Estructura interna de la tierra
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- El 12 septiembre, 2003
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El conocimiento de la estructura interna de la tierra es, en realidad, inferido ya que se parte de datos indirectos proporcionados por la geofísica.
Debe tenerse en cuenta que las excavaciones más profundas (algunas minas de Africa del Sur) solo alcanzan 3 Km. de profundidad y las mayores perforaciones para explotación de petróleo no llegan a los 11 Kilómetros.
Si recordamos que el radio terrestre ronda los 6.370 Km. vemos que la información directa es, en proporción, muy pequeña.
La geofísica nos provee información a través del estudio de las ondas sísmicas.
Estas ondas se desplazan con distinta velocidad según la densidad del medio que atraviesan.
La génesis de estas manifestaciones energéticas tiene que ver con un terremoto o con algún sismo provocado.
Entre estos últimos se cuentan las explosiones nucleares o, en menor escala, las detonaciones que se practican para estudiar mantos rocosos, yacimientos de hidrocarburos, etc.
A partir de este punto de origen, foco o hipocentro, se propagan dos tipos de ondas: las “P” y las “S”.
Las primeras vibran en sentido paralelo a la dirección de propagación, son más rápidas y se transmiten tanto en medios sólidos como líquidos.
Las segundas vibran en sentido transversal a la dirección de propagación, son más lentas y solo se transmiten a través de medios sólidos.
En el mundo existe hoy una sofisticada red de estaciones sismográficas.
Con ella se ha estudiado en detalle las ondas que atraviesan el interior del planeta y se ha podido definir su velocidad, amplitud, reflexiones, retracciones y otras características.
Integrando los resultados se deduce una estructura interna de capas concéntricas como muestra la gráfica.
Cuando la velocidad de las ondas aumenta o declina abruptamente, al pasar de un medio a otro, hablamos de una superficie de “discontinuidad”.
Estas discontinuidades constituirían los límites de las capas concéntricas.
La primera gran división está dada por las discontinuidades de Mohorovicic (30 a 60 Km.) y Gutemberg (2.900 Km.) que dividen a nuestro globo en corteza, manto y núcleo tal como se observa en la figura de la ilustración.
En el primer límite (Mohorovicic) que, obviamente no es una superficie regular, se produce un brusco aumento de la velocidad de las ondas “P”.
A los 2.900 Km. (Gutenberg) la propagación de las “P” sufren un descenso notable y las ondas “S” no se propagan.
De acuerdo a lo dicho precedentemente estas diferencias entre las velocidades de propagación marcan distintos tipos de materiales y medios físicos.
En la actualidad existen estudios más detallados que muestran otras divisiones, como el área de baja velocidad ubicada entre los 60 y 250 Km. de profundidad, que se interpreta como una zona de alta plasticidad de los materiales del manto y la discontinuidad de Wiechert que se manifiesta a los 5.150 Km. y parece diferenciar al núcleo en dos partes concéntricas.
No obstante, y sin dudar de la validez de los datos geofísicos, esto es aún un esquema discutible ya que no se explican algunos interrogantes.
Por ejemplo, si esta situación es real ¿cual es la temperatura y el estado físico de los materiales del interior de la tierra?.
Debemos saber que mediciones directas dicen que la temperatura aumenta un grado por cada 30 metros promedio de profundidad. A este concepto se lo denomina gradiente geotérmico.
Si realmente esto se cumple, a una profundidad de 60 Km. los materiales estarían en estado de fluidez.
Pero 60 Km. es relativamente poco si consideramos que el radio terrestre tiene 6.370 Km.
Entonces ¿cómo incide la presión y que temperatura tiene el núcleo?
Además ¿es posible un movimiento de rotación y traslación en las condiciones que describimos?
En fin, si bien este modelo es mayormente aceptado, aún nos falta mucha información.
Geólogo Ricardo Timón
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