El oro negro Neuquino – El oro blanco Misionero
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- El 17 noviembre, 2011
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Es muy reciente el anuncio del descubrimiento de un gran yacimiento de petróleo no convencional, ubicado en Neuquén, en cercanías del paraje Vaca Muerta, en la zona llamada Loma de la Lata.
Las reservas se estiman en 927 millones de barriles equivalentes de petróleo, lo cual representa aproximadamente casi 150.000 millones de litros de hidrocarburo.
Es una excelente noticia, que contribuye a incrementar nuestras hoy escasas reservas de hidrocarburos, y alienta muy favorables expectativas respecto a otras tareas exploratorias que se vienen desarrollando en diversos puntos de nuestro territorio.
Esta noticia se suma a los importantes yacimientos no convencionales de gas, que hace un año también se anunciaron desde El Comahue, en el norte patagónico, siendo muy posible que en breves lapsos se constaten otros yacimientos de importancia, con los cuales se vayan recomponiendo las reservas argentinas de petróleo y gas.
Esos anuncios exceden largamente lo puramente económico, teniendo fuertes connotaciones estratégicas, geopolíticas, sociales y ambientales. En los tres primeros aspectos señalados, los efectos de esos descubrimientos son ampliamente positivos, y un análisis de los mismos demandaría un articulo específico para cada enfoque –estratégico, geopolítico y social-.
En lo específicamente ambiental, por la propia característica de los hidrocarburos, toda la cadena productiva de los mismos produce distintos tipos de poluciones, y los usos principales del petróleo y del gas –como combustibles-, son causantes de la mayor parte del “efecto invernadero” y de las emisiones de diversos gases muy contaminantes.
Pero dado que el mundo es “petróleo y gas – dependiente”, a nadie en su sano juicio se le ocurriría montar un piquete de ultra ecologistas, para impedir la extracción, el procesamiento y el transporte del combustible. Eso es elemental, pues si bien todos conocemos –así sea por aproximación- los efectos muy contaminantes de la quema de combustibles, y tal vez pocos tengan una idea cercana a la realidad, respecto a los inevitables focos de contaminación que son los complejos sistemas de extracción de petróleo y gas; pero todos sabemos que el transporte en todas sus formas (automotores, ferrocarriles, barcos, aviones) se mueve consumiendo hidrocarburos.
La sustitución de los hidrocarburos por otras fuentes energéticas viables y económicas, es al menos en lo declamatorio, uno de los grandes objetivos ambientales del mundo.
Si la sustitución de los hidrocarburos es realmente un objetivo “ambientalmente correcto”, pierde todo sustento lógico y carece de basamentos técnicos reales, la cerrada oposición que algunos grupos fundamentalistas mantienen en forma obcecada –y solo basada en fanáticos dogmatismos-, en contra de las centrales hidroeléctricas.
Para dar una idea de la magnitud de los beneficios ambientales de las grandes hidroeléctricas del Nord Este Argentino, es muy concreto señalar los ahorros anuales de combustibles que representará todo ese formidable conjunto de usinas hidroeléctricas planificadas –una construida- en los tramos superiores de los ríos Uruguay y Paraguay.
Yacyretá –funcionando a pleno-, más sus ampliaciones ya en procesos previos a sus construcciones; y las tres grandes hidroeléctricas proyectadas -Garabí, Panambí y Corpus-, significarán en conjunto un ahorro anual de combustibles del orden de más de 13.000 millones de litros de diesel oil por año.
Eso es representa un cuantioso ahorro ambiental, por evitarse las emisiones contaminantes de las quemas de hidrocarburos. Pero en lo ambiental, además preserva recursos no renovables –como son el petróleo y el gas- pasándose a usar un recurso totalmente renovable como es el potencial hidroeléctrico.
Desde lo económico, la hidroeléctrica es energía mucho más barata, obtenible prácticamente a perpetuidad, como una renta permanente para los Estados nacionales y las provincias involucrada en esos grandes emprendimientos.
Estratégicamente, potencia los perfiles energéticos de los tres países involucrados, al disminuir sus dependencias respecto a los combustibles fósiles.
Desde lo técnico – eléctrico, mejorará sustancialmente la calidad del servicio en este extremo nordeste argentino, al contarse con fuentes de Potencia Instalada de grandes magnitudes, mejorando con ello la calidad del servicio eléctrico.
En lo social, además de los muchos puestos de trabajo muy bien pagos que se crearán durante los procesos de construcciones, esas grandes usinas serán las bases para las transformaciones económicas de Misiones y Corrientes, dependiendo de nuestras dirigencias implementar ambiciosos planes de industrialización, y de otras actividades electrointensivas, dentro de las cuales también debe estar el turismo.
Nuestro enorme potencial hidroeléctrico es el “petróleo blanco”, limpio y renovable, que atesora el NEA, y muy particularmente Misiones. El gran desafío es transformar la riqueza natural en riqueza concreta, para apuntalar el desarrollo socio – económico de nuestra región, de toda Argentina, y de los dos países socios de esos grandes emprendimientos hidroeléctricos.
A nadie en su sano juicio se le debería ocurrir oponerse a las usinas hidroeléctricas, pues con ello traban el desarrollo y favorecen las instalaciones de más usinas en base a petróleo y gas, que son más caras por KWh y tremendamente contaminantes…¿se oponen por motivos ambientales?…¡ese argumento simplemente es ridículo!
Por: C.P.N. Carlos A. Ortiz
Investigador de temas económicos y geopolíticos
Ex Investigador y Docente = Facultad de Ciencias Económicas = UNaM
Especialista en Gestión de la Producción y Ambiente – Fac. de Ing. = UNaM
Tesista de la Maestría en Gestión de la Energía = UNLa – CNEA
Docente de Economía – Esc. Normal 10 – Nivel Terciario
Docente de la Diplomatura en Geopolítica – Inst. Combate de Mboror
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