¿Es Misiones un obstáculo al desarrollo y la integración?
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- El 20 enero, 2012
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Por distintos motivos, incluyendo una miope concepción geopolítica de “tierra perdida”, Misiones fue condenada por largas décadas a la marginación económica, privando a nuestro territorio y a toda la Mesopotamia, de las obras de infraestructura imprescindibles para alcanzar nuevos y mejores estadios de desarrollo socio – económico.
Las excusas para privarnos de todo tipo de elementales obras de infraestructura fueron diversas, advirtiéndose en todos los casos la preeminencia de los criterios centralistas de la ciudad – puerto y de la Pampa Húmeda como único entorno que parecía importar a los cerrados, egoístas y excluyentes intereses de los mercaderes cortoplacistas, carentes de toda visión de Grandeza Nacional.
Las carencias de infraestructura fueron un fuerte e insuperable obstáculo, que nos limitaron a una economía primaria, de escaso valor agregado, y con ramas industriales casi completamente acotadas a las agro industrias o a las muy pequeñas industrias casi artesanales.
Medio siglo atrás, o poco más en algún caso, carecíamos de rutas pavimentadas, de un aceptable buen servicio de energía eléctrica y la interconexión nacional parecía una quimera inalcanzable; languidecía (en esto hasta hoy) el transporte fluvial; los aeropuertos de Posadas e Iguazú tenían pistas terradas, solo operables por pequeños aviones a hélice o turbo hélice; las intervenciones quirúrgicas complejas debían hacerse en Posadas (algunas) o derivarse a Buenos Aires, Rosario o Córdoba; eran escasas las escuelas secundarias, solo en las ciudades – pueblos más grandes de ese entonces; los servicios de agua potable estaban en fases de concreción en muchos pueblos, y eran limitados en las ciudades; los servicios cloacales solo cubrían una pequeña parte céntrica de la capital provincial; se nos repetía como “verdad absoluta” que las autopistas son inviables en Misiones por sus altos costos de construcción; etc. Y la Mesopotamia carecía de conexiones físicas con el resto del territorio continental argentino.
Aún hoy está pendiente –todo indica en vías de pronta concreción- la integración efectiva al Gasoducto del NEA; todavía estamos absurdamente excluidos de los beneficios de la Hidrovía; y queda por concretar el efectivo remozamiento del ferrocarril. Pero estos son temas aparte.
En síntesis, antes Misiones clamaba –con justa causa- por dejar de ser “tierra de nadie” e integrarse efectivamente al territorio nacional. Eran épocas en las que la integración continental ni se consideraba, o era un sueño lejano de visionarios.
En modo claramente perceptible y si bien queda mucho por hacer, la realidad hoy es distinta. Nuestra capital adquiere el perfil de una gran ciudad, apuntalada por grandes obras que una década atrás tal vez ni se soñaban; el interior está prácticamente todo surcado por buenas rutas pavimentadas e incluso estamos viendo avanzar los primeros 45 kilómetros de autovía, mientras que largamente postergadas obras del Sistema Interconectado Provincial están comenzando a ejecutarse; la infraestructura turística crece y se diversifica; tendremos un puerto operativo y moderno junto a un parque industrial (tal vez de dimensiones que deberían ampliarse con visión de futuro); mientras acorde al crecimiento del PBI nacional, se advierte gran actividad económica y buen nivel de empleo.
A nivel geopolítico, es un hecho conocido que Sudamérica ha dado pasos gigantescos –analizados desde el contexto histórico con proyección de fututo-, que tienen por objetivo consolidar la integración del gran bloque de naciones sudamericanas (la UNASUR), proyectándose incluso a Centro América y El Caribe, tal como lo evidencian los avances hacia la concreción efectiva de la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños); obteniéndose incluso importantes respaldos en el urticante y geopolíticamente prioritario tema de Malvinas.
Es que –tal como con acertados análisis lo demuestra mi amigo el Dr. Miguel Ángel Barrios, entre otros muy fundamentados estudiosos de la geopolítica mundial- la integración es un prerrequisito ineludible para la subsistencia, en un mundo que marcha hacia la acelerada formación de grandes bloques de poder, de dimensiones continentales.
Todo ello en el marco de enormes transformaciones geopolíticas que incluso cambiaron el epicentro del poder económico mundial, tras lo cual también cambiará previsiblemente todo el ordenamiento del poder político global.
Consecuentemente, evaluando la realidad con criterio de grandeza y proyección de futuro, resulta fuera de contexto y más bien como muestra de notable miopía geopolítica, el accionar de determinados grupos de poder, empeñados en impedir las grandes obras de integración energética que serán las centrales hidroeléctricas de Garabí, Panambí y Corpus.
Los formidables reemplazos de combustibles fósiles, por la más barata y limpia generación hidroeléctrica, son básicamente resistidos por intereses vinculados con la generación termoeléctrica (la que quema valiosos combustibles fósiles: petróleo y gas) y los negocios asociados (como los fletes de combustibles); y también son cerradamente resistidos por nada inocentes organizaciones seudo ecologistas transnacionales, las cuales son operadas básicamente como herramientas al servicio de Gran Bretaña y de las otras potencias del G 7, las cuales claramente se esfuerzan por impedir la sólida integración y el desarrollo de Sudamérica y de toda América Latina y el Caribe.
Es la vieja táctica del “divide y reinarás”, largamente aplicada por el hoy decadente imperio británico, el cual al efecto financia y maneja diversas ONGs y nada inocentes “fundaciones”, que bajo la pantalla de actividades “ecologistas”, “indigenistas”, “derecho-humanistas” y similares, en realidad realizan acciones de zapa para sembrar odios, discordias y desuniones, y para mantenernos atados al subdesarrollo crónico; contando para ello con generosos presupuestos y con mercenarios a su servicio, dentro de ese accionar que es definido como “guerras blandas” como nuevo subconcepto de las acciones de guerras psicológicas.
Por supuesto, mucha gente que peca de inocente o de muy mal informada y peor asesorada, termina siendo usada para tan innobles actividades contrarias a los Intereses Nacionales de nuestras naciones de la Patria Grande.
La gran tarea es avanzar hacia la integración y el sólido desarrollo, siendo la energía uno de sus pilares insustituibles. Para ello necesitamos dirigentes con visión de estadistas, y una clara consustanciación de nuestros pueblos con estos grandes objetivos nacionales y regionales de la Patria Grande Sudamericana.
Hoy, a la inversa del pasado, desde Misiones “se ponen palos a la rueda”, escondidos bajo variados y falaces argumentos de “terrorismo ecologista” pretendiéndose impedir obras imprescindibles para el desarrollo del NEA, de toda la Argentina, y para la integración del MERCOSUR.
En ese contexto, ¿puede Misiones operar como un obstáculo al desarrollo y la integración subcontinental?
Por: C.P.N. Carlos A. Ortiz
Investigador de temas económicos y geopolíticos
Ex Investigador y Docente = Facultad de Ciencias Económicas = UNaM
Especialista en Gestión de la Producción y Ambiente – Fac. de Ing. = UNaM
Tesista de la Maestría en Gestión de la Energía = UNLa – CNEA
Docente de Economía – Esc. Normal 10 – Nivel Terciario
Docente de la Diplomatura en Geopolítica – Inst. Combate de Mboror
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