodestrucción se realiza en hornos, que poseen en general dos cámaras. La cámara primaria (que se encuentra a 800º C ) recibe los residuos y es donde comienza el proceso de combustión en una atmósfera deficiente de oxígeno. La cantidad de aire de combustión es regulada a fin de liberar el Material Volátil y oxidar el Carbón Fijo del residuo. Los gases generados pasan a la cámara secundaria donde se introduce un exceso de aire y la mezcla de aire-gas es recombustionada a 1200º C con un tiempo de residencia de 2 segundos.
La incineración sirve para destruir principalmente los materiales orgánicos, y aquellos elementos inorgánicos con resto de materiales orgánicos.
También se utiliza para destruir productos terminados que no se desean comercializar y materias primas que no se van a utilizar, como por ejemplo:
- Alimentos y medicamentos vencidos.
- Medicamentos próximos al vencimiento.
- Envases de productos discontinuados.
- Materias primas y productos fuera de especificación.
Existen diversas desventajas asociadas a la incineración de residuos: emisiones contaminantes, tanto al aire como a otros medios; costos económicos y costos laborales; pérdida de energía; insustentabilidad; e incompatibilidad con otros sistemas de manejo de residuos.
Las dioxinas son el contaminante más conocido asociado a los incineradores. Causan una gran variedad de problemas en la salud, incluyendo cáncer, daños al sistema inmunológico, y problemas reproductivos y en el desarrollo. Las dioxinas se biomagnifican, lo que significa que pasan a través de la cadena alimentaria desde la presa al predador, concentrándose en los productos a base de carne y lácteos y, finalmente, en los humanos. Las dioxinas son de particular interés porque están por todas partes presentes en el medio ambiente (y en los humanos) a niveles que han demostrado causar problemas en la salud, lo que implica que la población entera está sufriendo sus efectos ahora. En todo el mundo, los incineradores son la fuente primaria de dioxinas.
Los incineradores son también una fuente principal de contaminación con mercurio. El mercurio es una poderosa neurotoxina, que deteriora las funciones motoras, sensoriales y cognoscitivas, y la contaminación con mercurio está esparcida. Los incineradores son también una fuente significativa de otros metales pesados contaminantes, como el plomo, cadmio, arsénico, cromo y berilio.
Otros contaminantes de interés emitidos por los incineradores incluyen a otros hidrocarburos halogenados (que no son las dioxinas); gases ácidos, precursores de la lluvia ácida; efluentes particulados, que deterioran las funciones pulmonares; y gases del efecto invernadero. Sin embargo, la caracterización de las emisiones contaminantes de los incineradores se halla aún incompleta, y muchos compuestos aún no identificados están presentes en las emisiones al aire y en las cenizas.
Los rellenos sanitarios no son una alternativa viable, ya que son insustentables y ambientalmente problemáticos. En lugar de eso, las alternativas deben atacar la entera noción de la disposición de residuos, reciclando todos los materiales en desuso de vuelta a la economía humana o la naturaleza misma, y por lo tanto aliviando la presión ejercida sobre los recursos naturales. Para hacerlo, tres supuestos sobre el manejo de residuos deben ser reemplazados por tres nuevos principios. En lugar de asumir que la sociedad va a producir cada vez más cantidad de residuos, debe darse prioridad a la minimización de los residuos. Los elementos desechados deben ser segregados para que cada fracción pueda ser óptimamente compostada o reciclada, en lugar del sistema actual de disposición de residuos mezclados. Y las industrias deben rediseñar sus productos para facilitar su reciclaje al finalizar su vida útil. Estos principios se aplican a varias clases de residuos.
El Convenio de Estocolmo, si bien no prohíbe la incineración, introduce severas restricciones para su uso. Cuatro de los 12 químicos que el Convenio toma como objetivo son productos no intencionales derivados de la incineración, y el Convenio llama a su continua minimización y eliminación. El Convenio de Estocolmo habla, significativamente, de descargas totales, no sólo emisiones al aire, y llama claramente a los países a prevenir la formación – no sólo la descarga- de estos químicos. Ya que la formación de esos cuatro químicos resulta inevitable en la incineración, esta medida emite una clara señal de que el fin de la incineración está marcando su hora.
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