El Túnel del Urugua I – Una obra necesaria
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- El 30 diciembre, 2011
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La Central Hidroeléctrica Urugua-Í ha sido una de las bases del abastecimiento eléctrico de Misiones, desde su inauguración en 1990, operando ininterrumpidamente según las condiciones de diseño: las que prevén las variaciones de los volúmenes anuales de producción, en función de las condiciones de hidraulicidad (cantidades disponibles de agua) en cada año, lo cual está condicionado por el nivel de precipitaciones pluviales (lluvias), las que como es bien sabido, tienen grandes variaciones anuales en esta provincia, con temporadas lluviosas y otras de grandes sequías.
Concretamente, Urugua-Í permitió romper el círculo vicioso de la generación termoeléctrica, de por si muy costosa, y mucho más en el caso de Misiones, que debió soportar los sobreprecios del combustible pesado, transportado por camiones desde San Lorenzo (Santa Fe), con una distancia de más de 2.000 kilómetros de flete más flete falso (regreso vacío del camión tractor con su semi remolque), lo cual encarecía los combustibles en una media del 34 %. A eso se le sumaban los múltiples costos ambientales, de las centrales movidas a gas oil, que los vocingleros “ecologistas antirrepresas” se negaron sistemáticamente a considerar.
A la vez, la energía producida por Urugua-Í terminó siendo la más económica del SIP (Sistema Interconectado Provincial), no solo más barata que la termoeléctrica –quemando gas oil-, sino también más económica que las provistas por el SADI (Sistema Argentino De Interconexión), por ANDE (de Acaray – Paraguay), y la muy escasa cantidad generada por Los Saltitos.
Con el paso de los años, y dado el previsible constante incremento de la demanda de energía eléctrica, Urugua-Í tiende a cubrir porcentajes menores del total de la demanda.
Con su diseño actual, disponiendo del caudal medio de 53,6 m3/s que con su cuenca hídrica de 255.600 has. suministra el “arroyo” Urugua-Í, la central hidroeléctrica produce una media de 355 GWh/año (355 millones de KWh anuales), disponiendo de dos turbinas que entregan 116 MW netos de Potencia. Esa magnitud permite operar la central como base (generación constante) de 40 MW, u operarla como central de punta (a plena capacidad) el 34 % de las horas del año, lógicamente con todas las alternativas intermedias entre ambas posibilidades extremas.
El Proyecto del Túnel del Urugua-Í prevé inyectar a la cuenca 107 m3 adicionales de caudal, trasvasándolo desde el Río Iguazú. Con ello esa central hidroeléctrica podrá asegurar una producción media anual de 974 GWh/año, lo cual representa un 174 % adicional sobre los valores originales de diseño, con un incremento de generación de 619 GWh/año. Con ello se pasará de un factor de planta de 0,34 a un óptimo de 0,94 (es decir que la central generará al máximo de su capacidad el 94 % del tiempo, utilizándose el exiguo saldo para tareas de mantenimiento).
El agua fluirá por simple gravedad, discurriendo en una canal en los primeros 700 metros, para luego pasar a un túnel de 40 Km, con un diámetro del orden de 8,60 mts.
El tiempo de ejecución total de la obra se estima entre menos de 3 años a poco menos de 4 años, dependiendo ello si se utilizara una máquina tuneladora, o alternativamente dos equipos.
El costo original se estimó en 120 millones de dólares, debiéndose calcular costos actualizados (el proyecto tiene casi una década), pero cabe afirmar que el valor de la generación adicional pagará toda la obra en pocos años, disponiéndose después de la abundante cantidad de energía a costo cercano a cero, prácticamente a perpetuidad.
A los precios medios actuales de la energía eléctrica, la obra se pagará en poco más de siete años, sin considerar intereses intercalares.
La producción media anual adicional de energía eléctrica, representará un ahorro de combustibles del orden de 170 millones de litros de gas oil (o diesel oil) por año.
Mover en camiones semejante volumen de combustible, requeriría utilizar aproximadamente 5.670 equipos (cada equipo un camión con semirremolque). Puestos uno detrás de otro, esos camiones formarían una fila de 113,4 kilómetros. Es muy ilustrativo calcular la sideral magnitud de los ahorros ambientales que serán el positivo saldo ambiental de esta obra hidroeléctrica.
Restaría analizar la posibilidad de “empuntar” la central, agregándole una o dos turbinas adicionales, para que opere como central de pico de la demanda. El costo real de la energía de punta es superior, lo cual justificaría la inversión en ese equipamiento adicional.
Cabe recordar que la demanda de energía eléctrica crece fuertemente a nivel nacional, y mucho más en Misiones, por lo que todo aporte de Potencia y de Energía es bienvenido, mucho más si es energía económica, segura, y operable de base, como la hidroeléctrica.
El volumen de agua a desviarse a la cuenca del Urugua-Í -107 m3/s-, es menos del 6 % del caudal medio del Iguazú, que es de 1.800 m3/s. Y respecto a eventuales quejas del Brasil al respecto, debe recordarse que desde la década del ’40, Brasil desvía parte del caudal del Río Tieté –afluente del Paraná, en las cercanías de San Pablo-, volcando ese desvío al Atlántico, previo paso por una de las primeras grandes hidroeléctricas con las que basó su formidable desarrollo industrial.
Por: C.P.N. Carlos A. Ortiz
Investigador de temas económicos y geopolíticos
Ex Investigador y Docente = Facultad de Ciencias Económicas = UNaM
Especialista en Gestión de la Producción y Ambiente – Fac. de Ing. = UNaM
Tesista de la Maestría en Gestión de la Energía = UNLa – CNEA
Docente de Economía – Esc. Normal 10 – Nivel Terciario
Docente de la Diplomatura en Geopolítica – Inst. Combate de Mboror
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